Revista
Proceso
# 2018, 4 de julio de 2015
Tlatlaya: alto
mando ordenó “abatir delincuentes en horas de oscuridad”/GLORIA LETICIA DÍAZ
MÉXICO,
D.F. (apro).- Al cumplirse un año de la matanza en Tlatlaya, Estado de México,
el Centro de Derechos Humanos Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) dio a conocer
un informe en el que se desprende que los militares responsables de los hechos
llevaban órdenes del “alto mando” de “abatir delincuentes en horas de
oscuridad”.
En
su calidad de representantes de Clara Gómez González, una de las tres
sobrevivientes de la masacre, abogados del Centro Prodh presentaron el informe
“Tlatlaya a un año: la orden fue abatir”, en el que se incluye un documento
interno de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) dirigido al teniente
de Infantería Ezequiel Rodríguez Martínez, uno de los implicados en el caso, en
el que se le ordena que “las tropas deberán operar en la noche en forma masiva,
y en el día reducir la actividad, a fin de abatir delincuentes en horas de
oscuridad, ya que el mayor número de delitos se comenten en ese horario”.
Acompañados
por miembros de organizaciones de derechos humanos, Mario Patrón Sánchez,
director del Centro Prodh, y los abogados Santiago Aguirre y Araceli Olivos
Portugal, solicitaron formalmente a la PGR llame a declarar al titular de la
Sedena, Salvador Cienfuegos Zepeda; al comandante de la I Región Militar, Jaime
Godínez Ruiz; a los comandantes de la 22 Zona Militar, José Luis Sánchez León y
al adscrito Francisco Ortega Luna, así como al responsable del 102 Batallón de
Infantería, Raúl Castro Aparicio, y al teniente al mando del personal de tropa
que participó en los hechos, Ezequiel Rodríguez Martínez.
Al
recordar que la PGR sigue un proceso penal contra siete militares por el
homicidio de ocho personas, luego de que la CNDH documentó que entre 12 y 15
personas fueron víctimas de ejecución extrajudicial, de las 22 las fallecidas,
Patrón Sánchez también exigió al ombudsman Luis Raúl González Pérez a “no dar
por cumplida la recomendación 51/2014, en tanto la PGR no realice nuevas
diligencias para determinar el número exacto de las víctimas”.
Luego
de informar que el documento fue enviado a la Relatoría de Ejecuciones
Arbitrarias de la ONU, a la CIDH y a la Corte Penal Internacional (CPI), el
director del Centro Prodh puntualizó que los altos mandos del Ejército deberán
explicar las instrucciones de realizar operativos para “abatir” personas, orden
que “incita a privar arbitrariamente de la vida a civiles y a cometer graves
violaciones a derechos humanos”.
El
documento en cuestión fue obtenido por el Centro Prodh a través de un amparo
contra la negativa del Juzgado VI Militar a dar acceso a su representada al
expediente de la causa penal 33872014 que se sigue también a los soldados por
faltas a la disciplina castrense.
El
documento fechado el 11 de junio en el Campo Milita 22-D, de San Miguel
Ixtapan, Estado de México, da “disposiciones giradas por el propio alto mando”
de realizar actividades en “horario nocturno” y que, “basándose en un profundo
trabajo de inteligencia”, los operativos “se planearán y ejecutarán en horas de
oscuridad sobre objetivos específicos”.
En
el punto VII del documento, se indica que “las tropas deberán operar de noche
en forma masiva –y en el día reducir la actividad– a fin de abatir delincuentes
en horas de oscuridad, ya que el mayor número de delitos se comete en ese
horario”.
Santiago
Aguirre resaltó que además de la explicación que deben dar los altos mandos por
ese tipo de instrucción y de aclarar el número de personas ejecutadas
extrajudicialmente, ya que en el caso de la hija de Clara Gómez, Ericka, de 15
años, la dependencia consideró que su muerte se debió al fuego cruzado, aunque
hay serias dudas de que haya ocurrido así.
“En
el cuerpo de Ericka se encontró alojada una bala que corresponde al mismo
calibre con el que se ejecutó a quien la CNDH identificó como V17 y que en vida
llevó el nombre de Jorge González, además de que hay indicios de que el cuerpo
de Ericka fue movido del lugar donde murió”, apuntó el abogado.
Araceli
Olivos señaló que por las consideraciones de la CNDH y la PGR es que Clara
Gómez no ha sido considerada como víctima ni como parte del juicio que se sigue
a los soldados en la PGR, ni mucho menos ante la Procuraduría General de
Justicia Militar.
“Lo
que estamos viendo es que hay una invasión del fuero militar en un caso que
tendría que ser llevado en su totalidad en el fuero civil, pues se trata
violaciones graves a los derechos humanos, y cabe señalar que el MP militar
realizó periciales que nada tienen que ver con la disciplina castrense”,
sostuvo la abogada.
Olivos
criticó que desde la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) se hayan
difundido montos económicos que supuestamente se han pagado a las víctimas del
caso Tlatlaya, lo que ha puesto en riesgo a Clara Gómez y su familia, que viven
“en una región de extrema violencia como lo es la de Tierra Caliente”.
En
marzo pasado Jaime Rochín, presidente de la CEAV, aseguró que las víctimas por
el caso Tlatlaya cobrarían un millón de pesos, y que se había registrado a 50
posibles beneficiarios.
Al
exigir justicia para su hija Ericka Gómez y una explicación de “por qué la
ejecutaron”, Clara desmintió haber recibido recursos públicos como parte de la
reparación del daño, como se publicado, lo que la ha puesto en riesgo de
secuestro o asesinato.
La
mujer etiquetada como “Julia” en las indagatorias declaró que siempre ha dicho
la verdad, que no cambió su declaración como también aseguró el exprocurador
Jesús Murillo Karam, y que vive con miedo por haber enfrentado a los militares,
pero que ello era necesario debido a que no era la primera vez que cometían
abusos en la región.
“Quiero
que se haga justicia –insistió– porque ejecutaron a mi hija menor de edad
Ericka Gómez (…) lo que hicieron con mi hija no tienen perdón de Dios, y quiero
que se castigue a los responsables, a los de Toluca (policías mexiquenses) y a
los militares; que no queden impunes como siempre han quedado, porque tenemos
miedo a hablar, a que te hagan algo los militares, pues no es la primera vez
que se cometen errores en Arcelia, en San Pedro, siempre han cometido cualquier
estupidez, siempre lo han hecho injustamente.
“He
roto el silencio, me siento fuerte y con la frente en alto, voy a ir con todo y
a lo que venga, pues quiero que se castigue a los responsables”, puntualizó
Clara Gómez luego de responsabilizar al gobierno federal de su seguridad y de
incumplir a cabalidad con las medidas cautelares de las que es beneficiaria
desde octubre pasado por indicaciones de la CIDH.
Sobre
las órdenes de aprehensión contra siete policías ministeriales del Estado de
México que habrían intervenido en las torturas de las tres sobrevivientes,
Santiago Aguirre sostuvo que hasta ahora como representantes de Clara no han
sido notificados de esas acciones.
Sin
embargo, recordó que la recomendación de la CNDH no sólo incluía como
responsables de tortura y malos tratos a los policías ministeriales, sino a
otros funcionarios que podrían ser sancionados penal y administrativamente,
entre ellos personal pericial del Estado de México, así como quienes encubrieron
los hechos de Tlatlaya, “a partir de supeditación y subordinación de autoridad
civil sobre militar”.
Aguirre
agregó que para que haya un avance en el cumplimiento de la recomendación de la
CNDH también es necesaria una “disculpa pública del gobernador Eruviel Ávila,
tras sus declaraciones en los días posteriores inmediatos a los hechos de
Tlatlaya; “cuando reconozca que equivocó, que encubrió al Ejército y la
totalidad de los funcionarios sean sancionados, podrá hablarse de un avance en
la reparación”.
En
la presentación del reporte estuvieron presentes Ernesto López Portillo, del
Instituto de Seguridad y Democracia; Darío Ramírez, de Artículo 19; Miguel
Concha Malo, director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria;
Edgar Cortez, del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia; José
Antonio Guevara Bermúdez, de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los
Derechos Humanos, y Aidé Pérez, de Fundar, Centro de Análisis e Investigación.
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