Proceso no. 1976, 13 de septiembre de 2014
Brenda Quevedo y Jacobo Tagle, acusados del supuesto secuestro y
asesinato de Hugo Alberto Wallace, no han recibido sentencia firme pese a los
esfuerzos de la madre de la víctima, la activista Isabel Miranda de Wallace.
Pero el descubrimiento de los documentos anómalos publicados en las ediciones
1961 y 1962 de este semanario motivaron que la señora Miranda demandara a
quienes descubrieron esos papeles, que ponen su caso en entredicho. A su vez,
las madres de los presos acusaron ante la PGR a la dirigente de Alto al
Secuestro, a varios agentes del Ministerio Público y una perito forense de
torcer la ley para encarcelar a sus hijos.
Familiares de los acusados del secuestro y asesinato de Hugo Alberto Wallace
presentaron una denuncia de hechos ante la Procuraduría General de la República
(PGR) en contra de la presidenta de Alto al Secuestro, Isabel Miranda de
Wallace, y empleados de la propia PGR por considerar que cometieron diversos
delitos para responsabilizarlos de la desaparición del hijo de la activista.
Sin que después de nueve años haya sentencia firme en contra de los
acusados, sus familiares presentaron la denuncia ante la oficina del titular de
la PGR, Jesús Murillo Karam, el miércoles 3, luego de que se hiciera pública la
existencia de una doble documentación oficial sobre Hugo Alberto Wallace.
Además de Isabel Miranda, los señalados son su esposo Enrique del Socorro
Wallace Díaz, su hermano Roberto Miranda y los siguientes empleados de la PGR:
los agentes ministeriales de la Subprocuraduría Especializada en Investigación
de Delincuencia Organizada (SEIDO) Braulio Robles Zúñiga, Fermín Ubaldo Cruz y
Oswaldo Jiménez Juárez, y la perito de la Dirección General de la Coordinación
de Servicios Periciales Yanet Rogel Montes de Oca.
A los siete les imputan delitos contra el estado civil, de falsedad de
informes dados a la autoridad, falsedad en declaraciones judiciales, simulación
de pruebas, tráfico de influencias y cohecho, cargos que tendría que investigar
la PGR.
Los denunciantes son Enriqueta Cruz Gómez, madre de Brenda Quevedo Cruz,
recluida en el Centro Federal Femenil Noroeste del Rincón, en Tepic, Nayarit; y
Raquel Dobin Rosenthal, madre de Jacobo Tagle Dobin, preso en el Centro Federal
de Readaptación Social (Cefereso) Número 2, en Jalisco. Ambos acusados aún
están a la espera de sentencia en primera instancia.
Los otros denunciantes son María Guadalupe González Lomelí, hermana de
Juana Hilda González Lomelí, presa también en el Centro Federal Femenil del
Rincón; y María Elena Cruz Bustamante y Luis Carrillo Bustamante, madre y tío
de Alberto y Tony Castillo Cruz, ambos de nacionalidad estadunidense. El
primero está preso en el Cefereso número 12, en Guanajuato, y el segundo en el
Cefereso número 3, en Matamoros, Tamaulipas.
En la denuncia no aparece ningún familiar de César Freyre, acusado por
Isabel Miranda de encabezar la alegada banda que secuestró, asesinó y
desapareció a Hugo Alberto Wallace entre el 11 y el 12 de julio de 2005. Por el
caso, la PGR abrió la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIS/146/2005, que derivó
en la causa penal 35/2006-II, radicada en el Juzgado Décimo Sexto de Distrito
de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal, en el Reclusorio Norte de
la capital del país.
“Pruebas fabricadas”
Según la denuncia de hechos, con la revelación de las dos actas de
nacimiento de Hugo Alberto y la del matrimonio de Isabel Miranda con Enrique
Wallace, así como la existencia de pruebas cuestionadas, publicadas en mayo y
junio pasados por el periódico digital Los Ángeles Press y Proceso (ediciones
1961 y 1962), “se pone en evidencia” los delitos denunciados.
En una de las actas, emitida en el Distrito Federal, Hugo Alberto aparece
como hijo de Jacinto Miranda. En la otra, de un juzgado civil de Texcoco, el
papá es José Enrique del Socorro Wallace, de nacionalidad nicaragüense; mientras
que la activista en la primera se llama Isabel Torres, y en la segunda, María
Isabel Miranda Torres.
Los denunciantes aseguran que Isabel Miranda de Wallace o María Isabel
Miranda Torres, nombres de la activista que aparecen en los documentos
oficiales, así como su esposo Enrique del Socorro Wallace, son presuntos
responsables del delito contra el estado civil porque al registrar a Hugo
Alberto como hijo de ambos, la primera adjudicó “a un tercero la paternidad que
no le corresponde” y el segundo asumió “la filiación de padre sin
corresponderle”.
Señalan que el artículo 227, fracción III del Código Penal Federal (CPF)
impone de uno a seis años de prisión, entre otros, “a los padres que no
presenten a un hijo suyo al Registro con el propósito de hacerle perder su
estado civil, o que declaren falsamente su fallecimiento, o lo presenten
ocultando nombres o suponiendo que los padres son otras personas”.
Según la denuncia, ambos cometieron falsedad de declaración ante las
autoridades judiciales y ministeriales respecto a la autenticidad del apellido,
lugar y fecha de nacimiento de Hugo Alberto, “así como el ocultamiento doloso
ante tales autoridades de la identidad del padre biológico de la víctima”.
Los familiares de los procesados aseguran también que Isabel Miranda y su
esposo “declararon falsamente ante la PGR y la Procuraduría General de Justicia
del Distrito Federal sobre la verdadera fecha de su matrimonio con el fin de
encubrir la verdadera filiación de Hugo Alberto”. Citan que la falsedad de
declaración está penada con prisión de cuatro a ocho años en el Código Penal
Federal (CPF).
Sobre la simulación de pruebas, dicen que la evidencia “más
trascendental” para condenar a cuatro de los seis acusados y “supuestamente
encontrada en la escena del supuesto crimen, fue falseada y alterada con el
único objetivo de inculparlos de los supuestos delitos de privación de la
libertad, en su modalidad de secuestro, delincuencia organizada y otros”.
Explican que la gota de sangre y un pelo de la alegada víctima encontradas
en el departamento de Juana Hilda González Lomelí, siete meses después de los
hechos denunciados, no sólo fueron “sembrados” sino también alterados porque el
perfil genético de lo que se presentó como prueba originalmente fue
identificado como cromosoma de mujer (XX) en el informe de la perito Yanet
Rogel Montes, el 20 de marzo de 2006.
De acuerdo a los denunciantes, ese perfil genético “corresponde al del
padre adoptivo del desaparecido”. Ante esa inconsistencia, la perito aseguró
que se equivocó y que al momento de redactar su informe, “por un error de
dedo”, escribió XX en lugar de XY para identificar el cromosoma.
Aseguran que el delito de simulación de pruebas fue cometido por Isabel
Miranda y su hermano Roberto, y que de acuerdo al artículo 248 Bis del mismo
CPF, se le impondrá una pena de dos a seis años de prisión al que, con el propósito
de inculpar a alguien como responsable de un delito ante la autoridad, simule
en su contra la existencia de pruebas materiales.
De la perito Yanet Rogel Montes dicen que cometió el delito de falsedad
en informes dados a una autoridad, penado en el artículo 247 Bis del CPF con
una pena de cinco a 12 años de cárcel.
A partir de esa prueba aportada por la PGR, fueron sentenciados de 78 a
131 años de prisión los hermanos Castillo Cruz, César Freyre y Juana Hilda
González. Los familiares dicen que a la perito se le podría aplicar una pena de
ocho a 15 años, debido a que ese mismo artículo dice que cuando a un
sentenciado se le imponga una pena de más de 20 años de prisión, la pena se
incrementa por el testimonio o peritajes falsos.
“Además exigimos que se investigue la comisión de los delitos que se
derivan de la falsedad de declaración y de informes dados a una autoridad
judicial, tales como el soborno o la coacción de cualquier naturaleza hacia la
perito”, dice la denuncia.
También piden a la PGR que investigue la probable comisión de los
ilícitos de cohecho, amenazas y tráfico de influencias. En este último delito,
no sólo mencionan a la perito, sino también a “todas las partes que dentro del
proceso han sido sujetos de los actos denunciados” y que “han favorecido a la
parte acusadora y coadyuvante del Ministerio Público federal, María Isabel
Miranda Torres o María Isabel Miranda de Wallace”.
Respecto al tráfico de influencias, dicen, “hay que tomar en
consideración el personaje Isabel Miranda de Wallace como figura pública y su
poder económico, así como (su) cercanía… con los agentes del Ministerio Público
Oswaldo Jiménez Juárez, Braulio Robles Zúñiga y Fermín Ubaldo Cruz… encargados
de llevar a cabo las averiguaciones previas y acusaciones en contra de los
acusados”.
Los MP señalados en la denuncia de hechos están bajo la responsabilidad
del titular de la SEIDO, Rodrigo Archundia Barrientos, quien ya estaba ahí en
la pasada administración de la PGR.
Aseguran que la falsedad en declaraciones judiciales y en informes dados
a una autoridad, así como la simulación de pruebas por parte del personal de la
PGR y de la señora Isabel Miranda “para demostrar el supuesto secuestro de su
hijo”, la hacen probable responsable del delito de daño procesal.
Citan de nueva cuenta al CPF, en su artículo 60, según el cual se le
impondrá una pena de prisión de seis meses a seis años de prisión “al que para
obtener un beneficio indebido para sí o para otro, simule un acto jurídico, un
acto o escrito judicial o altere elementos de prueba y los presente en juicio,
o realice cualquier otro acto tendiente a inducir a error a la autoridad
judicial o administrativa, con el fin de obtener sentencia, resolución o acto
administrativo contrario a la ley”.
Los familiares de los procesados ponen en duda todo el caso: “Las
supuestas pruebas… de la tesis del secuestro y asesinato… ‘proporcionadas’ por
la madre de la supuesta víctima resultan carentes de sustento legal y validez,
puesto que han sido obtenidas ilícitamente y al mismo tiempo violando los
derechos fundamentales de nuestros hijos”.
Contrademanda
La publicación de las dos actas de nacimiento de Hugo Alberto y de su
acta de matrimonio llevó a Isabel Miranda a presentar una denuncia ante la PGR.
La Unidad Antisecuestros inició de inmediato la averiguación previa
AP/SEIDO/UEIDMS/464/2014. Por esa razón han sido llevados a declarar, sin orden
de presentación, Giel Meza, activista de la organización Gente de México por la
Democracia, y Enriqueta Cruz, madre de Brenda Quevedo.
En esa denuncia está incluido David Bertet, activista canadiense que
promueve la liberación de los acusados del caso Wallace, como lo hizo con
Florence Cassez. La ciudadana francesa fue acusada también de secuestro en el
pasado gobierno y la presidenta de Alto al Secuestro fue una fuerte opositora a
su liberación.
Presidente de la Asociación Canadiense por el Derecho y la Verdad, David
Bertet anunció en agosto pasado que presentaría en la Gendarmerie Royale du
Canada (GRC) una denuncia por la investigación penal que se sigue en su contra
en México, luego de la publicación de las actas en Proceso y Los Ángeles Press.
“Acudiré ante la GRC para interponer una denuncia desde Canadá en contra
de quien o quienes, en México, resulten responsables de las amenazas de las que
soy víctima”, escribió en una denuncia de hechos que hizo pública tras
presentarla ante la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos contra la
Libertad de Expresión (FEADLE), también de la PGR.
La denuncia es por “hechos ilícitos de intimidación, represalias y abuso
de autoridad” por parte de personal de la Unidad Antisecuestros de la PGR,
aseguró. “La averiguación previa va dirigida en mi contra, aunque ningún delito
haya cometido, ya que los documentos que publicaron esos medios es información
pública que cualquiera puede obtener”.
Para el activista, se trata de una represalia e intimidación a “consecuencia
de mi trabajo de investigación, el cual se hizo de manera legal y profesional,
sobre el supuesto secuestro y muerte de Hugo Alberto Torres Miranda y/o Hugo
Alberto Wallace Miranda”.
A raíz de ese trabajo, dice, “la asociación que encabezo demostró que las
acusaciones en contra de las víctimas de Isabel Miranda de Wallace Torres
fueron fabricadas con la ayuda inestimable de eminentes funcionarios públicos”.
Ataque televisivo
En respuesta a la publicación de esos documentos, Isabel Miranda aseguró que
se trató de “una gran canallada”. En una entrevista con Sergio Sarmiento de
Televisión Azteca, el 2 de julio pasado, señaló:
“No la puedo llamar de otra manera. Es algo que de verdad no tiene
nombre” porque la publicación del reportaje se hizo “sabiendo de manera
deliberada que sí existen pruebas. Indudablemente que fue ganas de golpetear,
de exponer públicamente mi vida o lo que ellos consideran que es mi vida.
“Pero no es la verdad de lo que está en el expediente. Tan no es así, que
precisamente una semana después que sacara esta señora (Anabel Hernández) el
reportaje (en Proceso), el juez le confirma el auto de formal prisión a Brenda
(Quevedo). Esa es la mejor respuesta que yo puedo tener, sabiendo que
jurídicamente tengo la confianza que ella va a permanecer en la cárcel siempre,
por más estrategias de medios de comunicación que hagan, por más mentiras que
digan.”
Abundó: “Indudablemente me duele porque es mi hijo, y me duele que digan
tantas mentiras acerca de mi familia y de mi hijo. Pero bueno, entiendo que
ellos quieran vender revistas y me escogieron a mí por desgracia”.
En la entrevista, el conductor la acicatea: “El hecho de que usted haya
sido candidata a la jefatura del Gobierno del Distrito Federal (por el PAN) es
relevante en este sentido. ¿Es más fácil golpear a un personaje público, a un
personaje que decidió en un momento dado buscar un puesto político?”.
“Sí, indudablemente”, respondió la activista. “¿Por qué no golpetean a
otras víctimas, otros padres o madres de otras víctimas? Porque no están
expuestas ante los medios. Entonces, para los periodistas de esta naturaleza,
indudablemente que resulta más atractivo, en lugar de irse a investigar y a
sacar casos que de verdad pudieran sacar la corrupción ante los mexicanos”.
Aseguró que después de casi 10 años sin que haya sentencia firme, “no
nada más me sorprende; me indigna, me enoja. No sé cuánto tiempo voy a seguir
así. Yo siempre le pido a dios que me dé vida para poder terminar esta tarea
porque ahora el Poder Judicial en este caso le ha dado largas y largas…
“Lo que quiere la defensa es irse incluso ante la Corte Interamericana
(de Derechos Humanos) y buscar otras instancias porque ya vio que aquí no
puede. Y bueno, el juez les está dando este espacio de ir alargando el proceso.
Tanto fue así que tuve que acudir a un amparo, cosa que nunca se había hecho en
este país, para pedir que se cerrara el proceso y tuviéramos la justicia pronta
y expedita que marca la Constitución”.
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