25 sept 2025

"Dios te salve, Libertad de Expresión, llena eres de gracia, el Señor es contigo…".

El periodismo de opiniónPor Fred Álvarez Palafox

"Dios te salve, Libertad de Expresión, llena eres de gracia, el Señor es contigo…".

Gracias, amigo Carlos Ramos Padilla, por esta invitación a charlar con estudiantes de periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas as de CU.

 Aunque muchos me reconocen como periodista por mi trabajo de opinión y análisis político, confieso que nunca cursé la carrera de forma tradicional. Mi formación se forjó de una manera particular: empecé a escribir por invitación en periódicos como El Financiero, El Nacional, El Universal y Milenio. Con el tiempo, mi pluma me llevó a la radio y la televisión, donde he comentado sobre religión, política y seguridad nacional. He participado en casi todas las televisoras y trabajé en Radio Educación, en el IMER y en  otras mas…

Junto a colegas, he escrito libros como Soy un hombre de Pluma y me llamo Renato sobre Renato Leduc, y Un Grito contra nadie. Aproximaciones a la obra de Alejandro Avilez. Quizás por mi investigación sobre mi paisano Alejandro Avilés, fui invitado en marzo de 2023 a inaugurar la cátedra que lleva su nombre en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Ahí me presentaron como "periodista y analista político", un honor que acepté, recordando que el propio Avilés, sin haber estudiado formalmente, fue el fundador y primer director de esa prestigiosa escuela.

Aunque no tengo una formación académica, creo haber desarrollado las habilidades esenciales del oficio, especialmente en los géneros de opinión y análisis. Por ello, me atrevo a presumir de un "olfato periodístico". Aunque en mis redes sociales me defino como "analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía", el periodismo es mi verdadera vocación. Estoy convencido de que es uno de los oficios más complejos y completos, equiparable a la vasta preparación de un médico internista.

La esencia del oficio: una lección invaluable

Los grandes periodistas del siglo XX no se formaron en las aulas, sino en la curiosidad, el esfuerzo y el entusiasmo. Con el tiempo, el periodismo evolucionó de solo informar a convertirse en una herramienta para cuestionar la realidad. Aquellos reporteros investigaban y narraban historias que daban forma a la opinión pública, ejerciendo el poder que algunos llamaron "el cuarto poder".

Para ellos, el periodismo era un trabajo diario, comparable al de un artesano que combina investigación, análisis, opinión y concisión. Se trata de entender el mundo para poder explicarlo de la forma más clara posible, sin importar el formato.

Esta idea se alinea con la lección de Agustí Pons en su libro Cartes a Clara. En él, un periodista veterano le escribe a una joven colega, criticando la decadencia del oficio actual frente a su tradición. Su mensaje es claro: el verdadero periodismo no se enseña, se aprende de manera autodidacta. La curiosidad, el esfuerzo y el entusiasmo son los pilares de este noble oficio.

Muchos empezaron "desde abajo" como "huesos", realizando tareas de apoyo y observando a los maestros. Era un escalón para aprender el oficio desde adentro, en la calle, no en un salón de clases.

La prensa se impone a los augurios

Aunque muchos han decretado la muerte del periodismo tradicional a favor de los "periodistas youtuberos", la realidad demuestra lo contrario. El pasado verano fue candente en materia informativa, y los medios críticos —porque no puede haber otros— documentaron "trapacerías" como las irregularidades en la elección del 1 de junio y el escándalo del "huachicol fiscal", un fraude millonario que muchos han calificado como el nuevo "Watergate". Como diría el clásico, "los muertos que vos matáis, gozan de cabal salud".

El periodismo en la era digital: un debate urgente

Nos tocó vivir la transición de la prensa escrita a la radio, y de ahí a la era digital. Martin Baron, exdirector de The Washington Post, opina que los periódicos impresos no sobrevivirán, ya que la gente se informa a través de dispositivos móviles y redes sociales. La pregunta clave, según él, no es si el papel sobrevivirá, sino si el concepto de "periódico" —como resumen ordenado del día— seguirá siendo útil. La diferencia está en consumir noticias sueltas contra leer una publicación jerarquizada.

Jaume Guillamet, profesor de periodismo, complementa esta idea. Aunque el formato impreso enfrenta desafíos, la función esencial del periodismo es indispensable. Él advierte que el oficio puede disolverse en una industria de la comunicación donde el espectáculo prevalece sobre la información. Sin embargo, resalta que la necesidad de un periodismo de calidad persiste, definido por la selección, elaboración y análisis de hechos con criterios de interés público. Guillamet afirma que si bien es difícil imaginar un periodismo sin periódicos, ya existen "periódicos sin periodismo", donde el interés económico o político se impone a la verdad. Un periodismo de calidad es caro, pero es fundamental para la democracia.

El rol del periodista: mediador y guardián de la credibilidad

En un mundo saturado de información, el periodismo es un intermediario necesario. Los medios, impresos o digitales, deben ofrecer un producto de calidad que ayude a los lectores a jerarquizar y entender la realidad, sirviendo de contrapeso a la desestructuración de las redes sociales y las noticias falsas. Aunque la victoria de D. Trump o el Brexit se han usado para argumentar un desapego de la población hacia los medios, lo cierto es que la prensa sigue influyendo en la agenda política.

El debate sobre el papel de los medios se ha intensificado, especialmente en lo que respecta a la credibilidad, el valor más importante del periodismo. Los reporteros, analistas y comentaristas somos, en esencia, depositarios del derecho de los ciudadanos a estar informados. Filósofos como Tocqueville, Popper y Habermas sostenían que una comunidad bien informada es el sustento básico de la libertad.

El poder del periodismo y la búsqueda de la verdad

A lo largo de la historia, el periodismo ha demostrado su poder para influir en los acontecimientos. El escándalo de Watergate, que culminó con la renuncia de Richard Nixon, fue posible gracias a la labor de Carl Bernstein y Bob Woodward, quienes demostraron que la prensa puede ser un contrapeso fundamental para la corrupción.

 El maestro Ryszard Kapuściński señalaba que para ejercer esta profesión, no basta con tener conocimientos; es imprescindible ser un buen ser humano. Él creía que "las malas personas no pueden ser buenos periodistas" y que el cinismo no tiene cabida en esta labor. Jean Daniel escribió que la ética profesional consiste en decidir cuándo es nuestro deber informar a la sociedad sobre las faltas de sus miembros, siempre con pruebas suficientes. Como dijo Kurt Luedtke, del Detroit Free Press, de los periodistas dependen reputaciones y carreras, e incluso sentencias de cárcel. El periodismo es, a menudo, temido por su imprevisibilidad.

Antes de morir, Kapuściński lamentó que en la información actual lo importante ya no es la verdad, sino el espectáculo, pues a más espectáculo, más rating y más dinero, sin embargo, nos decía que lo principal es no olvidar que el periodista debe servir a un principio esencial: el de la veracidad. Este es el primero de los nueve mandamientos de la profesión, junto con la independencia, la imparcialidad, la precisión, el respeto y la búsqueda de la verdad.

El periodismo se convierte también en un género literario, como decía Renato Leduc, quien nos enseñó que un verdadero periodista necesita tres cosas:

  1. Mente propia: Hay que tener el cerebro bien puesto, no solo para captar lo que sucede, sino para analizarlo, para ver de dónde viene y qué tan importante es. El que se conforma con lo que le dicen, no es periodista, es un copista. Y el que miente por dinero o por quedar bien, ni se diga.

  2. Ojos abiertos: Nada de creerse los boletines de prensa. La verdad de las cosas no está en un papelito, está en la calle, en la gente, en lo que uno ve y vive. El periodismo no es para engañar, es para desenmascarar.

  3. Lengua afilada: Hay que llamar a las cosas por su nombre. Si un tipo es un "hijo de la chingada", se le dice así, sin andarse con eufemismos de "distinguido banquero". El lector no es tonto, y el periodista que se respeta, tampoco.

Pedro de Crespo, en un artículo para El País, señala que el periodismo, aunque se realice en una empresa sometida a las leyes del mercado, tiene un valor ético, político y cultural que lo diferencia. Su propósito es dar información veraz, conectar a los ciudadanos con los problemas de la actualidad y fomentar el debate de ideas. Por ello, las Constituciones liberales, como la de México en sus artículos sexto y séptimo, garantizan la libertad de expresión. Como escribió Alexis de Tocqueville hace más de 200 años: "Mientras más observo los efectos principales de la prensa libre, más me convenzo de que, en el mundo moderno, la libertad de prensa es la principal y en cierto modo el elemento constitutivo de la libertad".

Necesitamos periodistas que no solo estén comprometidos con la verdad, sino que sean cultos, laboriosos y equilibrados. Y, como sugería Nietzsche, también valerosos, irónicos y, si es necesario, violentos para denunciar las fechorías de los poderosos.

 ¿Es mucho pedir?

Por último, un código de ética sería de gran ayuda. Es una tarea que atañe a periodistas y empresarios, y de ella depende el futuro del oficio. Como señala Enrique Gil Calvo, "la confianza pública es el principal capital social de una democracia" y sembrar desconfianza es "pan para hoy y hambre para mañana". Hay mucho camino por andar...

Posdata: el papel de la inteligencia artificial en el periodismo

La inteligencia artificial (IA) está redefiniendo el periodismo, obligando a los medios a adaptarse para mantener la confianza y la ética. La principal preocupación de los expertos es la transparencia: ¿cuándo y cómo se debe informar a la audiencia sobre el uso de la IA en la creación de contenido? La pregunta es si debemos ser transparentes al respecto… En lo personal, creo que sí.




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