9 may 2007

Elecciones en Fancia

Cuando Juana de Arco cayó derrotada por Bonaparte/Jean Daniel
Tomado de El País, 09/05/2007;
En todos los comentarios sobre la victoria de Nicolas Sarkozy en las elecciones francesas -y, por tanto, sobre la derrota de Ségolène Royal- puede advertirse, sobre todo cuando esos comentarios vienen del extranjero, un aroma de tristeza y pesar. Incluso cierta ternura. Ocurre hasta cuando los autores de esos artículos consideran que la elección del nuevo presidente es para Francia una posibilidad de acabar con este famoso "modelo" que constituye, se supone, el handicap que aísla a Francia de otras naciones europeas, aunque sean socialistas.
Esta tristeza y este pesar tienen una dimensión novelesca e incluso estética. Nos gustaba que un país como Francia estuviera dirigido por una mujer que se ajusta tanto a la imagen habitual de "la Marianne ideal". La candidata de la izquierda no sólo posee una belleza cautivadora, que no se alteró con ninguna de las agotadoras experiencias de la campaña, sino que tiene una dicción y un vocabulario propios de una clase determinada de conservadores católicos refugiados en esa Francia profunda en la que no estamos acostumbrados a topar con portavoces de la izquierda. Un padre militar, una familia que no falta jamás a la misa del domingo y una disciplina moral casi puritana: de ese entorno salió una heroína socialista que habla en nombre del pueblo. Nada que ver con Rosa Luxemburgo, la revolucionaria berlinesa de principios del siglo XX, ni con Margaret Thatcher ni Angela Merkel. Nada que ver con Indira Gandhi ni con Golda Meir. Sólo la paquistaní Benazir Bhutto, tal vez, podría competir con el encanto de Ségolène Royal, pero no era ninguna revolucionaria.
Además, ese apellido, Royal, que ha permitido soñar. Francia sigue siendo monárquica, y al pueblo le ha gustado poder pronunciar ese nombre sin tener que renunciar a sus ideas. Todos los amigos de Francia, e incluso todos los que, en Nueva York, Roma o Madrid, se sienten a menudo exasperados por la famosa "arrogancia francesa", han dado la impresión de sentir cierto placer literario observando la insólita trayectoria de esta mujer solitaria, obstinada y que, bajo la sonrisa luminosa, oculta un carácter indomable.
He aquí, pues, a esta mujer, a la que tantos rivales habían deseado el fracaso. Ha conseguido convocar a 17 millones de franceses, frente a los 19 millones que logró reunir Nicolas Sarkozy. Todo el mundo habla de derrota en tono compasivo. Pero, cuando se piensa en la estética del recorrido, se puede decir (siempre que nos distanciemos de la eficacia política) que ha sido una verdadera hazaña.
Desde luego, se fió de sus propias fuerzas durante las últimas semanas de la campaña electoral. Cuando decidió enfrentarse con los suyos, quiso prepararse sola, sin equipo, sin ayuda, decidida a desbaratar las trampas y deshacerse de los aparatos, y rechazando la tutela de los expertos que más podían contribuir a su proyecto. Con ello asumió también el riesgo de aumentar su número de enemigos, los celos de sus rivales y la impaciencia de sus mayores. El hecho de haber escogido el heroísmo de la soledad y la libertad le permitió imponerse, desde el exterior y con la ayuda de la opinión pública, en un partido que no quería saber nada de ella. Sin esa decisión, no habría sido candidata. Pero, al mismo tiempo, haber escogido la soledad le impidió poner a punto un proyecto extremadamente ambicioso: quería conciliar una especie de revolución cultural entre los socialistas franceses con una serie de pasos, por desgracia demasiado tímidos, para avanzar por la vía de la socialdemocracia.
Hoy, armada de su inmensa popularidad, se enfrenta a los elefantes empeñados en deshacerse de ella para seguir encabezando la formación que afrontará las elecciones legislativas en junio. Es una historia apasionante, estimulante y sórdida.
Por otro lado, podría decirse que la trayectoria de Nicolas Sarkozy es igualmente extraordinaria. Es la primera vez, en Francia, que ha llegado a la segunda vuelta una mujer candidata, pero también la primera vez que ha habido un candidato -y ahora un presidente- hijo de inmigrantes. Como símbolo, es señal de un cambio trascendental en lo que llamamos "el alma de la Francia eterna". Más aún si se tiene en cuenta que, entre los antepasados de Nicolas Sarkozy, uno de sus abuelos es un judío convertido al catolicismo, y además un judío húngaro.
A todos los políticos les mueve la sed de poder, y sin ella no serían lo que son. Pero pocas veces habíamos visto a un hombre atrapado por esa sed de forma tan obsesiva y desde hace tanto tiempo. Y pocas veces, sobre todo, habíamos visto a un hombre que reuniera en tal medida las dotes de tribuno en los mítines, de orador en la televisión y de retórico en el Parlamento. La palabra "retórico" evoca las grandes Escuelas de Retórica herederas de Cicerón y las Catilinarias. Es el talento para encontrar las palabras cuando se necesitan y como se necesitan, y de formularlas con un timbre de voz y una articulación capaces de cautivar. Se dirá que, hasta ahora, esas dotes eran propias de los líderes del populismo suramericano y ciertos déspotas árabes. También que Hitler tenía un poder casi mágico. Hoy no funcionaría. Sarkozy, en cambio, sabe adaptarse perfectamente a los deseos de los electores en las democracias de este principio del siglo XXI.
No sé si la palabra "genio" es excesiva para referirse a Nicolas Sarkozy. Pero, en cualquier caso, hace falta serlo un poco para conseguir lo que ha conseguido él: hacer olvidar que, durante cinco largos años, ha sido el ministro más importante de un Gobierno que hizo exactamente lo contrario de lo que propugna el nuevo presidente. El candidato Sarkozy se ha dedicado a denunciar de forma violenta, declamatoria y repetitiva todo lo que el Gobierno de Jacques Chirac -del que fue el ministro más poderoso- ha llevado a cabo. Nadie se ha estremecido por esa barbaridad. Él no se ha disculpado ni ha dado explicaciones en ningún momento. Y, a base de no acordarse de ello, ha transformado la memoria de los demás. Durante toda la campaña, por ejemplo, no se ha oído decir a nadie que Nicolas Sarkozy tuvo el tremendo descaro de ir a Estados Unidos para denunciar la política antiamericana de su propio presidente.
Semejante falta de disciplina y solidaridad gubernamentales no tiene precedente en la historia de la República francesa. Nadie se ha atrevido a decir que es muy posible que si hubiera sido presidente Nicolas Sarkozy en lugar de Jacques Chirac, habría tropas francesas en Irak. Dos años antes de ser candidato, Sarkozy se comportó como si fuera el rival de su propio presidente, y salió triunfador. Ahora resulta que, ante la victoria del presidente nuevo, la gente se suma y se inclina. Los franceses estaban hartos de una Francia que contemplaba su propio declive. Han elegido al presidente de una "revolución conservadora" que se parece mucho a la de los Estados Unidos de George Bush. En realidad, es más bien una Restauración. Ya vivimos esto en Francia, entre la caída del Primer Imperio, el 6 de abril de 1814, y la revolución del 29 de julio de 1830, con los reinados de Luis XVIII y Carlos X, hermanos de Luis XVI. Se propusieron retroceder en todas las reformas y todas las instituciones del régimen instaurado por Napoleón. Alguien dirá que en aquel periodo no había democracia y que Nicolas Sarkozy, hoy, no puede hacer lo que quiera. Pero la monarquía de Luis XVIII estaba sujeta a los límites de la Carta de 1814.
Nicolas Sarkozy concentra la mayoría en el Senado, la presidencia del Consejo Constitucional, el Consejo Superior de la Magistratura y el Consejo Superior Audiovisual. Es, además, íntimo amigo de los grandes empresarios que poseen en estos momentos casi la totalidad de los grandes medios de comunicación en Francia. El gran trío sarkozista está formado por Arnaud Lagardère, François Pinault y Bernard Arnault, los tres hombres más poderosos de Francia. Pero seamos razonables: Nicolas Sarkozy ha hablado de reforzar los poderes del Parlamento y ha decidido ofrecer a la oposición la Presidencia de la Comisión de Economía y la de Asuntos Exteriores. Y hay que pensar que Nicolas Sarkozy, ya que he hablado de que es un genio, tiene todas las posibilidades de sorprendernos, incluso para bien.

Viaje papal

Viaje a una Iglesia en crisis/ENRIC GONZÁLEZ
Tomado de El País, 08/05/2007
Las grandes cuestiones de fondo no cambian de un día para otro. Y el Vaticano no improvisa. La primera vez que el Papa pisó Latinoamérica denunció "la tentación del relativismo", dijo que "algunos teólogos no siempre van por el recto camino", alertó a los creyentes contra "el cristianismo carismático" y recomendó a los obispos que instruyeran mejor al clero. Ese Papa fue Pablo VI, en 1968. Su homilía ante la Asamblea General de los Obispos, reunida en Bogotá, incluyó referencias al relativismo, a la Teología de la Liberación, a la competencia de las sectas protestantes y al bajo nivel de los sacerdotes locales. La homilía que pronunciará Benedicto XVI en el santuario de la Aparecida, casi 40 años después, no será sustancialmente distinta.
Pero serán distintos los matices. Y Benedicto XVI, un Pontífice centrado en la lucha contra el laicismo y en la reconciliación con la Iglesia ortodoxa (dos asuntos esencialmente europeos), se encontrará en un terreno poco conocido. En los años 80, cuando era el cardenal Joseph Ratzinger y dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe, conoció otra América. Abundaban las dictaduras y prosperaba una teología más empeñada en mejorar las condiciones de vida que en defender los dogmas.
Juan Pablo II, entonces Papa, decidió acabar con la Teología de la Liberación por razones políticas: para él, aquello era una batalla más en la lucha contra el comunismo. Ratzinger liquidó aquel movimiento atacándolo por el flanco doctrinal (la excesiva humanización de Jesús, en detrimento de su divinidad) e imponiendo la ortodoxia.
Hoy sólo quedan vestigios de aquella época. Benedicto XVI debe enfrentarse a un problema que era sólo una amenaza en tiempos de Pablo VI y una cuestión menor en tiempos de Juan Pablo II: el protestantismo. En 1980, cuando Wojtyla visitó Brasil, el 89% de la población se declaraba católica. En 2000, el porcentaje se había reducido al 74%. Ahora, en las zonas urbanas de São Paulo y Río de Janeiro, se estima inferior al 60%. Las sectas evangélicas de tipo pentecostal crecen de año en año.
Juan Pablo II consideraba que el fenómeno se debía a la influencia estadounidense y al uso de tácticas desleales para reclutar a católicos desencantados. Llegó a calificar de "lobos rapaces" a los misioneros evangélicos. Para Benedicto XVI, las causas no están tan claras. Y en un discurso ante los representantes pontificios en América Latina, pronunciado el 17 de febrero, introdujo una frase en clave: "Sobre las causas de la atracción de las sectas debemos reflexionar seriamente, para encontrar las respuestas justas". Era una forma de señalar a la propia Iglesia católica como corresponsable de la crisis.
La mediocre formación del clero en la mayoría de los países latinoamericanos, la abundancia (aunque en menor medida que en África) de casos de concubinato y la práctica rutinaria de la fe son, a juicio del Vaticano y del propio Papa, las causas fundamentales de la debilidad católica ante el empuje del protestantismo.
Pese a la envergadura del problema (en América viven casi la mitad de los católicos de todo el mundo), Benedicto XVI no lo ha considerado, hasta ahora, una cuestión prioritaria. No cree en una Iglesia grande y acomodaticia, sino en una Iglesia activista y compacta, capaz de resistir la doble amenaza que, según él, encara el catolicismo en Europa: el relativismo moral de un lado, el crecimiento del islam por otro. A Joseph Ratzinger no le gustan los viajes largos y su visita a Brasil será, probablemente, la única que realice a Latinoamérica.

Primer discurso del Papa en Brasil

Primer discurso que pronunció Benedicto XVI en la tarde de este miércoles al recibir la bienvenida en el aeropuerto de Sao Paulo-Guarulhos que le tributó el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
Las primeras palabras estuvieron dedicadas a la defensa de la familia y la vida, y podrían interpretarse como una advertencia a países como México, donde se ha legalizado parcialmente el aborto, y al propio Brasil, donde hay una propuesta para debatir la celebración de un referendo sobre el mismo asunto.
Excelentísimo Señor Presidente de la República
Señores Cardenales y Venerados Hermanos en el Episcopado
¡Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo!
1. Es para mí motivo de particular satisfacción iniciar mi Visita Pastoral a Brasil y presentar a Vuestra Excelencia, en calidad de Jefe y representante supremo de la gran nación brasileña, mis agradecimientos por la amable acogida con que me han recibido. Extiendo este agradecimiento con mucho gusto, a los miembros del Gobierno que acompañan Vuestra Excelencia, a las personalidades civiles y militares aquí reunidas y a las autoridades del Estado de Sao Paulo. En sus palabras de bienvenida, siento resonar, Señor Presidente, los sentimientos de cariño y amor de todo el Pueblo brasileño para el Sucesor del Apóstol Pedro.
Saludo fraternalmente en el Señor a mis queridos hermanos del episcopado que vinieron a recibirme en nombre de la Iglesia que está en Brasil. Saludo igualmente a los sacerdotes, los religiosos y las religiosas, los seminaristas y los legos comprometidos con la obra de la evangelización de la Iglesia y con el testimonio de una vida auténticamente cristiana. En fin, dirijo mi afectuoso saludo a todos los brasileños sin distinción, hombres y mujeres, familias, ancianos, enfermos, jóvenes y niños.
A todos digo de corazón: ¡Muchas gracias por vuestra generosa hospitalidad!
2. Brasil ocupa un lugar muy especial en el corazón del Papa no solamente porque nació cristiano y porque posee hoy el mayor número de católicos, sino sobretodo, porque es una nación rica en potencialidades, con una presencia eclesial que es motivo de alegría y esperanza para toda la Iglesia. Mi visita, Señor Presidente, tiene un objetivo que sobrepasa las fronteras nacionales: vengo a presidir, en Aparecida, la sesión de apertura de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Por una providencial manifestación de la bondad del Creador, este país deberá servir de cuna para las propuestas eclesiales que, Dios quiera, podrán dar un nuevo vigor y empuje misionero a este continente.
3. En esta área geográfica la mayoría son católicos, esto significa que ellos deben aportar de modo particular al servicio del bien común de esta Nación. La solidaridad será, sin duda, palabra llena de contenido para las fuerzas vivas de la sociedad, cuando cada uno, desde su propio ámbito, se empeñe seriamente por construir un futuro de paz y de esperanza para todos.
La Iglesia católica –como puse en evidencia en la Encíclica «Dios caritas est»– transformada por la fuerza del Espíritu está llamada a ser, «en el mundo, testigo del amor del Padre, que quiere hacer de la humanidad, en su Hijo, una sola familia» (cf. 19). De allí su profundo compromiso con la misión evangelizadora, al servicio de la causa de la paz y de la justicia. La decisión, por tanto, de realizar una Conferencia esencialmente misionera, refleja la preocupación del episcopado, y no menos mía, de buscar caminos adecuados para que, en Jesucristo, «nuestros pueblos tengan vida», como reza el tema de la Conferencia. Con esos sentimientos, quiero ir más allá de las fronteras de este país y saludar todos los pueblos de América Latina y del Caribe anhelando, con las palabras del Apóstol, «Que la paz esté con todos vosotros que estáis en Cristo» (1Pt 5,14).
4. Doy las gracias, Señor Presidente, a la Divina Providencia que me concede la gracia de visitar a Brasil, un país de gran tradición católica. Ya he tenido la oportunidad de referir el motivo principal de mi viaje que tiene un alcance latinoamericano y un carácter esencialmente religioso. Estoy muy feliz por poder estar algunos días con los brasileños. Sé que el alma de este Pueblo, como el de toda América Latina, conserva valores radicalmente cristianos que jamás serán cancelados. Y estoy seguro que en Aparecida, durante la Conferencia General del Episcopado, será reforzada tal identidad, al promover el respeto por la vida, desde su concepción hasta su natural declinación, como exigencia propia de la naturaleza humana; hará también de la promoción de la persona humana el eje de la solidaridad, especialmente con los pobres y desamparados.
La Iglesia quiere apenas indicar los valores morales de cada situación y formar a los ciudadanos para que puedan decidir consciente y libremente; en este sentido, no dejaré de insistir en el empeño que se debe dar para asegurar el fortalecimiento de la familia --como célula madre de la sociedad; de la juventud-- cuya formación constituye un factor decisivo para el porvenir de una Nación y, finalmente, pero no por último, defendiendo y promoviendo los valores subyacentes en todos los segmentos de la sociedad, especialmente de los pueblos indígenas.
5. Con estos augurios y al renovar mis agradecimientos por la calurosa acogida que como Sucesor de Pedro he recibido, invoco la protección materna de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, evocada también como Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de las Américas, para que proteja e inspire a los gobernantes en la ardua tarea de ser promotores del bien común, reforzando los lazos de fraternidad cristiana para el bien de todos sus ciudadanos.
¡Dios bendiga América Latina!
¡Dios bendiga Brasil!
Muchas gracias.

Benedicto XVI en Brasil


El Papa Benedicto XVI llegó este miércoles 9 de mayo a Brasil para iniciar su primera visita como pontífice a América Latina. El Boeing 777 de la compañía Alitalia, ha aterrizado en el aeropuerto internacional de Guarulhos, en Sao Paulo, a las 16.02 hora local, casi media hora antes de lo previsto. Fue recibidido por miles de católicos, brasileños y de otros países de América Latina, le esperaron bajo la lluvia y el frío.
El presidente Lula da Silva, le dio la bienvenida junto al alcalde de Sao Paulo y dijo sentirse "doblemente honrado, como cristiano y como presidente" por la visita. Dijo que la visita pastoral del pontifice "es una bendición para todos" sus compatriotas y confió en que su estancia de cinco días sirva para afinar estrategias comunes en favor de la juventud, y contra el hambre y la pobreza.
Más de 10,000 efectivos fueron destinados para cuidar su integridad durante sus días de visita, donde hará siete recorridos en papamóvil, oficiará dos misas al aire libre, tendrá un encuentro con jóvenes católicos en un estadio.
Más de 3 mil periodistas cubren los acto; el principal será el domingo en Aparecida donde inaugurará la V Conferencia del CELAM, la primera en 15 años, en la cual participarán 166 obispos de 22 países.
Ya vimos cual será el tomo de la visita cuando hoy XVI respaldó el la amenaza de excomunión contra los legisladores que aprobaron en abril la legalización del aborto en Ciudad de México. También descalificó la Teología de la Liberación, corriente de fuerte arraigo en América Latina en los años 1970 y que todavía tiene influencia en una región con altos índices de pobreza y desigualdad. Benedicto la consideró un "fácil milenarismo, que creyó mejorar las condiciones de vida con la revolución".
Esas ideas "eran erróneas, pero esto ya lo saben todos", aseguró.
Este visita se considera el gran acercamiento del Papa a América Latina, lugar donde viven la mitad de fieles del mundo. Se espera también que el tema del crecimiento de las iglesias pentecostales en América Latina domine los discursos del Papa.
El viernes, en una misa en la que se espera un millón de fieles, canonizará al primer santo brasileño, el monje franciscano Antonio de Sant'Anna Galvao, llamado Fray Galvao (1739-1822), adorado por sus curas milagrosas.
Es el primer viaje del Papa a América y el sexto fuera de Italia, tras Colonia (Alemania), Polonia, Valencia, Baviera (Alemania) y Estambul (Turquía).
¡Bienvenido a América Su Santidad Benedicto XVI!

Excomunión de Hidalo

Muchos diputados en México hubieran querido ser excomulgados para - por ese hecho-, pasar a la historia.
De repente se sintieron el Padre de la Patria Miguel Hidalgo y Costilla, quién sí fue excomulgado por el el obispo de Michocán, Manuel Abad y Queipo en 1811; era Papa Pio VII.
Dice el decreto:
"Por autoridad del Dios Omnipotente, El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo y de los santos cánones, y de las virtudes celestiales, ángeles, arcángeles, tronos, dominaciones, papas, querubines y serafines: de todos los santos inocentes, quienes a la vista del santo cordero se encuentran dignos de cantar la nueva canción, y de los santos mártires y santos confesores, y de las santas vírgenes, y de los santos, juntamente con todos los santos y electos de Dios:
Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, excura del pueblo de Dolores.
Lo excomulgamos y anatemizamos, y de los umbrales de la iglesia del todo poderoso Dios, lo secuestramos para que pueda ser atormentado eternamente por indecibles sufrimientos, justamente con Dathán y Habirán y todos aquellos que le dicen al señor Dios: ¡Vete de nosotros, porque no queremos ningúno de tus caminos! Y así como el fuego es extinguido por el agua, que se aparte de él la luz por siempre jamáz. Que el Hijo, quien sufrió por nosotros, lo maldiga. Que el Espíritu Santo, que nos fue dado a nosotros en el bautismo, lo maldiga. Que la Santa Cruz a la cual Cristo, por nuestra salvación, ascendió victorioso sobre sus enemigos, lo maldiga. Que la santa y eterna madre de Dios, lo maldiga. Que San Miguel, el abogado de los santos, lo maldiga. Que todos los ángeles, los principados y arcángeles, los principados y las potestades y todos los ejércitos celestiales, lo maldigam. Que sea San Juan el precursor, San Pablo y San Juan Evangelista, y San Andrés y todos los demás apóstoles de Cristo juntos, lo maldigan.
Y que el resto de sus discípulos y los cuatro evangelistas, quienes por su predicación convirtieron al mundo universal, y la santa y admirable compañía de mártires y confesores, quienes por su santa obra se encuentran aceptables al Dios omnipotente, lo maldigan. Que el Cristo de la santa Vírgen lo condene. Que todos los santos, desde el principio del mundo y todas las edades, que se encuentran ser amados de Dios, lo condenen. Y que el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos, lo condenen.
Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, en dondequiera que esté, en la casa o en el campo, en el camino o en las veredas, en los bosques o en el agua, y aún en la iglesia. Que sea maldito en la vida o en la muerte, en el comer o en el beber; en el ayuno o en la sed, en el dormir, en la vigilia y andando, estando de pie o sentado; estando acostado o andando, mingiendo o cantando, y en toda sangría. Que sea maldito en su pelo, que sea maldito en su cerebro, que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes; en su frente y en sus oídos, en sus cejas y en sus mejillas, en sus quijadas y en sus narices, en sus dientes anteriores y en sus molares, en sus labios y en su garganta, en sus hombros y en sus muñecas, en sus brazos, en sus manos y en sus dedos.
Que sea condenado en su boca, en su pecho y en su corazón y en todas las vísceras de su cuerpo. Que sea condenado en sus venas y en sus muslos, en sus caderas, en sus rodillas, en sus piernas, pies y en las uñas de sus pies. Que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo, desde arriba de su cabeza hasta la planta de su pie; que no haya nada bueno en él. Que el hijo del Dios viviente, con toda la gloria de su majestad, lo maldiga. Y que el cielo, con todos los poderes que en él se mueven, se levanten contra él.
Que lo maldigan y condenen. ¡Amén! Así sea. ¡Amén!
El proceso degradatorio se llevó a cabo el 29 de julio de 1811 en una de las salas del Hospital Real de Chihuahua, y consistió en rasparle la piel de la cabeza, que había sido consagrada, como cristiano y sacerdote, con el santo crisma.
También le arrancaron la yema de los pulgares e índices de las manos que habían sido consagradas el día de la ordenación.
Después lo entregaron al gobierno español para que lo fusilaran, sin ninguna de las prerrogativas y beneficios eclesiásticos, en que antes se amparaba cualquier reo.

¡Excomulgados TODOS!

Comentado en la III Emisión de Imagen Informativa que conduce Jorge Fernández Menéndez, 90.5 de FM.
Muchos diputados católicos e incluso hasta el mismo Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, quisieran en el fondo ser excomulgados por decreto obispal -para así pasar a la historia-, como lo fue Don Miguel Hidalgo y Costilla.
El Padre de la Patria fue excomulgado por el obispo de Michoacán, Manuel Abad y Queipo en 1811, era Papa Pio VII.
Pero, no ¡Ingenuos!, no necesitan ninguna notificación por escrito ya que de hacerlo se tendría que conformar un tribunl exprofeso ¡Están excomulgados en automático TODOS!, así lo dice el Canon 1398, y también el documento papal Evangelium Vitae, que dice que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, es decir Objetar Conciencia.
La encíclica de Juan Pablo II del 25/03/1995, Evangelio de la Vida dice: "Pero la responsabilidad implica también a los legisladores que han promovido y aprobado leyes que amparan e aborto".
¡Más claro ni el agua!
Afortunadamente escucho las reacciones de legisladores y no les preocupa, por lo menos a una parte de ellos.
Y el tema de la excomunión hoy está todos los medios impresos y electrónicos.
De hecho, ese tema marca la visita de Benedicto XVI a Brasil.
El Papa sabe lo que hace y lo que dice, no hay ningún Papa tan inteligente como él en os últimos 100 años por lo menos. Por lo que mete el tema del aborto y la excomunión a legisladores deliberadmente, justo abordo del avión que lo conduce a su primer viaje de su Pontificado.
Y sabe del enorme interés que tienen los medios de su visita. Hay 3,200 periodistas acreditados.
Y bueno ¿qué dijo el Papa que ha causado tanto revuelo, en México?
Simplemente que apoya la excomunión la excomunión de los políticos que respaldaron la decisión de la Ciudad de México de legalizar el aborto en las primeras 12 semanas de embarazo.
Señaló que las enseñanzas de la Iglesia ordenan la excomunión automática para cualquiera que procure un aborto. "No es nada nuevo, es normal; no fue arbitrario. Es lo que está previsto en la doctrina de la Iglesia", afirmó el pontífice-
Minutos más tarde, su vocero, el jesuita Federico Lombardí, pretendio matizar las expresiones papales; el Papa no ha pronunciado la excomunión de los políticos mexicanos abortistas, aclaro.
Hizo la aclaración después de haber leído los primeros despachos de agencias de noticias sobre la respuesta de Benedicto XVI a los periodistas abordo del vuelo papal que le llevaba de Roma a Sao Paulo.
Los reporteros de la fuente preguntaron en particular si la Iglesia ha excomulgado a los políticos de la capital de la República Mexicana que han aprobado una ley a favor de la despenalización del aborto.
Lombardi, precisó que los obispos mexicanos no han declarado la excomunión a esos políticos, y tampoco lo ha hecho Benedicto XVI.
Los periodistas preguntaron al portavoz: "Entonces, ¿están excomulgados". "No -respondió-, (ellos) se autoexcluyen de la Comunión"
O sea, están excomulgados en automático y no necesitan declaración de excomunión.
Benedicto XVI dijo: "Sí, esta excomunión está prevista por el Código, pero no es arbitraria, está simplemente escrita en el Derecho Canónico" .
Agregó el Papa: "La muere de un inocente, de un niño recién nacido es inconcebible. No es algo arbitrario y la Iglesia expresa aprecio por la vida y por el carácter individual de la vida desde el primer momento de la concepción".
El Papa no miente, simplemente interpreta el Canon 1398 que dice que "quién procura el aborto, si éste se produce incurre en excomunión latae sententiae, además, como lo lo comente arriba el documento Evangelio de la Vida, condena a TODOS los políticos que le entren al tema.
¡Ingenuos!

Visita de Benedicto XVI a América Latina

Religión y política en América Latina/Borja Vivanco Díaz, Dr. en Economía y Licenciado en Psicología
EL CORREO DIGITAL, 09/05/2007;
Cuando George W. Bush acudió a Roma hace algo más de dos años, a los pocos días de la muerte de Juan Pablo II, no buscó sólo rendir el preceptivo homenaje al pontífice fallecido. Aprovechó la visita para reunirse con alrededor de una decena de cardenales norteamericanos que tenían derecho a participar en el cercano cónclave y, apelándoles a la defensa de los intereses de Estados Unidos, les solicitó que evitaran la elección, como nuevo Papa, de un prelado latinoamericano.
Debemos recordar que la inteligencia de Estados Unidos acusaba a la Iglesia católica, desde finales de la década de los 60, de convertirse en enemiga de sus intereses políticos y económicos en América Latina. El conocido informe Rockefeller y los documentos de Santa Fe, elaborados hace ya unos decenios, con el fin de orientar la política exterior de Estados Unidos en América Latina advertían del peligro que suponía la Iglesia católica, que salía renovada y comprometida con la justicia, después del Concilio Vaticano II (1962-5). Como respuesta, las arcas públicas de Estados Unidos optaron por financiar grupos protestantes -algunos de ellos de carácter sectario- en países de América Latina y en especial en Centroamérica, con la intención de arrebatar terreno al catolicismo.
Estados Unidos temía que los intereses de las corrientes políticas de izquierda -incluso marxistas- confluyeran con los de la Iglesia católica, en una época en que las teologías de la liberación estaban en auge. Pero este anticatolicismo no era nuevo en la historia de Estados Unidos, en donde las clases hegemónicas o dirigentes, los ‘wasp’, se han caracterizado siempre por ser de raza blanca, anglosajonas y protestantes. No olvidemos que una de las dificultades que John Fitzgerald Kennedy encontró para ganar las elecciones presidenciales en 1960 fue profesar la religión católica.
Al ser elegido Joseph Ratzinger como sucesor de Juan Pablo II, Bush consiguió su propósito. Aunque estoy convencido de que todos los cardenales norteamericanos que le escucharon aquel día en Roma, en vísperas del cónclave, hicieron caso omiso a los deseos de su presidente. Es muy probable que algunos de ellos se decidieran a votar a un cardenal de América Latina. Y es un secreto a voces que en el pasado cónclave, por primera vez en la historia, un cardenal latinoamericano tuvo posibilidades reales de convertirse en Papa. El arzobispo de Buenos Aires, el jesuita Jorge María Bergoglio, estuvo a punto de bloquear la elección de Ratzinger. Lo que también anticipa que el próximo papa tiene ya muchas posibilidades de proceder, por fin, de América Latina. Algo que sería del todo lógico, si tenemos en cuenta que aproximadamente la mitad de los católicos de todo el mundo residen en países de esta región.
Hoy, el Papa Benedicto XVI comienza en Brasil su primer viaje a América Latina y fuera de Europa. Acude a participar en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que busca marcar las directrices de la Iglesia católica para los próximos años. La secularización de la sociedad de América Latina es un proceso que no se ha detenido en las últimas décadas, al igual que en el continente europeo. A lo que hay que añadir que, en tanto la Iglesia católica va perdiendo todos los años cientos de miles de fieles en estos países, las distintas iglesias protestantes los van ganando.
Eso sí, la Iglesia católica conserva, en América Latina, un prestigio y una presencia social mucho más relevantes que en Europa. La Iglesia católica emerge a menudo como máxima autoridad moral en buena parte de Latinoamérica, en donde los gobiernos corruptos y autoritarios no dejan de sucederse. Pese a todo, esto no ha evitado hace unos días, por ejemplo, la despenalización del aborto en México D.F. en las doce primeras semanas de gestación; a lo cual la Iglesia católica ha respondido, sin miramientos, anunciando la excomunión de los políticos que apoyaron esta iniciativa.
Benedicto XVI visita hoy un continente en donde la izquierda política está accediendo al gobierno de un número de países cada vez mayor. En algunos de ellos, como Venezuela o Bolivia, las relaciones con la jerarquía de la Iglesia católica pasan, con frecuencia, por momentos muy tensos. Lo que no es óbice para que dirigentes como Hugo Chávez, con su singular estilo, juren su cargo «por Cristo, primer socialista». En cambio, es impensable que un dirigente europeo de izquierdas tome de este modo posesión de su cargo.
Me parece que no es mera coincidencia que la crítica dirigida a las obras teológicas del jesuita Jon Sobrino, por parte de la Santa Sede, haya tenido lugar tan sólo unas semanas antes de la celebración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Sobrino es uno de los más destacados representantes de las teologías de la liberación y la notificación enviada por la Congregación para la Doctrina de la Fe reconoce la extensa divulgación en América Latina de las publicaciones de este jesuita de origen vasco.
Podemos estar de acuerdo o no con el contenido de la evaluación del Vaticano a las obras de Sobrino. Pero no podemos interpretar en ella una desatención de la Santa Sede a la causa de los pobres, como muchos se han apresurado a deducir y propagar durante las pasadas semanas. La opción preferencial por los más pobres no se agota en las teologías de la liberación, afortunadamente. No es necesario recurrir a ellas para comprometerse, por entero, con los colectivos sociales más desfavorecidos.
Las teologías de la liberación no son tampoco, ni mucho menos, un cuerpo doctrinal excesivamente específico o uniforme. Más que de la teología de la liberación, es necesario hablar de teologías de la liberación. A mitad de la década de los 80, el entonces cardenal Ratzinger ceñía su crítica, fundamentalmente, a la teología de la liberación que se alimentaba del pensamiento marxista. Por lo tanto, tampoco es justo acusar a la jerarquía de la Iglesia católica de oponerse a la teología de la liberación. En 1980 el general de la Compañía de Jesús, el bilbaíno Pedro Arrupe, también se oponía, en una de sus cartas hoy ya olvidadas, al empleo del análisis marxista en la teología. Sin embargo, los decretos de la Congregación General XXXII de la Compañía de Jesús, cuya redacción el propio Arrupe lideró a mediados de los años 70, vinculados con la promoción de la fe y la justicia, es común identificarlos como textos inspirados en la teología de la liberación.
No me cabe la menor duda de que las teologías de la liberación han aportado más luces que sombras a la historia reciente de la Iglesia católica y de América Latina. Fernando Cardenal, jesuita y ministro de Educación en el Gobierno sandinista, reconocía los riesgos de las implicaciones políticas de las teologías de la liberación: «Es posible que esté equivocado, pero déjenme equivocarme en favor de los pobres, ya que la Iglesia se ha equivocado durante muchos siglos en favor de los ricos». Su hermano Ernesto, sacerdote, poeta y ministro de Cultura en el mismo Gabinete, fue amonestado públicamente por Juan Pablo II en su visita a Nicaragua, en 1983.
Mientras que Juan Pablo II se opuso con rotundidad a la participación directa de los sacerdotes en la vida política de América Latina, no se mostró ni mucho menos tan contundente en el caso de Polonia. El apoyo que Juan Pablo II y los obispos polacos brindaron al sindicato Solidaridad de Lech Walesa, en la lucha contra el comunismo, fue más que evidente. ¿Acaso lo que le preocupaba a Juan Pablo II era que los sacerdotes de América Latina tendían a participar más a menudo en movimientos políticos y sociales de corte izquierdista? Benedicto XVI no descubrirá hoy un continente tan convulsionado y una Iglesia tan dividida como los que su predecesor se topó en los primeros años de su pontificado. El Papa debe ayudar a la Iglesia católica a discernir cuál es su misión en América Latina, sabedora de que las líneas de actuación que se proponga asumir tendrán, como ya ha ocurrido en el pasado, una incidencia posterior en la trayectoria política, cultural y social de todo el continente.

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