La máscara es un arma'
Superbarrio se convirtió en un ícono de las protestas sociales que se
agruparon en el PRD; acompañó a Cuauhtémoc Cárdenas en sus campañas proselitistas.
Superbarrio se convirtió en un ícono de las protestas sociales que se agruparon en el PRD; acompañó a Cuauhtémoc Cárdenas en sus campañas proselitistas. Foto: Archivo
Superbarrio se convirtió en un ícono de las protestas sociales que se agruparon en el PRD; acompañó a Cuauhtémoc Cárdenas en sus campañas proselitistas. Foto: Archivo
Miguel De La Vega entrevista a Marco Rascón..
Reforma, Distrito Federal (13 septiembre 2015).- Es un ave, es un avión. No, es
¡Superbarrio!
-Por ahí de 1982, 83, yo era el responsable de la sección
"movimientos ciudadanos" de la revista Punto Crítico. Reporteaba,
pero la verdad era parte activismo y parte periodismo. Eso me llevó junto con
otros compañeros a crear nuestras propias organizaciones inquilinarias, en el
Centro Histórico.
Pues es que andábamos haciendo la revolución y nos gustaba andar de
subversivos. Yo venía de Chihuahua, del activismo estudiantil después del 68.
Asaltamos un banco, me agarraron y me aventé tres años en la cárcel. Sobreviví
de churro.
Porque me llevaron al Campo Militar y me tuvieron incomunicado como 15
días.
Sí. Nazar Haro, en persona. Ya después me regresaron a Chihuahua directo
a la penitenciaria.
Aprendes muchas cosa de la vida: la solidaridad, la soledad, el con
sentido y el sin sentido de las cosas; la racionalidad y la irracionalidad de
las personas. Y además me volví un lector voraz.
Estábamos entre si hacíamos un partido, una organización o algo.
Decidimos empezar con la vecindad de Chile 49. Nos inscribimos como maestros de
alfabetización en el INEA y así comenzamos a ir con los vecinos un poco para
empaparnos y uno poco para que nos conocieran, de tal forma que pudiéramos
empezar la labor de concientización.
Sí, el propietario era un personaje llamado Alfredo Atala (si vas al
Centro Libanés hay una estatua de él ahí). Apenas lo veían, alguien gritaba:
"¡ahí viene Atala!"; y a correr todo mundo porque llegaba a cobrar
las rentas. Le tenían pavor.
Casi. Yo proponía que cuando llegara Atala, de un balcón ¡se le
apareciera El Santo! Para hacer justicia y proteger a los inquilinos.
No. Mis compañeros decían que cómo íbamos a hacer una farsa de esa
naturaleza.
¿La revolución no tenía sentido del humor?
¿La revolución no tenía sentido del humor?
Nada. Ni tantito. Todo era la figura del pobre que sufre por su pobreza y
los gritos de "el pueblo unido, jamás será vencido" alzando el puño,
etcétera
¿Y tú?
Pues yo tenía otro sentido del humor. En la cárcel, para sobrevivir,
desarrollas otra cosa.
¿Los superhéroes mexicanos son los luchadores?
Viene mucho de la tradición, pero también del cine y de la idea de la
máscara.
¿Qué simboliza la máscara?
Tiene que ver con un espíritu medio prehispánico como son los caballeros
águila o los caballeros tigre. Es una especie de zoomofización de las
propiedades que representan.
Entonces, El Santo contra Atala se queda como una idea y no se hace.
Y, de pronto, una mañana empieza a temblar en todos lados.
¿Dónde te agarró el temblor?
Estaba dormido, en un cuartito de azotea que rentaba en la Narvarte. Al
rato llegaron mis hermanas a decirme que Roberto, mi cuñado, estaba en el Hotel
Regis.
¿Qué le pasó?
Uno de los sobrevivientes fue su compañero de cuarto. Nos contó que
cuando iban a bajar al lobby, se abrió el elevador pero iba lleno, por lo que
sólo cupo el compañero. Roberto dijo: "Me voy en el siguiente". Fue
cuando comenzó a temblar. Jamás volvimos a saber de Roberto. Tardaron más de 15
días en encontrar sus restos.
Ahí comienzas a organizar a los damnificados
Empezamos a organizar el primer campamento en Tlatelolco. Así nació la
Coordinadora Única de Damnificados. Superbarrio llegó hasta 1987, con la Asamblea
de Barrios que nació de la envidia popular.
¿Por qué de la envidia?
Porque tras dos años de vivir en el campamento más de 300 familias, en
marzo de 1987, lo que se discutía en las asambleas era de qué color iban a ser
los edificios que para entonces ya estaban terminados. Imagínate: gente que
apenas hablaba español, que vivía en un cuarto de azotea en Tlatelolco, que no
tenía nada de nada, de repente era dueña de un departamento de 42 metros
cuadrados, con su baño y dos recamaritas. Eso despertó la envidia de otros y
creció la demanda.
¿Cuántas te cayeron?
Yo calculaba unas 30 familias. El primer día llegaron 950. En tres
semanas ya teníamos un censo de 50 mil familias que también querían casa.
¿Cómo surge Superbarrio?
Veníamos caminando por ahí por Palacio Nacional luego de haber salvado a
una señora que la querían echar de su vecindad. Estábamos eufóricos y les dije:
"Esto debería tener un símbolo. Un luchador, un superhéroe". Pa'
pronto una señora dijo: "Yo tengo una máquina de coser, yo le hago el uniforme
y el escudo, ¿de qué color lo quiere?". Y alguien dijo: "Colores
calientes: rojo y amarillo". Como el Chapulín Colorado, digan lo que
digan.
¿Cómo era?
Era una malla, como leotardo, de color rojo con calzón amarillo. Unos
tenis que eran blancos, los pintaron con pintura de aceite. La máscara también
la pintaron con brocha. Y ahora, ¿quién se los pone? Entonces a un señor que
estaba ahí parado, le dije: ¡usted mero!
¿Qué pasó ese día?
Fue el 12 de junio de 1987. Íbamos a marchar del Ángel de la
Independencia a Polanco. Había quienes decían: "¿cómo mi lucha la va estar
encabezando un enmascarado?". Pero ahí le dimos todos los poderes a
Superbarrio. Él era el dirigente máximo de todo el movimiento.
¿Cómo reaccionaban las autoridades?
El hecho de tener enfrente a Superbarrio, lo sentían como una
ridiculización de ellos mismos. La gente se daba cuenta que los funcionarios se
sentían intimidados. A Ramón Aguirre (entonces regente) se le ponían los pelos
de punta.
¿Y cómo le hacían para que Superbarrio entrara a las reuniones?
La gente lo pedía y los del gobierno decían que no. Cuando finalmente no
les quedaba de otra y lo dejaban entrar encabezando la comisión negociadora,
impedían que entrara la prensa. Le sacateaban a salir en la foto con
Superbarrio.
¿Hubo algún funcionario que entendiera lo que estaba pasando?
Manuel Camacho, hay que reconocerlo. Otro que fue muy claridoso y le dijo
a Miguel de la Madrid que iba a suceder este fenómeno, fue Manuel Aguilera.
¿Tú llegaste a vestirte de Superbarrio?
Muchas veces.
¿El hábito hace el súper héroe? ¿Qué te pasaba cuando te vestías de
Superbarrio?
Se acaba la edad. Hay una temporalidad que te hace decir, pensar, hablar
en tercera persona. La máscara es un arma.
¿En algún momento te rebasó el personaje?
Nosotros no creamos a Superbarrio. Superbarrio nos creó. De verdad.
¿Cuándo deciden acabar con eso?
Cuando se acabó el sentido del humor de la izquierda. Regresaron al
discurso de la victimización, de nosotros somos los buenos, los otros los
malos.
¿Por qué no puede haber un personaje similar en la actualidad?
Superbarrio no hacía chistes ni intentaba caerle bien a la gente. Su
presencia era un asunto de identidad de ese movimiento que estaba defendiendo
el derecho a la vivienda. Antes del terremoto, la sociedad civil era invisible.
¿Y ahora?
La sociedad civil está pulverizada. Existen las redes sociales pero no
una fuerza de causas justas. Superbarrio dio resultados y muchísima gente tuvo
vivienda.
¿Cuántas casas consiguieron?
Entre 1987 y 1994 obtuvimos alrededor de 48 mil viviendas.
¿Una fue para ti?
Ninguna. Decidí que la mejor forma de vida es ser inquilino y tener
maleta ligera, para irte a donde quieras y no quedarte atado.
CINCO DATOS
1. El traje original de Superbarrio fue prestado por Rascón al Museo del
Estanquillo y se exhibe dentro de la exposición "Los días del
terremoto".
2. En 1988, Superbarrio se lanzó por la Presidencia de la República, pero
declinó en favor de Cuauhtémoc Cárdenas.
3. Inspiró personajes similares tanto en México como en el extranjero.
Junto con Súper Gay, Súper Ecologista, Súper Animal y Fray Tormenta,
protagonizó el documental canadiense "Súper Amigos".
4. En el segundo informe de gobierno de Ernesto Zedillo, Marco Rascón
rompió como nunca el protocolo cuando subió a la tribuna de San Lázaro luciendo
una máscara de cerdo.
5. Paralelo a su carrera política, Rascón encontró su vocación en la
cocina, lo que lo llevó a poner su propio restaurante: Peces.
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