Revista
Proceso
No. 2008, a 25 de abril de 2015...
El
vacío que deja “El Chuyín”/PATRICIA
MAYORGA
El
arresto de Jesús Salas Aguayo el viernes 17 en Villa Ahumada, Chihuahua, su
terruño –que se hizo famoso por albergar en diferentes épocas a capos del
cártel de Juárez, como Rafael Muñoz Talavera, Rafael Aguilar Guajardo y Amado
Carrillo Fuentes–, desconcierta a los lugareños. Ahí, muchos lo consideraban un
demonio, mientras que para la mayoría era la salvación. Sin embargo, para la
DEA El Chuyín sigue siendo el fugitivo W032681616.
VILLA
AHUMADA, CHIH.- Para familias enteras de Villa Ahumada, Jesús Salas Aguayo, El
Chuyín, líder del Cártel de Juárez aprehendido el viernes 17, representaba “el
infierno”. Sin embargo, para la mayoría del pueblo era un benefactor.
El
Chuyín se convirtió en el jefe de la plaza del Cártel de Juárez del corredor
noroeste, Chihuahua, Parral y otras partes del estado, luego de la aprehensión,
en mayo de 2008, de su paisano Pedro Sánchez Arras, El Tigre. Ese día murió en
la refriega Gerardo Gallegos Rodelo, escolta del capo.
Aunque
adoptó un perfil más bajo que el de su antecesor Pedro Sánchez Arras, lo
conocía todo el pueblo de Villa de Ahumada y sabían a lo que se dedicaba; era
originario de ahí.
El
Chuyín es uno de los delincuentes más buscados por la agencia antidrogas de
Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), según el portal de la
dependencia estadunidense, que lo tiene considerado como fugitivo con el código
W032681616.
Pobladores
recuerdan al Chuyín trabajando con Sánchez Arras. Se movía en una camioneta
Lincoln Navigator negra. “Andaba con El Güero
y con su compadre”, comenta una persona cercana a Salas Aguayo, quien
pidió el anonimato por razones de seguridad.
“Eran
buenas personas (el grupo delictivo), El Chuyín tenía una cuenta abierta en una
farmacia a su nombre para el pueblo. Sólo bastaba que fuera la gente para que
le dieran las medicinas. Decían que iban de parte de él o uno de sus hombres
iba por los medicamentos y se los llevaba a la familia que los necesitaba”,
relata el testigo.
Entre
otras propiedades, tenía el rancho que aseguraron las autoridades tras su
detención y una casa cerca de la carretera a Ciudad Juárez, enfrente de un
hotel que acababa de construir.
Sánchez
Arras era más extrovertido. Cada vez que llegaba a Villa Ahumada armaba fiestas
grandes en un salón que era de ellos. Se llama La Cabaña. Pedro se vestía con
traje negro, pero sin corbata”, añade otro lugareño que dejó el poblado en
2010.
El
antecesor de El Chuyín, Sánchez Arras, pasaba varios días en Parral o en
Juárez.
“Cuando
llegaba, hacía fiestas en la plaza del pueblo y a veces en el gimnasio que está
enfrente de la Presidencia Municipal. Cuando llegaba a la plaza, lo hacía como
candidato. Una vez llevó al grupo musical Los Jilguerillos, quienes tocaron
hasta las siete de la mañana del día siguiente, cuenta otro de los entrevistados.
Cuando
se realizaban en la plaza, Sánchez llevaba carpas, cervezas y las viandas
suficientes para agasajar a la concurrencia. “Sus guaruras se vestían con
naturalidad para no llamar la atención, pero eso sí: tenían bien vigilados a
todos”.
Recuerdan
que Sánchez Arras y El Chuyín se refugiaban cerca de Benito Juárez, municipio
de Buenaventura, específicamente en Las Playitas, cerca del rancho donde
detuvieron a Jesús Salas.
“Tenían
todo controlado. Los empresarios tenían que negociar con ellos su propia
seguridad”, refieren los entrevistados.
Luego
de la detención de Sánchez durante el Operativo Conjunto Chihuahua, las
autoridades intentaron apoyar al grupo contrario, el Cártel de Sinaloa, para
que éste se quedara con la estratégica plaza y controlara el trasiego de droga.
No lo lograron.
Se
evidenció entonces que el gobierno federal buscaba “limpiar” la plaza para el
grupo contrario, afirman los lugareños consultados. Semanas antes, en marzo de
ese mismo 2008, elementos del Ejército aprehendieron a cinco agentes: Rigoberto
Ruiz Sida, José Guadalupe Santana, Juan Pablo Remes Torres, Jesús Francisco
López Cadena y Daniel Solís Solís.
Los
acusaron de asociación delictiva y delincuencia organizada, y los pusieron a
disposición de autoridades federales. Recuperaron su libertad días después tras
pagar una fianza de 5 mil pesos.
En
mayo, durante el funeral del escolta Gallegos, su féretro fue llevado al
panteón de Villa Ahumada en una camioneta Escalade blanca con una caravana de
vigilancia, cuentan los testigos.
Un
grupo de militares irrumpió en el cementerio, aprehendió a personas que
trabajaban con Sánchez y decomisó droga. Los soldados llegaron en dos
helicópteros y vehículos. “Había un hombre que tomaba fotografías, de la gente
de Pedro; también se lo llevaron”, recuerda el hombre que dejó el pueblo.
La
caída del “Tigre”
La
madrugada del 18 de mayo de 2008, habitantes de Villa Ahumada fueron alertados
por la autoridad municipal sobre la llegada de un comando armado que tenía la
instrucción de “limpiar” la región.
Un
grupo del Cártel de Sinaloa liderado por Toño Marrufo llegó al pueblo en busca
de la gente del Cártel de Juárez. El enfrentamiento dejó nueve muertos.
“Los
soldados se habían ido del pueblo un día antes y regresaron justo cuando
terminó la matanza”, coinciden los dos testigos. “Dijeron temprano que iba a
llegar la gente de Toño Marrufo a ‘limpiar’, primero fueron sobre cuatro
policías”, dicen.
Alrededor
de la una de la mañana de ese 18 de mayo primero apareció una Suburban con varios
hombres armados y encapuchados. “Traían máscaras como de calavera y atrás
llegaron más”, relata uno de los testigos.
Primero
se fueron contra tres agentes de la Policía Municipal y los dejaron tendidos
afuera de la unidad, en una gasolinera: José Armando Estrada Rodríguez, Óscar
Adrián Zúñiga Dávila y José Luis Quiñónez. Además asesinaron a otros tres
civiles y levantaron a otros tres; sus cadáveres fueron hallados más tarde en
Ciudad Juárez.
En
el salón de fiestas había mucha gente porque se realizaban los 15 años de una
joven. Los mismos sicarios cerraron el recinto por fuera para que nadie
saliera.
Los
burreros (vendedores de tradicionales asaderos y burritos en Villa Ahumada) se
escondieron en los baños. “Se escuchaba que los hombres buscaban a alguien,
preguntaban dónde estaban. Luego abrieron el lugar donde estaban los burreros,
y sólo les dijeron que ahí se quedaran”.
Luis
Eduardo Escobedo Ruiz, de 21 años, murió en la refriega: su cuerpo quedó
tendido dentro de una Ram azul. Su madre y otros familiares acudieron al lugar
y aseguraron que trabajaba como mandadero del rancho Santa Mónica.
“Le
apodaban El Bardito, era hijo de El Bardo. El muchacho vendía droga… Es que
aquí, si terminan la prepa se van a Juárez. Los que no pueden o no quieren sólo
se casan y se ponen a pistear (beber); son presa fácil de los delincuentes”,
dice uno de los testigos.
Las
otras víctimas mortales fueron Julio Armando Gómez Magallanes, dueño del
restaurante Pollo Feliz, y Mario Alberto González Castro, empleado de las
oficinas de Ómnibus de México. Otros tres hombres levantados y ejecutados en
Juárez fueron identificados como Aldo Aníbal Martínez Hernández, Arturo Flores
López y Héctor Guadalupe Sánchez Hernández; este último era hermanastro de
Pedro Sánchez.
La
balacera se escuchó hasta las cuatro de la mañana. Luego prevaleció el
silencio. “Al rato pasaron todas las camionetas en caravana. Se fueron rumbo
Chihuahua por una brecha que llega a Benito Juárez y da hasta Juárez. Por ahí
pasan droga”.
Pocas
horas más tarde llegaron los militares e instalaron su campamento en el
gimnasio donde realizaron la fiesta de 15 años.
Meses
después, Jesús Salas se convirtió en “protector” de gran parte del pueblo y en
el infierno de otros.
El
15 de julio de 2008, dos meses después de la detención de Pedro Sánchez,
cayeron en Lázaro Cárdenas, municipio de Meoqui, fuertes colaboradores del
capo: Gonzalo García García, El Chalo; Antonio Flores, El Toño, y Ricardo de la
Rosa Haros, El Cabe.
Y
aun cuando estaban acusados por lo menos de cinco homicidios, fueron puestos en
libertad en enero de 2014.
Gonzalo
García fue asesinado con otros cinco integrantes de su grupo delictivo el
pasado 17 de marzo en el municipio de Buenaventura. De la Rosa Haro también
murió en el enfrentamiento.
La
Policía Municipal de Villa Ahumada quedó sin elementos por el cese o asesinato
de agentes desde 2009 hasta hace unos meses. A finales de 2008, por ejemplo,
mataron al comandante de la Secretaría de Seguridad Pública Jesús Blanco Cano.
Su cuerpo fue localizado con un narcomensaje en la carretera Panamericana,
cerca de Villa Ahumada.
Ahora,
ese poblado está a la expectativa porque desconoce quién tomará el lugar de
Salas Aguayo o qué grupo liderará la plaza.
El
Chuyín fue capturado el viernes 17 por militares y elementos de la Marina en un
operativo que obligó a corporaciones de los tres niveles de gobierno a “sitiar”
la ciudad de Villa Ahumada. Junto con él fueron capturados cuatro presuntos
delincuentes más.
Al
día siguiente su gente, sus protegidos, huyeron hacia los pueblos y ejidos del
noroeste, principalmente a Buenaventura, donde amenazaron a los pobladores.
El
Chuyín tenía el control de Villa Ahumada, municipio localizado a más de 100
kilómetros de Juárez, y las autoridades estadunidenses lo acusan de ordenar en
2009 el asesinato de José Daniel González Galeana, exintegrante del grupo
delictivo que vivía en El Paso, Texas, y era testigo protegido del Servicio de
Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
De
acuerdo con el ICE, Salas desconfió de González Galeana y le atribuyó la
detención, el 13 de mayo de 2008, de Pedro Sánchez, quien era el tercero en el
mando del cártel, dirigido entonces por Vicente Carrillo Fuentes. En Villa
Ahumada se dio a conocer porque es la tierra que albergó a los jefes del Cártel
de Juárez, como Rafael Muñoz Talavera, Rafael Aguilar Guajardo y Amado Carrillo
Fuentes.
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