El Universal, 1 de marzo de 2016
Cuando
se va a dormir, Joaquín Guzmán Loera acostumbra taparse por completo: pasar la
cobija por encima de la cabeza y cubrir todo su cuerpo.
Hasta
ese hábito pone nerviosos a sus celadores.
Imagino
de inmediato un acto del maestro de la magia David Copperfield cuando coloca
una tela sobre una guapa modelo y al jalar vigorosamente el trapo ¡pum! ella ya
no está. Han de pensar que así se les puede escapar ahora El Chapo.
Por
eso, cuando el abogado del líder del Cártel de Sinaloa denunció que no lo dejan
dormir en su celda, que lo despiertan cada dos horas y que lo quieren volver un
zombi, la Comisión Nacional de Seguridad respondió que en realidad lo
despiertan cada cuatro horas para realizarle la “prueba de vida”: cerciorarse
que bajo ese bulto escondido en una cobija hay un ser humano, está vivo y se
llama Joaquín Guzmán Loera.
Los
dos policías federales con perro adiestrado que viven afuerita de la puerta de
su celda, donde lo graban las 24 horas, tienen estrictamente prohibido hablar
con él. Se ha dispuesto para su vigilancia, a través de video, nuevo personal
de monitoreo que rota cada cuatro horas. Esa imagen llega en tiempo real hasta
los teléfonos inteligentes de varios funcionarios de alto nivel, quienes me han
confirmado esta información.
El
Chapo permanece esposado de las manos por la espalda y le quitan las esposas
casi sólo para comer e ir al baño. Su salida al patio es a solas, sin ningún
otro interno con quien convivir, y ese recreo no es en la explanada general,
sino en un pequeño jardín.
Se
sabe que lo cambian de celda sin un patrón definido. En los primeros días tras
su reaprehensión, era trasladado de una a otra en el pasillo de Tratamientos
Especiales del penal del Altiplano. Eran veinte puertas de acero con seguridad
reforzada en techos y pisos, según confirmó la autoridad y publicamos en estas
Historias de Reportero en la entrega Lo cuidan con perros huele-Chapo, del 18
de enero de este año. Se ha duplicado el número de celdas reforzadas
disponibles, pues se habilitó un segundo piso.
A
las afueras, las torretas de vigilancia que antes estaban vacías ya tienen
francontiradores del Ejército con rifles de largo alcance y cañones de ruido
que disparan ondas sonoras capaces de romper el tímpano, además de provocar
vértigo a aquellos a quienes apuntan y no se retiran de la zona.
Los
cañones de ruido generan 153 decibeles, más que el sonido de un avión comercial
a 50 metros de altura. Son de aluminio, en forma casi circular y se apuntan
hacia el objetivo para aturdirlo e impedir su actuar. Su potencia alcanza hasta
3 kilómetros de distancia. Fueron diseñados en Estados Unidos tras el ataque en
el año 2000 al destructor USS Cole en Yemen por parte de una célula de
Al-Qaeda, que provocó la muerte de 17 infantes de Marina.
De
esta manera, en el gobierno mexicano buscan protegerse ante la posibilidad de
que los asociados del líder del Cártel de Sinaloa orquestaran un ataque armado
por aire o tierra contra el penal del Altiplano. Según las fuentes de seguridad
consultadas, este cañón podría incluso apuntarse hacia un helicóptero artillado
e impedir que sus tripulantes disparen.
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LO ÚNICO QUE
QUIERE ‘EL CHAPO’ ES QUE LO DEJEN DORMIR/Ciro Gómez Leyva
El Universal
¿Lo
que está pidiendo es que lo dejen dormir?, vuelvo a preguntarle a Emma Coronel,
la mujer del Chapo Guzmán. Ha concluido una detallada descripción de la visita
que le hizo el sábado en el penal del Altiplano a su, formalmente, concubino. Y asegurado que lo vio “muchísimo peor”
que la otra ocasión que pudo estar con él después de la captura del 8 de enero.
—Está
muchísimo peor. Muy nervioso, ya no puede dormir. Me dijo que no lo dejan
descansar, que se siente muy mal, que no sale a ningún lado, que no hace
ninguna actividad, que todo el día lo están vigilando, que no quiere hacer
nada, que lo único que pide es descansar.
—¿Lo único que
está pidiendo es que lo dejen dormir?
—Nada
más. No está pidiendo nada más y nosotros tampoco.
—Déjenme
dormir.
—Exactamente
—rubrica la joven mujer.
Los abogados
del Chapo denunciaron hace dos semanas que los custodios del penal despertaban
a su defendido cada dos horas. Las autoridades penitenciarias lo desmintieron,
aclarando que no era cada dos, sino cada cuatro horas para comprobar que
estuviera vivo. Se amparaban en el reglamento. Concretamente, en
el artículo 18 de la Constitución. Pero ahí no hay referencia a las cuatro
horas. El último párrafo marca, acaso, “que
las autoridades podrán imponer medidas de vigilancia especiales a los
internos”.
El
reglamento de los Centros Federales de Readaptación Social tampoco explicita
tal medida. Por el contrario, prohíbe los procedimientos que “menoscaben la
dignidad de las personas” y ordena abstenerse de “realizar actos que violen los
derechos humanos”.
Emma
Coronel me dijo que al salir del penal del Altiplano el sábado fue a la CNDH a
denunciar esta que consideran una grave violación. Tendrían que ganarla. Ni
siquiera al Chapo se le puede desquiciar el sueño.
“Están atentando contra la vida de mi esposo”,
concluye. “Si no es así, que expliquen que si lo que están haciendo no es jugar
con su salud”.
—¿Jugar
con su salud es no dejarlo dormir?
—Precisamente.
Lo que estamos pidiendo, que lo dejen dormir, no se me hace algo imposible de
conceder.
No
debería serlo. Por justicia elemental, por sentido de humanidad y decencia,
tendría que concedérsele este derecho al Chapo Guzmán. He aquí otro caso en
que, si se aplicara la ley, el gobierno tendría que dar inmediata marcha atrás.
Pero…
MENOS
DE 140. Pese a la metralla mediática, los peritos de la PGR insisten: en el
basurero de Cocula se pudo quemar a 2 mil personas. ¿Quién los escucha?
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