Por:
Erick Becerra/Síntesis
El
periodista, poeta y filósofo cubano José Martí tiene una frase demoledora:
'En
la justicia no cabe demora:
y el que dilata su cumplimiento, la vuelve contra
sí'.
Esta
es la historia de dos personas que aseguran ser víctimas y no victimarios. Pero
que desde hace dos años y cinco meses permanecen presos en el Cereso de San
Pedro Cholula.
De
puño y letra
'Esta
historia empezó el 6 de septiembre de 2013; fue el día en que casi después de
un pestañazo, mi vida cambió', explica en una misiva, Delia Benítez Rodríguez,
acusada de ser la autora intelectual del homicidio de Martha Alejandra Mena
Martín del Campo, quien fue hallada muerta con decenas de puñaladas.
Acompañada
de una prima, Delia Benítez salió de su casa a eso de las 10:30 horas y al dar
vuelta en una calle adoquinada, dos vehículos le cortaron el paso. Descendieron
seis o más personas con pasamontañas y 'muchas armas'.
'Me
insultaban, golpeaban mi camioneta; uno de ellos trataba de abrir la
portezuela; mi prima y yo intentamos hacer alguna llamada, no pudimos, fue
entonces que en una reacción miré por el retrovisor y di marcha atrás unos
metros para volver a tomar el camino a mi casa, aceleré pero no pude accionar
el control del portón, entonces vi el otro portón, por donde saldría mi marido
con mi hija, que estaba abierto, por eso seguí hacia allá y me detuve en el
terreno baldío junto a nuestra casa; le dije a mi prima 'no sé qué hacer? y muy
asustada me dijo 'yo tampoco?. Entonces los vehículos mencionados llegaron, se
bajaron los de la pick up y un tipo corrió con una macana en el brazo, brincó y
se estrelló en mi ventanilla; voló en pedacitos, metió su brazo y me jalaba el
cinturón de seguridad, cuando otro tipo estaba del lado de mi prima con una
arma logró zafarme entonces me tomó por los cabellos y me bajó a jalones de mi
camioneta, me llevó a la pick up, subió y me echó algo en la cabeza, nunca me
soltó y siguió golpeando e insultándome; de reojo pude ver hacia la cochera y a
mi marido que caminaba hacia una de esas personas y hacía señas con las manos',
narró.
Delia
Benítez preguntó a sus agresores qué sucedía. Si se trataba de un secuestro, a
lo que respondieron que iban de parte del Señor de los Cielos, mientras se
reían y la llenaban de insultos y golpes en la cabeza.
Les
preguntó si querían dinero y respondieron que si trataba de sobornarlos. Pero
sin mediar mayor explicación la subieron a una camioneta y se la llevaron.
Poco
después narró que la bajaron a una habitación iluminada con luz blanca, le
pidieron la clave de acceso de su teléfono celular, la jalonearon para quitarle
joyas y le ordenaron desnudarse.
'Me
hicieron caminar a una silla metálica, ahí me vendaron los ojos, me mojaron la
cabeza con algo frío al mismo tiempo que me hicieron preguntas y me pegaron en
el brazo', señaló.
Ahí
le preguntaron por la víctima, a lo que respondió que trabajaba en la empresa de
su familia y llevaban una relación cordial; incluso compartieron las cenas de
Navidad en varias ocasiones.
Le
preguntaron si había tenido problemas con Martha Mena, a lo que dijo que hacía
tres años tuvieron cierto roce por la cercanía con su marido, situación que se
subsanó.
'Sobre
mi relación con mi esposo, les dije que como cualquier matrimonio tiene sus
altibajos, algunos problemas naturales de una vida en común pues en ese
entonces ya teníamos más de 25 años de matrimonio', expresó.
Un
hombre le preguntó quién era Arturo González Tabaco y cuál era su relación. Y
comentó que era empleado de la empresa familiar desde que tenía 15 años de
edad, hacía más de 20 años.
Se
obsequian golpes
'El
tipo insinuó si tenía algo que ver conmigo, respondí que no podía decir algo
así, así que me pegaron por todo el cuerpo, los brazos, la cabeza, las piernas.
Entonces metieron mis piernas a una cubeta con agua fría... ni idea tenía del
propósito de eso... luego entendí, me dieron toques eléctricos en las piernas,
las pantorrillas, los talones, en las muñecas y en las manos; entonces grité
varias veces, pues el dolor era el más fuerte que hubiera sentido antes, mis
dientes mi cabello creo que vibraban, todo el cuerpo me dolió, entonces un
hombre pequeño se sentó en mis piernas, tomó mis manos con mucha fuerza por la
cintura, para que no brincara con los siguientes toques, fue espantoso, muy
doloroso', escribió. 'Nunca imaginé que algo así me llegara a suceder'.
En
ese momento pusieron una grabación del chofer, quien diría que necesitaba
dinero para pagar una hipoteca y le pedía perdón.
De
pronto un hombre de acercó a ella y le dijo que confesara. Que tenía muchos
métodos para sacarle la verdad. Ella no respondió, por lo que la volvió a
golpear hasta que casi perdió el sentido, pero para que lo recobrara le
pusieron alcohol en la cara.
'Como
soy asmática creo que entré en crisis, pues alguien me tomó el pulso, otra vez
dijo 'esta pinche perra está fingiendo. Tenía mucho miedo que creí que me iba a
morir', escribió.
De
ahí la llevaron a una oficina, donde la desnudaron y le tomaron fotografías.
Llegó
después una mujer que dijo ser médico. Le alcanzó hojas y lápiz y le pidieron
hacer dibujos para un estudio sicométrico. Le hicieron tomar un medicamento
porque tenía la presión muy alta, debido a que padece hipertensión.
Después
de ello entró en un letargo que le dificultaba responder las preguntas.
Posteriormente
pasó la noche en un sótano, donde le dieron a firmar papeles que no le
permitieron leer.
Después
la subieron a otra sala donde rechazó el servicio de un abogado de oficio;
llegó su hija y pudo abrazarla por cinco minutos.
Agregó
en la carta: 'me regresaron a otra oficina y entró un hombre de traje, de tez
clara, de barba de candado y otro moreno y alto que dijo ser Marcelino Meza MP.
El primero era Fernando Rosales que me hacía preguntas generales. Como no
estaba mi abogado me negué a declarar y aseguré que me habían drogado... se
molestó mucho y me pidió el teléfono de mi abogado, pero no me lo sé de memoria.
En ese momento colgó el teléfono y dijo que me iban a 'entambar?, y que no me
dieran derecho a fianza'.
Y
continuó: 'me bajaron a la plancha donde me recosté dolorida, mojada y muy
triste, sola... de las peores noches de mi vida'.
Después
de eso le aseguraron que su marido había huido del país y que la había
abandonado. Escuchó en un momento al hermano de la víctima, quien en un pasillo
preguntaba si era ella. En esos instantes la presentaron en la sala de prensa
como la probable responsable del homicidio de Martha Alejandra Mena Martín del
Campo.
Posteriormente
trasladaron a Delia Benítez y a Arturo González Tabaco al Cereso de San Pedro
Cholula, donde se percataron de las lesiones que presentaba.
Al
otro día fue al juzgado a San Andrés Cholula, donde pudo ver momentáneamente a
su familia.
Supo
entonces que a su marido también lo golpearon y le rompieron el tímpano. Su
hija grabó la detención, cuyo archivo obra en el expediente.
'Otro
día me llevaron ante el juez penal de San Pedro Cholula, Alejandro León Flores,
escuché por horas mi expediente, largo, parecía un directorio telefónico, y no
sabía de dónde tenían tanta información. También llegaron Fernando Rosales y
Marcelino Meza, sentí miedo pero ¿qué más me podían hacer?
Escuché
atentamente, entre otras cosas me llamaron la atención de declaraciones de
algunos familiares y una amiga de la difunta, en la que me mencionaban, poco o
mucho de manera negativa'.
'Otro
tío de ella, Homero, un carpintero que trabajó por unos meses en el taller de
la familia que estaba a un costado de mi casa, por lo cual yo lo veía y lo
saludaba ocasionalmente, nada de importancia, y menos aún de tema personal.
Este individuo declaró que yo le contaba mis problemas maritales... increíble
lo chismosas que pueden ser las personas, pero qué inaudito que el juez les
pudiera dar crédito'.
Continuó:
'Al final me tocó hablar. Narré los hechos como aquí en esta carta. Detrás del
juez, de estatura bajita, estaban Fernando Rosales y Marcelino Meza, y cuando
le dije que ellos me habían hecho y que me golpearon y que a lo mejor ellos
estuvieron ahí, el juez se volteó a mirarlos pero no respondió nada. Después
hubo otro episodio con la gente que en la DGDAI le había hecho preguntas y el
estudio sicométrico, pero se negó a practicarse otro estudio'.
Ya
cara a cara, se anima a decir: 'así las cosas... sólo los cimientos bien firmes
del amor en una familia podrían darle base a una experiencia como ésta; sólo
con Dios a nuestro lado, con todos nuestros valores como cristianos es que
resistimos todos los golpes y reveses que nos ha tocado vivir'.
Al
concluir la misiva, Delia Benítez compartió: 'agradezco profundamente a mis
hermanos, primos, sobrinos queridísimos, mis amigos curas, amistades todos, por
sus oraciones, sus visitas, mensajes preocupación por mi familia y por mí.
Qué
puedo decir de mis hijos amados y mi gordo querido, no ha faltado a sus
visitas, están al otro lado de la línea telefónica cada vez que les llamo, me
han acompañado dentro aquí mismo hemos estado 'internos?'.
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