26 abr 2015

El vacío que deja “El Chuyín”/

Revista Proceso No. 2008, a 25 de abril de 2015...
El vacío que deja “El Chuyín”/PATRICIA MAYORGA
El arresto de Jesús Salas Aguayo el viernes 17 en Villa Ahumada, Chihuahua, su terruño –que se hizo famoso por albergar en diferentes épocas a capos del cártel de Juárez, como Rafael Muñoz Talavera, Rafael Aguilar Guajardo y Amado Carrillo Fuentes–, desconcierta a los lugareños. Ahí, muchos lo consideraban un demonio, mientras que para la mayoría era la salvación. Sin embargo, para la DEA El Chuyín sigue siendo el fugitivo W032681616.
VILLA AHUMADA, CHIH.- Para familias enteras de Villa Ahumada, Jesús Salas Aguayo, El Chuyín, líder del Cártel de Juárez aprehendido el viernes 17, representaba “el infierno”. Sin embargo, para la mayoría del pueblo era un benefactor.
El Chuyín se convirtió en el jefe de la plaza del Cártel de Juárez del corredor noroeste, Chihuahua, Parral y otras partes del estado, luego de la aprehensión, en mayo de 2008, de su paisano Pedro Sánchez Arras, El Tigre. Ese día murió en la refriega Gerardo Gallegos Rodelo, escolta del capo.
Aunque adoptó un perfil más bajo que el de su antecesor Pedro Sánchez Arras, lo conocía todo el pueblo de Villa de Ahumada y sabían a lo que se dedicaba; era originario de ahí.

El Chuyín es uno de los delincuentes más buscados por la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), según el portal de la dependencia estadunidense, que lo tiene considerado como fugitivo con el código W032681616.

Pobladores recuerdan al Chuyín trabajando con Sánchez Arras. Se movía en una camioneta Lincoln Navigator negra. “Andaba con El Güero  y con su compadre”, comenta una persona cercana a Salas Aguayo, quien pidió el anonimato por razones de seguridad.

“Eran buenas personas (el grupo delictivo), El Chuyín tenía una cuenta abierta en una farmacia a su nombre para el pueblo. Sólo bastaba que fuera la gente para que le dieran las medicinas. Decían que iban de parte de él o uno de sus hombres iba por los medicamentos y se los llevaba a la familia que los necesitaba”, relata el testigo.

Entre otras propiedades, tenía el rancho que aseguraron las autoridades tras su detención y una casa cerca de la carretera a Ciudad Juárez, enfrente de un hotel que acababa de construir.

Sánchez Arras era más extrovertido. Cada vez que llegaba a Villa Ahumada armaba fiestas grandes en un salón que era de ellos. Se llama La Cabaña. Pedro se vestía con traje negro, pero sin corbata”, añade otro lugareño que dejó el poblado en 2010.

El antecesor de El Chuyín, Sánchez Arras, pasaba varios días en Parral o en Juárez.

“Cuando llegaba, hacía fiestas en la plaza del pueblo y a veces en el gimnasio que está enfrente de la Presidencia Municipal. Cuando llegaba a la plaza, lo hacía como candidato. Una vez llevó al grupo musical Los Jilguerillos, quienes tocaron hasta las siete de la mañana del día siguiente, cuenta otro de los entrevistados.

Cuando se realizaban en la plaza, Sánchez llevaba carpas, cervezas y las viandas suficientes para agasajar a la concurrencia. “Sus guaruras se vestían con naturalidad para no llamar la atención, pero eso sí: tenían bien vigilados a todos”.

Recuerdan que Sánchez Arras y El Chuyín se refugiaban cerca de Benito Juárez, municipio de Buenaventura, específicamente en Las Playitas, cerca del rancho donde detuvieron a Jesús Salas.

“Tenían todo controlado. Los empresarios tenían que negociar con ellos su propia seguridad”, refieren los entrevistados.

Luego de la detención de Sánchez durante el Operativo Conjunto Chihuahua, las autoridades intentaron apoyar al grupo contrario, el Cártel de Sinaloa, para que éste se quedara con la estratégica plaza y controlara el trasiego de droga. No lo lograron.

Se evidenció entonces que el gobierno federal buscaba “limpiar” la plaza para el grupo contrario, afirman los lugareños consultados. Semanas antes, en marzo de ese mismo 2008, elementos del Ejército aprehendieron a cinco agentes: Rigoberto Ruiz Sida, José Guadalupe Santana, Juan Pablo Remes Torres, Jesús Francisco López Cadena y Daniel Solís Solís.

Los acusaron de asociación delictiva y delincuencia organizada, y los pusieron a disposición de autoridades federales. Recuperaron su libertad días después tras pagar una fianza de 5 mil pesos.

En mayo, durante el funeral del escolta Gallegos, su féretro fue llevado al panteón de Villa Ahumada en una camioneta Escalade blanca con una caravana de vigilancia, cuentan los testigos.

Un grupo de militares irrumpió en el cementerio, aprehendió a personas que trabajaban con Sánchez y decomisó droga. Los soldados llegaron en dos helicópteros y vehículos. “Había un hombre que tomaba fotografías, de la gente de Pedro; también se lo llevaron”, recuerda el hombre que dejó el pueblo.

La caída del “Tigre”

La madrugada del 18 de mayo de 2008, habitantes de Villa Ahumada fueron alertados por la autoridad municipal sobre la llegada de un comando armado que tenía la instrucción de “limpiar” la región.

Un grupo del Cártel de Sinaloa liderado por Toño Marrufo llegó al pueblo en busca de la gente del Cártel de Juárez. El enfrentamiento dejó nueve muertos.

“Los soldados se habían ido del pueblo un día antes y regresaron justo cuando terminó la matanza”, coinciden los dos testigos. “Dijeron temprano que iba a llegar la gente de Toño Marrufo a ‘limpiar’, primero fueron sobre cuatro policías”, dicen.

Alrededor de la una de la mañana de ese 18 de mayo primero apareció una Suburban con varios hombres armados y encapuchados. “Traían máscaras como de calavera y atrás llegaron más”, relata uno de los testigos.

Primero se fueron contra tres agentes de la Policía Municipal y los dejaron tendidos afuera de la unidad, en una gasolinera: José Armando Estrada Rodríguez, Óscar Adrián Zúñiga Dávila y José Luis Quiñónez. Además asesinaron a otros tres civiles y levantaron a otros tres; sus cadáveres fueron hallados más tarde en Ciudad Juárez.

En el salón de fiestas había mucha gente porque se realizaban los 15 años de una joven. Los mismos sicarios cerraron el recinto por fuera para que nadie saliera.

Los burreros (vendedores de tradicionales asaderos y burritos en Villa Ahumada) se escondieron en los baños. “Se escuchaba que los hombres buscaban a alguien, preguntaban dónde estaban. Luego abrieron el lugar donde estaban los burreros, y sólo les dijeron que ahí se quedaran”.

Luis Eduardo Escobedo Ruiz, de 21 años, murió en la refriega: su cuerpo quedó tendido dentro de una Ram azul. Su madre y otros familiares acudieron al lugar y aseguraron que trabajaba como mandadero del rancho Santa Mónica.

“Le apodaban El Bardito, era hijo de El Bardo. El muchacho vendía droga… Es que aquí, si terminan la prepa se van a Juárez. Los que no pueden o no quieren sólo se casan y se ponen a pistear (beber); son presa fácil de los delincuentes”, dice uno de los testigos.

Las otras víctimas mortales fueron Julio Armando Gómez Magallanes, dueño del restaurante Pollo Feliz, y Mario Alberto González Castro, empleado de las oficinas de Ómnibus de México. Otros tres hombres levantados y ejecutados en Juárez fueron identificados como Aldo Aníbal Martínez Hernández, Arturo Flores López y Héctor Guadalupe Sánchez Hernández; este último era hermanastro de Pedro Sánchez.

La balacera se escuchó hasta las cuatro de la mañana. Luego prevaleció el silencio. “Al rato pasaron todas las camionetas en caravana. Se fueron rumbo Chihuahua por una brecha que llega a Benito Juárez y da hasta Juárez. Por ahí pasan droga”.

Pocas horas más tarde llegaron los militares e instalaron su campamento en el gimnasio donde realizaron la fiesta de 15 años.

Meses después, Jesús Salas se convirtió en “protector” de gran parte del pueblo y en el infierno de otros.

El 15 de julio de 2008, dos meses después de la detención de Pedro Sánchez, cayeron en Lázaro Cárdenas, municipio de Meoqui, fuertes colaboradores del capo: Gonzalo García García, El Chalo; Antonio Flores, El Toño, y Ricardo de la Rosa Haros, El Cabe.

Y aun cuando estaban acusados por lo menos de cinco homicidios, fueron puestos en libertad en enero de 2014.

Gonzalo García fue asesinado con otros cinco integrantes de su grupo delictivo el pasado 17 de marzo en el municipio de Buenaventura. De la Rosa Haro también murió en el enfrentamiento.

La Policía Municipal de Villa Ahumada quedó sin elementos por el cese o asesinato de agentes desde 2009 hasta hace unos meses. A finales de 2008, por ejemplo, mataron al comandante de la Secretaría de Seguridad Pública Jesús Blanco Cano. Su cuerpo fue localizado con un narcomensaje en la carretera Panamericana, cerca de Villa Ahumada.

Ahora, ese poblado está a la expectativa porque desconoce quién tomará el lugar de Salas Aguayo o qué grupo liderará la plaza.

El Chuyín fue capturado el viernes 17 por militares y elementos de la Marina en un operativo que obligó a corporaciones de los tres niveles de gobierno a “sitiar” la ciudad de Villa Ahumada. Junto con él fueron capturados cuatro presuntos delincuentes más.

Al día siguiente su gente, sus protegidos, huyeron hacia los pueblos y ejidos del noroeste, principalmente a Buenaventura, donde amenazaron a los pobladores.

El Chuyín tenía el control de Villa Ahumada, municipio localizado a más de 100 kilómetros de Juárez, y las autoridades estadunidenses lo acusan de ordenar en 2009 el asesinato de José Daniel González Galeana, exintegrante del grupo delictivo que vivía en El Paso, Texas, y era testigo protegido del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).

De acuerdo con el ICE, Salas desconfió de González Galeana y le atribuyó la detención, el 13 de mayo de 2008, de Pedro Sánchez, quien era el tercero en el mando del cártel, dirigido entonces por Vicente Carrillo Fuentes. En Villa Ahumada se dio a conocer porque es la tierra que albergó a los jefes del Cártel de Juárez, como Rafael Muñoz Talavera, Rafael Aguilar Guajardo y Amado Carrillo Fuentes.


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