La
libertad de prensa en México, un mito/J.
JESÚS ESQUIVEL
Revista Proceso No. 2009, 2 de mayo de 2015
Relator
de la CIDH para la libertad de expresión, Edison Lanza hace un análisis
devastador: en México, merced al poder económico y político vinculado con los
medios de comunicación, la libertad de prensa es un mito, especialmente porque
los espacios para ejercer el periodismo crítico e independiente son cada vez
menos. Entrevistado por Proceso, el uruguayo habla del caso Aristegui y de la
necesidad de que su voz siga siendo escuchada, como un contrapeso indispensable
al poder.
WASHINGTON.-
Con el regreso del PRI a la Presidencia de México y Enrique Peña Nieto al
frente de ésta, la libertad de prensa en este país es un mito.
Lo
anterior es sostenido por Edison Lanza, relator especial para la Libertad de
Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la
Organización de los Estados Americanos (OEA), quien añade que en esa nación hay
pocos espacios para el periodismo independiente.
“2014
ha sido un año muy preocupante en cuanto a hostigamientos, amenazas y
asesinatos de periodistas en México”, enfatiza Lanza, Entrevistado por Proceso
en sus oficinas de la CIDH en esta capital, Lanza evita comparar lo que fue la
libertad de prensa en México durante los sexenios de Vicente Fox y Felipe
Calderón con el de Peña Nieto, pues dice que hacerlo no le corresponde. Pero
sus observaciones son lapidarias sobre lo que ocurre actualmente con la
libertad de expresión y de prensa.
En
México “hay pocos espacios para ejercer el periodismo con la necesaria
autonomía e independencia”, puntualiza el periodista y abogado uruguayo,
relator de la CIDH desde julio del año pasado y quien tiene un largo historial
en defensa de la libertad de expresión.
Su
conclusión se sustenta en un aspecto que se acentuó con Peña Nieto: todo se
debe al “poder económico y político vinculado a los medios de comunicación” y a
que no se hayan ganado espacios para ejercer el periodismo independiente.
“Tiene
mucho que ver con los cambios estructurales que impulsa el gobierno”, enfatiza
Lanza, cofundador y expresidente del Centro de Archivos y Acceso a la
Información Pública del Grupo Medios y Sociedad y exintegrante del Comité de
Libertad de Expresión y Acceso a la Información de la Alianza Regional por la
Libre Expresión e Información.
De
la relación entre la Presidencia de Peña Nieto y los medios, Lanza reconoce que
desde que el exgobernador del Estado de México se hizo candidato presidencial,
la televisión y algunas estaciones de radio lo acunaron como su abanderado y de
entonces a la fecha lo protegen.
“Hay
denuncias de la sociedad civil de que esos medios están involucrados o que
tenían afinidad en la campaña del actual presidente y eso se hace sentir en el
ejercicio de la profesión de los informadores”, aclara.
La
protección y cuidado de la imagen de algunos medios hacia Peña Nieto no es el
único problema del deterioro de la libertad de expresión. Lanza destaca otro,
aun mas grave: “La asignación de la publicidad oficial, que en México no está
regulada de forma objetiva y es un factor que puede distorsionar distintos
aspectos del tema de medios de comunicación”.
Como
ejemplo de esta manipulación gubernamental, Lanza no duda en señalar al caso de
la periodista Carmen Aristegui y MVS.
El
relator sostiene que el de Carmen Aristegui es un asunto preocupante porque la
voz de la periodista le da diversidad y pluralismo al sistema de medios y al
periodismo masivo en México. “Sigo pensando que es un despido donde la empresa
no ha explicado nada en absoluto, con una razón de peso; ha sido un despido
intempestivo”.
El
caso Aristegui es de la incumbencia de la CIDH y de la oficina que representa
Lanza; no obstante el relator sostiene que se está a la espera de la resolución
judicial para, de ser necesario, actuar en consecuencia.
Pocos
espacios críticos
La
cancelación del programa radial de Aristegui se suma a otros problemas
relacionados y recurrentes en México que minimizan más la imagen del país y
destacan la existencia de una prensa maniatada y al servicio del presidente.
De
acuerdo con el análisis de Lanza, es alarmante que no haya el espacio que
debiera tener el periodismo crítico e independiente. Los pocos que existen son
en formatos digitales (internet) y de pequeño alcance. “Salvo algunas
publicaciones como Proceso, que mantiene esa línea de independencia crítica,
creo que la situación no es de la mayor diversidad y pluralismo”, considera.
Insiste
en el caso Aristegui para resaltar los problemas de una auténtica libertad de
prensa y se atreve a señalar que en la determinación de MVS respecto a la
periodista “hay alguna razón, tal vez ilegítima, inconfesada, del despido”. Se
le pregunta al relator si el gobierno de Peña Nieto le dio alguna explicación
sobre el caso Aristegui-MVS. Responde que sí, que le aclararon que se trata de
un asunto entre privados y que el gobierno nada tuvo que ver.
–¿Usted
le cree al gobierno? –se le cuestiona.
–Tengo
que manejarme por hechos objetivos y estoy esperando, porque también es cierto
que el equipo de Aristegui hizo una denuncia ante el Poder Judicial y éste le
dio un amparo. Nosotros, como organismo internacional, tenemos una función
subsidiaria a la jurisdicción interna.
Al
evaluar la situación de la libertad de prensa y expresión en México respecto a
la de otros países, la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión la
expone simplemente como “contradictoria”. Lanza afirma que en el país se han
llevado a cabo reformas muy importantes, pero pese a estos cambios favorables
persiste un rezago, pues las reformas se aplican a medias, amén de los altos
niveles de violencia contra los periodistas, que son incompatibles con una
sociedad abierta.
“Uno
no puede decir que México está en el fondo de la tabla del ranking, pero hay
situaciones muy complejas. Si bien no hay represión penal contra la prensa, sí
hay represión directa a través de la forma más radical y terrible, que es el
asesinato, el hostigamiento, la intimidación”, dice.
La
Relatoría, como entidad de la CIDH, reconoce que mantiene un diálogo cordial y
abierto con el gobierno de Peña Nieto; pero aun así reitera que es complejo
definir a México como el peor o el mejor o el país que se encuentra en la mitad
de la tabla del ranking de la libertad de expresión y prensa en América Latina.
“Hay
una cantidad de cosas que se deben hacer rápidamente y el gobierno de México
creo que lo sabe. La situación está siempre bajo la preocupación de la
Relatoría”, asienta Lanza.
Medios
alineados
En
México, como en otros países, la compra de medios por parte de empresarios
afines a los gobiernos en turno es uno de los males que afectan a la libertad
de expresión.
Lanza
lo subraya porque considera que “los dueños (empresarios) ponen a los medios de
comunicación al servicio del gobierno”. Para corregir o aminorar esta
tendencia, afirma, hace falta “una voz fuerte”, papel que en el pasado ocuparon
los sindicatos o las federaciones de periodistas.
–¿Considera
que en México hay medios de comunicación alineados con el gobierno de Peña
Nieto? –se le pregunta.
Lanza
hace una pausa antes de contestar.
–La
sensación que tengo y la opinión que recojo en algunos foros en los que he
estado, es que… digamos que en los grandes medios no hay un periodismo lo
suficientemente crítico y que no cumplen con su rol de perro guardián.
Justamente por eso creo que era importante el papel que jugaba Carmen Aristegui
en México.
Enfatiza
que el periodismo de investigación en México es una especie en peligro de
extinción. De ahí que las noticias exclusivas y que denuncian los abusos de los
funcionarios públicos –como el asunto de la Casa Blanca de Angélica Rivera,
dado a conocer por Aristegui y su equipo– incluso obligan a los medios
alineados con la presidencia a darle seguimiento.
“En
México no hay hoy un periodismo de investigación desde esos grandes medios, que
son los que tienen más recursos”, dice. “Muchas veces esa es la diferencia
entre los medios latinoamericanos con poder económico y los medios con poder
económico en Estados Unidos y Europa. Los medios latinoamericanos que pueden
invertir en periodismo de investigación no lo hacen”, añade.
Las
agresiones contra los comunicadores mexicanos –que han aumentado este sexenio,
especialmente en estados gobernados por el PRI, como Veracruz– son para Lanza
el mensaje más claro de la necesidad de un cambio. Sólo en 2014 fueron
asesinados ocho periodistas.
Lanza
agrega el encubrimiento que se hace de varios de los asesinatos de informadores
o el expediente tan absurdo al cual recurren gobiernos como el de Javier
Duarte, en Veracruz, para darle carpetazo a los casos: vincular los crímenes
con la delincuencia.
“Por
eso la Relatoría ha trabajado muy fuerte en la federalización de los delitos
contra la libertad de expresión y contra periodistas y comunicadores en México.
La mayor preocupación, donde puede haber indicios de connivencia entre
autoridades y criminales, es el caso de Ayotzinapa. Es claro que aparecen
vinculados los gobiernos locales con una mafia del narco local.
“La
preocupación es que las instituciones del Estado sean tomadas, infiltradas o
cooptadas por el crimen organizado”, explica Lanza.
El
alineamiento de medios de comunicación en México con la Presidencia genera un
nuevo método de agresión a los periodistas críticos e independientes, lo que
para Lanza exacerba los problemas de la libertad de expresión: que periodistas
alineados con el gobierno usen sus espacios para descalificar y desacreditar a
los reporteros que denuncian los abusos gubernamentales, como los conflictos de
interés entre las empresas y los funcionarios públicos, o las masacres contra
civiles cometidas por parte de las fuerzas de seguridad del Estado.
“Este
tipo de prácticas ponen en tela de juicio la propia credibilidad de los medios…
Es un problema complicado porque uno está acostumbrado a señalar desde la
Relatoría la estigmatización de los funcionarios públicos hacia la prensa.
Ahora, un fenómeno así desde el propio gremio hacia los colegas es un caso más
preocupante”, indica.
La
prensa en América Latina siempre ha sido sujeto de crítica en el debate público
y hay “un discurso de odio contra los periodistas críticos”, reconoce Lanza.
“Hay
un punto donde todos los periodistas tienen que soportar también una crítica
dura y fuerte. La libertad de expresión es una avenida de dos vías y cuando hay
gente que hace uso crítico de la libertad de expresión nos parece bárbaro, y
cuando es criticado hay determinados niveles donde lo tiene que soportar”,
concluye.
En
las próximas ocho o 10 semanas la CIDH realizará una “visita in loco” a México
para evaluar la situación de los derechos humanos a raíz de los casos Tlatlaya,
Ayotzinapa y Apatzingán. Lanza formará parte de esta delegación interamericana
y aprovechará la gira por varios puntos del país para abordar con el gobierno
de Peña Nieto el problema de las agresiones, hostigamiento y censura a la
libertad de expresión y a los periodistas.
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