Las columnas políticas, hoy, 3 de septiembre de 2015
Lenguas Viperinas/LSR
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TRASCENDIÓ/Milenio
Que Jesús Zambrano aún no se haya cómodo en los actos con el jefe del Ejecutivo. Durante el mensaje de Enrique Peña Nieto, el perredista se ahorró los aplausos y no participó en ninguno de los episodios en que hubo ovaciones. Vaya, ni las efusivas palmas del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, sentado a su lado, lograron animarlo.
En contraparte, al final del mensaje el presidente cameral tuvo un breve intercambio con el mandatario federal, a quien saludó sonriente y pausado.
Que, por cierto, en el PRI quien está muy molesto, y no lo oculta, es el coordinador de los diputados, César Camacho, por la actitud del ahora presidente de la Mesa Directiva, Zambrano, quien declaró al recibir el Informe presidencial que el país “no marcha bien”.
En conversaciones en corto el priista mexiquense reclama que Zambrano aceptara un puesto institucional cuando iba a tomar acciones de partido, como la descalificación del mandatario Peña Nieto.
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I.Con más ganas; más fuerza. Queda claro que las formas volverán a ser las de antes y, muy pronto, el Informe de Gobierno se brindará a la vieja usanza, como lo pidieron los legisladores. Quieren escuchar al Presidente. Ayer, desde Palacio Nacional, Enrique Peña Nieto ofreció un mensaje alusivo a su Tercer Informe de Gobierno. Comenzó su discurso reconociendo que la confianza se ha visto lastimada, debido a los actos de corrupción, conflictos de interés, sucesos de violencia, el caso Iguala, la fuga de El Chapo Guzmán… Pero viene el giro. Al inicio de su cuarto año de gestión reconoció lo que no ha funcionado, corregirá lo que hay que corregir. Toca acelerar las acciones de su gobierno. El Presidente está comprometido.
III.¿Extrañamiento? ¿Qué le sucedió a la diputada priista Yulma Rocha Aguilar? Jesús Zambrano estaba lejos de imaginar que la propuesta, por demás coherente, para que el Presidente de la República regrese al Congreso a dar su Informe de Gobierno, provocaría un regaño de la legisladora. Qué mala recepción al presidente de la Mesa Directiva de San Lázaro. Acusó a Zambrano, además, de utilizar la ceremonia para promover expresiones personales y partidistas. Está perdida y eso no ayuda en política. César Camacho, exlíder nacional del tricolor, mostró el cobre. Ahora resulta que el PRI no quiere que el Presidente del país, surgido de sus filas, vaya a San Lázaro. ¿Y entonces?
III.¿Extrañamiento? ¿Qué le sucedió a la diputada priista Yulma Rocha Aguilar? Jesús Zambrano estaba lejos de imaginar que la propuesta, por demás coherente, para que el Presidente de la República regrese al Congreso a dar su Informe de Gobierno, provocaría un regaño de la legisladora. Qué mala recepción al presidente de la Mesa Directiva de San Lázaro. Acusó a Zambrano, además, de utilizar la ceremonia para promover expresiones personales y partidistas. Está perdida y eso no ayuda en política. César Camacho, exlíder nacional del tricolor, mostró el cobre. Ahora resulta que el PRI no quiere que el Presidente del país, surgido de sus filas, vaya a San Lázaro. ¿Y entonces?
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Milenio
EN PRIVADO/Joaquín López-Dóriga
El lunes, el presidente del Congreso, el perredista Jesús Zambrano, cuyo partido votó a favor de la exclusión presidencial, pidió a Miguel Ángel Osorio Chong que le llevara un recado al presidente Peña Nieto para que volviera a la Cámara de Diputados, cuando el tema no es del Ejecutivo, sino del Legislativo.
Y sí, ojalá vuelvan los presidentes al Congreso, pero los diputados le tienen que abrir la puerta que le cerraron.
Nos vemos mañana, pero en privado.
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JESÚS, EL PONTÍFICE/Rafael Cardona
Tienen diálogos institucionales, relaciones frecuentes, dirán quienes pueden ver al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, como delivery boy.
Lo hace sin aspavientos, sin la gritería de costumbre en las izquierdas cuyo comportamiento de alharaca y estruendo de cristales rotos (es una frase) se verá poco más tarde en el salón de plenos con mantas y abandonos.
No, Jesús Zambrano, presidente de la Cámara de Diputados, simplemente plantea romper con la ruptura..
—¿Cuál ruptura quiere abolir el ex guerrillero?
Esa por la cual los poderes Legislativo y Ejecutivo no se hablan, no dialogan, no tiene contacto directo desde la expulsión del Presidente del recinto de San Lázaro (Vicente Fox) impulsada, casualmente, por las izquierdas y asumida después como vengativo desdén por la derecha panista (Felipe Calderón).
—Al fin que ni quería, dijo la comadre afuera de la fiesta a la cual no fue invitada.
Pero tienen diálogos institucionales, relaciones frecuentes, dirán quienes pueden ver al secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio como delivery boy con el grueso tomo del informe y sus anexos en el Salón del Protocolo haciendo entrega de papeles analíticos. Sí, pero el Presidente no penetra al recinto del Poder Legislativo, y cuando lo hace —como cuando va al Senado a mirar cómo entregan la medalla Belisario Domínguez—, es en calidad de mudo testigo, no de actor político. En todo caso esa es una ceremonia cívica.
Por eso Zambrano tiende un puente. Pontifica, pues. Y al parecer, por la airada respuesta de la diputada priista Yulma Rocha y la acrimonia con la cual recibieron muchos la ya dicha idea de unir, no de perpetuar el desencuentro, la idea cae en tierra seca.
La información de la Cámara oficialmente lo consigna así:
“Al recibir el documento (el Informe), Zambrano Grijalva hizo votos para construir en esta legislatura, también, grandes acuerdos y poner por delante las coincidencias sabiendo que en la pluralidad que hoy integra esta legislatura podamos debatir con todo el respeto a la diversidad de pensamiento, que encaucemos un diálogo de manera civilizada y que podamos poner por delante el bienestar de México, que es el bienestar de la gente”.
“En el Salón Protocolo del edificio C del Palacio Legislativo de San Lázaro, propuso que el Paquete Económico que se recibirá a más tardar el 8 de septiembre contenga elementos que permitan, coincidir y propiciar crecimiento económico, así como generar empleos.
“Además, se manifestó porque las conclusiones a las que se llegue a la hora de discutir los temas relacionados con el Ejercicio Fiscal de 2016 y el Presupuesto de Egresos, permitan atacar los cuatro grandes problemas: desigualdad, pobreza, corrupción e inseguridad pública.
“Si actuamos con voluntad política, poniéndola por delante, vamos a construir un mejor país. Nuestra voluntad va a estar puesta allí, no tengan ninguna duda, y ojalá y en verdad, podamos todos poner por delante la voluntad y pensando en la gente logremos su bienestar, y pensando en el país, tengamos un México mejor el día de mañana, apuntó.
“En otro orden, opinó que desde el día de hoy, será motivo de debate, el planteamiento de la conveniencia y necesidad de que el titular del Ejecutivo, el Presidente de la República, venga personalmente a entregar el Informe y que pueda discutir, escuchar, los distintos puntos de vista de la pluralidad política que compone el Poder Legislativo.
“Escuchar de él mismo, en viva voz también, las consideraciones que tiene sobre el rumbo del país y que están plasmadas en el Informe que hoy se nos entrega; que se aceptara, ojalá así fuera, apuntó.
“Destacó que en las deliberaciones, en los acuerdos y resoluciones que se tomen en el Poder Legislativo en las semanas y meses subsiguientes. Sería una señal muy positiva, muy poderosa para el fortalecimiento de la democracia, el que pudiéramos coincidir, en este ánimo de poder ir construyendo y consolidando el ejercicio democrático en nuestro país, resaltó”.
¿Cuáles son los verbos empleados por Zambrano: escuchar, discutir, escuchar, coincidir. Y él mismo reconoce, esto será a partir de hoy motivo de debate. Pues a debatirlo.
La negativa de antaño no tiene ahora razones para persistir. El encono contra Vicente Fox no le dejó nada bueno al país. La ausencia del Presidente del recinto, a donde acude sólo a rendir protesta y tomar el cargo ocurrió hace tres años en medio de un casi estado de sitio.
La normalización de la vida republicana es un anhelo y sería muestra de avance político.
La pluralidad basada en la exclusión no parece ser el campo más fecundo para la convivencia.
rafael.cardona.sandoval@gmail.com
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DE LA AUTOCRÍTICA A LA AUTOCOMPLACENCIA/Francisco Garfias
“...El perredista Jesús Zambrano aprovechó su primer acto en Palacio Nacional como presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados para plantear personalmente al jefe del Ejecutivo la necesidad de que los informes se rindan frente al Congreso.
Y es que ese ejercicio de ”rendición de cuentas” —así lo manejaron en Presidencia— lo hace actualmente el Ejecutivo ante un conjunto de invitados proclives al aplauso y no a la crítica.
“Lo platicamos después”, respondió el presidente Peña, según versión del diputado del PRD a los reporteros.
El tema lo platicamos ayer con César Camacho fuera de Palacio Nacional.
Le expusimos lo absurdo que nos pareció el extrañamiento que la diputada Yulma Rocha Aguilar le hizo a Zambrano, luego de que propusiera el regreso del Presidente al Congreso para dar el informe.
Le expusimos lo absurdo que nos pareció el extrañamiento que la diputada Yulma Rocha Aguilar le hizo a Zambrano, luego de que propusiera el regreso del Presidente al Congreso para dar el informe.
Lo acusó de “traicionar la confianza” que una mayoría de los diputados depositaron en él.
Camacho reviró:
“No fue por eso (el extrañamiento), sino por una reincidencia: desde el día que asumió la presidencia de la Mesa Directiva Zambrano hizo juicios de valor sobre el estado del país.
“No le toca. Le dije que como diputado puede decir lo que quiera, pero no como presidente de la Cámara y lo volvió a hacer.
“En el momento en que recibió el informe dijo que es evidente que el país no está bien: la corrupción, la desigualdad, la impunidad…”.
El diputado del PRI nos recitó de memoria el artículo 22, numeral uno y tres, de la ley que rige el Congreso, para recordar que el presidente de la Mesa Directiva no puede expresar opiniones personales o de grupo.
Aunque, eso sí, puso énfasis a la hora de decir que el PRI no pedirá la destitución de Zambrano. “¿Esto lo hace no confiable? No. Para nosotros allí acabó el asunto”, dijo.
El Presidente de la República no rinde su informe ante el Congreso desde 2006, luego del sainete que obligó a Vicente Fox a entregarlo en el vestíbulo, por no existir condiciones para que ingresara al salón de sesiones.
Poco después, los panistas propusieron —y lograron—modificar la ley y eliminar la obligación del mandatario de acudir al Congreso a rendir su informe.
Parece que ahora es el PRI el que no quiere exponer al Presidente a las críticas del Congreso.
Le preguntamos a Camacho su opinión sobre la iniciativa de Zambrano.
“Me encantaría. El problema es que fuimos del día del Presidente al día del antipresidente. Aquello era un diálogo de sordos o sucesivos monólogos. El riesgo de siempre es que algunos no lo cumplan”, advirtió.
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Alhajero/Juego de desaires/Martha Anaya I
24 Horas…
Si algo hizo expresamente notorio Enrique Peña Nieto al ingresar al patio de Palacio Nacional e ir a saludar a los representantes de los Poderes que le aguardaban –Luis María Aguilar, presidente de la Suprema Corte; Roberto Gil Zuarth, líder del Senado; Jesús Zambrano, presidente de la Cámara de Diputados– fue la distinción que hizo en el trato a cada uno.
Valga la observación porque mucha grilla flotaba en el ambiente en Palacio Nacional y quien estaba en la mira era, precisamente, el Presidente de la República.
Una de las razones, y la más inmediata, era que ningún legislador panista –aparte de Gil, quien tenía que estar presente a fuerza por su representación senatorial–, ni tampoco el presidente del partido, Ricardo Anaya, acudieron a escuchar el mensaje de Peña Nieto.
Era un agravio directo para él, para el jefe del Ejecutivo.
Y por si había alguna duda, ya el propio Anaya se encargaría de manifestarlo públicamente:
“Nosotros estamos de lado de la inmensa mayoría de los mexicanos que están profundamente inconformes con los resultados del gobierno, esa es la razón por la que decidimos no asistir.
“Pobres resultados en economía, en seguridad, en combate a la pobreza y corrupción. No había condiciones para ir a escuchar un monólogo triunfalista…”, asestaría.
Otro de los run runes giraba en torno a lo expresado por Zambrano el día anterior, en su calidad de presidente del Congreso, al momento de recibir, de manos del secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, el texto del Tercer Informe.
El perredista aseveró que no había conformidad con el rumbo del país –así lo muestran las encuestas–, que las cosas no iban bien, y planteó además la pertinencia de que el Presidente acudiera ante los legisladores para escuchar las críticas y responder cuestionamientos.
Ante eso ya sabemos la que se armó antier en la misma Cámara de Diputados. César Camacho Quiroz, coordinador de los diputados del PRI, ordenó la respuesta inmediata –un reproche airado–, en voz de la diputada Yulma Rocha, lo que provocó a su vez la salida de los perredistas del recinto.
En fin, ese era el contexto y lo que se comentaba en el patio de Palacio minutos antes de la aparición del Presidente.
Y cuando al fin bajó las escaleras Peña Nieto, con la banda presidencial cruzada al pecho, respondió él mismo a lo que acontecía con meros gestos políticos, con los clásicos y bien aprendidos símbolos priistas:
Saludó con una sonrisa y un buen apretón de manos al ministro de la Corte. Se detuvo notoriamente con Zambrano, apretó su mano y palmeó su brazo, animándole con la sonrisa y un guiño, como diciéndole no te preocupes… Y luego, saludó fríamente a Gil y se retiró rápidamente mientras el propio panista intentaba un gesto más cálido –una palmada en el brazo–, que ya no alcanzó.
Para los intérpretes y cuasi arqueólogos de la política priista, ahí quedaba plasmada claramente la reacción de Peña Nieto ante lo ocurrido el día anterior y el vacío que padecía en esos momentos. Y era más que claro:
–Con los perredistas no había mayor problema. Lo ocurrido, acaso, era algo menor. Un error de Zambrano, al que le ganaron las ganas de figurar (con él y Los Chuchos se arreglan más fácilmente), y un exceso de los priistas en su respuesta.
–Pero con los panistas era otro cantar. Ahí sí el problema y las diferencias son de fondo. De hecho, el discurso del PAN en San Lázaro, en voz del diputado Marko Cortés, fue más duro, agudo y preocupante para los priistas –piden reformas de fondo, como la tributación base cero– que cualquier otro.
Peña Nieto acusó como tal el mensaje blanquiazul. Y lo hizo más que patente.
Si algo hizo expresamente notorio Enrique Peña Nieto al ingresar al patio de Palacio Nacional e ir a saludar a los representantes de los Poderes que le aguardaban –Luis María Aguilar, presidente de la Suprema Corte; Roberto Gil Zuarth, líder del Senado; Jesús Zambrano, presidente de la Cámara de Diputados– fue la distinción que hizo en el trato a cada uno.
Valga la observación porque mucha grilla flotaba en el ambiente en Palacio Nacional y quien estaba en la mira era, precisamente, el Presidente de la República.
Una de las razones, y la más inmediata, era que ningún legislador panista –aparte de Gil, quien tenía que estar presente a fuerza por su representación senatorial–, ni tampoco el presidente del partido, Ricardo Anaya, acudieron a escuchar el mensaje de Peña Nieto.
Era un agravio directo para él, para el jefe del Ejecutivo.
Y por si había alguna duda, ya el propio Anaya se encargaría de manifestarlo públicamente:
“Nosotros estamos de lado de la inmensa mayoría de los mexicanos que están profundamente inconformes con los resultados del gobierno, esa es la razón por la que decidimos no asistir.
“Pobres resultados en economía, en seguridad, en combate a la pobreza y corrupción. No había condiciones para ir a escuchar un monólogo triunfalista…”, asestaría.
Otro de los run runes giraba en torno a lo expresado por Zambrano el día anterior, en su calidad de presidente del Congreso, al momento de recibir, de manos del secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, el texto del Tercer Informe.
El perredista aseveró que no había conformidad con el rumbo del país –así lo muestran las encuestas–, que las cosas no iban bien, y planteó además la pertinencia de que el Presidente acudiera ante los legisladores para escuchar las críticas y responder cuestionamientos.
Ante eso ya sabemos la que se armó antier en la misma Cámara de Diputados. César Camacho Quiroz, coordinador de los diputados del PRI, ordenó la respuesta inmediata –un reproche airado–, en voz de la diputada Yulma Rocha, lo que provocó a su vez la salida de los perredistas del recinto.
En fin, ese era el contexto y lo que se comentaba en el patio de Palacio minutos antes de la aparición del Presidente.
Y cuando al fin bajó las escaleras Peña Nieto, con la banda presidencial cruzada al pecho, respondió él mismo a lo que acontecía con meros gestos políticos, con los clásicos y bien aprendidos símbolos priistas:
Saludó con una sonrisa y un buen apretón de manos al ministro de la Corte. Se detuvo notoriamente con Zambrano, apretó su mano y palmeó su brazo, animándole con la sonrisa y un guiño, como diciéndole no te preocupes… Y luego, saludó fríamente a Gil y se retiró rápidamente mientras el propio panista intentaba un gesto más cálido –una palmada en el brazo–, que ya no alcanzó.
Para los intérpretes y cuasi arqueólogos de la política priista, ahí quedaba plasmada claramente la reacción de Peña Nieto ante lo ocurrido el día anterior y el vacío que padecía en esos momentos. Y era más que claro:
–Con los perredistas no había mayor problema. Lo ocurrido, acaso, era algo menor. Un error de Zambrano, al que le ganaron las ganas de figurar (con él y Los Chuchos se arreglan más fácilmente), y un exceso de los priistas en su respuesta.
–Pero con los panistas era otro cantar. Ahí sí el problema y las diferencias son de fondo. De hecho, el discurso del PAN en San Lázaro, en voz del diputado Marko Cortés, fue más duro, agudo y preocupante para los priistas –piden reformas de fondo, como la tributación base cero– que cualquier otro.
Peña Nieto acusó como tal el mensaje blanquiazul. Y lo hizo más que patente.
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