6 ene 2009

Morir en Gaza


"Sólo Israel puede parar a Israel, ante el espanto de la opinión pública mundial; y sólo Hamás puede convencerse de que su acción es suicida, además de criminal..."
Morir en Gaza/Editorial, El País (http://www.elpais.com/), 6 de enero de 2009;
No hay tregua en la operación israelí para exterminar a Hamás en la franja mediterránea
Pese a los más de 500 palestinos y cinco israelíes muertos, los esfuerzos diplomáticos por poner fin a la masacre en Gaza inspiran en el observador la interminable congoja de lo demasiado visto. La UE asume un cierto protagonismo ante la dimisión, por partida doble, de la Administración norteamericana saliente, que se limita a dar un cheque en blanco a Israel para proseguir la operación de exterminio, y de la entrante, con el silencio del presidente electo Barack Obama. Pero de ello no cabe esperar cambio alguno inmediato sobre el terreno.
Una misión de paz europea, encabezada por el ministro de Exteriores checo -país que asume la presidencia de la UE-, Karel Schwarzenberg, con Tony Blair, representante del Cuarteto ante el conflicto, y Javier Solana, Alto Comisionado de la Comunidad para Asuntos Exteriores, recorre la zona reconociendo que carece de fórmula de alto el fuego que proponer.
Y por si faltara representación europea, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, siempre ansioso de escenario internacional, conferenciaba ayer con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, a la espera de desembarcar hoy en la zona. Al mismo tiempo, el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, cancelaba, con alguna precipitación, una visita oficial a Siria, mientras Italia trataba de coordinar con España y Grecia un diálogo "en el ámbito mediterráneo", que tampoco sonaba de extraordinaria urgencia.
En el Consejo de Seguridad, que ha permanecido inmovilizado desde el comienzo de la operación militar por la negativa de Estados Unidos a aceptar ninguna resolución que, siquiera vagamente, condenara a Israel, se estudia un nuevo texto promovido por los países árabes, que podría permitir al menos que se aprobara la exigencia de un cese el fuego cuando aún quede algo de Gaza en pie.
En esta fase de la ofensiva, que comenzó el sábado con la entrada de 10.000 soldados israelíes en la franja mediterránea, con la aparente intención de fragmentar el territorio e ir metódicamente erradicando de cada segmento a los terroristas de Hamás, el invasor ha empleado bombas de racimo y de fósforo, particularmente indiscriminadas en su acción sobre todos los que por allí se encuentren, civiles, mujeres o niños. Israel, sin embargo, asegura que ha usado esos explosivos sólo en campo abierto, y nunca en aglomeraciones urbanas, donde su efecto resultaría especialmente monstruoso a toda sensibilidad civilizada.
Ante la ocultación de Washington, la insuficiencia de la UE y la forzada parsimonia del Consejo de Seguridad, más la patética carencia de voluntad de acción internacional del mundo árabe, sólo Israel puede parar a Israel, ante el espanto de la opinión pública mundial; y sólo Hamás puede convencerse de que su acción es suicida, además de criminal. El mundo mira y se estremece, los actores matan y, sobre todo, en la parte palestina, mueren.

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La guerra censurada
El Gobierno de Israel impide la entrada de la prensa
J. M. MUÑOZ - Sderot - El País, 06/01/2009
Julio de 2006. Metula, extremo norte de Israel. Los tanques Merkava forman una larga hilera, listos para entrar en Líbano. Los soldados engullen bocadillos y lavan la ropa que cuelgan del cañón. El extranjero pregunta a uno de ellos sobre sus experiencias en la guerra contra Hezbolá. Y el uniformado se explaya. Enero de 2009. Hospital de Beersheva. El presidente israelí, Simón Peres, charla con un militar herido. Su semblante denota aún el miedo o tal vez los nervios por la visita del dignatario. “No hace falta que expliques detalles”, zanja un funcionario cuando el herido precisa un hecho aislado del combate. Los portavoces castrenses andan por cada esquina, también en la colina de Sderot en la que se han apostado decenas de cámaras de televisión. Para decir más bien poco, o nada. Israel prohíbe el acceso a más de 500 periodistas, que aguardan a la apertura del paso fronterizo de Erez. Es una guerra censurada.
Es una de las lecciones del reciente conflicto de Líbano. Los relatos de los soldados sobre la fiereza de los milicianos de Hezbolá o acerca de la deficiente preparación de esa contienda —algunos militares pasaron días sin comer rodeados de enemigos— causaron un daño severo a la poderosa imagen del Ejército israelí. Ahora, sólo las agencias internacionales, la cadena árabe Al Jazeera y los medios locales están asentados permanentemente en Gaza.
Primeros espadas de las cadenas de televisión más importantes del mundo (CNN, BBC, CBS, NBC) esperan en Jerusalén. Tal vez consigan informar desde Gaza ocho periodistas seleccionados por la Asociación de Prensa Extranjera. Pero sólo porque el Tribunal Supremo así lo ha ordenado. No obstante, llama la atención la actitud de esta organización. ¿Por qué pidió la asociación que sólo a una docena de profesionales se les franqueara el paso? Quienes sean escogidos deberán además compartir su información con el resto de asociados. Y, en todo caso, esperar a que la frontera de Erez se abra por cualquier motivo.
Las razones esgrimidas por el Gobierno y el Ejército son cuando menos sorprendentes. Algún portavoz militar apuntó que no les agradaba, por sesgada, la cobertura que ofrecen los medios de comunicación. Pero otro argumento se afianza: la seguridad de los propios periodistas. Probablemente porque esta agresión a Gaza es de una virulencia desconocida en décadas en Palestina, el riesgo sea mayor. Pero más bien parece tratarse de que los periodistas vivan la guerra desde el lado israelí. En efecto, una pléyade de reporteros abarrota estos días Sderot, donde los cohetes de las milicias palestinas impactan a diario. También hay peligro en Sderot.
Otros episodios violentos en Gaza —el ataque tras la captura del cabo Gilad Shalit y el ejecutado en febrero y marzo o el enfrentamiento fratricida entre Hamás y Fatah— tampoco estaban carentes de riesgos, especialmente cuando las milicias de los partidos se zurraban a tiro limpio desde cualquier tejado y esquina. Pero es que, además, desde el 4 de noviembre del año pasado hasta un mes después, las fronteras también estuvieron selladas.
La censura militar funciona ahora con precisión. “Muchas veces hemos hablado con muchas voces. Esta vez el sistema está unificado. Es una conclusión del Informe Winograd sobre la guerra de Líbano. Esta vez no habrá violaciones a la censura que no sean estudiadas”, declaró Danny Seaman, portavoz de la Oficina de Prensa del Gobierno. Efectivamente, un periodista que trabajaba para una cadena iraní (aunque no ostenta esa nacionalidad) afronta una orden de detención por trabajar sin permiso. No se le había concedido la acreditación oficial por razones de seguridad.

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