¿Qué hará el Papa Francisco
en Cuba? Lo anticipó Jorge Bergoglio en 1998/ Eduardo Berdejo
Portada de libro
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"Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro"
LA HABANA, 02 Sep. 15 /
04:02 pm (ACI).- Del 19 al 22 de septiembre el Papa Francisco viajará a Cuba y
se convertirá en el tercer pontífice en llegar a la isla caribeña, siguiendo el
camino iniciado en enero de 1998 por San Juan Pablo II, de cuya visita el
entonces Arzobispo Jorge Mario Bergoglio hizo una profunda reflexión en su
libro "Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro", donde el
“diálogo” marca la pauta para lograr los cambios que necesita el país.
Este ensayo fue publicado
en julio de 1998 por la Editorial de Ciencia y Cultura (Argentina) y aunque se
ha difundido la creencia de que Mons. Bergoglio –entonces Arzobispo de Buenos
Aires– formó parte de la comitiva papal en Cuba y que la obra es fruto de ello;
lo cierto es que el Prelado no estuvo en la isla, pero estuvo atento a este
hecho histórico y centró sus reflexiones en las homilías, discursos y saludos
pronunciados por el santo polaco.
Así, este ensayo de 35
apartados permite conocer la visión del Papa Francisco sobre las necesidades y
el papel de la Iglesia en Cuba, un país que sigue sufriendo muchos de los
problemas encontrados por San Juan Pablo II hace diecisiete.
El diálogo
“La importancia y el valor
del diálogo radican, precisamente, en que por su práctica, es posible arribar a
la verdad fundamentada en el Evangelio”, expresó entonces el arzobispo
argentino al recordar que en Cuba, San Juan Pablo II quiso escuchar al pueblo,
a la Iglesia local y también al entonces gobernante Fidel Castro –que en 1959
impuso el comunismo y desató una persecución contra la Iglesia y los fieles.
“La evangelización a través
del diálogo –señaló Mons. Bergoglio-, no es una actitud asumida en forma
improvisada, sino por el contrario, Juan Pablo II ha internalizado un esquema
racional de diálogo como plan concertado, como método en su misión pastoral”,
reflexionó, y recordó que “el papel de la Iglesia, y en especial del Vicario de
Cristo, es la de liberar, dialogar y participar, para construir la comunión
entre los hombres y la Iglesia”.
El santo polaco ayudó a
abrir “el diálogo entre el cristianismo y el marxismo” y reiteró “con firmeza
su pedido libertad, dignidad y democracia para el pueblo cubano”.
Castro y el Papa “tuvieron
que escuchar y escucharse”. “Se puede advertir nítidamente que no es un diálogo
entre protagonistas presentes, que no es un diálogo político, que los conceptos
fueron vertidos al ritmo del movimiento de un tablero de ajedrez, ya que
prácticamente, salvo en contadas oportunidades, no confluyeron en un mismo
discurso”, expresó el futuro Francisco.
Economía cubana
En su ensayo, Mons.
Bergoglio recordó que en su visita San Juan Pablo II criticó “tanto al modelo
de Estado moderno que pretende ampararse en el ateísmo o en motivaciones
seudo-religiosas para enunciar sus ordenamientos políticos”, como a “aquellos
otros que adoptan una forma de neoliberalismo capitalista”, que subordina al
ser humano y condiciona “el desarrollo de los pueblos a la fuerza pura del
mercado”.
Sobre el socialismo,
recordó que este “ha cometido un error antropológico al considerar al hombre sólo
en su rol de parte en el entramado del cuerpo social”, además criticó que use
la lucha de clases para lograr sus fines. “El segundo factor de crisis, ha sido
la ineficacia de la revolución en su aspecto económico. No debe entenderse esta
cuestión como meramente técnica, sino más bien como consecuencia de la
violación de los derechos humanos a la iniciativa, a la propiedad y a la
libertad en el sector de la economía”, indicó.
Labor de la Iglesia y
derechos humanos
En su ensayo, el actual
Papa destacó como “valioso el aporte brindado por la visita de Juan Pablo II,
ya que, en cierta forma, tal acontecimiento implica mantener abiertos los
canales de comunicación”. “Juan Pablo II revaloriza la necesidad de ese pueblo
a gozar de los derechos que le son propios, como el de libertad de expresión y
el de capacidad de iniciativa y propuesta dentro del ámbito social, ya que ese
ejercicio les permitirá colaborar en la búsqueda del bien común”.
“La defensa de la libertad
de la Iglesia debe ser extendida y proyectada hacia la defensa de la libertad
de cada persona, de cada familia, de cada organización o asociación, en el
sentido propio de la autonomía y de la soberanía”, expresó el entonces
Arzobispo de Buenos Aires.
En ese sentido, afirmó que
“la Iglesia debe contribuir a la labor de la comunidad, en la que el bienestar
de la nación debe ser fomentado y procurado por los propios ciudadanos. Esa
tarea, esa búsqueda del bien común, puede ser alcanzada única e
insoslayablemente por medios pacíficos y graduales”.
Asimismo, Mons. Bergoglio
recordó la necesidad de la Iglesia de “contar con un amplio margen de libertad,
como también de obtener los medios necesarios para la difusión del Evangelio de
Cristo”.
Como se recuerda, con
motivo de la visita de San Juan Pablo II, el régimen comunista levantó la
prohibición a las procesiones religiosas y se recuperó el feriado de Navidad.
Además declaró feriado el Viernes Santo luego de la llegada de Benedicto XVI.
Sin embargo, como señaló el
Cardenal Beniamino Stella tras visitar Cuba en mayo pasado, la Iglesia local
aún espera reformas que le permitan realizar una mejor labor pastoral, un mayor
acceso a los medios de comunicación, la reconstrucción y levantamiento de
nuevos templos –muchos destruidos por régimen comunista-, y el mejoramiento de
los medios para que los sacerdotes se puedan movilizar por toda la isla.
La Iglesia es soberana “y
su misión trasciende más allá de los límites físicos de las naciones; por lo
tanto es deber suyo buscar un espacio para su libertad de enseñar, predicar y
adorar”, afirmó el hoy Pontífice.
“Hay que recordar que el
mensaje evangélico no se circunscribe únicamente a la esfera del culto, de la
práctica religiosa, sino que va dirigido a iluminar a todo el hombre, a todas y
cada una de las acciones humanas”, aclaró.
“Por ello, podemos afirmar
que el pueblo cubano, sometido a tantas pruebas, no ha hecho más que vivenciar
la Palabra. Tal como lo rescató el Papa (Juan Pablo II), la característica
esencial para reconocer en el pueblo cubano a un pueblo cristiano es la
perseverancia en la fe”, afirmó.
El ensayo también recoge el
papel de la familia cubana “como depositaria del rico patrimonio de virtudes”.
“El mensaje de Juan Pablo II al pueblo cubano resaltó la contribución esencial
del vínculo matrimonial para la consagración de la institución familiar, como
tarea que Dios les ha encomendado al hombre y a la mujer”.
Transición en Cuba
Francisco, promotor clave
del acercamiento diplomático entre Cuba y Estados Unidos, señaló como Arzobispo
de Buenos Aires en 1998 que el mensaje de San Juan Pablo II al pueblo cubano y
a Fidel Castro “contiene una profunda reflexión acerca de la necesidad de
franquear el camino que permita a los ciudadanos cubanos participar en la vida
civil de ese país”.
“Es necesario para Cuba y
para otras naciones, emprender un plan tendiente a transformar algunas
estructuras y en especial sus instituciones políticas, para sustituir regímenes
corrompidos, dictatoriales o autoritarios, por otros democráticos y
participativos. La libre participación de los ciudadanos en la gestión pública,
la seguridad del derecho, el respeto y la promoción de los derechos humanos, se
erigen como requisito imperativo, como condición necesaria para tender al
desarrollo del hombre, de todos los hombres”, afirmó Mons. Bergoglio.
Antes de terminar su
ensayo, el hoy Pontífice señaló en 1998: “Al preguntarnos sobre cuáles son los
derechos que la Iglesia reivindica como naturales del hombre, nos encontramos
con la completa enumeración de Pío XII en su Mensaje de Navidad de 1942:
1º El derecho a conservar y desarrollar
la vida corporal, intelectual y moral; 2º El derecho a una formación y a una educación
religiosa; 3º El derecho al culto de Dios, privado o público, comprendido en él
el ejercicio de la acción caritativa religiosa; 4º El derecho, en principio, al
matrimonio y a la obtención de su fin; 5º El derecho a la sociedad conyugal y
doméstica; 6º El derecho al trabajo como medio indispensable para el
mantenimiento de la vida familiar; 7º El
derecho a la libre elección de un estado de vida y también, por consiguiente,
del estado sacerdotal o religioso; 8º El derecho al uso de los bienes materiales
en la conciencia de los propios deberes y de los límites sociales.
"Todos y cada uno han
sido abordados en la visita de Su Santidad a Cuba, desarrollados en los
diálogos sostenidos con los distintos sectores de la comunidad".
“Lamentablemente –advirtió-,
llegamos a la conclusión que muchos de ellos, por motivos varios y que no
siempre responden a una lógica clara, han sido anulados, mutilados u ocultados
durante largo tiempo al pueblo cubano”.
Sin embargo, aseguró que
“mientras exista injusticia, se alzará la voz de la Iglesia para que el reclamo
de los que sufren sea oído y reconocido. Este gran cambio en las sociedades del
mundo no se dará sin antes transformar el corazón de cada uno de nosotros. Esta
transformación del corazón será el inicio de la libertad de conciencia, base y
fundamento de los otros derechos humanos”…
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