5 jul 2015

Europa gana/Paul Krugman,

Europa gana/Paul Krugman, es premio Nobel de Economía de 2008.
 © The New York Times Company, 2015.
 El País, 6 de julio de 2015
Ha sido un momento vergonzoso en la historia moderna y, de haber prosperado, habría sentado un feo precedente
Tsipras y Syriza han logrado una gran victoria en el referéndum, reforzándose para lo que quiera que venga después. Pero no son los únicos ganadores: diría que Europa, y el concepto de Europa, han conseguido una gran victoria y han esquivado una bala.
Sé que la mayoría no lo ve igual. Pero pensémoslo así: acabamos de ver a Grecia levantarse contra una campaña de acoso e intimidación, un intento de meter miedo a los griegos no solo para que aceptaran las exigencias de los acreedores sino para que se deshicieran de su Gobierno. Ha sido un momento vergonzoso en la historia moderna de Europa y, de haber prosperado, habría sentado un feo precedente.
 Pero no lo hizo. No tienes que amar a Syriza o creer que saben lo que hacen —no está claro que así sea, aunque la troika lo ha hecho aún peor— para considerar que ha redimido a las instituciones europeas de su peor yo. Si Grecia hubiese sido forzada por el miedo a las consecuencias financieras, Europa habría pecado de tal manera que mancillaría su reputación durante generaciones. Dentro de un tiempo posiblemente recordemos esto como una aberración.
 ¿Y si Grecia acaba saliendo del euro? En este momento hay, efectivamente, buenas razones para el Grexit pero, en todo caso, la democracia importa más que cualquier acuerdo monetario.
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Celebraciones en Syntagma
El País, 6 d ejulio
M. A. S.-V.
Miles de personas celebraron ayer en el centro de Atenas la victoria del no en el referéndum. En una convocatoria espontánea e improvisada en la que una marea de banderas griegas ondeaba sobre la multitud, los partidarios del no irrumpieron en un cerrado aplauso cuando las pantallas de televisión de las cafeterías de la plaza anunciaron la dimisión de Andonis Samarás, líder de la conservadora Nueva Democracia.
La ausencia de pancartas partidistas, y el predominio de la enseña griega, hablaban claramente de una celebración nacional. “Esta victoria significa sobre todo unidad. La palabra división no figura en el diccionario de la nación griega. También es un mensaje de hermandad”, explicaba Konstantina Stathophlu, miembro de Syriza, aunque señalaba que lo de menos anoche era el partido. “¿Que qué pasará mañana? A partir de ahora, trabajo, trabajo y trabajo”.
“Es una heroica victoria de la democracia en circunstancias tan difíciles como un corralito y una situación de asfixia económica”, señalaba por su parte Otón, apolítico confeso, que paseaba por la plaza con su perrito. “Está muy equivocado quien quiera ver aquí consignas partidistas, o un no al euro o a Europa, el 95% de los aquí presentes defendemos ambas cosas. Somos solo griegos levantando la cabeza y alzando nuestra voz. Basta ya, no queremos ni podemos aceptar más austeridad”.
Yorgos, Kalíopi y Teodora, tres amigos que se confesaban “izquierdistas sin más” admitían estar “emocionados y felices”. “Esto es un ejercicio de plena libertad y soberanía popular frente a los dictados del exterior, de los bancos y de las instituciones”.

El mar de banderas blanquiazules seguía ondeando hacia la media noche.

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