Francisco:
Rumbo a Cuba/Rafael Navarro-Valls, académico/Secretario General de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España.
Madrid, 18 de septiembre de 2015 (ZENIT.org)
Le
espera un país grato por su diplomacia y con un índice de agrado entorno al 80
por ciento. Su gran aportación sería ayudar eficazmente a la reconciliación
entre cubanos
El
día 19 comienza el viaje más largo de
Francisco. Diez días entre Cuba y Estados Unidos. La primera etapa será fácil. La segunda tendrá más dificultades. Veamos.
Al
acabar la histórica entrevista vaticana entre
Francisco y Raúl Castro, este declaró:
"Si este Papa continúa hablando así, les aseguro que volveré a
rezar y regresaré a la Iglesia. Y no lo digo en broma”. Esta frase fue
suprimida en el periódico oficial Granma. Un indicio de la existencia de dos
lenguajes en la Cuba de los Castro: uno para consumo externo, otro para consumo
interno. Es un dato que Francisco --a
punto de llegar a Cuba-- debe ponderar
para que sus palabras sean bien oídas en los aerópagos mediáticos
internacionales y en los canales internos del Partido.
Esto
fue muy tenido en cuenta por Juan Pablo II y Benedicto XVI, que han preparado a Francisco este tercer
viaje a Cuba de un Pontífice Romano. Es una
muestra histórica más del tema de la continuidad del Papado. La primera
puerta se abrió con el viaje de Juan Pablo II. Parecía imposible; el Papa había
indirectamente mostrado su deseo, pero no llegaba la invitación de Castro. Al
final llegó. No se sabía qué iba a ocurrir. Por eso envió allí tres meses antes
a su Portavoz, Joaquin Navarro-Valls, el cual tuvo una larga entrevista
nocturna de seis horas en la residencia del comandante Fidel Castro.
"En la revolución cubana, le dijo entre otras cosas, no se ha
derramado ni una gota de sangre de un sacerdote católico". Se veía su
fondo cristiano aunque escondido en su ideología marxista. El Papa llegó, dijo
exactamente lo que quiso, y Castro, además de su encuentro con Juan Pablo II,
asistió a la misa que se celebró en La Habana, en la Plaza de la Revolución,
bajo una silueta del Ché Guevara. Allí se abrieron muchas puertas:
reconocimiento social de la Iglesia, entrada de algunos sacerdotes no cubanos
etc. etc. Acaba de confirmarse de que también Francisco tendrá un encuentro
privado con Fidel.
Con
Benedicto XVI la continuidad fue evidente. Hay una anécdota poco conocida.
Fidel Castro, que ya no era Presidente, quiso ver al Papa y tuvo la delicadeza
de venir él a la Nunciatura. En un momento le preguntó: “¿Qué me recomendaría
usted leer?" El Papa, muy al estilo Ratzinger, respondió: "Déjemelo
pensar y le contestaré desde Roma". En el primer correo diplomático le
envió cinco libros; dos de ellos escritos por Ratzinger: un tomo de su Jesús, y
el libro Introducción al Cristianismo. Según su hija Alina (huida de Cuba en
1993), después de la grave enfermedad de su padre Fidel: "Se ha acercado a
la religión. No sé si tiene miedo de morir, pero estoy convencida de que hoy
está muy interesado en la suerte de su alma".
Sea
o no cierta esta apreciación, es evidente que la Cuba que le espera a Francisco
es la de un país rendido a los pies del papa romano. No solamente como
agradecimiento al papel que ha desempeñado en la “diplomacia triangular”
(Obama/ Castro/ Francisco), con la distensión USA/Cuba, si no también por el
alto índice de aprobación de Francisco entre el pueblo cubano (80 por ciento,
según Bendixen & Amandi ). Sobre todo, si se tiene en cuenta que el propio
Raúl Castro solamente goza de un 47 por
ciento de aprobación. Por lo demás, la comunidad de lengua, sangre
latinoamericana y cercanía a la situación de los necesitados, hace esta primera
etapa del viaje de Francisco bastante
más fácil que su continuidad estadounidense.
Y
eso que lo que encontrará en Cuba Francisco no es estrictamente una nación
católica, aunque tampoco atea. Lo cual, dicho sea de paso, se corrigió en la
reforma de la Constitución cubana, que convirtió al Estado oficialmente ateo en
simplemente “laico”. Los católicos son, ciertamente, el 60,5 por ciento de la población. Pero en
buena medida, es un catolicismo algo sincretista, en el que se mezclan
tradiciones cristianas y espiritualidad de origen africano.
Francisco, desde luego, debe potenciar la
eclosión de los derechos humanos, en un
país no demasiado acostumbrado.
Sin duda, debe contribuir a sacar al catolicismo de las cavernas sociales.
Pero, en mi modesta opinión, su gran aportación sería ayudar eficazmente a la
reconciliación entre cubanos. Es decir, entre los partidarios de la Revolución
y los partidarios de la libertad. No se trata tanto de “legitimar” el proceso
de restablecimiento de relaciones entre Cuba y Usa, cuanto “legitimar el
proceso interno de Cuba hacia la libertad”. Se trata de tender puentes entre el
exilio de Miami y el exilio interior cubano, con los partidarios de la
revolución castrista. La palabra “Pontífice“, viene de “puente”, y nadie mejor
preparado para ello que el papa Francisco. No se olvide que el centro de las
relaciones entre Iglesia y Estado son hoy los ciudadanos implicados, no los
intereses de las cúpulas de mando.
Hace
un cierto tiempo tuve una conversación interesante con exiliados cubanos. No
todos apostaban por la “transición violenta”, la mayoría quería una transición
pacífica, al estilo de la española. Me da la impresión de que entre los
políticos jóvenes de uno y otro sector esto es factible. Lástima que en la
generosa amnistía que acaba de decretar Raúl Castro, hayan sido excluidos los
delitos contra la seguridad del estado. Hubiera sido un primer paso
interesante.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario