14 sept 2008

Los Bin Laden de Steve Coll


Los otros Ben Laden, entrevista con la revista colombiana SEMANA
Un nuevo libro sobre la familia del terrorista más buscado del mundo cuenta que sus miembros son millonarios, capitalistas, proyanquis y viven avergonzados de la oveja negra.
Em la foto Mohamed Bin Laden el patriarca(derecha)
Publicado en la revista SEMANA (www.semana.com), No 1362, 06/07/2008
Shafiq Ben Laden estaba en una conferencia con inversionistas en el Ritz Carlton Hotel, a pocos kilómetros del Pentágono, cuando un avión de American Airlines se estrelló contra un ala de la sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos. La reunión había sido organizada por el Carlyle Group, una firma de manejo de fondos de inversión con sede en Washington, en la cual su familia tenía acciones. Su hermano Abdullah, un abogado egresado del Harvard Law School, estaba ordenando un café en un Starbucks en Cambridge, cuando se enteró del atentado en el World Trade Center. Entre tanto la sobrina de ambos, Wafah, recién graduada de la universidad de Columbia pasaba vacaciones en Ginebra, donde su papá, Yeslam Ben Laden, dirigía el holding europeo de la familia. Entonces se conoció la noticia. "¿Qué loco pudo haber hecho esto?", se preguntó la joven, cuya residencia estaba ubicada en el Soho de Nueva York.
La sorpresa de los miembros de la familia cuando supieron que uno de ellos había perpetrado los ataques es relatada en el nuevo libro The Bin Ladens. Su autor Steve Coll, el dos veces ganador del premio Pulitzer, hace un detallado retrato del clan para explicar cuál es el origen de Osama y por qué él, y no sus hermanos, odia a Estados Unidos. Antes que ser sinónimo de terrorismo, el apellido familiar era famoso por la próspera compañía Saudi Benladin Group, especializada en monumentales proyectos de infraestructura. Su gestor fue Mohamed Ben Laden, a quien Coll describe como un yemení tuerto, creyente pero no fanático, seguidor del Corán. Pero ante todo como un hombre honesto hecho a pulso, que pasó de campesino analfabeta a millonario. Su historia comenzó en 1925 cuando abandonó la inhóspita región de Hadramaut, cruzó el mar Rojo y atravesó el desierto para llegar a Jiddah, una pequeña ciudad de Arabia Saudita. Allí encontró trabajo como albañil en Aramco, la compañía petrolera árabe-norteamericana, y empezó a ahorrar cada centavo al punto de "dormir en un hueco en la arena", para poder crear su propia firma. Así lo hizo desde 1931, cuando se dio cuenta de que el país, que carecía de carreteras pavimentadas, iba a construir modernas obras de infraestructura gracias a las ganancias producidas por el petróleo. Ello se hizo inevitable cuando a la familia real se le ocurrió comprar 800 carros para regalárselos a los príncipes, pero estos se quejaron de que no tenían donde circular. Entonces contrataron a Mohamed, quien ya había dado muestras de su talento, y les gustó tanto su trabajo que le encomendaron construir varios de sus lujosos palacios, instalaciones militares para la seguridad de los Saud y toda la red vial del reino.
Pese a que amasó una inmensa fortuna, y a su cercanía con el poder, Ben Laden no gozaba del estatus social que quería. Por eso se empeñó en que los 54 hijos que había tenido con 22 esposas estudiaran en los mejores colegios y universidades inglesas y norteamericanas. Y al parecer por cuestiones de clase también se divorció de la mamá de Osama, una siria de 15 años que dio a luz a su hijo en 1958, año en el que Mohamed tuvo otros seis niños. Él ordenó que el número 17 de sus vástagos fuera criado en Jeddah por un padrastro que él mismo escogió, aunque se mantuvo al tanto de su formación. De hecho Coll cuenta que Osama acompañó a su padre a Mecca y Medina, ciudades sagradas que él reconstruyó, así como Al-Aqsa Mosque en Jerusalén, un importante sitio religioso para los musulmanes. Mohamed murió en 1967 en un accidente de avión cuando inspeccionaba una construcción en el desierto, por un error de su piloto estadounidense. A pesar de que se ha publicado múltiples veces que el patriarca dejó una herencia de más de 2,000 millones de dólares, el autor indica que cuando murió, la Ben Laden tenía 200 millones (cada uno de sus 25 hijos heredó el 2,7 por ciento y sus 29 hijas el 1 por ciento). Esa cifra, que hoy equivaldría a más de 1,000 millones, sentó las bases para que en la actualidad el conglomerado familiar, con oficinas en Londres y Ginebra, tenga ganancias de 5,000 millones al año, gracias a las inversiones que sus miembros han realizado en reconocidas firmas norteamericanas como General Electric, Microsoft, y Caterpillar. Además son los principales accionistas de la franquicia de Hard Rock Café en el Medio Oriente. El hijo mayor, Salem, tomó las riendas de la familia y los negocios. Era un playboy amante de los autos lujosos, el trago, los aviones, de Las Vegas y Disney World. Su mejor amigo era el rey Fahd, y como estaba metido en la industria del cine en Hollywood era común verlo con celebridades como Brooke Shields. Excéntrico roquero frustrado y amante de los Beatles, se dice que pagó cientos de dólares para que un director de orquesta lo dejara cantar en siete idiomas House of the Rising Sun, en una fiesta de los premios Oscar en Los Ángeles. "Una vez Salem reunió a cuatro de sus novias en su residencia a las afueras de Londres. Una era de Estados Unidos, otra de Alemania, la tercera de Francia y una cuarta era inglesa. Él les propuso casarse con todas simultáneamente y les dijo que construiría un gran complejo residencial en Arabia Saudita para que cada una tuviera su casa y pusiera enfrente la bandera de su país. A la entrada del conjunto ondearía la bandera de las Naciones Unidas. Finalmente sólo se casó con la inglesa", relató a SEMANA Coll. Al mismo tiempo Salem conquistaba personalidades influyentes en Estados Unidos como George H.W. Bush (el padre) y James Baker, quienes serían luego presidente y secretario de Estado respectivamente. También ayudó a financiar la campaña de la CIA para apoyar a los Contras en Nicaragua y realizó grandes contribuciones a la resistencia afgana, a través de Osama, cuando los soviéticos invadieron Afganistán. Osama lo respetaba pero reprobaba su estilo por ser demasiado occidental. La razón se remonta a la muerte de su padre, cuando entró en un internado británico en Jeddah. Allí, aunque disfrutaba series gringas de televisión como Bonanza, y jugaba fútbol, el tímido jovencito empezó a ser influenciado por un profesor que lo introdujo en la lucha de la Hermandad Musulmana, una organización fundamentalista fundada en Egipto. Por eso empezó a ser diferente a sus hermanos, que se sorprendían de que llevaba la religión al extremo. A sus cinco mujeres (tenía 17 años cuando se casó por primera vez con una prima de 14) y a sus hijos les tenía prohibido tomar bebidas con pitillo y en botellas pues alegaba que esos artilugios no existían en la época de Mahoma. Cuando viajó a Afganistán a luchar contra los soviéticos infieles, donde recibió el apoyo de Estados Unidos, Osama se veía a sí mismo como "un líder de la guerrilla islámica internacional al servicio de su rey". Pero en 1990 cambió de enemigos cuando la familia real aceptó que las tropas estadounidenses se instalaran en suelo saudí como respuesta a la invasión de Kuwait por Irak. La presencia de soldados infieles en el país que guarda los lugares más sagrados del Islam lo sacó de quicio y decidió dedicar su organización Al Qaeda, creada dos años atrás, a luchar contra esa blasfemia. Su rompimiento con la familia Saud fue tal, que le quitaron la ciudadanía.
Bakr Ben Laden, quien asumió como presidente del conglomerado desde que Salem murió en un accidente aéreo, estaba entusiasmado con las ganancias que obtendría la compañía al participar en la construcción de la base militar estadounidense. Pero su hermano menor se había convertido en una piedra en el zapato para la compañía. Por presión del rey fue excluido de los negocios familiares en 1994, aunque las puertas para una eventual reconciliación nunca se cerraron.
Desde entonces los Ben Laden tomaron rumbos diferentes. Osama se tornó cada vez más fundamentalista y se convirtió en el peor enemigo del mundo occidental que tantos beneficios ha generado a sus hermanos. Ese mundo en el que Bakr se codea con el príncipe Carlos y con el ex presidente Jimmy Carter, a cuya fundación ha hecho generosas donaciones. Ese en el que Yeslam, con su ciudadanía suiza, creó una línea de perfumes y en el que todos los días se pasea en uno de sus 15 carros de lujo, con uno de sus cientos de trajes y un par de zapatos de los 500 que guarda en su clóset.

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