La propuesta de Leo Zuckermann
Columna Juegos de Poder/Leo Zuckermann
Más allá de la protesta, buscar soluciones
Un día después de la marcha en contra de la inseguridad en 2004 escribí en El Universal: “Sé que la movilización de ayer corre el peligro de diluirse. De no dejar huella. De perderse. De no lograr el objetivo final de abatir los índices de criminalidad que nos agobian. De que haya sido impresionante, de miles de personas, de mucho silencio, pero de pocas nueces”. Cuatro años después creo que efectivamente hubo pocas, muy pocas, nueces. Las altas tasas de homicidios persisten. Los secuestros han regresado con fuerza.
El secuestro y el asesinato de Fernando Martí ha sido la gota que volvió a derramar el vaso. Una vez más, la sociedad se siente agraviada. Otra marcha de protesta ciudadana en contra de la inseguridad se convoca para el sábado 30 de agosto. En el Distrito Federal partirá del Auditorio Nacional a las 19:00 horas para llegar al Ángel de la Independencia donde los asistentes colocarán veladoras en señal de protesta.
Pero, más allá de demostrar indignación, habría que procurar soluciones al problema. Que el ruido esté acompañado de nueces. Que la marcha sirva para presentar propuestas de solución. En este sentido, creo que sería conveniente presentar la idea de que la Federación sea la única instancia gubernamental encargada del delito de secuestro. Actualmente, este crimen es del fuero común; le toca a las entidades federativas perseguirlo. La Federación puede entrar a las investigaciones en caso de que se compruebe que se trata de grupos de delincuencia organizada. El resultado es un intrincado régimen donde impera la descoordinación.
Es común que las autoridades de los distintos niveles se echen la bolita de quién es el responsable de solucionar este flagelo. A un ciudadano común y corriente, sobre todo al que tiene secuestrado a un familiar, le importa un bledo este enredo. Lo que quieren son soluciones. Y la solución pasa por que haya un responsable único de resolver los secuestros. Esa autoridad, por la necesidad de operar en todo el territorio nacional, sólo puede ser la Federación. De esta forma, si hubiera un secuestro se recurriría inmediatamente a la Policía Federal. Ahí ya existe una unidad especializada en este delito que debería ser reforzada al máximo. Dotarla de todos los recursos necesarios para actuar con eficacia.
Si México pudo resolver el fraude electoral creando instituciones, también puede solucionar el flagelo del secuestro construyendo una rama de la policía nacional dedicada a ello. Esta policía de la Federación podría combatir a las bandas que están integradas o protegidas por policías de los estados y municipales.
Pero la sociedad también debe poner su parte en la solución al secuestro. No podemos demandarle al gobierno que haga mucho si no tiene el dinero para financiar soluciones de fondo. En la construcción del IFE y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se invirtieron miles de millones de dólares de los contribuyentes. Lo mismo tendría que hacerse con una policía federal antisecuestros. Proveerle dinero para formar los mejores cuadros policiacos que tengan acceso a las mejores tecnologías operativas y de inteligencia. En este sentido, el gobierno podría incrementar en un peso el precio de cada litro de la gasolina que actualmente está subsidiada. Esto generaría alrededor de 60 mil millones de pesos anuales que podrían etiquetarse para la formación de una sólida policía nacional incluida su unidad antisecuestros. De esta manera serían las clases media y alta, actuales beneficiarios del subsidio gasolinero, y que son los más afectados por el secuestro, las que pagarían la solución propuesta.
En suma: que se federalice el delito de secuestro y se refuerce la unidad antisecuestros de la Policía Federal con los mejores recursos, financiada con un incremento de un peso al precio (hoy subsidiado) de la gasolina.
Un día después de la marcha en contra de la inseguridad en 2004 escribí en El Universal: “Sé que la movilización de ayer corre el peligro de diluirse. De no dejar huella. De perderse. De no lograr el objetivo final de abatir los índices de criminalidad que nos agobian. De que haya sido impresionante, de miles de personas, de mucho silencio, pero de pocas nueces”. Cuatro años después creo que efectivamente hubo pocas, muy pocas, nueces. Las altas tasas de homicidios persisten. Los secuestros han regresado con fuerza.
El secuestro y el asesinato de Fernando Martí ha sido la gota que volvió a derramar el vaso. Una vez más, la sociedad se siente agraviada. Otra marcha de protesta ciudadana en contra de la inseguridad se convoca para el sábado 30 de agosto. En el Distrito Federal partirá del Auditorio Nacional a las 19:00 horas para llegar al Ángel de la Independencia donde los asistentes colocarán veladoras en señal de protesta.
Pero, más allá de demostrar indignación, habría que procurar soluciones al problema. Que el ruido esté acompañado de nueces. Que la marcha sirva para presentar propuestas de solución. En este sentido, creo que sería conveniente presentar la idea de que la Federación sea la única instancia gubernamental encargada del delito de secuestro. Actualmente, este crimen es del fuero común; le toca a las entidades federativas perseguirlo. La Federación puede entrar a las investigaciones en caso de que se compruebe que se trata de grupos de delincuencia organizada. El resultado es un intrincado régimen donde impera la descoordinación.
Es común que las autoridades de los distintos niveles se echen la bolita de quién es el responsable de solucionar este flagelo. A un ciudadano común y corriente, sobre todo al que tiene secuestrado a un familiar, le importa un bledo este enredo. Lo que quieren son soluciones. Y la solución pasa por que haya un responsable único de resolver los secuestros. Esa autoridad, por la necesidad de operar en todo el territorio nacional, sólo puede ser la Federación. De esta forma, si hubiera un secuestro se recurriría inmediatamente a la Policía Federal. Ahí ya existe una unidad especializada en este delito que debería ser reforzada al máximo. Dotarla de todos los recursos necesarios para actuar con eficacia.
Si México pudo resolver el fraude electoral creando instituciones, también puede solucionar el flagelo del secuestro construyendo una rama de la policía nacional dedicada a ello. Esta policía de la Federación podría combatir a las bandas que están integradas o protegidas por policías de los estados y municipales.
Pero la sociedad también debe poner su parte en la solución al secuestro. No podemos demandarle al gobierno que haga mucho si no tiene el dinero para financiar soluciones de fondo. En la construcción del IFE y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se invirtieron miles de millones de dólares de los contribuyentes. Lo mismo tendría que hacerse con una policía federal antisecuestros. Proveerle dinero para formar los mejores cuadros policiacos que tengan acceso a las mejores tecnologías operativas y de inteligencia. En este sentido, el gobierno podría incrementar en un peso el precio de cada litro de la gasolina que actualmente está subsidiada. Esto generaría alrededor de 60 mil millones de pesos anuales que podrían etiquetarse para la formación de una sólida policía nacional incluida su unidad antisecuestros. De esta manera serían las clases media y alta, actuales beneficiarios del subsidio gasolinero, y que son los más afectados por el secuestro, las que pagarían la solución propuesta.
En suma: que se federalice el delito de secuestro y se refuerce la unidad antisecuestros de la Policía Federal con los mejores recursos, financiada con un incremento de un peso al precio (hoy subsidiado) de la gasolina.
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