Plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano, 3 de julio de 2015
Texto
completo del discurso del Papa a la Renovación en el Espíritu..
Pocos meses atrás, esos 23 egipcios coptos que fueron degollados en una playa de Libia, en ese momento decían el nombre de Jesús. Estos...
-pero no, no son católicos.
-Son cristianos, son hermanos, son nuestros mártires….“
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Queridos
hermanos y hermanas, buenas tardes y bienvenidos.
También
el agua sea bienvenida, porque la hizo el Señor. Aprecio tanto la respuesta que
han dado a mi invitación que les hice en el mes de enero pasado para venir aquí
en la plaza de San Pedro.
Gracias
por esta entusiasta y calurosa respuesta. El año pasado en el estadio compartí
con los presentes algunas reflexiones que me gustaría recordar hoy, porque
siempre es importante recordar. La memoria. La identidad de movimiento
carismático católico, de la cual nació la asociación Renovación en el Espíritu.
Lo haré con las palabras del cardenal Leon joseph Suenens, gran protector de la
Renovación carismática, así como lo describe en el segundo libro de sus
memorias.
En
primer lugar en este libro recuerda la extraordinaria figura de una mujer, que
tanto hizo por el movimiento carismático. Era su colaboradora que tenía la
confianza y afecto del papa Pablo VI. Me refiero a Veronica O'brien, que le
pidió al cardenal que vaya a Estados Unidos para ver que es lo que estaba
sucediendo, para ver con sus ojos lo que consideraba obra del Espíritu Santo.
Fue
entonces que el cardenal Suenens conoció la renovación carismática que definió
“un flujo de gracia”, y fue la persona clave para mantenerlo en la Iglesia.
El
papa Pablo VI en la misa del lunes de Pentecostés de 1965 le agradeció con
estas palabras: “En nombre del Señor le agradezco por haber llevado a la
Renovación Carismática al corazón de la Iglesia”. No es una novedad de algunos
años atrás. El movimiento carismático en la Iglesia tiene esta larga historia,
y en la homilía de esa misma misa el cardenal dijo: “Pueda el movimiento
carismático desaparecerse como tal y volverse en una gracia pentecostal para
toda la Iglesia”. Para ser fiel a sus orígenes el río tiene que perderse en el
océano, tiene que perderse en el océano.
Si
el río se queda quieto se corrompe. Si la Renovación, esta corriente de gracia
no termina en el océano de Dios, en el amor de Dios, trabaja para sí misma. Y
esto no es de Jesucristo, esto es del maligno, del padre de la mentira.
La
Renovación viene de Dios y va a Dios. El papa Pablo VI bendijo esto. El
cardenal siguió indicando que el primer error que es necesario evitar es el de
incluir a la Renovación carismática en la categoría de movimiento, porque no es
un movimiento especial. Renovación no es un movimiento en el sentido
sociológico común, no tiene fundadores, no es homogéneo e incluye a una gran
variedad de realidades, es una corriente de gracia, un soplo renovado del
Espíritu Santo a todos los miembros de la Iglesia, también para laicos,
religiosos y obispos.
Es
un desafío para todos nosotros. Uno no hace parte de la Renovación, mas bien la
Renovación se vuelve parte de nosotros si recibimos la gracia que nos ofrece.
El cardenal Suenens habla de la obra soberana del Espíritu que sin fundadores
humanos suscitó esta corriente de gracia en 1967. Hombres y mujeres renovados
que después de haber recibido la gracia del bautismo en el Espíritu, como fruto
de esta gracia, han dado vida a asociaciones, comunidades de alianza, escuelas
de formación, escuelas de evangelización, congregaciones religiosas,
comunidades ecuménicas, comunidades para ayudar a los necesitados y los pobres.
Yo
mismo he ido a la una comunidad coreana en mi viaje y también les visité en las
Filipinas. Esta corriente de gracia tiene dos organismos internacionales
reconocidos por la Santa Sede, que están a su servicio y al servicio de todas
sus expresiones en el mundo, el Iccrs y la Fraternidad católica. Esta es un
poco la historia, la raíz.
En
el Estadio el año pasado, hablé de la unidad en la diversidad, he dado el
ejemplo de la orquesta. En la Evangelii Gaudium, he hablado de la esfera y del
poliedro. No basta hablar de unidad, no es una unidad cualquiera, no es una uniformidad.
Dicho así se puede entender como la unidad de una esfera en donde todos los
puntos son equidistantes del centro y no hay diferencias entre un punto y otro.
El modelo es el poliedro que demuestra la confluencia de todas las partes que
en este mantienen su originalidad. Estos son los carismas, en la unidad, pero
en la propia diversidad. Unidad en la diversidad, la distinción es importante
porque estamos hablando de la obra del Espíritu Santo, no de la nuestra. Unidad
en la diversidad de expresión, de todas las realidades que el Espíritu Santo ha
querido manifestar. También es necesario recordar que toda esta unidad es más
que la parte y la parte no se puede atribuir ser el todo.
No
se puede decir nosotros somos la corriente denominada Movimiento Carismático
Católico, ustedes no. Esto no se puede decir, por favor hermanos esto no es
así, no viene del Espíritu, porque el Espíritu Santo sopla donde quiere, cuando
quiere, y como quiere. Unidad en la diversidad y en la verdad, que es el mismo
Jesús.
¿Cuál
es el signo común de quienes han renacido de esta corriente de gracia?,
convertirse en hombres y mujeres nuevos, este es el bautismo en el Espíritu.
Les pido que lean Juan 3, versículos 7,8 Jesús a Nicodemo.
Hay
otro punto que es muy importante esclarecer en esta corriente de gracia, los
que guían. Existe hermanos y hermanas, una gran tentación para el líder. Lo
repito, prefiero el término servidor, sirven, y esta tentación para los
servidores viene del demonio. Es la tentación de creerse indispensables,
cualquiera sea el cargo. El demonio los lleva a querer ser quienes mandan,
quienes están en el centro. Y así, así, paso a paso, se resbalan en el
autoritarismo, en el personalismo, y no dejan vivir a las comunidades renovadas
en el Espíritu. Estas tentaciones hacen que sea la eterna en la que ellos se
consideran insustituibles, posición que siempre tiene alguna forma de poder o
de dominio sobre los otros. Tengamos ésto claro. Lo único insustituible es el
Espíritu Santo y Jesús es el único Señor. Les pregunto, ¿Quién es el único
insustituible en la Iglesia?, es el Espíritu Santo. ¿Y quién es el único Señor?
(el público responde: Jesús). Digamos que Jesús es el Señor, fuerte... (el
público: Jesús es el Señor) No hay otros. En este sentido se registraron casos
tristes, hay que poner un tiempo limitado a los encargos, que en realidad son
servicios. Un servicio importante de los líderes laicos es hacer crecer y
madurar espiritualmente y pastoralmente a quienes tomarán su cargo al terminar
su servicio. Todos los servicios en la Iglesia es conveniente que tengan un
vencimiento. No hay líderes vitalicios en la Iglesia, esto sucede en algunos
países donde existe la dictadura. “Aprendan de mi que soy manso y humilde de
Corazón”, dice Jesús.
Esta
tentación del diablo hace pasar de servidor a patrón, uno se apropia de esa
comunidad, de ese grupo. Esa tentación hace resbalar hacia la vanidad. Hay
tanta gente, lo hemos escuchado, estos dos testimonios, el del matrimonio, el
de Hugo. Cuantas tentaciones llevan a hacer sufrir a una comunidad y limitan
hacer el bien, y se vuelven una organización, como si fueran una ONG. El poder
nos lleva, disculpen si lo digo, cuantos líderes se hinchan como pavos, y el
poder lleva a la vanidad. Uno se siente capaz de hacer cualquier cosa, se puede
resbalar en los negocios, porque el diablo siempre entra por las billeteras,
esta es la puerta de entrada.
Otra
cosa son los fundadores que han recibido del Espíritu Santo el carisma de
fundación. Ellos por haberlo recibido tienen la obligación de cuidarlo, de
hacerlo madurar, en sus comunidades, asociaciones. Los fundadores son por la
vida, o sea quienes inspiran y dan la inspiración, pero dejan que las cosas
vayan adelante. Conocí en Buenos Aires a un buen fundador, que a un cierto
punto se volvió espontáneamente el asesor, y dejaba que los líderes fueran los
otros. Esta corriente de gracia nos lleva hacia adelante, en un camino de
Iglesia que en Italia ha dado mucho fruto. Les animo a ir hacia adelante, y
pido vuestra importante contribución, en particular para compartir con todos en
la Iglesia el bautismo que han recibido.
Si
han vivido esta experiencia, compártanla en la Iglesia y este es el servicio
más importante que se pueda dar a todos en la Iglesia. Ayudar al pueblo de Dios
al encuentro personal con Jesucristo, que nos cambia en hombres y mujeres
nuevos. En pequeños grupos humildes pero eficaces, porque es el Espíritu el que
opera. No apuntar tanto a las grandes concentraciones que terminan allí, sino a
las relaciones artesanales que derivan del testimonio cotidiano en la familia,
en el trabajo, en la vida social, en la parroquia, con los grupos de oración,
con todos, con todos.
Y
aquí les pido que tomen la iniciativa para crear lazos de amistad y de
confianza con los obispos, quienes tienen la responsabilidad pastoral de guiar
al cuerpo de Cristo, incluido a la Renovación carismática. Comiencen a tomar
las iniciativas necesarias para que todas las realidades carismáticas italianas
nacidas de la corriente de gracia puedan vincularse con estas relaciones de
confianza y de cooperación directamente con los obispos allí donde se
encuentran.
Hay
otro signo fuerte del Espíritu en la Renovación carismática: la búsqueda de la
unidad del cuerpo de Cristo. Porque los carismáticos tienen una gracia especial
para rezar y trabajar en favor de la unidad de los cristianos. Porque la
corriente de gracia cruza a todas las Iglesias cristianas. La unidad de los
cristianos es obra del Espíritu Santo, y tenemos que rezar juntos. El
ecumenismo espiritual, el ecumenismo de la oración.
Pero
padre, ¿yo puedo rezar con un evangélico, con un ortodoxo, con un luterano?
¡Debes, debes!, porque han recibido el mismo bautismo. Todos nosotros hemos
recibido el mismo bautismo. Todos nosotros hemos recibido al mismo bautismo.
Todos nosotros vamos en el camino de Jesús. Todos nosotros queremos a Jesús.
Nosotros hemos hecho estas divisiones en la historia. Por tantos motivos, pero
no buenos, pero ahora es el tiempo en el que el Espíritu nos hace pensar que
estas divisiones no van, que estas divisiones son un anti-testimono, para ir
juntos.
El
ecumenismo espiritual, el ecumenismo de la oración, el ecumenismo del trabajo,
de la caridad juntos, de la lectura de la Biblia juntos. Ir juntos hacia la
unidad.
¿Pero
padre, para esto tenemos que firmar un documento? ¡Déjate ir adelante con el
Espíritu Santo!, reza, trabaja, ama, comparte y después el Espíritu hará el
resto. Esta corriente de gracia cruza a todas las confesiones cristianas, a
todas las que creen en Cristo. Unidad antes de todo en la oración. El trabajo
por la unidad de los cristianos comienza con la oración. Rezar juntos. Unidad
porque la sangre de los mártires de hoy nos hace uno.
Está
el ecumenismo de la sangre. Sabemos que aquellos que odian a Jesucristo, cuando
asesinan a un cristiano no le preguntan ¿Tú eres luterano, ortodoxo,
evangélico, bautista, metodista? ¡Tú eres cristiano! Y le cortan la cabeza.
Estos no confunden, saben que hay una raíz allí, que nos da la vida a todos y
que es Jesucristo, y que está el Espíritu Santo que nos lleva a la unidad.
Quienes
odian a Jesucristo, guiados por el maligno no se equivocan, saben. Por ello
asesinan sin hacer preguntas. Y esto es algo que les confío. Quizás les conté
esto, es una historia verdadera. En una ciudad de Alemania, en Hamburgo, había
un párroco que estudiaba los documentos para llevar hacia adelante la causa de
beatificación de un sacerdote asesinado, guillotinado por el nazismo, por haber
hecho catecismo a los niños.
Y
mientras estudiaba descubrió que después de él fue guillotinado, cinco minutos
después, un pastor luterano por el mismo motivo, y la sangre de los dos se
mezcló. Ambos fueron mártires, es el ecumenismo de la sangre. Si el enemigo nos
une en la muerte, ¿quienes somos nosotros para dividirnos en la vida? Dejemos
entrar al Espíritu para ir adelante todos juntos.
Pero
hay diferencias. Dejémoslas de lado y caminemos con lo que tenemos en común,
que es mucho, la Santísima Trinidad y el Bautismo, y vamos adelante con la
fuerza del Espíritu Santo.
Pocos
meses atrás, esos 23 egipcios coptos que fueron degollados en una playa de
Libia, en ese momento decían el nombre de Jesús. Estos...
-pero
no, no son católicos.
-Son
cristianos, son hermanos, son nuestros mártires. Es el ecumenismo de la sangre.
Hace cincuenta años el beato Pablo VI en la canonización de los jóvenes de
Uganda hizo referencia que por el mismo motivo habían derramado su sangre sus
hermanos catequistas anglicanos, que eran cristianos, y eran mártires.
Disculpen y no se escandalicen, son nuestros mártires porque han dado la vida
por Cristo, y esto es el ecumenismo de la sangre.
Rezar,
la memoria de nuestros mártires comunes, unidad en el trabajo junto por los
pobres y necesitados que necesitan también el bautismo en el Espíritu Santo,
sería hermoso organizar seminarios de vida en el Espíritu junto a otras
realidades carismáticas cristianas, con los hermanos y hermanas que viven por
la calle. También ellos tienen el Espíritu por dentro que empuja para que
alguien les abra la puerta desde fuera.
Terminó
la lluvia, parece, terminó el calor. El Señor es bueno, nos dio primero el
calor, después una buena ducha y está con nosotros. Dejemos que nos guíe el
Espíritu Santo, esta corriente de gracia que busca siempre la unidad. Nadie es
el patrón. Un solo Señor, ¿quién es? (el público: Jesús) Jesús es el Señor. Les
recuerdo, que la renovación carismática es una gracia para toda la Iglesia. ¿De
acuerdo? Si alguien no está de acuerdo que levante la mano. De acuerdo. La
unidad en la diversidad del Espíritu, no cualquier unidad, la esfera y el
poliedro, acuérdense bien de esto. La experiencia común del bautismo del
Espíritu Santo es el vínculo fraterno y directo con el obispo diocesano, porque
el todo es más que la parte. Después, unidad del cuerpo de Cristo, rezar junto
con los otros cristianos, trabajar juntos con los otros cristianos por los
pobres y necesitados, porque todos hemos tenido el mismo bautismo.
Organizar
seminarios de vida en el Espíritu para los hermanos que viven por la calle y
por los hermanos marginados por tantos sufrimientos de la vida. Me permito de
recordar el testimonio de Hugo, el Señor lo ha llamado justamente porque el
Espíritu Santo le hizo la alegría de seguir a Jesús. Organizar seminarios del
Espíritu Santo para los que viven por la calle. Y después si el Señor nos da
vida les espero a todos juntos en el Iccrs y en la Fraternidad católica que ya
están organizando. A todos quienes quieran venir en el 2017. No es tan lejos.
Aquí en la plaza de San Pedro para celebrar el jubileo de oro de esta corriente
de gracia. Una oportunidad para la Iglesia como dijo el beato Pablo VI en la
basílica de San Pedro en 1965. Nos reuniremos para dar gracias al Espíritu
Santo por el don de esta corriente de gracia que es para la Iglesia y para el
mundo. Y para celebrar las maravillas que el Espíritu Santo ha hecho durante
estos 50 años cambiando la vida de millones de cristianos. Nuevamente gracias
por haber respondido con alegría a mi invitación. Que Jesús les bendiga y la
Virgen santa les proteja. Y no se olviden de rezar por mí, porque lo necesito.
Gracias.
(Texto
traducido y transcrito del audio por ZENIT)
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