Advierte
Santos: riesgo de mayor infiltración mexicana en el narco colombiano/RAFAEL
CRODA
Revista Proceso No. 2010, 9 de mayo de 2015
Fresca
aún su visita a México, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, repasa
con amplitud aspectos cruciales de su agenda en materia de drogas. En
entrevista con Proceso, considera probable que los cárteles mexicanos busquen
incidir directamente en la producción y tráfico de cocaína en la nación
sudamericana una vez que la guerrilla de las FARC deje de controlar el mercado
de la droga. Y en cuanto a Washington, plantea un debate hemisférico “más
franco”, toda vez que en América Latina se sigue criminalizando la producción y
el tráfico de mariguana, cuando Estados Unidos tiende a legalizarla.
BOGOTÁ.-
Para el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, resulta contradictorio que
mientras la producción, venta y uso de mariguana con fines medicinales o
recreativos son legales en más de la mitad de entidades de Estados Unidos, en
Latinoamérica se siga criminalizando esta droga.
En
una entrevista que respondió por escrito a Proceso, Santos señala que las
decisiones “unilaterales” que está tomando Washington en materia de drogas
abren el camino para que se produzca un debate hemisférico “más franco” sobre
la estrategia contra el narcotráfico que ha seguido la región en el último
medio siglo y se evalúen alternativas.
–¿Le
parece un contrasentido que en América Latina se siga criminalizando la
producción y el tráfico de mariguana y gastando recursos humanos y materiales
en esta tarea cuando Estados Unidos tiende a la legalización de esta droga? –se
le pregunta al mandatario.
–Por
supuesto –asegura–. Por esta razón es que hemos insistido en que no se pueden
tomar decisiones unilaterales. El de las drogas es un problema global que
requiere soluciones concertadas.
De
acuerdo con Santos, el hecho de que Washington defienda la criminalización de
las drogas fuera de sus fronteras, aun cuando en la mayoría de sus 50 estados
sea legal el uso medicinal o recreativo de la mariguana, favorece una revisión
de las estrategias enfáticamente represivas que han prevalecido desde hace 44
años, cuando en 1971 el entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon,
declaró la “guerra contra las drogas”.
“Estas
contradicciones están llegando a un punto de quiebre, y eso es muy positivo en
el sentido que se pueden tener conversaciones más francas y tomar decisiones de
fondo”, señala el gobernante colombiano, quien realizó una visita oficial a
México el pasado viernes 8.
Santos
promueve un nuevo enfoque en la lucha contra las drogas y está de acuerdo en
que se despenalice el uso de la mariguana para fines medicinales. De hecho,
respalda una iniciativa que se debate en el Congreso colombiano, y que ya fue
aprobada en la Comisión Primera del Senado, para regular la utilización
terapéutica de la yerba. Piensa que de esa manera se puede eliminar la
intermediación del crimen organizado entre un paciente y esa sustancia.
El
mandatario colombiano indica a Proceso que se siente optimista de ver cómo el
problema global de las drogas “se está evaluando y debatiendo de una forma
diferente”.
El
ministro de Justicia de Santos, Yesid Reyes Alvarado, propuso en marzo pasado
ante la Comisión de Estupefacientes de Naciones Unidas, en Viena, dirigir la
acción penal contra los líderes de las organizaciones criminales y no contra
los pequeños cultivadores de hoja de coca o los transportadores humanos
conocidos como mulas.
Santos
sostiene que, “más que una política específica de despenalización de algún
eslabón, lo que hemos impulsado es una mirada integral a todo el problema y que
de ahí se desprendan soluciones sensatas, basadas en los hechos y en la
ciencia”.
Considera
que el mundo tiene una “oportunidad única” para replantear el enfoque con que
se ha enfrentado hasta ahora el problema del narcotráfico en la Sesión Especial
sobre Drogas de la Asamblea General de Naciones Unidas (UNGASS, por sus siglas
en inglés), a celebrarse en 2016 en Nueva York.
“La
UNGASS 2016 (convocada por solicitud de Colombia, Guatemala y México) es una
oportunidad histórica para lograr grandes consensos a nivel global. Confiamos
en que el mundo no va a desperdiciar este escenario para lograr cambios muy
importantes”, sostiene.
El
presidente ha dicho que es difícil explicarle a un agricultor colombiano que
debe ir a la cárcel por cultivar mariguana, cuando en algunas entidades de
Estados Unidos es legal fumar la yerba con fines recreativos.
Santos
alienta la búsqueda de alternativas más eficaces en la lucha antidrogas desde
2012, cuando como anfitrión de la VI Cumbre de las Américas, en Cartagena,
logró que el tema fuera abordado por primera vez por Washington en una reunión
hemisférica multilateral.
De
ese cónclave surgió un mandato para que la Organización de Estados Americanos
(OEA) elaborara un informe al respecto. Las conclusiones, entregadas a Santos
en mayo de 2013, indican que el fenómeno exige un enfoque de salud pública,
múltiple y flexible, en el que se contemple incluso la despenalización del
consumo de algunas drogas.
Discusión
política
El
director del Centro de Estudio sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de
los Andes de Colombia, Daniel Mejía, quien participó en la elaboración del
estudio de la OEA, dice a Proceso que es “fundamental” que Santos y el
presidente de México, Enrique Peña Nieto, actúen juntos en la promoción de una
nueva estrategia hemisférica contra las drogas.
Según
fuentes diplomáticas consultadas por este semanario, durante la reunión que
sostuvieron ambos gobernantes el pasado viernes 8 en Los Pinos, Santos pidió a
su colega mexicano actuar de manera coordinada en la UNGASS 2016 “para comenzar
a reformar esta política antidrogas estrictamente prohibicionista y represiva
que tanta violencia ha provocado en nuestros países”.
En
2014 fueron asesinados 289 miembros de la fuerza pública de Colombia, la
mayoría en tareas de combate al narcotráfico y al crimen organizado, y en
diferentes operativos la policía y el Ejército incautaron 301 toneladas de
mariguana.
En
contraste, el uso de la yerba para usos medicinales está aprobado en 23 de los
50 estados de la Unión Americana y para usos recreativos en otros cuatro:
Colorado, Washington, Oregon y Alaska, así como en el Distrito de Columbia,
donde se encuentra la ciudad de Washington, la capital estadunidense.
Santos
sostiene que ya existe evidencia empírica sobre los diferentes enfoques que
requiere una estrategia efectiva contra las drogas, y ahora lo que falta es “la
discusión a nivel político”, lo que puede producirse en el marco de la UNGASS
2016, que se llevará a cabo en la sede de Naciones Unidas en Nueva York.
El
mandatario de Colombia ha lidiado con problemas de seguridad desde que fue
ministro de Defensa, entre 2006 y 2009. En ese cargo, tomó la decisión de
reorientar la lucha antidrogas. Hizo énfasis en los eslabones de la cadena del
narcotráfico donde se produce mayor valor agregado (interdicción de envíos de
cocaína al exterior, y detección y destrucción de los laboratorios utilizados
para la producción de cocaína), y menos énfasis en los eslabones más débiles,
como los cultivadores de hoja de coca.
Como
resultado del cambio de la estrategia colombiana las incautaciones de cocaína
pasaron de 127 toneladas en 2006 a 203 toneladas en 2009, mientras que los
laboratorios de procesamiento del alcaloide que fueron destruidos pasaron de 2
mil 198 a 3 mil 675 en el mismo periodo.
Santos
indica que aunque cada país tiene sus particularidades y no existe una “fórmula
mágica” para enfrentar al narcotráfico, “la columna vertebral de la lucha
contra el crimen organizado es una institucionalidad efectiva, transparente y
coordinada”.
Además,
señala, es importante tener la capacidad de adaptarse en forma permanente a las
modalidades delictivas, ya que las estructuras criminales evolucionan a ritmos
acelerados.
En
el caso de México, observa que existe “voluntad política para combatir la
violencia dentro del marco de respeto al estado de derecho, y eso es importante
para lograr resultados a largo plazo”.
Cárteles
mexicanos
Un
tema de seguridad del que se ha ocupado Santos como presidente de Colombia ha
sido el de la presencia de cárteles mexicanos en su país. Hace dos años,
solicitó a la Policía Nacional y a la Fiscalía investigar el asunto.
“Hemos
detectado presencia o influencia de cárteles mexicanos, en particular en el sur
del país, en departamentos como Nariño y Valle del Cauca (en el sur del
territorio), donde hemos incautado aeronaves mexicanas y capturado ciudadanos
de este país involucrados en el negocio de las drogas.”
El
año anterior, la policía decomisó en el aeropuerto de Ipiales, Nariño, una
avioneta con 403 kilogramos de cocaína, tres lanzacohetes RPG y 49 granadas cuya propiedad atribuyó al
Cártel de Sinaloa. El aseguramiento condujo a la captura, en Cali, de Héctor
Coronel, alias Rincón, identificado como operador del Cártel de Sinaloa en el
sur de Colombia.
Santos
afirma que esto “no es de extrañar” porque el negocio del narcotráfico es
trasnacional y las organizaciones de diversos países acaban por tener alianzas
y contactos.
“Lo
importante es que la colaboración, tanto policial como judicial, entre las
autoridades colombianas y mexicanas, es cada vez más eficaz”, asegura.
Menciona
que la semana anterior fueron detenidas en Colombia nueve personas con fines de
extradición a Estados Unidos como parte de una investigación de tráfico de
drogas en la que cooperaron autoridades de México, país “donde se dio la
trazabilidad que nos permitió estas capturas”.
Señala
que un paso muy positivo en materia de lucha antidrogas es el compromiso
asumido por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC) de abandonar el narcotráfico una vez que se logre un acuerdo para poner
fin al conflicto armado interno.
El
gobierno de Santos mantiene conversaciones con las FARC desde noviembre de
2012, y uno de los acuerdos preliminares que han sido pactados por las partes
es el de “solución al problema de las drogas ilícitas”.
El
mandatario explica que “si se llega al acuerdo final, las FARC se han
comprometido a contribuir de manera efectiva con la solución definitiva al
problema de las drogas ilícitas, y a poner fin a cualquier relación que hayan
tenido con este fenómeno”.
Esto,
agrega, “sería un cambio de inmensa importancia para la región: que una organización
como ésta dé un giro de 180 grados y pase a colaborar en la lucha contra las
drogas no tiene precedentes y, por supuesto, será muy positivo”.
Varios
estudiosos del fenómeno de narcotráfico han advertido que la creciente
presencia de cárteles mexicanos en Colombia puede llevar a que estas
organizaciones delictivas ocupen los espacios de producción y procesamiento de
cocaína que dejarían las FARC en caso de que el grupo guerrillero selle un
acuerdo de paz con el gobierno.
Santos
acepta que existe ese riego porque, dice, “el crimen tiende a llenar los
espacios vacíos, y nuestra obligación como autoridades es ir un paso adelante y
enfrentar las amenazas con la debida cooperación internacional”.
Diálogos
de paz
En
forma paralela a las negociaciones con las FARC, el gobierno colombiano
sostiene pláticas informales con el guerrillero Ejército de Liberación Nacional
(ELN) con miras a lanzar un proceso de paz con este grupo rebelde, el segundo
más importante del país.
El
gobierno de México ha expresado a Colombia su interés en participar como
facilitador en esa iniciativa pacificadora con el ELN, lo cual es visto con
beneplácito por Santos.
De
acuerdo con el mandatario, las conversaciones exploratorias con el ELN
“requieren un máximo de prudencia para no generar falsas expectativas, pero lo
que sí puedo decir es que México es un país muy especial para los colombianos,
y una de las razones es que siempre ha tenido gestos grandes y pequeños de
hermandad. En ese sentido, cualquier
opción que involucre la participación de México sería más que bienvenida”.
Santos
fue reelecto para un segundo mandato de cuatro años en 2014. Su promesa de
campaña se centró en un punto: lograr la paz para Colombia, un país que vive
una guerra interna que ha dejado 218 mil muertos en el último medio siglo.
Las
negociaciones con las FARC han llegado más lejos que cualquier otro proceso de
paz que se haya registrado en el pasado. Las partes tienen acuerdo en tres de
los cinco puntos de la agenda y ya iniciaron las conversaciones para el
abandono de las armas por parte de la guerrilla y lograr un cese al fuego
definitivo.
Santos
sabe que los puntos que faltan por negociar son los más difíciles, en especial
el de justicia, pero es optimista: “Yo sí aspiro a que logremos el acuerdo
final y a que este se dé en el curso de mi mandato (que concluirá en 2018)”.
El
punto medular de las negociaciones, que se desarrollan en La Habana, es el del
tipo de justicia que se debe aplicar a los jefes de las FARC por los delitos de
lesa humanidad que hayan cometido en el curso del conflicto armado, entre ellos
secuestros, reclutamiento de menores y desapariciones forzadas.
Los
comandantes de la guerrilla sostienen que no pagarán un solo día de cárcel y el
gobierno pide que se acojan a un mecanismo de justicia transicional en el que,
eventualmente, puedan recibir penas alternativas a la prisión a cambio de que
confiesen y reparen sus crímenes.
Santos
reconoce que “los diálogos en La Habana han llegado mucho más allá que ningún
otro proceso antes adelantado con las FARC. Establecimos una agenda de cinco
puntos temáticos, de los cuales ya tres han sido acordados: desarrollo rural
integral, participación política y solución al problema de las drogas ilícitas.
“Nos
quedan dos, que se están discutiendo simultáneamente, que son los derechos de
las víctimas, que incluye el tema de la justicia transicional, y el fin mismo
del conflicto, que incluye la dejación de armas y la forma en que los
excombatientes se reincorporarán a la vida civil. Además, hemos avanzado en
pasos de desescalamiento del conflicto, como la decisión de poner en marcha,
bajo la coordinación de una organización noruega, un proyecto de desminado
humanitario”, explica el mandatario.
Para
Santos, una paz en su país tendría una clara dimensión regional:
“El
conflicto armado en Colombia es hoy por hoy el último y el más antiguo del
hemisferio. Por eso mismo, si lo terminamos, podremos decir que América toda es
una zona libre de guerras, de conflictos armados, internos o externos. Una
América en paz.”
El
presidente ha formulado insistentes llamados a las FARC para avanzar de manera
más acelerada en las negociaciones porque, según dice, “en estos procesos la
paciencia es clave, pero también es cierto que la paciencia de los colombianos,
y de la comunidad internacional, tiene límite”.
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