EL FISCAL DE LA SIEDO ATRAE INVESTIGACIÓN DE SIETE DETENIDOS EN EL ESTADO DE GUERRERO
Lunes, 22 de Diciembre de 2008 Boletín PGR 1023/08
Lunes, 22 de Diciembre de 2008 Boletín PGR 1023/08
La Procuraduría General de la República informa que derivado de las acciones que realiza a través de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), para combatir al crimen organizado, ejerció la facultad de atracción de la investigación de siete personas detenidas el pasado 20 de diciembre por elementos del Ejército Mexicano en Teleoloapan, Guerrero. Los indiciados ya habían sido puestos a disposición de la Delegación de la Procuraduría General de la República en el Estado en virtud de haber sido detenidos portando armas de fuego, luego de un enfrentamiento sostenido entre militares y tres sujetos que finalmente fueron abatidos. Los detenidos dijeron llamarse: Felipe Castillo Cuenca, Jesús Rodríguez Rosas, Artemio Castro Medina, María Guadalupe Márquez Oyolzabal, Ramón Alejandro Parra Galeana, Carlos Alberto Galeana Sánchez y Jesús Romero Sánchez en las próximas horas rendirán declaración dentro de la averiguación previa PGR/SIEDO/UEITA/162/2008, a efecto de determinar su situación jurídica.
Cabe destacar que una de las líneas de investigación gira en torno a la probable vinculación de los hechos por los que fueron detenidos con los homicidios de violencia inusitada cometidos en días recientes contra elementos militares, en esa entidad federativa. La Procuraduría General de la República reitera su compromiso de combatir con la Ley y su aplicación estricta todas las manifestaciones del crimen organizado, ser más eficientes en la acción jurídica del Estado en contra de la criminalidad e impunidad, y cumplir con ello las metas comprometidas en el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad.
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Columna JAQUE MATE/ Sergio Sarmiento
Ya saben quién
Reforma, 23 Dic. 08;
"Por cada elemento que nos maten, les vamos a matar a 10".
Criminal anónimo
Antes, cada ejecución de un policía, un militar o un civil era seguida del comentario más o menos abierto de que algo malo debían haber hecho los fallecidos para haber sido víctimas del narco. Se pretendía soslayar la importancia de la violencia detrás de la idea de que sólo los criminales eran tocados por ella. Hoy ya nadie se atreve a decirlo, ni siquiera sotto voce. Cada vez resulta más claro que muchos de los fallecidos en la violenta guerra contra el narco son inocentes de cualquier culpa.
Este domingo, 21 de diciembre, se dio a conocer la ejecución de 16 personas en Guerrero. Ocho de los cadáveres -torturados y decapitados- correspondían a militares (según la Secretaría de la Defensa, uno de los cuerpos fue hallado el 9 de diciembre pasado). Además se encontró el cuerpo, también decapitado, del ex subdirector de la policía judicial del estado, Simón Wences Martínez. Otras de las ejecuciones, al parecer, no tenían que ver con estas nueve.
Los cuerpos de siete militares decapitados fueron hallados con una cartulina que sentenciaba: "Por cada elemento que nos maten, les vamos a matar a 10. Atte. Ya saben quién". Al parecer los militares fueron capturados al azar tras salir de su cuartel en Chilpancingo y se les torturó y decapitó vivos como represalia por la muerte de tres delincuentes en un enfrentamiento entre soldados y sicarios que había tenido lugar en Teloloapan, Guerrero, el 19 de diciembre.
El ex comandante Simón Wences Martínez fue levantado en una corrida de toros este sábado 20 de diciembre en el marco de la Feria de Navidad y Año Nuevo de Chilpancingo sin que ninguno de los asistentes se hubiera atrevido a hacer nada. Wences Martínez, quien había sido militar en la década de 1970, fue subdirector de la policía judicial durante el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu de 1987 a 1993. Actualmente operaba una empresa de seguridad y era pastor de una iglesia protestante. Al parecer aspiraba a ocupar la jefatura de la policía municipal de Acapulco en el próximo gobierno de Héctor Astudillo. No tenemos información de por qué fue ejecutado.
Durante mucho tiempo las autoridades mexicanas se lavaban las manos ante las múltiples ejecuciones impunes que ocurrían en el país al sugerir que solamente aquellos que de alguna u otra manera eran aliados del crimen perdían la vida en esta guerra. Después se cambió la explicación y se argumentó que las ejecuciones, especialmente de policías, eran resultado del éxito que se estaba teniendo en la lucha contra el narcotráfico.
Los comandantes del Ejército y los políticos más elevados manifiestan que nada detendrá su esfuerzo en la lucha contra el narcotráfico. "Para quienes tenemos por elevado encargo velar por la seguridad y bienestar de nuestro pueblo -afirmó en un homenaje a los decapitados en Chilpancingo el comandante de la IX región militar, el general Enrique Alonso Garrido Abreu-, ni esto ni nada nos amedrentará. El combate seguirá y lo haremos con mayor fuerza y ahínco para reducir riesgos y mejorar resultados".
El discurso que el presidente Felipe Calderón pronunció ayer en el homenaje luctuoso de José María Morelos y Pavón fue similar: "Sabemos bien que estos cobardes asesinatos pretenden amedrentar al Estado y la sociedad... Son consecuencia de la contundencia de los golpes que las Fuerzas Armadas han dado a las organizaciones criminales... A la violencia del crimen responderemos con la acción firme del Estado porque México es más fuerte que cualquier banda de delincuentes".
Claro que los altos funcionarios del gobierno y los mandos militares siempre están bien protegidos. En la mayoría de los casos, quienes son levantados, torturados y ejecutados por los sicarios son policías o soldados de nivel bajo o medio. A ellos les toca pagar el mayor precio en esta guerra que tanto nos dicen estamos ganando.
Por lo pronto el reto ahí está. Por cada uno que nos maten, les vamos a matar a 10. No se necesita que sean comandantes. De hecho, el terror se extiende más cuando se dirige a quienes saben que no pueden defenderse.
Yo entiendo que el Estado mexicano no puede pactar con el narco ni rendirse ante la delincuencia. Pero esta idea de que estamos ganando la guerra parece contraponerse a lo que estamos viendo en la realidad cotidiana. Nadie parece saber con certeza cuál es la cifra de ejecutados en este sexenio. Pero si el número de 6 mil 943 del 1o. de diciembre del 2006 al 25 de noviembre del 2008, que citó el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, el 7 de diciembre, es una aproximación de la verdad, tenemos razones muy buenas para estar preocupados. Si éstas son las cifras de la victoria, bien podemos imaginarnos las de la derrota.
Ya saben quién
Reforma, 23 Dic. 08;
"Por cada elemento que nos maten, les vamos a matar a 10".
Criminal anónimo
Antes, cada ejecución de un policía, un militar o un civil era seguida del comentario más o menos abierto de que algo malo debían haber hecho los fallecidos para haber sido víctimas del narco. Se pretendía soslayar la importancia de la violencia detrás de la idea de que sólo los criminales eran tocados por ella. Hoy ya nadie se atreve a decirlo, ni siquiera sotto voce. Cada vez resulta más claro que muchos de los fallecidos en la violenta guerra contra el narco son inocentes de cualquier culpa.
Este domingo, 21 de diciembre, se dio a conocer la ejecución de 16 personas en Guerrero. Ocho de los cadáveres -torturados y decapitados- correspondían a militares (según la Secretaría de la Defensa, uno de los cuerpos fue hallado el 9 de diciembre pasado). Además se encontró el cuerpo, también decapitado, del ex subdirector de la policía judicial del estado, Simón Wences Martínez. Otras de las ejecuciones, al parecer, no tenían que ver con estas nueve.
Los cuerpos de siete militares decapitados fueron hallados con una cartulina que sentenciaba: "Por cada elemento que nos maten, les vamos a matar a 10. Atte. Ya saben quién". Al parecer los militares fueron capturados al azar tras salir de su cuartel en Chilpancingo y se les torturó y decapitó vivos como represalia por la muerte de tres delincuentes en un enfrentamiento entre soldados y sicarios que había tenido lugar en Teloloapan, Guerrero, el 19 de diciembre.
El ex comandante Simón Wences Martínez fue levantado en una corrida de toros este sábado 20 de diciembre en el marco de la Feria de Navidad y Año Nuevo de Chilpancingo sin que ninguno de los asistentes se hubiera atrevido a hacer nada. Wences Martínez, quien había sido militar en la década de 1970, fue subdirector de la policía judicial durante el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu de 1987 a 1993. Actualmente operaba una empresa de seguridad y era pastor de una iglesia protestante. Al parecer aspiraba a ocupar la jefatura de la policía municipal de Acapulco en el próximo gobierno de Héctor Astudillo. No tenemos información de por qué fue ejecutado.
Durante mucho tiempo las autoridades mexicanas se lavaban las manos ante las múltiples ejecuciones impunes que ocurrían en el país al sugerir que solamente aquellos que de alguna u otra manera eran aliados del crimen perdían la vida en esta guerra. Después se cambió la explicación y se argumentó que las ejecuciones, especialmente de policías, eran resultado del éxito que se estaba teniendo en la lucha contra el narcotráfico.
Los comandantes del Ejército y los políticos más elevados manifiestan que nada detendrá su esfuerzo en la lucha contra el narcotráfico. "Para quienes tenemos por elevado encargo velar por la seguridad y bienestar de nuestro pueblo -afirmó en un homenaje a los decapitados en Chilpancingo el comandante de la IX región militar, el general Enrique Alonso Garrido Abreu-, ni esto ni nada nos amedrentará. El combate seguirá y lo haremos con mayor fuerza y ahínco para reducir riesgos y mejorar resultados".
El discurso que el presidente Felipe Calderón pronunció ayer en el homenaje luctuoso de José María Morelos y Pavón fue similar: "Sabemos bien que estos cobardes asesinatos pretenden amedrentar al Estado y la sociedad... Son consecuencia de la contundencia de los golpes que las Fuerzas Armadas han dado a las organizaciones criminales... A la violencia del crimen responderemos con la acción firme del Estado porque México es más fuerte que cualquier banda de delincuentes".
Claro que los altos funcionarios del gobierno y los mandos militares siempre están bien protegidos. En la mayoría de los casos, quienes son levantados, torturados y ejecutados por los sicarios son policías o soldados de nivel bajo o medio. A ellos les toca pagar el mayor precio en esta guerra que tanto nos dicen estamos ganando.
Por lo pronto el reto ahí está. Por cada uno que nos maten, les vamos a matar a 10. No se necesita que sean comandantes. De hecho, el terror se extiende más cuando se dirige a quienes saben que no pueden defenderse.
Yo entiendo que el Estado mexicano no puede pactar con el narco ni rendirse ante la delincuencia. Pero esta idea de que estamos ganando la guerra parece contraponerse a lo que estamos viendo en la realidad cotidiana. Nadie parece saber con certeza cuál es la cifra de ejecutados en este sexenio. Pero si el número de 6 mil 943 del 1o. de diciembre del 2006 al 25 de noviembre del 2008, que citó el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, el 7 de diciembre, es una aproximación de la verdad, tenemos razones muy buenas para estar preocupados. Si éstas son las cifras de la victoria, bien podemos imaginarnos las de la derrota.
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