Excelsior, 1 de marzo de 2016
Para Bibiana,
con el amor y la confianza que se construyen día con día.
No
deja de llamar profundamente la atención la encuesta que publicó El
Financiero este lunes sobre la carrera presidencial para el 2018. Más
allá de Andrés Manuel López Obrador en Morena, en el escenario del 2018,
comienzan a mostrarse candidaturas que, por supuesto, están a merced de los
tiempos y las circunstancias, pero que otorgan un cuadro bastante claro sobre
el cual comenzar a trabajar.
Miguel Ángel
Osorio Chong tiene en el PRI amplia ventaja, tanto como la tienen Margarita
Zavala entre los panistas y Miguel Ángel Mancera entre los independientes.
También entre quienes preferirían candidatos independientes, Margarita y
Mancera tienen una amplia preferencia sobre, por ejemplo, Jaime Rodríguez El
Bronco.
Margarita
es una mujer que cumplió muy bien su papel de primera dama, pero que además,
antes, durante y después de la administración Calderón mantuvo un perfil y una
carrera propios. Es conocida en todo el país, siempre tuvo altos grados de
aceptación y el propio Felipe Calderón ha visto cómo su desempeño con el paso
de los años ha sido mejor valorado, lo que también potencia, aunque sea
indirectamente, a Margarita.
Su
rival en el PAN no es Ricardo Anaya, al que no le alcanzará para una candidatura
presidencial, sino Rafael Moreno Valle: el gobernador de Puebla no tiene el
mismo nivel de reconocimiento fuera de su estado, pero tiene una estrategia y
un equipo muy sólido. En cuanto termine la elección de junio veremos una
actividad muy intensa de Moreno Valle para acortar distancias, asumiendo,
además, que el espacio independiente, también, podría ser una posibilidad para
Zavala, como el de una coalición lo es para Moreno Valle.
En
el PRD el candidato es Mancera. Ningún otro aspirante perredista se acerca al
jefe de Gobierno que, además, al no ser militante del PRD puede establecer en
torno suyo una alianza real y de facto interesante: el doble perfil
partidario-independiente, como en el caso de Margarita, lo beneficia. Lo que
falta (y eso tendrá que ocurrir pasado junio y la constituyente capitalina) es
definir con toda claridad que quiere ser candidato y trabajar públicamente en
consecuencia.
¿Por qué Osorio
tiene tal preeminencia entre los priistas? La primera razón es porque en el
priismo, sólo Manlio Fabio Beltrones, y en menor medida Eruviel Ávila tienen
relación real con la base partidaria e historia que la sustente.
Pero eso no explicaría la presencia de Osorio entre quienes no son priistas. Y
el hecho es que Osorio, que ha trabajado poco sus espacios de imagen y
relaciones públicas, está cotidianamente en los estados, atiende temas que van
directamente a las necesidades de la gente, incluyendo la seguridad y eso al
mismo tiempo que lo pone constantemente en la cuerda floja, le otorga reconocimiento.
Lo que ganó en su momento con la detención de El Chapo, lo perdió con la fuga
de éste y lo ha vuelto a recuperar al volver a apresarlo. Hay un detalle, sin
embargo, que no es menor: las encuestas muestran que esa fuga no le ha sido
atribuida al propio secretario. El caso Iguala no fue responsabilidad de la SG
y por más que existe una intensa campaña para endosarle esa responsabilidad al
gobierno federal como un todo, lo cierto es que se ha estirado tanto esa cuerda
que está a punto de romperse.
Otro
tema, que tampoco no puede ignorarse es que el mayor costo que ha pagado la
actual administración ha sido por la economía (en realidad por la Reforma
Fiscal, sea o no benéfica para el presente y el futuro) y los eventos de
supuesta o real corrupción. El primero no es área de Osorio; en el segundo
tema, por más que se haya intentado involucrarlo en ello, esos golpes logró
neutralizarlos. Le ayuda, además, el contar con un equipo muy pequeño y muy
suyo que no abarca siquiera toda la Secretaría de Gobernación, aunque sus redes
son muy amplias.
Por
supuesto que el PRI tiene otros buenos aspirantes que hacen una baraja con
muchas opciones. En primer lugar, Aurelio Nuño, al que aún le falta remar más
en el reconocimiento popular, pero que tiene en sus manos un magnífico
instrumento en la Reforma Educativa y una muy buena imagen personal. Luis
Videgaray, con enorme influencia en el gobierno, en el gabinete y obviamente en
el manejo económico. José Antonio Meade, que no es militante del partido y que
ha sido un funcionario ejemplar en distintas secretarías y que cubriría ese
perfil priista-independiente que también tiene que tener preparado el
oficialismo (un perfil que en ciertas coyunturas, también, podría cubrir José
Narro). Comienza a aparecer Claudia Ruiz Massieu y, por supuesto, ahí están
Manlio (el cuadro priista y político por antonomasia, el de mayor experiencia)
y Eruviel.
Es
una baraja muy amplia que, con el paso del tiempo, se tendrá que ir reduciendo,
asumiendo que la decisión final la tomará el presidente Peña buscando el mejor
para su causa, pero el mejor será, para él, quien pueda ganar esa elección.
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