Revista
Proceso
# 2032, a 10 de octubre de 2015..’
“Su dolor es mi dolor”/GLORIA LETICIA DÍAZ
Durante
su visita a México la semana pasada, el titular de la Oficina del Alto
Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el príncipe jordano
Zeid Ra’ad al Hussein, se mostró conmovido por los relatos de activistas
sociales y familiares de desaparecidos y el desdén de las autoridades al
respecto. Les dijo a sus interlocutoras: “Su dolor es mi dolor”.
Informado
con antelación por decenas de expedientes enviados desde su oficina en México
acerca de la situación que guarda este país en materia de derechos humanos,
Zeid Ra’ad al Hussein no daba crédito a lo que de viva voz cuatro mujeres
familiares de víctimas de desaparecidos le narraban la tarde del lunes 5.
Al
Hussein, príncipe jordano de 51 años, escuchó con atención la breve exposición
de Cristina Bautista, quien hizo una breve presentación en náhualt y luego
habló en español, según narraron Grace Fernández –activista de Fuerzas Unidas
por Nuestros Desaparecidos en México, que tiene documentados 519 expedientes– y
Abel Barrera Hernández, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña
Tlachinollan.
Tita
Radilla, presidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos
de México (Afaddem), dijo: “Tengo una sentencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos; de qué me sirve si no sé dónde está mi papá ni los cientos de
desaparecidos (durante las décadas de la guerra sucia en México)”.
Bautista
habló de la tragedia que viven los padres y madres de los normalistas
desaparecidos y del coraje que los embarga por “las mentiras históricas” de
gobierno de Enrique Peña Nieto. Les duelen, dijo, los llamados de las
autoridades federales que les insisten en que superen la tragedia. Esa
situación de incertidumbre, agregó, la comparten los familiares de los 26 mil
desaparecidos en México.
Fernández
y Virginia Buenrostro, activista de la Asociación Mujeres Organizadas por los
Ejecutados, Secuestrados y Desaparecidos de Nuevo León, narraron al
representante de la ONU los horrores de la “guerra contra el narcotráfico” y
sus secuelas: los miles de desaparecidos y ejecutados, las fosas clandestinas
con cuerpos sin identificar, la corrupción de autoridades coludidas con el
crimen organizado y la incompetencia de autoridades judiciales para investigar
y localizar a las víctimas.
Al
Hussein abrazó a las mujeres y les dijo: “Su dolor es mi dolor. Me preocupa la
situación que hay en México. Sabía que algo grave pasaba aquí (por los reportes
que recibió de su oficina), pero estoy aterrado de lo que estoy escuchando. No
puedo creer que esto esté pasando”.
En
un encuentro con organizaciones sociales el mismo lunes 5, en el que estuvieron
los familiares de los desaparecidos, el Alto Comisionado confió que tampoco en
su momento daba crédito al “bombardeo” que desde México se soltó en abril
pasado contra el relator especial contra la tortura, Juan Méndez, tras la
divulgación de su informe en el que expuso que la tortura es “generalizada” en
este país.
“¡Imagínese
cómo nos tratan a nosotros!”, le comentó Grace Fernández a Al Hussein. Y
añadió: “Si a ustedes les dicen mentirosos y exagerados, ¿qué podemos esperar
de quienes nos gobiernan. Ustedes (la ONU) son los que nos tienen que ayudar”.
Casos
documentados
El
titular de la OACNUDH también escuchó testimonios de casos emblemáticos de
sobrevivientes de tortura, familiares de víctimas de ejecuciones
extrajudiciales, a un defensor y a un periodista agredido. También tuvo un
encuentro con representantes del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo.
El
presidente de esa organización, Raymundo Ramos Vázquez, acompañó a una
adolescente que fue víctima de abuso sexual en un cuartel militar, y entregó a
Al Hussein un documento con 23 casos de ejecuciones extrajudiciales y 22
desapariciones forzadas atribuidas a elementos de la Marina y del Ejército.
“El
Alto Comisionado nos explicó que quería conocer de voz de las víctimas su
sentir ante la falta de justicia, la falta de atención de la PGR (Procuraduría
General de la República) en este tipo de casos, (que) primero nos dice que
denunciemos, pero no consigna a nadie; además, da un trato indigno a las
víctimas, las estigmatiza y les niega el acceso a la justicia. (Al Hussein)
quería saber cómo se vive la impunidad”, comenta Ramos Vázquez a la reportera.
El
miércoles 7, en entrevista con Proceso, el representante de la ONU no pudo
ocultar la conmoción que dos días antes le provocó el encuentro con activistas
sociales y familiares de desaparecidos:
“No
puedo imaginarme ese tipo de sufrimiento. Estoy bastante afectado porque uno
siente que defiende los derechos humanos de las personas, pero cuando vemos a
una madre o a una hija o a un hijo que no pueden encontrar la justicia, cuando
sus seres amados no están ahí, es inimaginable ese sufrimiento. Estoy muy
impactado.”
En
su mensaje, leído el mismo miércoles 7, Al Hussein dijo: “Para un país que no
se encuentra en medio de un conflicto, las cifras (de víctimas) son simplemente
impactantes: 151 mil 233 personas asesinadas entre diciembre de 2006 y agosto
de 2015, incluyendo miles de migrantes (centroamericanos) en tránsito.
“Desde
2007 hay al menos 26 mil personas cuyo paradero se desconoce. Muchas
posiblemente son resultado de desapariciones forzadas; miles de mujeres y niñas
son abusadas sexualmente o se convierten en víctimas de feminicidio.”
Y
remató: “Prácticamente nadie ha sido condenado por esos crímenes”.
Al
Hussein, de rostro afilado y rubia barba, recurrió a una analogía para explicar
a la reportera lo que pasa en México:
“Es
como la historia de un campesino al que le roban un pollo. Va a ver a la
policía o a la autoridad del pueblo y pregunta: ‘¿Dónde está mi pollo’? Y le
dicen: ‘Nosotros no sabemos ni lo vamos a saber ni te podemos ayudar’… Si no
pueden encontrar al ratero y no pueden encontrar al pollo, si nadie sabe dónde
está ni le interesa buscarlo, la gente se siente frustrada.”
Diplomático
jordano de amplia experiencia en el sistema de Naciones Unidas, pieza
fundamental para la creación de la Corte Penal Internacional, oficial de
asuntos políticos en la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas en la ex
Yugoslavia, Al Hussein recurrió también a una metáfora para resumir lo que vio
en México ante la reticencia de las autoridades a aceptar las observaciones de
organismos internacionales, en particular para atender el caso Iguala:
“Un
hombre o una mujer que tiene problemas de espalda, por ejemplo, se da cuenta de
que tiene que ir a ver a un doctor pero no quiere ver al doctor. Sabe que, si
va a verlo, le va a decir que necesita cirugía y esto va a ser un proceso muy
largo y engorroso. Va a tener que estar fuera de su trabajo seis meses.
“Y
siempre que alguien le recuerde a este individuo: ‘Tienes que ir a ver al
doctor, necesitas operarte’, él reaccionará negativamente porque sabe que va a
ser difícil atenderse.
“Pienso
que en ese punto estamos; es un momento muy preciso que tanto la comunidad de
derechos humanos internacional y la regional (la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos), así como el presidente de la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos, todo mundo, han dicho que las recomendaciones del GIEI (Grupo
Interdisciplinario de Expertos Independientes) en relación con Iguala se tienen
que implementar.”
Solidaridad
El
titular de la OACNUDH también habló sobre la investigación de los expertos y de
su solicitud para entrevistar a elementos del 27 Batallón de Infantería.
Ojalá,
expuso, ese aval pueda “inculcar ese sentido de urgencia, y esta urgencia anime
al gobierno (de Peña Nieto) para que el ciudadano mexicano pueda sentir que hay
un cambio verdadero, que puede acudir a la policía, que puede logar que sus
derechos se respeten, pues habrá justicia para los ciudadanos. Eso es lo que
todos queremos”.
En
las conclusiones previas a su visita, Al Hussein alertó sobre la “reciente y
preocupante tendencia” de rechazar las observaciones de organismos
internacionales, contraria al papel que juega México en el Consejo de Derechos
Humanos en Ginebra, donde es considerado un promotor activo.
“En
lugar de matar al mensajero –recomendó–, enfoquémonos en el mensaje. Señalar
problemas estructurales, así como intervenir en casos específicos, es una parte
importante de la asistencia técnica que ofrecemos a muchos países”.
Cuestionado
por la reportera sobre por qué esperar que el gobierno de Peña Nieto reaccione
de manera distinta de como suele hacerlo ante los informes como el del Comité
contra la Tortura, el del relator Juan Méndez o el de los expertos de la CIDH,
el representante de la ONU esboza una sonrisa y alza los hombros:
“No
sé cómo van a reaccionar. Espero que con base en nuestras deliberaciones, porque
no hay nada de lo que se dijo en la conferencia de prensa que no se haya dicho
en las reuniones que hemos tenido con ellos. No creo que se sorprendan.
“Sería
una muestra de madurez del Estado decir: ‘Reconocemos que tenemos estos
problemas, es decir, 98% de casos penales no resueltos –una cifra oficial que
en cualquier país se considera una crisis–, y que necesitamos prestarle la
atención para reducir este porcentaje’.
“Claro,
eso debe hacerse con respeto a los derechos humanos, sin atajos, sin tratar de
resolverlos con tortura, sino con una capacidad investigadora y forense
adecuada. Así, las personas empezarán a sentir que sí hay un remedio cuando se
están violando sus derechos.”
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