Revista
Proceso
# 2081, 18 de septiembre de 2016...
Otra
víctima de pederastia clerical denuncia encubrimiento/RODRIGO
VERA
Con
el telón de fondo de una sociedad polarizada a escala nacional por quienes se
manifiestan a favor y en contra de los llamados matrimonios igualitarios,
repudiados estos últimos por el arzobispo primado de México, Norberto Rivera,
el cardenal enfrenta una acusación por el presunto encubrimiento de un
sacerdote adscrito a su comunidad procesado por señalamientos de pederastia. El
cura fue detenido en agosto pasado, pero el denunciante y sus abogados
consideran que también Rivera debe ser consignado, pues aseguran tener pruebas
de que solapó por años al sacerdote.
El
polémico Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, se encuentra en
medio de dos fuegos en su contra: por un lado, se intenta llevarlo a juicio por
la supuesta protección que le brindó a un sacerdote pederasta suyo que acaba de
ser arrestado y, por el otro, varias organizaciones sociales ya están exigiendo
su renuncia debido a sus fuertes críticas contra los llamados matrimonios
igualitarios.
El
pasado 27 de agosto fue detenido Carlos López Valdés, quien siendo sacerdote de
Rivera Carrera estuvo abusando sexualmente, entre 1994 y 1999, de Jesús Romero
Colín, quien entonces era un niño. El joven lo denunció desde 2007 ante la
Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), que apenas hasta
ahora lo detuvo.
Cuenta
el propio Romero Colín:
“Estoy
muy sorprendido con el arresto. Yo denuncié al sacerdote del cardenal Rivera
desde hace nueve años ante la procuraduría capitalina. Y ésta jamás hizo nada.
Lo mantuvo en la impunidad pese a las pruebas en su contra. Hasta ahora se le
arrestó, justo cuando el cardenal se está oponiendo duramente a la iniciativa
del presidente Peña Nieto que intenta legalizar los matrimonios gay.”
Uno
de los abogados de Romero, David Peña, asegura por su parte:
“Hubo
acuerdos no escritos entre la Iglesia y el poder público. La detención de
Carlos López se debió a un cambio, a una recomposición de estos acuerdos. Sólo
eso explica que hoy se le haya arrestado, luego de varios años de que las
autoridades no hicieron absolutamente nada.”
–¿A
partir de este arresto, intentarán que se castigue a supuestos encubridores de
nivel jerárquico más alto?
–Mire,
el arresto de Carlos es sólo la punta del iceberg. Detrás de sus abusos hubo
todo un entramado que le dio protección y nosotros estamos decididos a
desenmarañarlo. Por lo menos desde 2007, cuando la víctima denunció al
sacerdote, está comprobado que Norberto supo de sus abusos –aunque nosotros
suponemos que lo sabía desde años antes– y aun así no lo denunció ante las
autoridades civiles ni tampoco quiso aportar elementos para la investigación. Y
quien está obligado a colaborar y no lo hace, se convierte en cómplice.
“Norberto
se limitó a hacerle un juicio eclesiástico a su sacerdote, en el que se le
encontró culpable. Y luego se le quitó el ministerio sacerdotal. Es como si un
miembro de un club deportivo cometiera un asesinato dentro del club y las
autoridades de éste sólo le quitaran la membresía al asesino sin denunciarlo a
las autoridades. Norberto hizo exactamente lo mismo.
“Por
lo pronto ya tenemos al exsacerdote en la cárcel. Hay pruebas suficientes para
sujetarlo a proceso y para sentenciarlo. A partir de ahí jalaremos el hilo para
ver hasta dónde llega. ¿Quién estuvo ocultando sus delitos dentro del
arzobispado? ¿Quién maniobró para que no se le arrestara durante tanto tiempo?
¿Quiénes mantuvieron congelado el caso dentro de la procuraduría?… Intentaremos
dar con los responsables.”
La
víctima, Romero Colín, era un niño de 11 años cuando, en 1994, entró a ayudar
como acólito al padre Carlos López en la parroquia de San Agustín de las
Cuevas, ubicada en Tlalpan, al sur de la Ciudad de México. Desde entonces y
hasta 1999 el sacerdote estuvo abusando sexualmente de su monaguillo en la
misma casa parroquial.
Avergonzado
y confundido, Romero Colín no se atrevía a comentarle los hechos a sus padres,
quienes eran muy devotos y cercanos al párroco. Hasta 2007 se atrevió a
revelarles el doloroso secreto. Su madre inmediatamente denunció al sacerdote
con el entonces obispo auxiliar Jonás Guerrero, encargado de la Sexta Vicaría
de la Arquidiócesis y superior inmediato del sacerdote acusado de pederastia.
Pero
asegura Romero Colín que, desde años atrás, Jonás ya sabía de la conducta
delictiva de su subalterno:
“En
2004, el seminarista Alexander Félix, muy allegado a la parroquia del padre
Carlos, descubrió una serie de fotografías donde éste aparecía violando niños.
Muy decepcionado, el seminarista le entregó las fotos al obispo Jonás. Y éste
no hizo nada. Decidió encubrir a su subalterno”, asegura.
En
2007 la madre de Romero Colín no sólo se quejó ante la arquidiócesis, sino
también denunció al sacerdote en la PGJDF, cuya Fiscalía Central de
Investigación para la Atención de Delitos Sexuales tomó el caso y lo mantuvo
congelado.
La
arquidiócesis, por su lado, ese mismo año le abrió un proceso en su tribunal
eclesiástico. Además, el obispo Jonás le pidió a monseñor Marcelino Hernández,
también obispo auxiliar de la arquidiócesis, que le diera tratamiento al
acusado de pederastia en la Casa Damasco, un internado para sacerdotes con
problemas psicológicos y de adicción y que entonces dirigía Marcelino.
El
tribunal de la arquidiócesis finalmente encontró culpable de pederastia al
cura, por lo que en 2011 el Vaticano lo inhabilitó como sacerdote. Sin embargo,
durante todo el tiempo que duró su juicio eclesiástico el padre Carlos
indebidamente estuvo oficiando misas en la Ciudad de México. Y después de
quedar inhabilitado se fue a vivir tranquilamente a su casa de descanso de
Jiutepec.
Ante
tanta impunidad, en 2013 Romero Colín le envió una carta al Papa Francisco
contándole sus tribulaciones. Y el pontífice, inusitadamente, le contestó a
través de otra misiva que escribió de puño y letra. En ella le dice a la
víctima que siente “dolor” y “vergüenza” por su caso. Y le pide “perdón en
nombre de la Iglesia” (Proceso 2004).
Mientras
tanto, la procuraduría seguía dándole largas al asunto, por lo que, en abril de
2015, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal le emitió una
recomendación –la 1/2015 – en la que le pidió actuar y también sancionar a sus
funcionarios que, con prácticas dilatorias, le obstaculizaban el acceso a la
justicia a Romero Colín.
Fue
hasta octubre de ese año cuando la procuraduría por fin citó a declarar a Jonás
Guerrero, ya siendo obispo de Culiacán. Dos meses después, en diciembre, citó a
Marcelino Hernández, actual obispo de Colima. Ambos confesaron que supieron de
los abusos de López Valdés. Pero nunca lo denunciaron ante las autoridades
civiles. Sólo le recomendaron tratamiento psicológico en Casa Damasco.
Finalmente,
el pasado 27 de agosto, fue arrestado en Jiutepec, donde ya se ganaba la vida
trabajando de “cerillo” en un centro comercial. Fue trasladado al Reclusorio
Oriente de la Ciudad de México. Ahí está preso y acusado por el presunto delito
de “violación”, con el número de expediente 244/2008, llevado por el Juzgado 55
de lo Penal, de ese reclusorio.
Luis
Ángel Salas, otro de los abogados de la víctima, comenta:
“El
exsacerdote ya rindió su declaración preparatoria en el reclusorio. Sólo dio
sus datos generales, negándose a responder las preguntas del órgano acusador.
Pero tendrá que aceptar su culpabilidad en algún momento, cuando venga el
ofrecimiento de pruebas. Tenemos muchos elementos probatorios. En eso no hay
problema.
“A
partir de sus declaraciones se irá valorando la responsabilidad de la Iglesia
como institución, ya que, entre otros puntos, López Valdés utilizó
instalaciones de la arquidiócesis para cometer sus abusos. Es decir; ésta le
facilitó el medio comisivo del delito.”
–¿Hay
posibilidades de que vuelvan a comparecer los obispos Jonás y Marcelino?
–Esa
es nuestra intención. Podrán volver a testificar dentro del ofrecimiento de
pruebas. Ya reconocieron mientras tanto que supieron de los abusos del
sacerdote.
Por
su lado, Alberto Athié, quien presentó el caso ante el Comité de los Derechos
del Niño de la ONU, en la ciudad de Ginebra, comenta:
“No
olvidemos que Jonás y Marcelino eran en ese tiempo obispos auxiliares de
Norberto. Y un auxiliar –como su nombre
lo indica y de acuerdo a las leyes canónicas– no tiene autoridad propia;
depende totalmente del obispo titular, en este caso de Norberto, quien estuvo
obligado a saber lo que hacían sus auxiliares y, por consiguiente, su sacerdote
abusador. No tengo duda alguna de que hubo encubrimiento institucional.”
Athié
se muestra igualmente sorprendido de que se haya detenido al sacerdote acusado
de pederastia justo cuando el cardenal está golpeando a Peña Nieto por su
iniciativa a favor de las bodas gay. Dice sobre el punto:
“Puede
ser que hasta ahora se integró el expediente del caso y así se ejecutó muy
tardíamente el arresto del pederasta. Quizás. Pero tampoco seamos ingenuos.
Igual es muy probable que el jefe del gobierno capitalino, Miguel Ángel
Mancera, quien siempre ha sido muy cercano al cardenal y además era titular de
la procuraduría cuando se dio la denuncia, ahora haya intervenido en el arresto
porque consideró que este asunto es una ‘papa caliente’ y obstruye sus
aspiraciones presidenciales. De ahí que haya decidido deslindarse de Norberto.
“También
es probable que se hayan desbaratado arreglos políticos entre el cardenal y
Peña Nieto. No olvidemos que para poder casarse Peña Nieto con Angélica Rivera,
La Gaviota, ésta tuvo que anular primero su anterior matrimonio eclesiástico. Y
para esto, se dice, la apoyó el cardenal Rivera. Pero ahora Norberto trae
pleito con el presidente. Por ello el gobierno quizá maniobró para encarcelar
al pederasta porque Norberto así puede quedar implicado como encubridor.”
Ante
estas versiones, el abogado del cardenal, Armando Martínez, comenta:
“Simplemente
coinciden en el tiempo el arresto de Carlos López y el fuerte rechazo del
cardenal a la iniciativa presidencial. Así lo veo yo. Es pura coincidencia. No
le veo ningún trasfondo político.”
A
diferencia de los abogados de la víctima, Martínez asegura que en todo momento
la arquidiócesis estuvo colaborando y aportando elementos a la procuraduría,
para que realizara su investigación sobre el caso. Afirma:
“Siempre
colaboramos con las autoridades civiles. Les entregamos todo lo que nos pidió.
Y los obispos Jonás y Marcelino se presentaron a declarar ante el Ministerio
Público en calidad de testigos. Es más, hasta le entregamos a las autoridades
el expediente del juicio eclesiástico que la arquidiócesis le hizo a López
Valdés.”
Asegura
también que “la arquidiócesis no estuvo obligada a denunciar penalmente al
pederasta porque ya lo había hecho la víctima”.
–¿En
estos momentos la arquidiócesis está totalmente al margen de su exsacerdote?
–Por
supuesto. ¡Totalmente! Y desde hace años, desde que se le dio de baja como
ministro de culto. Nada tenemos que ver con él.
–¿Se
deslindarán del juicio que se le hará?
–¡Claro!
No somos parte del juicio ni tenemos interés jurídico. No tenemos ninguna
injerencia en ese proceso.
–¿Hay
posibilidades de que pueda ser citado a declarar el cardenal Rivera Carrera?
–Todo
depende del juez, quien tiene la facultad de citar a cualquier ciudadano
relacionado con el caso. El cardenal acudirá a cualquier cita que requiera la
autoridad, como ya lo hizo cuando lo requirió la Corte de Los Ángeles por el
caso del sacerdote Nicolás Aguilar. Ha sido el único jerarca mexicano que ha
sido sometido a un tribunal extranjero. Entonces también se le tildaba de
encubridor y todos esos infundios. Y ya ve. Ganó el juicio. No se le encontró
culpable.
Armando
Martínez reconoce que el cardenal es blanco de muchos ataques. Y ahora tiene
que lidiar con los golpes que le llueven de otro flanco: el de las
organizaciones lésbico-gay que están exigiendo su renuncia porque es el jerarca
que más se opone públicamente a las bodas gay. Dice al respecto:
“Actualmente
hay una campaña contra el cardenal por parte de estas organizaciones. Su grito
es: ‘¡Duro contra Norberto! ¡Duro contra Norberto!’. La manifestación que
realizaron el pasado domingo 11, frente a Catedral, no fue para pedir por sus
derechos, sino más bien para exigir la renuncia del cardenal.”
Ese
día, los manifestantes partieron de la Plaza de Tlaxcoaque a la Catedral
Metropolitana, ondeando banderas del arcoíris y coreando al unísono:
–¡Fuera
Norberto de la Iglesia católica!
–¡Fuera
por homófobo!
Encabezó
la marcha el Frente Orgullo Nacional México (FONMX), el cual señaló –en su comunicado con el que convocó a la
manifestación– que el cardenal está poniendo en “riesgo el tejido social, las
libertades y el progreso de la República Mexicana”.
El
FONMX le pedirá formalmente al Papa Francisco que quite a Norberto de la
arquidiócesis. Para ello abrió la plataforma Change.org, donde juntará firmas a
favor de esta propuesta.
El
vocero de la arquidiócesis, el sacerdote Hugo Valdemar, comentó irónico al día
siguiente:
“Me
hace mucha gracia. Entre más firmas se junten, mejor, porque el Papa se va a
dar cuenta que el cardenal Norberto defiende con gran ahínco a la familia, a
los valores del evangelio. Cada firma que se junte es a favor del cardenal.”
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