16 abr 2007

Al Qaeda en El Magreb II

Textos sobre el tema:
Peligro de confusión/Marcos García Rey, investigador del islamismo yihadista
Tomado de EL PERIÓDICO, 14/04/2007);
Los últimos episodios de violencia terrorista en Argelia y Marruecos han hecho saltar las alarmas de seguridad en esos dos países norteafricanos. Pero también en Europa, debido al consabido tránsito de radicales entre el viejo continente y el Magreb. No en vano, más del 70% de los 346 detenidos en España desde 2001 por su relación con el terrorismo yihadista son de origen argelino o marroquí. A su vez, es importante reseñar que el diario Al Hayat publicaba en febrero una carta firmada por Bin Laden, enviada a un dirigente del Grupo Salafista de Predicación y Combate (GSPC), en el que le encomendaba reproducir en Francia el “escenario español” antes de las elecciones presidenciales del próximo día 22.
La cautela que requiere todo análisis sobre acontecimientos recientes no es óbice para subrayar algunas diferencias en la naturaleza de los atentados perpetrados en Argel y Casablanca. Es necesario no hacer una amalgama errónea entre unos atentados organizados con suficiencia por un grupo con larga experiencia y convenientemente reivindicados como los ejecutados en Argel, y los abortados por las fuerzas de seguridad marroquís que estaban siendo preparados toscamente por aficionados. En principio, el único nexo que une a los actos violentos en ambos países es la inspiración ideológica que preconiza Al Qaeda para extender sus fines y métodos allá donde haya musulmanes dispuestos a luchar contra regímenes apóstatas como los de Abdelaziz Buteflika y Mohamed VI.
La precariedad de medios, la fabricación casera de los explosivos, la desorganización, la no integración de los terroristas en ningún grupo documentado y su falta de preparación caracterizan las acciones de los jóvenes de Casablanca que se suicidaron el 11 de marzo en un cibercafé tras una riña con el dueño del local y el 10 de abril tras verse asediados por la policía. El resultado no parece exitoso para sus intenciones: cuatro yihadistas muertos, ninguna víctima mortal y más de 30 presuntos terroristas detenidos.
En consecuencia, parece que esos grupúsculos de islamistas radicalizados se habrían constituido sin ayuda exterior. Hay que recordar que aún no se ha probado que los ejecutores de los atentados de mayo del 2003 en Casablanca, en el que murieron 45 personas, tuvieran vínculo alguno con Al Qaeda. Luego, los episodios violentos del 2003 y 2007 en Marruecos responderían a un fenómeno local de radicalización de jóvenes que viven en arrabales paupérrimos de grandes ciudades, inspirados principalmente por la acción yihadista global.Las autoridades marroquís han anunciado desde julio de 2006 el desmantelamiento de 16 células que financiaban y organizaban el envío de suicidas para actuar en Irak. Según Rabat, hasta 11 de ellas tendrían vínculos con yihadistas instalados en Europa y con el GSPC, rebautizado desde enero como la Organización de Al Qaeda en el Magreb Islámico. Pero aún no se tiene evidencia de que en Marruecos existan bandas terroristas bien entrenadas y suficientemente armadas capaces de ejecutar atentados de gran alcance. Aunque ello no quiere decir que, según diversas fuentes, los islamistas más radicales aspiren a una argelización del país que se traduzca en la irrupción a medio plazo de un movimiento guerrillero que se enfrente al régimen de Rabat.
Por otro lado, los tres coches bomba que causaron la muerte a unas 30 personas el miércoles pasado en Argel, y cuyos objetivos eran el Palacio de Gobierno y una comisaría, implican de facto la revitalización de la lucha armada contra el régimen, que retrotrae la memoria a los fatídicos años 90 cuando una guerra civil causó la muerte a más de 100,000 argelinos. Ello sucede ahora de la mano de la organización heredera del GSPC, cuya acción ha sido bendecida por Bin Laden y por su lugarteniente Al Zawahiri, quien ha pedido a su líder, Abu Musaab Abdelwadud, que federe a los movimientos yihadistas del Magreb para combatir a los regímenes apóstatas y a los intereses occidentales en esa región y en Europa.
Así, los atentados de Argel están organizados por un grupo experimentado en la yihad, con probados vínculos internacionales, difusor de documentos y comunicados, capaz de atribuirse los recientes ataques mediante un vídeo colgado en internet a la usanza de su matriz Al Qaeda, y sobradamente apto para crear el pánico y la destrucción colocando hasta 700 kilos de explosivo en coches bomba. Ninguna de estas características se dan en el caso de los grupúsculos suicidas de Casablanca.
En conclusión, la mejor estructura organizativa de la trama argelina, su larga experiencia y su sofisticación poco tiene que ver con la descripción de las células marroquíes que pretendían atentar con métodos suicidas rudimentarios y cuyas acciones han sido abortadas por la policía. El fantasma de Al Qaeda en el Magreb es todavía un proyecto. Su fundación documentada está mayormente relacionada con la propaganda propia de la organización matriz que pretende atraer a jóvenes inquietos desocupados en los países norteafricanos con los objetivos medulares de legitimar la lucha en Irak y Afganistán, revitalizar la insurgencia islamista en Argelia, y comenzar el camino hacia una argelización de países como Marruecos o Túnez, lugares donde la simpatía popular hacia el islamismo yihadista está en auge.
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Al Qaeda a las puertas/Por Rafael L. Bardají
Tomado de ABC, 13/04/2007);
España es hoy por hoy un país vulnerable. Muy vulnerable. Por dos motivos: en primer lugar, porque sigue estando en el punto de mira del yihadismo internacional; y, en segundo lugar, porque el Gobierno ni se ha preparado lo suficiente para hacer frente a esa permanente amenaza, ni ha educado a la población para resistirla, más bien todo lo contrario. Hoy, a los ojos de nuestros enemigos, somos más débiles que nunca.
Al Qaida no es una organización inocua que se contenta con infundir miedo sólo con sus siglas. Ha dado repetidas muestras de que busca actuar y que cuando puede y le conviene ataca sin compasión alguna.
Todos aquellos que creyeron que la utilización de sus siglas en el Norte de África, con la incorporación a su red del grupo salafista para la Predicación y el Combate argelino y la fusión de grupos dispares en Marruecos bajo la denominación de la Organización de Al Qaida en el Magreb Islámico, era una charada sin sustancia, deberían recapacitar y revisar sus análisis. Al Qaida no cede su nombre si no para la ejecución de atentados. Y atentados importantes y llamativos.
Tenemos constancia y dramáticas evidencias de la penetración del terrorismo islámico en nuestro vecino del sur. No en balde, antes del 11-M sufrieron su zarpazo en Casablanca. Y desde entonces, no ha habido año en el que los terroristas no hicieran acto de presencia. Los últimos, hace tan sólo unos días. No hay de qué extrañarse. Serafín Fanjul lo explicaba muy bien ayer en estas misma páginas: la naturaleza de los regímenes árabes y musulmanes desde el Golfo al Norte de África, su carácter autoritario y teocrático, la ausencia de reformas democratizadoras y la falta de expectativas de prosperidad, todo envuelto en un mar de corrupción, lleva a que la única oposición popular es el islamismo. Y donde hay islamismo, hay por desgracia terrorismo islámico.
No debiera extrañarnos que de las próximas elecciones en Marruecos saliera un Gobierno de corte islamista. De hecho, si los partidos islamistas marroquíes, legales o ilegales, han renunciado a asumir el control antes era por el miedo a revivir una situación a lo argelino, con golpe de Estado de por medio y los militares impidiendo por la fuerza su gobierno. Ahora saben, sin embargo, que las instituciones en Marruecos son débiles y sus miembros se encuentran divididos bajo un liderazgo relativamente amorfo, lo que significa para ellos menos obstáculos para llegar al poder.
Por otro lado, no podemos cegarnos ante el hecho de que el islamismo está sufriendo la radicalización de una buena parte de sus integrantes. Los últimos suicidas en Casablanca lo vuelve más evidente, pero baste con recordar que no ha habido ataque terrorista islamista en Europa sin la participación de algún marroquí. Sea como perpetrador, facilitador o entrenador. La cantera marroquí es para Europa lo que los saudíes representaron para América en el 11-S.
Es más, la táctica de los últimos suicidas, el tipo de cinturón explosivo, su carga limitada, lleva a pensar que su objetivo no era saltar por los aires más que para evitar ser capturados y, bajo interrogatorio, verse forzados a dar información y descubrir un plan mayor. Porque es seguro de que lo que planeaban era algo más grande. El asalto policial a la casa en la barriada de Fida se parece mucho a la operación en el piso de Leganés. Volarlo no era el objetivo principal de sus ocupantes. Querían ríos de sangre española antes de inmolarse. Esta operación de la policía marroquí arranca el 10 de marzo con la voladura suicida en un cibercafé, después de haber sido descubierto, de Abdelfatah Randi. La detención de su acompañante parece haber puesto sobre la pista de los terroristas de la casa de Fida.
Sintiéndose acosados, es probable que las tácticas de los terroristas hayan cambiado y sus cinturones estén listos para ser explosionados sólo en caso de necesidad, ante la eventualidad de ser capturados.
El Rey de Marruecos puede poner ahora a todas sus fuerzas de seguridad a perseguir a los terroristas e islamistas radicales, aunque es posible que sea ya demasiado tarde. La sofisticación de las bombas y la persistencia de los cinturones suicidas sólo se explica por el acceso a explosivos como, sobre todo, por el conocimiento de alguien o algunos para montar con éxito las bombas. Hasta ahora no se han producido explosiones accidentales o fuera de control. Los suicidas han detonado sus cargas y no se han producido fallos como los de Londres el 21-J cuando los detonadores no sirvieron para hacer explosionar las mochilas.
En todo caso eso no resuelve la marea de islamismo que se avecina en Marruecos. De hecho, la Monarquía que ha jugado siempre con el papel de descendiente directo del Profeta puede sentirse tentada no por una mayor represión, sino con que el actual Rey pase a convertirse en la cabeza del movimiento. Otra cosa es que los islamistas se lo permitan ya que muchos cuestionan su legitimidad religiosa.
Y lo peor de todo es que esto está sucediendo no en tierras lejanas de Irán o Afganistán, sino tan sólo a 14 kilómetros de la península y a una verja de distancia de Ceuta y Melilla. ¿Está haciendo el Gobierno sus deberes correctamente? Más que discutible. La hoja contable que nos presenta el ministro del Interior se basa en el creciente número de detenidos islamistas en España. Según el último informe de Europol del mes pasado, en el 2006 cincuenta y ocho terroristas islámicos sobre un total de ochenta y cinco. Lo que no suele señalarse desde el Ministerio es el altísimo porcentaje de detenidos que son puestos en libertad por falta de pruebas. Lo que lleva a pensar que la policía tiene instrucciones de abalanzarse sobre cualquier islamista sospechoso de pertenecer a una célula terrorista mucho antes de que se puedan encontrar evidencias sostenibles en un juicio para su culpabilidad. ¿Por qué? Posiblemente porque para este Gobierno su peor pesadilla sea un nuevo ataque perpetrado por islamistas en suelo español.
Se diga ahora lo que se diga, para el partido socialista con Rodríguez Zapatero a la cabeza, siempre hubo un vínculo causal entre apoyar la intervención en Irak y la matanza terrorista del 11-M. De ahí que se hiciera creer que una vez fuera del avispero iraquí, todos a salvo. Nada más falso y peligroso. Alguien tan poco sospechoso de pro aznarismo como el asesor especial sobre terrorismo del ministro Alonso, cuando éste estaba en Interior, Fernando Reinares, lo ha escrito recientemente en las páginas de «El País»: España es objetivo del terrorismo islámico por su política actual (estar en Afganistán) y por lo que representa para los islamistas (la nada retórica Al Andalus). La prueba está en las continuas referencias a nuestro territorio y las amenazas a nuestros intereses en los cada vez más numerosos comunicados alrededor de Al Qaida.
Puede que los Cuerpos de Seguridad y el Servicio de Inteligencia hayan reforzado numéricamente los puestos dedicados a combatir el terrorismo islámico, pero la apuesta política del Gobierno por la llamada Alianza de Civilizaciones inspira muy poca confianza en su voluntad de enfrentarse al fenómeno terrorista. No digo ya con la vergonzosa experiencia con ETA de la que somos testigos. España es vulnerable y con esteGobierno lo será cada día más. Es la debilidad lo que más incita a los terroristas. Y el señor Rodríguez Zapatero nos ha puesto a todos de rodillas frente al terror.
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Terrorismo: Marruecos resiste/Tahar Ben Jelloum, escritor. Premio Goncourt 1987.
Traducción: José María Puig de la Bellacasa
Publicado en LA VANGUARDIA, 13/04/2007;
Con el rey Mohamed VI, Marruecos está ingresando en la modernidad. Se ha reformado el Código de Familia, que recoge ahora más derechos para la mujer. Las interioridades de los años de plomo (sobre todo entre 1970 y 1999), años de represión, tortura y desapariciones, empiezan a salir a la luz en tanto una comisión al efecto presta oídos a los testimonios de miles de víctimas o de familiares de desaparecidos sobre las experiencias sufridas durante el reinado de Hasan II. Se les han concedido indemnizaciones. Y, sobre todo, ha desaparecido un tabú: la prensa informa sobre el grado de ejercicio de los derechos humanos y las asociaciones de defensa de esos mismos derechos se desenvuelven libremente. Marruecos ha querido estabilizar y normalizar su pasado reciente, tarea que ha emprendido con actitud transparente y valiente y que por cierto ningún otro país árabe se ha atrevido a poner en práctica.
En términos generales, se respira con mayor sosiego y tranquilidad y vuelve la confianza de inversores y protagonistas económicos.
Por otra parte, Marruecos presenta estos días su plan de autonomía sobre el Sahara Occidental a las Naciones Unidas y desea dar una solución definitiva a la cuestión de forma que el vecino argelino deje de usar esa palanca para señalar su hostilidad contra el régimen marroquí. Por otra parte, se habla crecientemente de la voluntad de Marruecos de abolir la pena de muerte. Sería el primero y en su caso el único país árabe musulmán en votar una ley de estas características.
Argelia, que acaba de ser víctima de dos atentados con un saldo de 33 muertos y al menos doscientos heridos, no ha logrado aún estabilizar su situación pese a los esfuerzos de reconciliación y aquietamiento del país, que sufre las consecuencias de una escasa consolidación y fragilidad de su realidad estatal: el ciudadano experimenta un problema de identidad y halla un cómodo refugio identitario en el islam.
Tal problema de identidad procede de cuatro siglos de presencia otomana y 130 años de colonización francesa seguida de una guerra de ocho años de secuelas aún bien visibles. A este factor obedece en parte que el terrorismo se manifiesta de manera tan frecuente y trágica desde 1991, fecha de la interrupción del proceso electoral que había dado el triunfo al Frente Islámico de Salvación.
A diferencia del caso de Argelia, poseedora de gas y petróleo, Marruecos carece de recursos mineros, excepto fosfatos. Su economía se basa en el capital humano, las transferencias de divisas de los emigrantes y el turismo (más de seis millones de turistas en el 2006). Tánger es candidata a la organización de la Exposición Internacional del 2012. El tema elegido por Marruecos abunda precisamente en la cuestión de la modernidad, ya que se denominará “Rutas del mundo. Por el encuentro de culturas y en favor de un mundo más unido”. Pues bien, unos determinados individuos intoxicados por una ideología nihilista y destructora pretenden oponerse al progreso de este país. Es una minoría ínfima sin apoyo entre la población aun cuando algunos proceden de las chabolas de Casablanca. Se trata de terroristas que han sufrido un lavado de cerebro y actúan como autómatas. Los atentados del 16 de mayo del 2003 y posteriormente los del 11 de marzo pasado deben resituarse en este contexto. Hay que asociar los hechos del pasado 10 de abril con las pesquisas policiales dedicadas a la busca y captura de estos individuos desde el 2004.
Marruecos dispone de un excelente sistema de seguridad y desde el pasado 11 de marzo 31 personas han sido detenidas. Sus fuerzas de seguridad - policía, gendarmería- no confunden islam y terror. El islamismo como movimiento político existe en este país e incluso goza de cierta popularidad, pero lo cierto es que es el primero en denunciar y censurar el terrorismo y la violencia. En el caso de Marruecos hay que referirse más bien a la existencia de grupúsculos aislados que se mueven en la clandestinidad y cuyas auténticas motivaciones no están claras. Las fuerzas policiales encontraron los pisos donde se habían atrincherado los presuntos terroristas, acordonaron el barrio e instaron a su rendición.
La operación se saldó con cinco muertos, un terrorista muerto por la policía, varios que se suicidaron con explosivos y un policía muerto, además de vecinos heridos. Como me ha comentado un responsable policial, “¡para alcanzar la salvación, se matan!”. Morir para no tener que hablar y revelar el nombre de sus compañeros. ¡Morir para convertirse en un mártir!
No se sabe de dónde vienen, quién les ha adoctrinado, quién les manipula. Se sabe que son todos marroquíes y que no obedecen órdenes del extranjero por más que Al Qaeda ha anunciado últimamente la creación de una rama propia en el Magreb. Se ha señalado que los atentados de estos últimos meses en Argelia, Túnez y Marruecos podrían deberse a las órdenes del número dos de Al Qaeda, Ayman al Zauahiri, deseoso de demostrar que su organización es capaz de actuar a escala planetaria. No cabe asegurar nada al respecto. La cuestión es que el azote del terrorismo internacional se encarniza sobre países árabes que aspiran a ingresar en la modernidad y mantienen buenas relaciones con Occidente. Ciertos individuos, desesperados, psicológicamente frágiles, adoptan la iniciativa de atentar contra el orden público para aplacar ansias irracionales y patológicas.
Marruecos no pretende en absoluto afirmar que todo vaya sobre ruedas. Sabe perfectamente que existen importantes problemas económicos, pobreza, analfabetismo y paro. El rey trabaja, el Gobierno y el Parlamento trabajan. El terrorismo no solucionará los problemas del país. Lo han entendido todos los marroquíes. Al día siguiente de los atentados del 16 de marzo del 2003 en Casablanca, millones de marroquíes expresaron su repulsa contra estos bárbaros atentados. Se fijaron carteles en todas partes, con una mano abierta sobre la que podía leerse en árabe y en francés: “No te metas con mi país”.

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