SESIÓN
SOLEMNE DE LA COMISIÓN PERMANENTE DEL
H. CONGRESO DE LA UNIÓN,
CELEBRADA
EL VIERNES 8 DE MAYO DE 2015.
“Venir al Congreso de México a encontrarme con esta gran delegación de Senadores y Diputados, es para mí adentrarme en el alma misma de este gran pueblo. Porque el Congreso, quién lo duda, es la entidad más representativa del Estado…“, Juan Manuel Santos Calderón, Presidente de la República de Colombia.
Abajo el discurso completo
El
Presidente Senador Miguel Barbosa Huerta: Conforme al Acuerdo aprobado el
pasado 30 de abril, se abre la sesión solemne para recibir la visita del señor
Juan Manuel Santos Calderón, Presidente de la República de Colombia.
Y
a la palabra que siga la música y que suene el ballenato, la cumbia, la banda y
el mariachi, y después la melodía, que continúe la pintura, la arquitectura, la
educación, el intercambio comercial, los proyectos conjuntos para las regiones
y para todo el continente.
Señor Presidente de la Mesa Directiva de la Comisión Permanente del Honorable
Congreso de la Unión, Senador Luis Miguel Barbosa.
Señor
Secretario de Relaciones Exteriores de México, José Antonio Meade.
Señores
Vicepresidentes de la Comisión Permanente del Honorable Congreso de la Unión:
Senador Luis Sánchez; Diputado Manuel Añorve y Diputado Martín Heredia.
Señoras
Secretarias: Senadora María del Pilar Ortega; Diputada Cristina Ruiz y
Secretario Diputado Tomás Torres.
Señor
Presidente del Congreso de Colombia, Senador José David Name.
Señor
Presidente de la Cámara de Representantes de Colombia, Fabio Amín.
Señores
legisladores y legisladoras integrantes de esta Comisión Permanente del
Honorable Congreso.
Señores
ministros, ministras y funcionarios del gobierno colombiano que me acompañan en
esta gran visita.
Señora
Subsecretaria de Relaciones Exteriores de México, Vanessa Rubio.
Señor
Embajador de México en Colombia, Arnulfo Valdivia Machuca.
Señor
Embajador de Colombia en México, José Gabriel Ortiz.
Señor
Director General del Instituto Matías Romero, de Relaciones Diplomáticas,
Embajador Alfonso De María.
Señores
funcionarios del cuerpo diplomático acreditado en México; invitados especiales.
Señores
de los medios de comunicación.
Señoras
y señores:
Para
un colombiano, venir a México, y no lo digo retóricamente, es venir a la patria
de los afectos, a la infancia de rancheras y películas inolvidables, a la
tierra de grandes maestros, como Fuentes y Paz, a un rincón del alma que
siempre nos llena de alegría.
Fuentes,
un gran maestro, y no me resisto compartir con ustedes una anécdota. Carlos
Fuentes fue un gran amigo. Nos conocimos siendo él, literalmente, mi profesor
en la Universidad de Harvard.
Celebramos
juntos, su señora, mi señora, Carlos y yo, cuando le entregaron el Premio
Cervantes, y desde entonces tuvimos una linda, muy rica y gran amistad.
Año
75-76, escribió una gran novela, todas sus obras eran grandes obras, en donde
se burlaba de nosotros, los políticos: “La Silla del Águila”, eso sucedía en la
novela, en el año 2020, y comenzó la novela diciendo: “Que la Presidenta de
Estados Unidos, año 2020, era Condoleezza Rice, la antigua Secretaria de Estado
del Presidente Bush, en Estados Unidos, y que el Presidente de Colombia era
Juan Manuel Santos.
Carlos
Fuentes y Silvia, su señora, vivían la mitad de año en Londres; yo viví en
Londres durante 10 años y yo iba mucho; cada vez que iba lo llamaba, íbamos a
almorzar al mismo restaurante. Luego de que escribió la novela fue a Londres y
le dije: Carlos, mis amigos en Colombia se están burlando de mí, dicen que yo
“saco mucho pecho” diciendo “soy amigo de Carlos Fuentes”.
Sin
embargo, acaba de escribir una novela donde lo manda a usted, me dicen mis
amigos, de Presidente del año de 2020, qué clase de amistad es esa. Entonces,
Carlos Fuentes y yo estábamos en un restaurante inglés muy elegante, se para y
me dice: “Juan Manuel, ¿cuántos años crees que tengo yo? Yo le dije, pues 72,
73. Tengo 76 años. ¿Cuántos años va a tener usted al año 2020? 68. ¿Usted cree
que yo podría ser un buen Presidente de México a los 76 años? Dice: sí claro.
Entonces la edad no importa.
Pero
ese no es el motivo y esa no es la respuesta a sus amigos allá en Colombia. La
respuesta es la siguiente: todos los políticos al sur del Río Grande, cuando
van a ser, cuando hay expectativas de que podrían llegar, todo el mundo los
invita; todo el mundo les pone tapete rojo, todo el mundo los adula. Cuando
llegan al poder, como tuvieron que prometer mucho más de lo que pueden cumplir,
llegan y todo el mundo los critica, todo mundo los fustiga; todo el mundo los
golpea, y cuando salen del poder, nadie ni siquiera los llama. Entonces,
dígales a sus amigos que este gran amigo suyo le está prolongando su vida
feliz.
Ese
era Carlos Fuentes, y ese era el gran amigo.
(Aplausos)
Venir
al Congreso de México a encontrarme con esta gran delegación de Senadores y
Diputados, es para mí adentrarme en el alma misma de este gran pueblo. Porque
el Congreso, quién lo duda, es la entidad más representativa del Estado. Yo le
digo permanentemente a mis Senadores y Representantes: es el Poder Supremo de
la Nación. Así lo describen en Inglaterra, donde nació la madre de los
Parlamentos y que encarna los diversos componentes de una nación.
En
Colombia tenemos una especial consideración por el Poder Legislativo. Y debo
decir que este Poder Legislativo ha sido un gran compañero y ha cumplido con
excelencia su tarea. En los más de cuatro años y medio de mi Presidencia se han
aprobado leyes y reformas sin precedentes, que ya están transformando
positivamente mi país.
Lo
que hemos logrado en Colombia a través de un gobierno que hemos llamado de
“unidad nacional”, y lo hemos llamado de “unidad nacional” siguiendo un ejemplo
de un gran presidente norteamericano que es Abraham Lincoln, cuando salió
elegido presidente llamó al gobierno a sus antiguos rivales. Eso hice yo hace
cuatro años y medio. Creamos una unidad nacional que nos daba la gobernabilidad
necesaria para poner en marcha reformas que hacía mucho tiempo, 20, 30, 40, 50
años, no habían sido posibles.
Y
esa relación con el Congreso y con esa unidad nacional ha sido una relación que
nos ha dado resultados muy positivos desde cualquier punto de vista.
Los
órganos del Estado avanzan armónicamente en temas como responsabilidad fiscal.
Hoy en día, ustedes aquí en México lo discuten a diario, es algo difícil de
mantener pero muy necesario para generar la confianza requerida para poder
seguir creciendo económicamente. El reparto equitativo, por ejemplo, en el caso
de Colombia de las regalías, del petróleo, de la minería, el ordenamiento
territorial, un tema que ustedes saben lo complejo que es, y algo muy
importante: la reparación de las víctimas y la restitución de la tierra para
los campesinos que han sido desplazados por los fusiles, por la violencia, por
ese conflicto armado que nos ha desangrado por más de 50 años a los
colombianos.
Y
lo hemos hecho todo en un ambiente de gran democracia, de cooperación y de
responsabilidad frente al futuro. Ahora mismo, nuestro Congreso estudia, por
ejemplo, una reforma constitucional para eliminar la reelección. Yo sé que aquí
en México eso es sagrado: No Reelección. Pues nosotros en Colombia estamos
volviendo al sistema de no tener reelección.
Y
estamos restableciendo ese necesario y adecuado equilibrio entre los Poderes
para tener una democracia más transparente, pero sobre todo más eficaz, porque
si algo hay importante en una democracia es el trabajo armónico entre los
Poderes.
Otro
gran Presidente norteamericano, Roosevelt, Franklin Delano Roosevelt, decía que
una democracia es como un arado jalado por tres bueyes: los poderes públicos
son esos tres bueyes. Si todos jalan al mismo tiempo y a la misma velocidad el
trabajo será bien y con facilidad. Pero si un buey, uno de los poderes va por
un lado, y el otro buey para un lado contrario, o uno se echa y el otro camina,
entonces no se puede arar y el trabajo será infructuoso.
Por
eso es tan importante el respeto entre los ramos del poder. Si algo hace
avanzar a una nación es que sus poderes obren con autonomía, y hay que respetar
esa autonomía, pero también con gran armonía y coordinación.
En
buena parte gracias a la gobernabilidad que genera este trabajo armónico que
hemos logrado con el Poder Legislativo y el Poder Judicial, hoy Colombia lidera
los indicadores regionales en reducción del desempleo, en reducción de la
pobreza, en reducción de la pobreza extrema y en crecimiento económico.
Y
qué bueno, qué bueno compartir este camino y estos resultados con los Estados
Unidos Mexicanos.
Con
México todo, todo nos une, y así lo demuestra esta Visita de Estado a la que me
ha invitado mi gran amigo, el Presidente Peña Nieto, que ratifica el excelente
momento de nuestras relaciones. Yo diría, Canciller, que nunca en nuestra
historia las relaciones entre Colombia y México estaban tan bien, y lo digo con
orgullo.
En
esta visita, en particular, estamos dando un paso muy importante al elevar
nuestras relaciones a un nivel de asociación estratégica; con esta asociación
estratégica vamos a lograr un mayor nivel de coordinación en todas las acciones
bilaterales, pues éstas serán dirigidas por un Consejo de Asociación
Estratégica presidido por nuestros Cancilleres y con representantes de cada
país, por cada sector estratégico.
Habrá,
además, un Comité Asesor de la Asociación Estratégica conformado por
académicos, por empresarios, por personalidades de ambas naciones que nos
puedan orientar para optimizar nuestras oportunidades de cooperación.
México
y Colombia, apreciados congresistas, compartimos en el año 2010 la celebración
del Bicentenario de sus Gritos de Independencia, y hoy compartimos desafíos y
oportunidades.
La
Alianza del Pacífico ha potenciado nuestro papel en la región y nuestras
posibilidades de comercio e inversión. Es una alianza que ya se señala como el
proceso de integración entre países latinoamericanos más exitosos en la
historia. Desde que América Latina existe, nunca había habido un proceso de
integración tan productivo y en un término tan rápido.
Hoy
nuestras naciones, que junto con Perú y Chile, representamos el 40 por ciento
del Producto Interno Bruto de América Latina, y hoy equivalemos más o menos a
la sexta economía del mundo; son miradas con mucho más respeto, con mucho más
interés por la comunidad internacional.
El
mundo sabe que México y Colombia promovemos la democracia; promovemos la
justicia social, creemos en las libertades, respetamos la propiedad privada y
somos amigos de la inversión que genera ese empleo tan necesario. Y así seguirá
siendo.
Y
quiero terminar estas breves palabras, agradeciendo a la nación mexicana, y
especialmente a ustedes, Senadores y Diputados, el permanente apoyo que han
brindado a Colombia en su búsqueda por la paz.
Así
lo ratificó claro y firme el Presidente Peña Nieto, en la reciente Cumbre de
las Américas de Panamá.
Hoy
tenemos en Cuba una mesa de negociación que ha avanzado en acuerdos de fondo,
como en ningún otro intento, y hemos hecho muchos intentos para lograr esa paz
en Colombia, y que ahora mismo discuten los dos últimos temas, para llegar a un
acuerdo final.
Ya
logramos un tema muy importante: ponernos de acuerdo sobre programas de
desarrollo rural integral. Nos pusimos de acuerdo en profundizar mucho más
nuestra democracia; nos pusimos de acuerdo en algo que a México le concierne
enormemente y al mundo entero, a toda la región, nos pusimos de acuerdo en que
las FARC dejarán todo vínculo con el narcotráfico y comenzarán a colaborar con
el Estado colombiano, para sustituir los cultivos ilícitos, para destruir los
laboratorios, destruir los corredores de exportación, imagínense ustedes lo que
eso representa en esta lucha mundial contra este flagelo del narcotráfico.
Nos
quedan dos puntos para lograr la paz después de 50 años de guerra. El punto que
tiene que ver con las víctimas. Por primera vez Colombia puso las víctimas en
el centro de la solución de un conflicto armado. El respeto por sus derechos,
el derecho a la verdad, el derecho a la reparación, el derecho a la justicia,
el derecho a la no repetición, son los derechos que hoy consagra la llamada
justicia transicional, que fue creada precisamente para facilitar la solución
de conflictos armados como los que tenemos en Colombia.
Estamos
discutiendo ese punto, el de la justicia transicional y las víctimas. Punto
difícil, un punto complejo, pero un punto indispensable si queremos la paz.
Muchas de las víctimas lo único que quieren es que les digan la verdad, ¿dónde
están enterrados sus hijos, sus hijas, sus padres, sus familias? O que les
pidan perdón. O que les digan, simplemente, por qué lo hicieron.
La
reparación solamente puede ser simbólica, ¿cuánto vale una hija?, ¿cuánto vale
un hijo, un padre?
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