Exclusiva:
La 'dama de azul' ordenó escarmiento en Iguala
María
de los Ángeles se acercó a su esposo José Luis Abarca y le pidió: “dales un
escarmiento”
PARIS
ALEJANDRO SALAZAR / ENVIADO |
ESPECIALES La Silla Rota LSR | 2014-10-08 12:12:00
A
ella le gusta el color azul, pero le aconsejaron que para la foto de la
propaganda del informe utilizara un tono rosa que armonizara con el matiz de su
piel y maquillaje. Accedió, pero ella es la jefa y es su evento. Este es su
día, su gran noche y usará el azul. El azul que le recuerda el mar.
Porta
el anillo de matrimonio en el anular de la mano izquierda, el que tiene la vena
directa al corazón y simboliza el amor eterno de pareja, además toda mujer
respetable en Iguala lo usa, representa fidelidad y familia, dos elementos a
los que los votantes toman simpatía. En la mano derecha dejaría ver la
elegancia y el poder con un diamante capaz de opacar unos mil salarios mínimos,
para rematar una delgada y discreta pulsera de oro blanco.
El
vestido es de diseñador, color azul, con un poco de encaje negro en el escote y
otro en el talle para resaltar la silueta, sólo para darle una pizca de
sensualidad al atuendo con el que será el destape, como si fuera un viejo
libreto priísta, aunque aspira dirigir el municipio por el PRD.
Han
sido dos años de trabajo, junto a José Luis, en la luz y en lo oscurito en
Iguala. Él, su compañero de vida y padre de sus hijos le prometió que ella
sería la próxima presidenta municipal.
Ella,
María de los Ángeles sabía que era posible, que para eso había preparado la
estructura de sus incondicionales en el gobierno su marido:
Felipe,
el primo en seguridad pública; Rafael, el medio hermano en Reglamentos y
Espectáculos; Tolosa, el cuñado en Recursos Humanos; Félix, el primo en la
Comisión de Agua; Lucero, la cuñada en la dirección del DIF; las principales
carteras para garantizar poder y recursos, tan indispensables en una campaña.
Es
su día y va segura porque viste de azul, sin saber que esa noche su futuro
terminaría teñido de rojo.
El
montaje
Arturo
Galindo, recibió y atendió la exigencia del alcalde de Iguala como lo que era,
una orden superior: llena el evento del DIF.
Desde
su cargo de titular de Servicios Públicos y como líder transportista tenía la
facilidad para condicionar, presionar o forzar la presencia de vecinos en el
evento a cambio de un "ayudadita" a su colonia. Además, podía hacer
que los choferes trasladaran a los vecinos sin gastar un peso.
Gilberto
Salgado, el responsable del Registro Civil, ya había amarrado la presentación
de La Luz Roja de San Marcos como exigió la ‘patrona’ María de los Ángeles. Un
obsequio y para quedar bien con la "próxima" también contrató al
grupo Colash.
No
había porque limitarse. Era el momento de lucirse, por eso el escenario tenía
que ser un grand support y dos pantallas de LED en la explanada municipal,
sobre todo muchas flores y listones en el escenario de colores rosa, amarillo,
y por supuesto, azul.
Desde
las 4 de la tarde, los vecinos comenzaron a ocupar las sillas de plástico, las
blancas y las cafés, las acojinadas no, esas son de los invitados especiales y
del primer círculo de gobierno de Iguala.
La
fiesta
Después
de saludar y repartir besos como indican los manuales de política para ganar
simpatías, llegó la hora de subir al escenario.
María
de los Ángeles se encaminó al centro del escenario donde colocaron el pódium de
acrílico con el corazón y leyenda: DIF Iguala.
Enumeró
una a una sus actividades, volteando constantemente al lado derecho y perdiendo
de cuando la mirada en el público aposentado debajo del enlonado amarillo y que
la interrumpía a punta de aplausos y aclamaciones por su discurso.
El
mensaje, fue poco emotivo y más estadístico, con salpicaduras de retórica. Una
ovación anunció el fin del informe.
Había
cumplido, era pero no era oficial su destape a la Presidencia Municipal de
Iguala, por eso, al bajar del escenario tuvo que sonreír en la tradicional
salutación y las fotos que demanda el protocolo en estos eventos.
Ya
había oscurecido, el grupo Colash abrió el baile. Las canciones no paraban.
Eran casi las 9 de la noche y la gente comenzó a retirarse, además no había
para cuándo saliera La Luz Roja de San Marcos, y la gran mayoría quería
escucharla.
La
jefa ordenó que se cambiara al grupo musical para mantener a los vecinos en el
evento. Con celeridad, se instalaron y comenzó a sonar el acordeón que tanto
identifica a la Luz Roja de San Marcos, los cuerpos de los asistentes
comenzaban a agitarse con sabor a cumbia costeña.
María
de los Ángeles se daba un baño de pueblo, compartía pista con las mujeres
igualtecas al ritmo de la música moviendo cadera y brazos, en ese momento el
reloj marcaba las 21:30 horas y le dijeron que un grupo de encapuchados,
estudiantes de Ayotzinapa, estaban en el Zócalo, es decir, a 150 metros de su
evento. Sólo los separaba la parroquia de San Francisco.
Se
acercó a su esposo y le pidió: dales un escarmiento. Y es que pensó que los
estudiantes querían arruinarle su noche.
José
Luis buscó a su primo Felipe Flores, secretario de Seguridad, para que
atendiera el asunto, y éste a su vez delegó en un comandante.
En
el semáforo de la esquina del Zócalo, justo frente al Museo de la Bandera,
normalistas de Ayotzinapa boteaban entre los automovilistas, querían juntar
dinero para pagar un camión y viajar a la Ciudad de México a la marcha por los
46 años de la masacre de estudiantes en Tlatelolco, sin saber que ellos
vivirían su propio infierno, también a manos de quien debería cuidarlos.
Como
una extraña coincidencia, el kiosco del Zócalo de Iguala fue inaugurado por
Luis Echeverría, el personaje que participó en la matanza de estudiantes en
Tlatelolco, y desde ese sitio, de esa construcción que lleva una placa con ese
nombre, salieron los primeros disparos
contra los normalistas de Ayotzinapa.
Los
jóvenes que pedían una moneda no sabían del evento de la esposa de José Luis
Abarca Velázquez, las balas se los hicieron saber.
Las
cámaras del Oxxo, el Bancomer y del Museo de la Bandera seguramente registraron
el ataque de los municipales hacia los estudiantes, pero las autoridades
todavía no solicitan las grabaciones.
Los
normalistas buscaron refugio de la lluvia de plomo que trataban
"escarmentarlos". Las patrullas que llegaron al lugar lo hicieron
circulando en sentido contrario. Las parejas que romanceaban en él se tiraron
al suelo para cubrirse al escuchar las detonaciones.
Se
hizo el caos, fluyo sangre y hubo muerte para unos, otros normalistas corrieron
hacia el mercado en busca de un autobús que les salvara la vida, pero hubo
quienes les impusieron otro destino, hasta hoy, incierto, pero si inhumano.
Todo porque la dama de azul quería darles un escarmiento por manchar su fiesta.
maod
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