9 ene 2007

SOS a Los Mochis Viejo


"Nadie sabe el bien que tiene hasta que lo ve perdido"
¡Un crimen contra el patrimonio urbano lo que esta sucediendo en Los Mochis, Sinaloa! Mi pueblo natal... ¿Pueblo? Es un decir ¡Es una gran ciudad!
Dice una canción italiana que el pueblo donde se nace es como el primer beso, ¡Nunca se olvida!
Anteayer un lector del periódico La Jornada en su sección del Correo Ilustrado llama a defender el patrimonio histórico de esa bella y centenaria ciudad.
José Rodríguez nos invita a los mochitenses "que están fuera de su ciudad a que la defiendan y se manifiesten, al INAH y al INBA a que se pongan a la altura y decreten el valor que tienen los inmuebles que están demoliendo alrededor del ingenio azucarero que dio origen a la ciudad en 1905, que son identidad de los habitantes y patrimonio colectivo. Afortunadamente no estamos con los brazos cruzados."
¡Tiene razón José y me sumo a esta cruzada!
La verdad ya me había percatado, debido a que estuve en esa ciudad el día de Todos Santos y puede darme cuenta de la intención de los dueños de Los Mochis de transformar es parte de la ciudad para hacer negocio. ¡Pues total!
Un amigo entonces, me dijo -"¿y que hacemos?"-

Los ojos hacia América Latina


Más México en el Mundo y más Mundo en México: FCH


El presidente Calderón pidió hoy al cuerpo diplómatico y cponcretamente a la cancillera Patricia Espinosa ejercer una política exterior activa y responsable para que México recupere el liderazgo que le correspondey en 2050 se convierta en la cuarta economía más grande del planeta.


En la XVIII Reunión con Embajadores y Cónsules de México, el mandatario advirtió que en política exterior "no acepto para Méxiconi humillación ni ofensas, pero tampoco guardo rencores ni agraviosde nadie".


En dicho encuentro participaron nueve ex Cancilleres, 12 Embajadores Eméritos, 80 Embajadores, 66 Cónsules, 46 Comisionados y Delegados, funcionarios de la SRE, así como a miembros de los poderes Legislativo y Judicial, además de invitados especiales.


Este es el discurso del Presidente Calderón en la XVIII Reunión con Embajadores y Cónsules de México; 9/01/2007);


Durante mi campaña electoral propuse y me comprometí a llevar adelante una política exterior responsable y activa.

Y eso es precisamente lo que quiero pedirles a ustedes, que conduzcan en nombre de México una política exterior responsable y activa.

Responsable en el sentido que asuma como propios los enormes retos y desafíos que la comunidad internacional tiene frente así, y que se haga responsable también de las consecuencias que para cada mexicana y para cada mexicano, tiene la conducción de la diplomacia.

Una política exterior activa, es decir, que permanentemente tome la iniciativa y se comprometa con los intereses del país, que asuma el liderazgo que México debe asumir en los distintos foros y regiones del mundo, que enfrente activamente los desafíos que implica la expansión de los valores democráticos, el pleno respeto a las libertades y los derechos humanos en el mundo, el compromiso global con el medio ambiente.

El mundo ha cambiado y lo que ocurre en él impacta notablemente a los mexicanos en su vida cotidiana.

Hoy, desde el costo de la luz eléctrica, determinado en buena medida por los precios del petróleo y el gas a nivel mundial, hasta el precio del maíz o la tortilla, impulsado ahora por los nuevos usos energéticos del grano, repercuten en la vida diaria de los mexicanos.

Y lo mismo puedo decir de la alteración del clima, consecuencia de prácticas irresponsables en todos los países con el medio ambiente, que provoca variaciones tales que hacen que al mismo tiempo que en Nueva York transcurra el primer invierno sin nieve en más de 150 años, que en nuestro territorio caigan nevadas sin precedentes en zonas de alta marginación.

Estamos hoy más comprometidos con el mundo que nunca.

Diariamente se crean y se destruyen empleos en todos los continentes. Hoy nuestros jóvenes tienen que pelear por un trabajo con jóvenes de todo el mundo.

Nuestro México, al igual que el resto de los países con los que convivimos no puede, y hoy menos que nunca, estar aislado.

Tenemos un mundo que compite y que compite ferozmente, un mundo que avanza y que no nos espera.

En ese mundo que compite nuestro México, en ese mundo que enfrentamos todos los días, los mexicanos queremos un México que no sólo compita, sino que gane; un México que no vea como se transforma el mundo, sino que se transforme; un México ganador, fuerte y seguro de sí mismo.

Hoy más que nunca los hechos globales nos demuestran que la política exterior demanda, en consecuencia, una acción resuelta, una acción que no puede limitarse, meramente, a la administración de una buena política interior, va mucho más allá de ello, el mundo sí importa y no podemos aislar a México.

En un mundo global la solución no puede ser ignorar esa globalidad, no puede ser levantar fronteras y barreras que hoy no pueden levantarse más.

En un mundo global que compite la solución para México y para cualquier país es competir y ganar como México lo puede y lo debe hacer seguro de su identidad.

Estudios muy serios de prospectiva realizados a finales de 2006 muestran como una posibilidad que para el año 2050, México puede ser la cuarta economía más grande del mundo.

¿De qué depende ello?

Depende, precisamente, de lo que hagamos ahora, depende de las decisiones que seamos capaces de emprender, depende de la convicción y la firmeza con la que hagamos las cosas.

Y en esa perspectiva, lo que quiero y lo que le pido al cuerpo diplomático, es que haga que haya más mundo en México, quiero que vengan aquí la inversión que nos dé los empleos que necesitamos; que seamos capaces de asumir la vanguardia en la ciencia, en la medicina, en la tecnología.

Quiero que haya más mundo en México expresado en flujos regulares, masivos y con capacidad de compra y un turismo bien informado acerca de la grandeza de nuestro país.

Que cuando se cuestione la intensidad política de nuestra joven democracia puedan ustedes resaltar con claridad y sin titubeo la manera clara y la fortaleza demostrada de nuestras instituciones.

Que ante las dudas sobre la seguridad en México hablen ustedes de la convicción resuelta y decidida del pueblo y del Gobierno para derrotar a la criminalidad, y que en suma, promuevan a México como lo que es, como queremos que sea y muy pronto como uno de los mejores destinos de inversión en el mundo y, sin lugar a dudas, uno de los sitios que en el mundo hay que visitar.

Yo quiero también más México en el mundo, quiero que México reasuma su liderazgo internacional, especialmente en América Latina, que sea capaz de construir relaciones sólidas y relaciones respetuosas con todas las regiones y países del mundo.


Más México en el mundo y eso significa para ustedes redoblar el esfuerzo que ya realizan para promover fuerte nuestros productos, nuestros bienes, nuestros servicios.

Corresponde al Gobierno y al servicio exterior hacer que nuestro México sea reconocido y sea respetado; que México ocupe el lugar que le corresponde en el concierto de las naciones, que sea motivo de orgullo para los mexicanos de hoy y para los mexicanos del futuro.

Por ello, también es indispensable, que se asuman ustedes como lo que son, representantes, y dignos representantes de México, de sus instituciones y de su Gobierno.

Para hacerlo es indispensable en elemental congruencia que se tenga la lealtad con el país, con sus instituciones y con su Gobierno; una lealtad y un respaldo claro y sin ambigüedad.

El Gobierno al que todos pertenecemos ha hecho compromisos claros para atender las principales demandas de la sociedad; nuestra responsabilidad es mostrar con resultados que escuchamos la voz de los ciudadanos.

Mi Gobierno va a encabezar un esfuerzo nacional, ya lo hace desde ahora, para combatir la inseguridad, para abatir los actuales niveles de pobreza y para generar empleo.

En un mundo, en un mundo cada vez más interdependiente sólo podremos lograr mayor crecimiento económico, mayor desarrollo, más empleos y empleos mejor pagados si logramos, precisamente que esta interdependencia no se traduzca en subordinación y reducción económica; al contrario.

En un mundo más interdependiente México tiene que crecer más fuerte, más competitivo, más activo, más sólido. Tiene que aprovechar la fortaleza de su identidad propia y también el enorme potencial que sus recursos naturales, su gente y su posición geográfica le proporcionan.
El ejercicio de la diplomacia no puede ser ajeno a todas estas tareas nacionales.

Por ello, además de defender con determinación los principios universales, como las libertades, los derechos humanos o la democracia, nuestra política exterior deberá orientarse a promover la mejor inserción de México en el escenario internacional.

Nuestra privilegiada condición geopolítica nos ha permitido ser una nación de pertenencias múltiples.

Somos un país orgullosamente latinoamericano y, al mismo tiempo, estamos ubicados en América del Norte.

Somos parte de la Cuenca del Pacífico y nos unen vínculos históricos, culturales sólidos con Europa.

Podemos y debemos ser, como lo señalara alguna vez el Embajador Luis Felipe Bravo, eslabón multidireccional en un mundo multipolar, y vemos polos distintos en cada una de las regiones ahora reconfiguradas de todo el mundo.

México debe ser puente entre América del Norte y el resto del continente en la búsqueda del desarrollo hemisférico.

Debemos trabajar intensamente para fortalecer la cooperación y el intercambio cultural, tecnológico, educativo y comercial con América Latina y con Europa y con Asia, y ser capaces de renovar la agenda con Estados Unidos y Canadá e incrementar las relaciones multilaterales con el resto de las naciones.

Más México en el mundo y más mundo en México, una presencia internacional más activa que nos permita impulsar nuestra actividad económica, atraer mayores inversiones y que todo ello redunde en más y mejores empleos para los mexicanos.


Nunca antes el desarrollo económico había estado tan vinculado a la competencia por mercados y por flujos de inversión.

Y si bien, el fortalecimiento de nuestra competitividad depende de políticas internas, corresponde a ustedes realizar una labor cada vez más exigente, lo entiendo, más intensa de promoción del comercio, de la inversión y el turismo que favorezca a nuestro país.

Por eso le he pedido a la secretaria Espinosa para que en estrecha coordinación con los demás miembros del gabinete, en el marco de la nueva unidad de promoción internacional de la secretaría, haga de esa tarea una de las prioridades del programa de trabajo de la cancillería.

Nuestra vinculación, por otra parte, nuestra estrecha vinculación con América del Norte y, en particular, con Estados Unidos es una realidad inobjetable.

Ya tenemos un marco institucional y jurídico que nos permite abordar problemas comunes con Canadá y con Estados Unidos mediante el diálogo y la cooperación.

Con realismo y conciencia de nuestros intereses nacionales impulsaremos una colaboración bilateral y trilateral cada vez más intensa.

Sé de la vital importancia que tiene para nuestro país el abordar el tema migratorio con eficacia.

Como ustedes saben, yo soy originario de Michoacán, el estado donde está la raíz del mayor número de mexicanos y de méxico-americanos que viven en Estados Unidos, quizá el estado que tiene más raíces de mexicanos en el mundo.

Y sé, por experiencia propia, que lo mejor que podemos hacer para que el tema migratorio pueda avanzar es tratarlo con perspicacia y sensatez, con una política exterior responsable y activa, precisamente en este tema que permita que pueda prosperar de acuerdo con la agenda y el interés nacional.

La única solución de fondo, de largo plazo que podremos lograr para el tema migratorio la tendremos cuando generemos condiciones de trabajo y de vida digna para los mexicanos aquí en México.


La migración es un fenómeno natural que además se acelera en las condiciones de globalidad en las que estamos viviendo ante dos economías vecinas claramente complementarias, una intensiva en capital y otra intensiva en mano de obra en un ambiente de globalidad, la complementación es simple y sencillamente irrefrenable.

Por ello he dicho en reiteradas ocasiones: en lugar de que la mano de obra que vaya donde esté el capital, el objetivo común de los países que enfrentamos el tema migratorio es hacer que la inversión venga a donde está la mano de obra.

Por eso, el propósito del Gobierno Federal al cual llamo ahora a ustedes; el propósito a cuya realización pido su compromiso y su destacado trabajo; el que hagamos, entre todos, de México, uno de los mejores destinos de inversión en el mundo.

A que seamos capaces de mostrar a nuestro país con todo su potencial, con toda su riqueza, con todo el empuje de su gente; un México decidido a transformarse, a avanzar en el Siglo XXI con decisión.

Un México capaz, precisamente, de colocarse en la frontera y en la vanguardia del mundo tal y como nos desafía hoy en día.

Mientras tanto, mientras eso ocurre, mientras logramos a esa meta de hacer de nuestro México uno de los mejores destinos de inversión en el mundo y en consecuencia revertir el ahora flujo migratorio reducirlo.

Mientras logramos, precisamente, que se generen oportunidades de trabajo aquí, debemos trabajar con dignidad y con inteligencia para construir acuerdos que beneficien a los mexicanos en Estados Unidos.
Para ello también es importante quitar del centro de la discusión de nuestra agenda bilateral el tema migratorio, no reducirlo en importancia, pero si reducir su vulnerabilidad y ser capaces de reenfocar la relación con el sustento de la opinión pública en ambos países y en ambos gobiernos, precisamente, a un objetivo común que tiene que ver con el desarrollo; y trabajar sin descanso, intensamente; y eso le pido a los cónsules y a los embajadores, a los cónsules mexicanos en Estados Unidos, a trabajar para orientar, proteger y defender a nuestros paisanos.

A no ceder en la labor cotidiana de protección y defensa de sus derechos, de seguir trabajando intensamente en la labor de persuasión en quienes toman decisiones para que haya una comprensión verdadera, integral, de fondo en la solución de este problema.

Por lo que respecta a otras áreas de interés y regiones del mundo, por lo que toca a América Latina aquí refrendo lo que Octavio Paz alguna vez dijo: que América Latina debía ser más que una idea y un anhelo de unidad.

Y por eso he insistido en la importancia de estrechar los lazos de integración entre los pueblos de la región.

México es un actor indispensable en la concertación y en los equilibrios regionales, un actor indispensable en los procesos de integración, un actor indispensable también, en la formación de la cultura, en la comunicación de nuestros pueblos.

Por eso es preciso que recuperemos espacios de interlocución y cooperación en los principales factores regionales y que profundicemos nuestras alianzas estratégicas.

Yo les pido trabajar intensamente para que las relaciones que tenemos con todos los países latinoamericanos sin excepción se desarrollen con naturalidad y en el camino de la cooperación y el respeto recíproco.

No acepto para México humillación ni ofensa, pero tampoco guardo rencores o agravios con nadie; es en el mejor interés de los mexicanos que el Gobierno tenga una relación positiva con todos los países de la región, sin excepción, y eso haremos sin merma ni claudicación alguna de los principios en los que creemos.


En Europa, si bien contamos con una fuerte presencia diplomática y con instrumentos como el Acuerdo de Asociación Económica y Concertación Política, no hemos logrado aprovechar plenamente el potencial de esta relación.

Es vital para México reducir su dependencia unipolar y diversificar por la vía diplomática, política, comercial, económica y de inversión su interdependencia con otras regiones del mundo.

Y es, precisamente, con la Unión Europea con quien tenemos esta oportunidad.

Por eso pido a los embajadores y cónsules en Europa que se avoquen a profundizar nuestras alianzas estratégicas, a identificar oportunidades para el comercio y la inversión, a concertar programas de cooperación en campos prioritarios, como la ciencia, la tecnología, la educación y el medio ambiente.
Y a identificar con autenticidad, con claridad en qué hemos fallado precisamente en el esfuerzo de profundizar esta relación.
Nuestra membresía en el Mecanismo de Cooperación Asia-Pacífico, nuestra relación privilegiada con países como China, Japón y Corea; nuestra fuerte y organizada presencia diplomática en Asia, nos colocan en una posición inmejorable para vincularnos de manera cada vez más intensa con la región Asia-Pacífico, la región que registra el mayor crecimiento, no sólo demográfico, sino precisamente el mayor crecimiento económico en el mundo.

Es un polo de desarrollo e innovación tecnológica del planeta.
Y más que ver a Asia y a China específicamente como una amenaza, tenemos que ver ahí la oportunidad de desarrollar y de ampliar mercados para México y, precisamente por ello, oportunidades para los mexicanos.

A ustedes, embajadores y cónsules, les pido que dediquen especial atención a promover inversión, a entender y compartir la clave de la transformación de esos pueblos y esas economías, y a fomentar alianza entre empresarios asiáticos y mexicanos y a identificar oportunidades para nuestras exportaciones y nuestra economía.

Por lo que toca a los organismos multilaterales es importante el seguir fortaleciendo la presencia de México en el mundo, lo cual exige una participación, otra vez, activa y decidida de nuestro país en los organismos internacionales.

Yo exhorto a nuestros representantes, ante ellos, ante los organismos internacionales y regionales, para que la voz de México siga escuchándose con fuerza en los grandes debates internacionales.

El multilateralismo sigue siendo la mejor vía para garantizar la convivencia pacífica entre las naciones y encontrar soluciones a los problemas, que seamos capaces de actuar con responsabilidad y sensatez.

México va a seguir comprometido con la reforma de la Organización de las Naciones Unidas y con el fortalecimiento de la Organización de Estados Americanos.

Embajadores y cónsules de México:

Sé que en esta reunión han podido dialogar con diversos miembros del gabinete sobre la situación del país y sobre la estrategia que nos hemos propuesto como Gobierno para enfrentarla y solucionarla.

Mi instrucción al gabinete fue clara, debe haber una acción coordinada por todas las dependencias del Gobierno para cumplir con las metas que nos hemos fijado.

Aquí no hay un gobierno por cada dependencia ni una visión por cada embajada; hay un solo Gobierno que representa al país y que estamos, precisamente, comprometidos en una acción coordinada, de manera conjunta que nos permita tener éxito en lo que los mexicanos nos demandan.

Su trabajo en las embajadas, en las misiones permanentes y consulados es una parte fundamental de este esfuerzo.

Ustedes son quienes representan a México en el mundo, pero al mismo tiempo son testigos privilegiados de lo que sucede en cada país y en cada continente.

Su experiencia y el conocimiento que ustedes adquieren debe ser puesta ahora más que nunca al servicio de México; por eso les pido que no escatimen ni se guarden esfuerzos para defender al país, para defender al Gobierno, para defender a sus instituciones.

Que seamos capaces, precisamente de aprender y de entender lo que está ocurriendo más allá de nuestras fronteras para que podamos como mexicanos aprovechar para bien de los ciudadanos lo que el mundo ahora experimenta.

Compartan lo que nuestros países, lo que los países donde ustedes nos representan están haciendo bien y lo que están haciendo mal, que no desdeñen la posibilidad de compartir al Gobierno mexicano las posibilidades de mejorar y de corregir el rumbo de la Administración y de las políticas públicas.

Finalmente, quiero reiterar, si decidimos ahora en estos albores del Siglo XXI hacer lo que debemos hacer, si somos capaces de elevar la mirada como mexicanos y tener una visión de futuro de un México distinto y mejor, un México que enfrenta con éxito el desafío de la globalidad, un México ganador en un mundo que compite, se avizoran mejores días para los mexicanos.

Un México, reitero, puede ser la cuarta economía más grande del mundo hacia el 2050 si logramos hacer lo que en conjunto podemos y debemos hacer.

Un Gobierno y una sociedad decididos a construir el México ganador que queremos para nuestros hijos; lograrlo depende de todos, depende, desde luego, del Gobierno y del Presidente, pero no podrá hacerse si no se cuenta y sé que contaré con ello, con el trabajo decidido de quienes defienden y defienden con dignidad a México en el mundo, los miembros de la diplomacia y el servicio exterior.
Muchas felicidades y muchas gracias.

Fuente: Sistema Internet de la Presidencia de la República



Vigilante fronterizo


Un programa piloto por el cual los cibernautas ayudaron a vigilar la frontera entre Texas y México ayudó a las autoridades a aprehender a tan sólo 10 inmigrantes indocumentados de más de 12,000 arrestados -por la Guardia Fronteriza-durante noviembre pasado.


El costo del programa fue de 200 mil dólares.


El programa permitió que los usuarios pudieran ver en tiempo real las imágenes transmitidas entre ocho y 12 cámaras colocadas a lo largo de la frontera de Texas con México, de 1,900 kilómetros, dijo el director de Seguridad de Texas, Steve McCraw, en una noticia publicada el domingo siete de enero por el diario El Paso Times.


El funcionario dijo que fueron algunos de los correos electrónicos de los usuarios los que ayudaron a los agentes fronterizos a detener a personas que estaban intentando ingresar a EE UU ilegalmente.


El periódico obtuvo acceso a los reportes estatales sobre los resultados del sitio de Internet "Texas Border Watch" (Vigilancia de la Frontera de Texas), que se realizó entre el 3 y el 30 de noviembre, y los publicó el domingo.

Luego de presentar una solicitud de acceso a los archivos públicos, el periódico también recibió una muestra de los 14,800 correos electrónicos que recibió el sitio de Internet de parte de los usuarios.

El diario añadió que el programa también ayudó a las autoridades en una operación antidrogas y a interrumpir una ruta de contrabandistas.

Durante la prueba, el sitio recibió casi 28 millones de visitas; 220,000 usuarios se registraron en el sitio.

Las autoridades estatales sostuvieron que la prueba nunca tuvo como fin aumentar las aprehensiones de indocumentados, sino ver si la idea era factible y si la tecnología funcionaba, añadió McCraw.

Pero algunos legisladores alegaron que los resultados les hicieron dudar de la eficacia de un plan del gobernador de Texas, Rick Perry, de financiar la colocación de más cámaras en la frontera mediante una inversión de cinco millones de dólares.


El gobernador Perry ha solicitado al Congreso Local que aprueben esos fondos durante la legislatura que empezó este martes 9 de enero.

Empero, según el Senador estatal demócrata por El Paso, Eliot Shapleigh, el programa de Vigilante Fronterizo fue un plan diseñado por el Gobernador Perry para atraer a los votantes conservadores, no precisamente para capturar a delincuentes fronterizos. "La inmigración es una facultad del orden federal", expresó Shapleigh. "Es hora de decir, simple y llanamente, que el estado debe sacar las manos en la ejecución de las leyes migratorias".


Alentadores los operativos: EE UU

EE UU calificó hoy como "alentadores" los operativos militares contra el narcotráfico en México realizados por el gobierno del presidente Calderón y prometió mantener la cooperación con ese país.

El Gobierno de EE UU expresó este martes su apoyo a la ofensiva que las fuerzas de seguridad de México han lanzado contra las redes de narcotraficantes en las regiones de Tijuana y Michoacán.
En su rueda de prensa diaria, el portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack, afirmó que es “muy alentador” que el Gobierno de México “dé pasos para ir tras aquellos cuyas redes son responsables del narcotráfico”. “Hemos colaborado mucho con el Gobierno mexicano en el pasado en esfuerzos para desarticular esas redes, ayudarles a impedir cualquier actividad ilegal en las que éstas puedan verse implicadas”, recordó McCormack y agrego que esa cooperación continuará “durante el mandato de Felipe Calderón”
Parte de la conferencia de prensa:
QUESTION: -Sean, on Mexico. As you know, President Calderon, after ten days of taking position, he launched an amazing military operations against drug smuggling. Now they are working along the border in Tijuana area. How the U.S. is seeing that operation and what it's doing to prevent that many criminals just come across the United States trying to escape the Mexican authorities?

MR. MCCORMACK: Well, it's certainly very encouraging that the Mexican Government is taking steps to go after those networks that are responsible for the smuggling of drugs. And we all know that around those networks there's always also a great deal of violence that grows up around them. So it is very encouraging. We certainly have worked very cooperatively with the Mexican Government in the past on efforts to break up these rings, prevent -- help try to prevent any illegal activities that they may be engaged in. So I would expect that that cooperation carries over into the Calderon administration. I know that when he was here, President Calderon talked about the fact that this was an important priority for him and for his administration, and we look forward to working with him and his government on it.
QUESTION: Are you concerned that maybe they try to escape to the U.S.? I mean, are you taking some precautions along the border to prevent --

MR. MCCORMACK: You would have to talk to our officials over at Department of Homeland Security and perhaps in the local and state law enforcement along those border states

Stanislaw Wielgus


El Papa Benedicto XVI aceptó este domingo siete de enero la renuncia de monseñor Stanislaw Wielgus, como arzobispo de Varsovia; el motivo: haber colaborado con los servicios secretos comunistas de Polonia. Duro en su cargo apenás dia y medio. Su renuncia fue inxtremis.

En una nota difundida el domingo por la Santa Sede, la nunciatura apostólica en Polonia comunicó que monseñor Wielgus, presentó al Papa "las dimisiones del oficio canónico, de acuerdo con el canon 401 § 2 del Código de Derecho Canónico". El canon dice: "Se ruega encarecidamente al obispo diocesano que presente la renuncia de su oficio si por enfermedad u otra causa grave quedase disminuida su capacidad para desempeñarlo".


Se nombró en su lugar al el cardenal Józef Glemp, primado de Polonia, administrador apostólico de la arquiiócesis de Varsovia hasta nueva indicación, añade la nota emitida por el arzobispo Józef Kowalczyk, nuncio apostólico en Polonia.


Monseñor Wielgus reconoció en una declaración que en su juventud colaboró con los servicios secretos, después de que el viernes 5 de enero se publicara una declaración de la Comisión histórica eclesiástica de Polonia en la que se confirma que la relación del entonces joven sacerdote con la Sluzba Bezpieczenstwa.


El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, emitió el mismo domingo una declaración en la que menciona "que el caso de monseñor Wielgus no es el primero y probablemente no será el último caso de ataque a personalidades de la Iglesia en virtud de la documentación de los servicios del pasado régimen”.


También lo intentaron con el Papa Wojtyla
Joaquín Navarro-Valls, ex director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede desde 1984 a 2006.

Tomado de EL PAÍS, 09/01/07):


El nombramiento y posterior dimisión de monseñor Wielgus y la sensación que ha causado la confesión de su colaboración con los servicios secretos polacos, me han hecho pensar en dos anécdotas que me ocurrieron hace algunos años.


Era el mes de junio de 1988 y me encontraba en Moscú junto al cardenal Casaroli, con motivo de la celebración del Millennium cristiano de Rusia. Habían pasado sólo tres años desde que Gorbachov llegara al poder, Wojtyla y su perestroika aún no era más que una hipótesis. A las 16.30, recibí una llamada en la habitación del hotel Sovietskaya, donde me alojaba. Al principio la voz empezó a hablarme en ruso, pero después, ante mi petición de pasar al inglés, oí que me respondía: “¡Niet!”. Entonces le pedí que me hablara en francés, italiano o español, pero a cada una de mis propuestas la voz repetía: “¡Niet!”. La conversación habría terminado allí si, en ese momento, no me hubiese pedido que hablara en latín. Yo respondí con cierto embarazo: “Intelligo”. Él continuó diciendo: “Ego episcopus ucrainum sum” [Soy un obispo ucraniano].

Me dijo que se llamaba Ivan Markitis. Me explicó que había leído en Pravda un artículo sobre la presencia en Rusia de una delegación católica y que había viajado a Moscú desde Ucrania para reunirse con nosotros. Yo pensé que seguramente el KGB había grabado la llamada. Dos días después Gorbachov nos iba a recibir en el Kremlin, ocasión que fue la primera piedra del recorrido que condujo, un año más tarde, al histórico encuentro con Juan Pablo II en el Vaticano. Luego comprobé el nombre que la persona me había dado y vi que no correspondía a ningún obispo que conociéramos. En ese momento, después de haber reflexionado largo rato, decidí no reunirme con él. Pensé que nuestro encuentro habría supuesto su fin.

También en otra ocasión tuve una experiencia semejante. Era 1995 y yo estaba en Pekín para participar en la Conferencia Internacional sobre la Mujer, organizada por la ONU. En el Palacio de Congresos, donde tenía lugar la iniciativa, se me acercó una joven china, quizá fingiendo ser periodista, que hablaba un inglés muy rudimentario. Me dijo que era católica y que quería informarme de que tres obispos underground [clandestinos] habían sabido de nuestra presencia y querían vernos.
Expliqué a mi interlocutora que nosotros no tendríamos problemas para reunirnos con esos prelados, porque nos protegía el estatus diplomático, pero que esas personas habrían sido detenidas inmediatamente. También en aquella ocasión decidí no mantener ese encuentro.
En definitiva, según he aprendido, también directamente, durante mis estancias en Polonia a principios de los años ochenta, hay que conocer bien la situación de esos mundos para situar los hechos en su justa perspectiva. En este sentido, los motivos que ha dado el nuevo obispo polaco sobre la posibilidad de estudiar en el exterior o de garantizar su propia seguridad personal describen una situación, una lógica, que en ese momento estaba muy difundida en los países del Este. Wielgus nunca habría podido obtener los visados para estudiar en la Universidad de Múnich si no hubiera aceptado el compromiso que le ofrecía el régimen. Y esta condición era común a muchos otros conciudadanos suyos, sacerdotes o no.

En esos países, la situación para muchos sacerdotes y obispos era muy difícil de llevar y muy fácil de explicar: se vivía en una tensión continua entre el heroísmo y el compromiso. Y no era una lucha en la que hubiera que decidir una vez por todas: la decisión debía renovarse al menos cada día y a menudo varias veces al día. Todo dependía del capricho ideológico del poder. Antes de 1957, muchos sacerdotes fueron torturados o desaparecían y eran asesinados. Después de 1957, primero con Gormulka y luego con Gierek, sólo se arriesgaban al ostracismo, la soledad impuesta, la prohibición sistemática de estudiar en cualquier universidad extranjera y la imposibilidad de tener un pasaporte de su propio país.


La percepción de toda esta realidad estaba muy clara también para el hoy más famoso sacerdote de Polonia: Karol Wojtyla. Pero él nunca había aceptado ningún compromiso con el régimen comunista. Hay que decir que tenía una gran ayuda en su extrema pobreza, lo que le hacía inmune a cualquier chantaje: no tenía nada, no le podían ofrecer nada. No deseaba nada; por lo tanto, no se le podía chantajear. Él nunca accedió a implicarse, aunque conocía a fondo las dificultades que había que afrontar para sobrevivir en Polonia.

Se puede decir que, en el fondo, su comprensión de las dificultades del prójimo formaba parte de su profunda espiritualidad, de su profunda libertad y, finalmente, de su misma vida de fe. Su reacción frente a los hechos que veía era un ejemplo de su forma de ser y de su rica experiencia vital, muy comprensiva hacia los demás. “Hay que aprender a perdonar”, me dijo una vez refiriéndose a estos hechos. Y lo decía él, que no necesitaba ningún perdón por las “culpas” de tantos en aquellos años. Y esta actitud para justificar algunas elecciones de esos años permaneció en él también cuando, años después, tuvo que ejercer el perdón en nombre de toda la Iglesia.

Pero él, ciertamente, había elegido otro camino. Wojtyla había vivido en el ecosistema de la mentira institucionalizada, desde el día de su ordenación como sacerdote hasta el de su elección como Papa. Todos los años de su formación y desarrollo de su personalidad habían tenido como humus este ambiente social y cultural. Creo que sólo las características de su persona han sido el verdadero motivo por el que Wojtyla eligió un camino distinto del de tantos otros.

Desde luego, tuvo que recurrir a pseudónimos para publicar sus poesías, sus obras de teatro y sus ensayos de antropología personalista, incluso para realizar su estrategia de enfrentamiento al régimen. Pero no recurrió al anonimato para esconderse o para aceptar subterfugios, sino para poner en práctica con mayor libertad su lucha, centrada en el sentido de la cultura, por la educación y los valores en los que creía, sin tener que exponer pública y oficialmente a la Iglesia a riesgos inútiles.

Su elección “diplomática” fue en el fondo muy poco diplomática, aunque al final se vio coronada por el éxito, por ser portadora de una visión más rica en humanidad. En efecto, el profundo respeto que todos tuvieron a Juan Pablo II, también con ocasión de su muerte, estaba muy ligado a su carisma y a su peculiar forma de ser tan comprensivo hacia los demás, pero tan intransigente en las elecciones fundamentales. Esta actitud la entendían perfectamente también quienes no le amaban: infundía respeto y, al final, admiración. En aquellos años, el cardenal Wyszynski pedía sistemáticamente a los jóvenes sacerdotes que suscribieran un compromiso formal de lealtad hacia la Iglesia en Polonia. A Wojtyla no se lo pidió nunca y Wojtyla nunca formalizó compromisos de este tipo. No era necesario. Wyszynski lo sabía y lo sabían también todos los demás sacerdotes. Y lo sabía él mismo. Una vez le oí hablar, con un velo de ironía, sobre las veces en que le había convocado la policía y sobre los inevitables y frecuentes interrogatorios. Le preguntaban sobre su posición en política, en la sociedad, en la estructura del poder. Él no tenía prisa en sus respuestas. Y hablaba del hombre con una concepción personalista, citando a algunos de los pensadores contemporáneos, pero también la ética de Aristóteles, e incluso la política de Platón. Luego distinguía entre la ética de los valores en Max Scheler y los peligros de un solipsismo que se concretaba en el “reflexionar sobre la reflexión”. Naturalmente, los funcionarios no entendían nada de esos largos monólogos. Al final le dejaban irse: “No es peligroso”, anotaban en sus apuntes. “Y pensaban -me decía años después riendo- que algún día yo habría podido colaborar”.

No es casualidad, por ejemplo, que Karol Wojtyla haya sido el único obispo polaco que obtuvo el pasaporte con el visado para participar en todas las sesiones del Concilio Vaticano II. Al principio, las autoridades polacas pensaban erróneamente que habría cedido y aceptado alguna forma de encuentro con el régimen, y se pasaría, si no a su bando, al menos a una parte gris e intermedia; es decir, a ese ámbito borroso que normalmente llamamos “tierra de nadie”. Probablemente el aparato político había tenido en cuenta la habilidad diplomática y la grandeza de pensamiento del interlocutor, pero desde luego se le escapaba su visión del hombre y sobre todo su libertad espiritual.

Cada vez que se ponían en duda los valores fundamentales, ya no era el momento de discutir sino de afirmar la verdad. Cuando no existe libertad en el aire que se respira, pensaba, la única forma de sobrevivir consiste en no traicionar la verdad que se lleva dentro, porque en la defensa y la protección de la verdad interior está la única forma de libertad que es realmente esencial al ser humano. Wojtyla no sólo decía la verdad, sino que más bien vivía en la verdad: la verdad que el ecosistema totalitario de esos años ahogaba de forma sistemática con la mentira estructurada. Y al ser tan libre interiormente, nunca fue sometido a ninguna esclavitud, ni siquiera a esas formas de pequeña esclavitud que tan comunes eran a su alrededor para, como decían, poder seguir adelante. Escuchando sus narraciones de aquellos años, se tenía la evidencia de la extraordinaria elegancia con la que había llevado el peso que de una u otra forma todos soportamos: el peso de ser hombres. El valor y la coherencia hasta el heroísmo, como todos sabemos, son virtudes, y no todos disponen fácilmente de ellas.

Por esto, y sobre todo por ese “hay que aprender a perdonar” que más de una vez escuché a Juan Pablo II al referirse a aquellos años, creo que la mayor dificultad consiste no en juzgar -empresa siempre arriesgada- sino en comprender. O al menos en intentar comprender. Lo que no excluye la admiración y quizá también la gratitud hacia quienes, en la ambivalencia entre la comprensión y el heroísmo, han elegido el camino de la verdad.

THe Arzhbishop´s Bargain-an Poland´s/
By Anne Applebaum

THE WASHINGTON POST, 09/01/2007);


Like so many other scandals, this one unfolded in a pattern at once familiar and depressing. First there was an unsubstantiated leak in a somewhat marginal weekly; then a denial. Then there were more substantial leaks in more mainstream media; then more denials. Then, all at once, there were behind-the-scenes maneuvers, interventions at high levels and, finally, at the last possible minute, a resignation.
But this scandal had a few twists: Instead of a politician, the authority figure in question was the newly appointed archbishop of Warsaw, Stanislaw Wielgus. Instead of political hacks, the behind-the-scenes maneuvers featured Pope Benedict and high-ranking priests. Instead of sex or money, the scandal revolved around the archbishop’s alleged collaboration with communist secret police in the 1970s. And instead of announcing his resignation at a news conference (customarily with a supportive wife weeping softly in the background), the archbishop made his surprise speech during the Mass celebrating his new appointment.
Surely this could have happened only in post-communist Poland. Where else would millions be avidly watching the live broadcast of an archbishop’s inaugural Mass? Where else would absolutely everyone — from officials in the Vatican to the national archives to the presidential chancellery — be leaking like a giant sieve? There are no secrets in Warsaw, a city that, not unlike Washington, often feels more like a village than a metropolis.

Coming now, more than two years after Poland’s accession to the European Union, this little morality play also usefully illustrates the weird crossroads at which the citizens of formerly communist Europe find themselves. On the one hand, many have absorbed the Western “normality” to which they so long aspired. Warsaw dinner parties that once ended in gloomy discussions of the Yalta agreement now feature lively discussions of property prices, just as in London or Paris. Supermarket chains sell the same products in Poland as in Germany or France. The same range of media exists here, too, everything from satellite television to scandal-driven tabloids to newspapers with serious foreign coverage. The media here act with enormous speed, also just as everywhere else. For all its attempts at modern media-friendliness, even the Catholic Church couldn’t keep up with its rapidly reported leaks.

Yet even in this city of new office buildings and 24-hour news, there is no escaping the past. Behind this scandal, there are layers upon layers of it, starting with the still-open and still-bitter debate about the compromises people made in the communist era. The archbishop’s past collaboration was in some ways very typical. Intelligent and ambitious, he wanted to study abroad. The secret police told him that in exchange for a passport, he would have to report what he heard when he got there. He apparently agreed. Many others, offered the same deal, did not agree — and as a result they did not study abroad, and possibly did not advance as far in their chosen professions as Wielgus did in his. Some of them are still angry about it.

It is true, of course, that the archbishop has said that he “never informed on anyone and never tried to hurt anyone.” It is also true that nothing negative about him has been proven: This was trial by media, not a balanced judgment. The documents that would clarify the extent of his collaboration, one way or another, apparently no longer exist. But their absence is also a historical legacy, this time from 1989, when the last communist chief of the secret police — who remained in charge rather longer than is generally remembered — destroyed most of the files concerning church officials and possibly those of other public figures, too. Odd though it sounds, in some ways the memory of 1989 bothers Poles more than the memory of the 1970s. Certainly the deals done at that time — political power for the former dissidents in exchange for amnesty for the former rulers — laid the foundations for the country’s perpetual bad mood.

Contrary to some Western reporting, the first Polish post-communist governments did not conduct significant investigations into the affairs of their predecessors. At the same time, laws that neatly allocated shares in privatized factories to their former managers — thus allowing communist cadres to transform themselves into capitalist owners — were allowed to remain in Poland, as they were in Russia, Hungary and elsewhere. Thanks to those shady privatizations, the former ruling class became rich in the 1990s, and their former opponents did not. Hence the generalized gloom, which has never been justified by the economic statistics, and the prevailing sense that justice was not done. Hence the lack of tolerance for archbishops who made mistakes as younger men.

It isn’t going to go away anytime soon, this discussion of Polish communism and post-communism, and perhaps it shouldn’t. After all, Germans are still talking about the Third Reich; Americans were still talking about slavery and segregation when Trent Lott resigned from the Senate majority leadership. Maybe these overheated arguments about things that happened 30 years ago are a sign that Poland has, at last, truly joined the West