Durante
su próxima visita a La Habana el Papa tiene acordado ya un encuentro con el
líder histórico de la Revolución cubana
Vatican Insider, 7 de septiembre de 2015
El
coloquio ya ha sido acordado, sólo faltan definir detalles. Lo solicitó el
Vaticano y la diplomacia cubana dio su beneplácito. Francisco y Fidel
dialogarán en La Habana, durante la próxima visita apostólica del pontífice. El
encuentro entre los dos, quizás sellado por un abrazo, será la postal de un
tiempo nuevo en el mundo, en el cual el primer Papa latinoamericano tiene mucho
que ver.
Según
confirmaron al Vatican Insider fuentes cercanas al entorno papal, existe buen
ánimo para que se cumpla lo ya pactado. Siempre que lo permita la salud de
Castro, que el pasado 13 de agosto cumplió 89 años. Así se replicará lo
ocurrido con los anteriores obispos de Roma que visitaron la isla: Juan Pablo
II y Benedicto XVI.
Un
encuentro entre los dos probablemente no aparecerá en la agenda oficial. No
obstante, momentos sobran en el cronograma ya previsto para Francisco quien
aterrizará en el Aeropuerto Internacional “José Martí” de La Habana a las 16:00
horas del sábado 19 de septiembre. Tras una ceremonia oficial de bienvenida, el
pontífice no tiene otras actividades públicas esa tarde.
Al
día siguiente, después de una misa multitudinaria en la Plaza de la Revolución,
cumplirá una visita de cortesía al presidente Castro, pero Raúl. Será en el
Palacio de la Revolución. El Papa estará en la capital cubana hasta el lunes
21, por la mañana de ese día partirá con destino a Holguín y de allí seguirá
camino a Santiago de Cuba, desde donde el martes 22 despegará con destino a los
Estados Unidos.
El
primer saludo entre Fidel Castro y un Papa data del 19 de noviembre de 1996
cuando el entonces presidente cubano fue recibido por Juan Pablo II en el
Vaticano. El coloquio privado duró entonces 35 minutos y sentó las bases para
la visita de Karol Wojtyla a la isla, dos años más tarde.
El
Papa polaco llevó a cabo un viaje apostólico a ese país del 21 al 26 de enero
de 1998 con etapas en La Habana, Camagüey, Santa Clara y Santiago di Cuba. El
día 23 tuvo lugar la audiencia protocolar en el Palacio de la Revolución.
Además tuvieron lugar otros breves encuentros, destacando la presencia de
Castro en la misa masiva del 25, en la cual participó también el escritor
Gabriel García Márquez y varios miembros del Partido Comunista Cubano.
En
marzo de 2012 tocó el turno al Papa Benedicto XVI, quien se reunió con Fidel en
la sede de la nunciatura apostólica de la capital. El anciano líder
revolucionario ya no ocupaba el puesto de presidente y las crónicas de la época
refieren de una conversación larga y cordial.
A
la actitud de Castro durante el viaje de Juan Pablo II a la isla, Jorge Mario
Bergoglio dedicó diversas páginas en un texto que data de 1998. Se trata del
“Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro”, un libreto que recoge todos los
discursos de ambos personajes durante la visita apostólica. El entonces
arzobispo de Buenos Aires firmó una larga introducción más bien académica, pero
con algunos interesantes puntos de análisis.
“Desde
que en 1990 Fidel Castro propone ‘una alianza estratégica entre cristianos y
marxistas’, no ha cesado en sus intentos por encontrar y demostrar
convergencias o puntos de conexión entre el catolicismo y los postulados de la
revolución”, indicó en la página 23, bajo el subtítulo: Confrontación,
coincidencias y tolerancia.
Añadió
que, con el afán de provocar dicho acercamiento, Castro destacó diversos puntos
de convergencia: reconoció explícitamente la labor del Papa en el impulso a la
tolerancia y la convivencia entre las religiones, la lucha por una distribución
equitativa de la riqueza y a las aspiraciones de una globalización de la
solidaridad humana.
“Pareciera
que el discurso oficial de Fidel Castro revela una inclinación a mostrar
posiciones de coincidencia entre los mensajes de Juan Pablo II y las
preocupaciones sociales del régimen. Según Fidel, las profundas diferencias que
existen entre él y el Papa en el terreno filosófico y religioso no excluyen una
convergencia, teórica y práctica, en el terreno moral y social”, sostuvo.
Y
ponderó: “Lo que habría que desentrañar es si esa actitud asumida por Castro
encierra una intencionalidad propagandística, la necesidad de obtener un interlocutor
válido ante las dificultades económicas que hoy afectan al pueblo cubano, o una
postura de acercamiento, de conciliación, que la Iglesia está siempre dispuesta
a ofrecer y recibir”.
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