7 ene 2018

"Renovación", la encomienda de Aguiar Retes

"Renovación", la encomienda de Aguiar Retes/RODRIGO VERA
Revista Proceso # 2149, 7 de enero de 2018..
El nuevo arzobispo primado de México, Carlos Aguiar Retes, se propone combatir la práctica del aborto mediante renovados contactos con el Congreso y la clase política. Aunque, igual que Norberto Rivera, es cercano a la élite política mexiquense, omite las referencias a su antecesor y anuncia que le dará prioridad a la comunicación con los feligreses, sobre todo en zonas marginadas.
El cardenal Carlos Aguiar Retes asegura que, tan pronto tome las riendas de la arquidiócesis primada de México, el próximo 5 de febrero, empezará a combatir la práctica del aborto, ya legalizado en la Ciudad de México, valiéndose principalmente de “testimonios” de mujeres afectadas por interrumpir sus embarazos, a fin de crear “conciencia social”.
Y para marcar diferencias con su antecesor en el cargo, Norberto Rivera Carrera, quien implementó la llamada “opción preferencial por los ricos”, Aguiar Retes también anuncia que impulsará en la arquidiócesis una profunda “renovación eclesial” cuya principal característica será la toma de decisiones de manera “horizontal” y el apoyo a la población más marginada.
Sobre el aborto, despenalizado en la Ciudad de México en 2007, durante la administración de Marcelo Ebrard, Aguiar Retes se pregunta de entrada:
“¿Qué es más importante? ¿Qué busquemos una ley que ya no lo facilite y que nos digan que somos retrógrados porque no estamos con el desarrollo moderno? ¿O hacer consciente a nuestra comunidad del gran daño que se le hace a la mujer?”.
Asegura que, de acuerdo con estadísticas, “85% de las mujeres que abortan se queda con un trauma para el resto de su vida”.
Él mismo, relató, atendió espiritualmente a una anciana de más de 80 años que “no había podido superar el trauma” de un aborto que se hizo cuando era joven.
Por ello, dijo, se valdrá de los “testimonios” de estas mujeres para crear conciencia: “Tenemos que ver a las personas afectadas. Que digan lo que sienten por haber abortado. Y con el testimonio de ellas mover la conciencia social. Por ahí va a ir mi camino”.
Recalca: “No es cuestión de que nosotros los obispos digamos no al aborto. Es la sociedad la que tiene que tomar conciencia del daño que se hace”. Por fortuna, dice, “hay ya varias instituciones que están atendiendo a estas mujeres que no acaban de salir de su trauma; les ayudan a redescubrir que Dios las perdona”.
Y para impulsar la “renovación eclesial” que pretende, indicó que se valdrá de todo el “potencial” de la principal y más grande arquidiócesis del país, conformada por 2 mil 100 sacerdotes, más de 500 circunscripciones parroquiales y ocho obispos auxiliares, que dan atención a 9 millones de capitalinos.
Comenta al respecto: “Voy con el ánimo de promover esta renovación eclesial en la arquidiócesis primada de México. Es la encomienda que el Papa Francisco me ha solicitado”.
Considera ineludible esta renovación, pues hoy vivimos “un cambio de época”, “una fractura en el consenso de valores que sostuvieron a la sociedad durante cuatro siglos”, de ahí la necesidad de “emprender una nueva evangelización que tenga nuevo ardor y pasión para anunciar el camino que propone Jesús, pero con método distinto y nuevas expresiones”.
Así delineó lo que será la tónica de su labor pastoral, en una conferencia realizada el lunes 11 de diciembre, en la sede de la arquidiócesis de Tlalnepantla, de la que era su titular.
Renovación y compromisos
Aguiar Retes expone las principales características de la renovación eclesial que pretende impulsar:
La primera es poner por delante “la misericordia”, ayudar a quien lo necesita, a los más pobres, con lo cual se dejan atrás las viejas “prácticas” del catolicismo establecidas “mediante obligaciones”, como la de ir a misa los domingos.
La segunda “es cambiar el método de una autoridad vertical a una autoridad horizontal”, mediante la “escucha recíproca”, el “compartir opiniones”, el “buscar consensos” para luego llegar a la “toma de decisiones”. “Esto en la Iglesia se llama ‘sinodalidad’; el dejar atrás esa cultura establecida de lo que dijo el padre, el obispo o el Papa”.
Y la tercera característica, indica, es instaurar una “Iglesia de salida”; salir de los templos y de los cerrados círculos eclesiásticos para buscar a los fieles en “todos los ambientes” donde se encuentren. El objetivo es “tener una Iglesia misionera”.
Aguiar Retes recalca que “el reconocimiento de la dignidad de la persona” estará siempre en el centro de esta renovación eclesial.
Estos lineamientos pastorales se reflejarán, adelanta, en proyectos sociales a implementarse sobre todo en las zonas pobres de la Ciudad de México:
“Yo de pronto paso por las zonas marginadas de Iztapalapa o veo esas barrancas donde viven personas en condiciones indignas para la vida humana. Tenemos que trabajar en todas esas zonas. Debemos auxiliar a los pobres. Ayudarlos también a que tomen conciencia y asuman la responsabilidad de redignificar ellos mismos esas zonas.”
Promete que la Arquidiócesis de México retomará sus proyectos sociales, como los realizados durante el periodo del cardenal Ernesto Corripio Ahumada.
“Ha habido grandes proyectos en la Ciudad de México, ejemplares históricamente: me refiero a los del cardenal Corripio. Cuando el temblor del 85, la arquidiócesis hizo una reconstrucción de viviendas impresionante, en colaboración con organismos internacionales”, recuerda.
Para nada menciona a su antecesor Rivera Carrera, cuyos 22 años al frente de la arquidiócesis los ocupó más bien en cultivar sus amistades de la alta cúpula empresarial y política del país, relegando la labor social de la Iglesia.
Enfatiza Aguiar Retes: “Esa será mi lucha para poder atender a la gran Ciudad de México, que es la punta del iceberg donde se refleja toda la problemática del país y donde se concentra el poder político”.
El nuevo arzobispo aseguró que, como siempre lo ha hecho, trabajará “con los políticos de todos los partidos para ver las sinergias que podamos hacer”.
Indica que, cuando era obispo de Texcoco, “me tocaron cuatro gobiernos perredistas en continuidad”. Y después, como arzobispo de Tlalnepantla, trabajó muy cerca del PRI y del PAN, por tener esos partidos “presencia mayoritaria”.
Agrega: “Los laicos son los que tienen la misión de transformar las estructuras temporales, son los que deben entrar en política, exigir políticas públicas. Pero hay que formarlos, hay que agruparlos. Eso le toca a la Iglesia. Y voy a tratar de hacerlo en la arquidiócesis de México”.
Su “linaje episcopal”
Oriundo de Tepic, Nayarit, donde nació en 1950, Aguiar Retes fue dos veces presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), de 2006 a 2012. Su cargo coincidió con el gobierno de Felipe Calderón, con quien llevó buenas relaciones.
Pero también las ha tenido con Enrique Peña Nieto desde que éste era gobernador del Estado de México y luego como presidente de la República, ya que la carrera episcopal de Aguiar se desarrolló en dos diócesis mexiquenses: las de Texcoco y Tlalnepantla, lo que le permitió tener nexos con el llamado Grupo Atlacomulco, del que proviene Peña.
Como presidente de la CEM, Aguiar se dio a la tarea de conseguir cambios legislativos que le garantizaran a la Iglesia una plena “libertad religiosa”: dar instrucción religiosa en las escuelas públicas, tener medios de comunicación masiva y lograr que los ministros de culto accedan a cargos de elección popular, cosa que hasta la fecha no se ha logrado.
En una entrevista con este semanario, en diciembre de 2006, cuando apenas asumía la presidencia del episcopado, Aguiar Retes habló sobre su estrategia para conseguir esas prerrogativas:
“Espero que, durante el periodo para el que fui elegido, se puedan hacer contactos personales en el Congreso que nos ayuden a llevar a cabo la anhelada reforma en materia religiosa que necesita el país, para así alcanzar la democracia plena.
“Hace falta que las leyes mexicanas garanticen la libertad religiosa. Actualmente, la Constitución solamente garantiza la libertad de creencia y de culto; esto es, que cada quien pueda creer en lo que mejor le plazca y realizar el culto convenido, para que nadie lo obligue a creer en algo distinto. Pero esto es apenas una pequeña parte de la verdadera libertad religiosa. De manera que hablamos de un asunto de leyes, y las leyes dependen del Legislativo. Por eso son más importantes las relaciones con el Congreso que con el Ejecutivo.”
Entonces también expresó que el “derecho a la vida” desde el momento de la concepción, y por lo tanto el rechazo al aborto, es “uno de los puntos en los cuales no podemos transigir” (Proceso 1574).
Al año siguiente, el 20 de marzo de 2007, el presidente Felipe Calderón se declaró públicamente en contra del aborto, cuya despenalización se debatía entonces en la Ciudad de México. “Yo estoy en defensa de la vida –dijo Calderón enfático–, tengo pleno respeto por la dignidad y la vida humana. Y también creo que la legislación existente en el Distrito Federal y otros estados es en este momento la adecuada”.
Dos días después, el 22 de marzo, Aguiar Retes comió en privado con el presidente en Los Pinos para felicitarlo por rechazar el aborto.
“Lo felicité por su postura valiente de plantear sus propias convicciones. Simplemente, fue una felicitación por su postura”, declaró entonces Aguiar Retes, quien además llamó a protestar contra esa iniciativa del gobierno de Ebrard (Proceso­ 1587).
En diciembre de 2009, Aguiar Retes llevó al gobernador Peña Nieto al Vaticano para que allá le presentara a su novia, Angélica Rivera, al Papa Benedicto XVI. Al momento de la presentación, Peña Nieto le adelantó al pontífice: “Pronto me casaré”.
Al salir del encuentro, Peña Nieto dijo a los medios que de su boda “el primero en saberlo fue su santidad”. Todo fue parte de un montaje televisivo –con el Papa y la Plaza de San Pedro como telón de fondo– encaminado a conseguir la Presidencia de la República y en el que Aguiar Retes tuvo una participación destacada.
Pero a raíz de que presentó su iniciativa para legalizar las bodas gay, el 17 de mayo del año pasado, Peña Nieto tuvo un encontronazo con la jerarquía católica, que inmediatamente apoyó a las organizaciones de laicos católicos en sus movilizaciones de protesta contra esa iniciativa, la cual finalmente quedó congelada. Peña tuvo que recular.
Para limar asperezas, hubo después algunos encuentros entre Peña Nieto y jerarcas católicos. En esta operación cicatriz Aguiar Retes también tuvo un papel protagónico por su cercanía con Peña. Todavía el 31 de marzo pasado Aguiar Retes y un grupo de obispos del Estado de México estuvieron en Los Pinos para –según trascendió– acordar el apoyo a la candidatura del priista Alfredo del Mazo a la gubernatura del Estado de México (Proceso 2115).
El investigador Rodolfo Soriano, especialista en el análisis de cuadros eclesiásticos, señaló entonces que los 11 obispos del Estado de México, entre los que se encontraba Aguiar Retes, “conforman un linaje episcopal muy exclusivo que siempre ha mantenido estrechas alianzas con el Grupo Atlacomulco”. Y además “les interesa sobre todo la agenda de moral sexual”, que “ponen muy por encima de la agenda social”.
Desde hace más de un año, el mismo Rodolfo Soriano –en entrevista con este semanario– consideraba que Aguiar Retes era el aspirante con mayores posibilidades de llegar al arzobispado primado de México, por su rango de cardenal, por haber sido presidente del episcopado mexicano y por haber ocupado cargos directivos en el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), donde conoció y trabó una “relación cordial” con Jorge Mario Bergoglio desde antes que éste fuera Papa (Proceso 2092).
El vaticinio se cumplió: el pasado 6 de diciembre Bergoglio designó a Aguiar Retes como nuevo arzobispo primado de México.
Y en su conferencia del pasado lunes 11 Aguiar Retes rememoró su relación con el hoy Papa Francisco, cuando ambos, en el CELAM, preparaban la propuesta de una nueva evangelización de cara a los tiempos actuales. Dijo:
“Cuando estuve como secretario general del CELAM, de 2000 a 2003, me tocó llevar a cabo una serie de estudios, investigaciones, con un círculo de especialistas sobre el fenómeno de la globalización, de la aldea global… Ahí fue cuando me tocó trabajar con el cardenal Jorge Mario Bergoglio.”
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