“Yo me casé por la iglesia,
me casé como Dios manda:
un ramito de azahar
mustio sobre la solapa
santiguando los pecados
de un hombre que apunta canas.
Ella vestida de blanco
¡pureza certificada! “..Manuel Benítez Carrasco.
Boda/Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo
de San Cristóbal de las Casas
BODA
DEL GOBERNADOR
Este
sábado 25 de abril, a las 8 de la mañana, presidí la celebración del matrimonio
religioso del Gobernador Manuel Velasco Coello y Anahí Giovanna Puente Portilla,
en la catedral de San Cristóbal de Las Casas, por petición explícita de los
mismos. Se llevó a cabo en un ambiente sereno, pacífico y sin alteraciones
externas, con una noble y digna sencillez, con la participación de sólo unas 60
personas, la mayoría familiares de los novios, en un espíritu religioso y no
mundano. No fue un espectáculo social ni político, sino una celebración
litúrgica.
Desde
hace meses, se empezó a preparar la boda religiosa. Se hicieron todos los
trámites normales: la presentación de los contrayentes y de sus documentos, la
declaración de los testigos, las pláticas presacramentales, basadas en la
Biblia, la averiguación que pide la Iglesia sobre su libertad y soltería. Anahí
no estaba confirmada y, previa la debida catequesis, recibió antes su
Confirmación. Ambos recibieron el sacramento de la confesión.
La
primera fecha que se había establecido para la boda era el 11 de abril, en la
catedral de San Cristóbal, con la presencia del Presidente de la República (EPN) y de
su esposa como padrinos. Sin embargo, previendo diversas manifestaciones de
inconformidad en nuestra ciudad, como es común cuando hay un evento de estas
autoridades, se decidió celebrar la boda en la catedral de Tuxtla Gutiérrez, ya
no el 11 de abril, sino el 2 de mayo. Pero la publicidad que se dio al evento
hacía prever alteraciones de personas inconformes; por ello, se descartó el 2
de mayo y, con sólo dos días de antelación, solicitaron que se celebrara la
ceremonia este sábado 25 de abril, a una hora poco común, las 8 de la mañana,
para tratar de evitar algún tipo de manifestaciones contrarias a los novios. Ya
no vino el Presidente de la República, sino que fueron padrinos unos familiares
de los contrayentes. La boda se inició con las puertas cerradas de la catedral (se puede hacer eso señpr Obispo?..Recuerde que el culto es público, y abiero para todos)
por precaución y para lograr un ambiente sereno, pero al final se abrieron y
los nuevos esposos salieron por la puerta principal, donde recibieron la
aclamación de algunas personas que se habían congregado.
El
primer proyecto era que la orquesta sinfónica de Tuxtla Gutiérrez interpretara
diversas melodías, de tipo clásico y otras de tipo sentimental. Con su
director, hicimos varios ajustes, para que la boda no fuera como un concierto o
un espectáculo, sino una celebración de fe. No vino dicha orquesta, sino que participó
la marimba de la Familia Díaz, muy profesional, con cantos netamente litúrgicos
y chiapanecos, que crearon un ambiente de oración y de fe. El adorno floral
fueron unos sencillos alcatraces.
Los
novios estaban muy nerviosos y preocupados antes de la celebración; pero el
ambiente religioso que se creó los fue serenando y disfrutaron la celebración,
no como un evento social y político, sino como un sacramento que ambos deseaban
de corazón. Al final, sus nervios estaban distendidos y se les veía felices,
disfrutando el momento.
Algunas
personas se mostraban poco afectas a que un servidor presidiera esta boda,
porque aducían que se podría interpretar como un compromiso político de nuestra
diócesis con el gobierno, pero les hice ver que los dos contrayentes son
católicos, que solicitaron la celebración como un sacramento de la fe, y que
pedían la bendición sacramental para su vida matrimonial. No es un acto
político partidista y no crea dependencia de la Iglesia con el Estado; se
mantiene la debida separación. Por ello, con gusto accedí a la petición de los
novios, pues ambos tienen derecho a celebrar su fe y a profesarla, también para
dar testimonio de su creencia en el ambiente social, político y artístico en
que se mueven. Me hicieron favor de invitarme a desayunar con los novios y sus
invitados, pero no pude aceptar, porque en seguida tenía un compromiso con una
comunidad indígena tseltal de Tenejapa, y me dirigí de inmediato hacia allá,
para atender a mis prioridades pastorales. La Iglesia a nadie excluye, y
tratamos de atender pastoralmente a todos los creyentes, ricos y pobres, santos
y pecadores, de cualquier color partidista. El corazón misericordioso de Dios
se debe reflejar en una actitud abierta ante todos los fieles.
No
faltan personas que, en las redes sociales, difunden todo tipo de
interpretaciones y de ofensas sin fundamento. Procuremos no colaborar a este
“terrorismo” de habladurías y evitemos reenviar cuanto nos llegue, si es que
daña a la comunidad y destruye la buena fama de las personas.
Inserción pagada en el periódico Reforma
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