Discurso del Papa Francisco en ceremonia de bienvenida en Ecuador
El papa Francisco inició este domingo 5 de julio su visita
apostólica a Ecuador y dirigió un breve discurso durante la ceremonia de
bienvenida en el Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre en Quito, en el que
afirmó que llega “como testigo de la misericordia de Dios y de la fe en
Jesucristo”, exhortó a cuidar a niños, jóvenes y ancianos; y aseguró que en el
Evangelio se pueden encontrar “las claves que nos permitan afrontar los
desafíos actuales”.
Señor
Presidente,
Distinguidas
autoridades del Gobierno,
Hermanos
en el Episcopado,
Señoras
y señores, amigos todos
Doy
gracias a Dios por haberme permitido volver a América Latina y estar hoy aquí
con ustedes, en esta hermosa tierra del Ecuador. Siento alegría y gratitud al
ver la calurosa bienvenida que me brindan: es una muestra más del carácter
acogedor que tan bien define a las gentes de esta noble Nación.
Le
agradezco, Señor Presidente, sus palabras, le agradezco sus palabras en
consonancia con mi pensamiento, me ha citado demasiado, gracias; a las que
correspondo con mis mejores deseos para el ejercicio de su misión que pueda
lograr o que quiere para el bien de su pueblo. Saludo cordialmente a las
distinguidas autoridades del Gobierno, a mis hermanos Obispos, a los fieles de
la Iglesia en el país y a todos aquellos que me abren hoy las puertas de su
corazón, de su hogar y de su Patria. A todos ustedes mi afecto y sincero
reconocimiento.
Visité
Ecuador en distintas ocasiones por motivos pastorales; así también hoy, vengo
como testigo de la misericordia de Dios y de la fe en Jesucristo. La misma fe
que durante siglos ha modelado la identidad de este pueblo y dado tan buenos
frutos, entre los que se destacan figuras preclaras como Santa Mariana de
Jesús, el Santo hermano Miguel Febres, Santa Narcisa de Jesús o la Beata
Mercedes de Jesús Molina, beatificada en Guayaquil hace treinta años durante la
visita del Papa San Juan Pablo II. Ellos vivieron la fe con intensidad y
entusiasmo, y practicando la misericordia contribuyeron, desde distintos
ámbitos, a mejorar la sociedad ecuatoriana de su tiempo.
En
el presente, también nosotros podemos encontrar en el Evangelio las claves que
nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias,
fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones, para que los logros y
el progreso y todo este progreso en desarrollo que se están consiguiendo y se
consoliden y garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial
atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables.
Para esto, Señor Presidente, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración
de la Iglesia. Para servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie
con dignidad.
Muchas
gracias.
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