22 ago 2017

Los rostros del odio se reunieron en Charlottesville


GINA MONTANER
Los rostros del odio se reunieron en Charlottesville
El Nuevo Herald, 20 DE AGOSTO DE 2017
Los miembros del KKK son escoltados por policías durante una reunión en Charlottesville, Virginia. Steve Helber Associated Press
Los acontecimientos que se desencadenaron en Charlottesville, Virginia, el fin de semana del 12 de agosto han ahondado aún más las diferencias entre los estadounidenses.
Las imágenes de blancos supremacistas y neonazis recorriendo las calles de esa bonita y apacible localidad, exhibiendo antorchas y símbolos nazis, sacudieron las peores pesadillas y desempolvaron episodios terribles de un pasado no tan lejano.

Por si fuera poco, los violentos manifestantes, muchos de ellos vestidos con uniformes de milicias y armados hasta los dientes, gritaban consignas contra los judíos, los negros, los gays y los inmigrantes. Proclamas llenas de insultos y vejaciones a la vez que hacían el saludo nazi.
En un ambiente cargado de furia era cuestión de tiempo antes de que alguien en aquella multitud desatara el terror. Así fue como murió la joven Heather Hayer, atropellada por un neonazi que lanzó su auto contra quienes se atrevieron a enfrentarse a la tribu de racistas que se hace eco del lema trumpista “Devolverle a América su grandeza”, convencidos de que los blancos están perdiendo los privilegios de los que siempre han gozado.

Hay quienes pretenden quitarle importancia a este episodio. El propio presidente Donald Trump se ha enzarzado en un debate bizantino con gran parte de la nación –y un buen número de republicanos–, defendiendo la supuesta equivalencia entre los neonazis y los contramanifestantes, entre los que abundaban los anarquistas y socialistas. Pero la retórica de echarle la culpa “a todos los lados” no es nada más que una burda artimaña para no llamar a las cosas por su feo nombre: fascistas de la peor calaña que invocan a Hitler; supremacistas que sienten nostalgia por la América Antebellum de la vergonzante esclavitud; fanáticos dispuestos a aplastar a los extranjeros que no se parecen a ellos y a los colectivos gays. A la luz de las antorchas al modo del Ku Kux Klan, sus rostros eran la mueca del odio más atávico.
Un impactante documental de Vice News recoge en apenas 20 minutos la peligrosa estulticia de estos grupos, compuestos principalmente por hombres blancos iracundos, que en Charlottesville dejaron correr su bilis como un veneno que mata en todos los sentidos: física y espiritualmente.
Ahora toda la nación discute sobre la Primera Enmienda. El derecho o no a propagar discursos de odio dirigidos contra las minorías. Medir la tolerancia que se debe tener ante los que escupen a los judíos; los que les gritan a los negros que regresen a África; los que blasfeman contra los gays; los que encaran a los inmigrantes que no hablan inglés. Y lo hacen armados con palos, bates, rifles de asalto, navajas, cuchillos. Sus talismanes son los escudos con simbología nazi y los ominosos antifaces del Ku Kux Klan.
Estamos hablando de quienes, si pudieran, resucitarían el pecado original de la esclavitud, cuyas devastadoras consecuencias afectan hasta el día de hoy a la población afroamericana. Estamos hablando de aquellos que reivindican el inabarcable horror del Holocausto con seis millones de judíos exterminados. Nos referimos a quienes hoy creen a pie juntillas que hay seres inferiores, sin derechos y desechables. Negacionistas infames. Valedores de “limpiezas étnicas”. Desalmados que sueñan con campos de concentración y cuya deidad es Hitler. De este detritus hay que defenderse a toda costa. ¿Acaso no quedó claro que nunca jamás? Nunca jamás.
©FIRMAS PRESS
Twitter: @ginamontaner
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