Reunión Hemisférica de Alto Nivel contra la delincuencia organizada transnacional; Ciudad de México, 1 de marzo del 2012
Antonio Luigi Mazzitelli, Representante Regional para México, Centroamérica y el Caribe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
Excelencia maestro Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos; maestra Marisela Morales Ibáñez, Procuradora General de la República; Embajadora Patricia Espinosa Cantellano, Secretaria de Relaciones Exteriores; Embajador Adam Blackwell, Secretario de Seguridad Multidimensional de la Organización de Estados Americanos; distinguidos Jefes de Delegaciones; señores y señoras.
Ante todo, que me permitan transmitirles a todos ustedes, el saludo del Subsecretario General de las Naciones Unidas y Director Ejecutivo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el Embajador Yuri Fedotov, y sus augurios más sinceros para una fructífera reunión.
Hace justo algunas semanas, el Embajador Fedotov fue presentando en Nueva York los avances de las nuevas Task Force de las Naciones Unidas sobre crimen organizado y narcotráfico. Subrayaba una vez más, que el crimen organizado y el narcotráfico constituyen hoy en día una amenaza real y concreta a la estabilidad y al desarrollo democrático y balanceado de algunas regiones del mundo.
Frente a un crimen organizado cada vez más poderoso, gracias a su capacidad de crear nuevos mercados, diversificar su oferta de bienes y servicios, superar fronteras, desarrollar alianzas gracias a una serie de redes siempre más difícil a detectar, investigar y llevar a la justicia.
Hay seguramente que redoblar los esfuerzos, tanto a nivel nacional e internacional. Los instrumentos para hacer frente a esta amenaza global están dados. Solamente hay que aprovecharlos.
Los instrumentos de las Naciones Unidas en materia de droga, corrupción, delincuencia organizada, terrorismo, marcan la pauta a nivel de planetario, de los acuerdos y estrategias regionales, como las aprobadas por la OEA en materia de corrupción, crimen organizado, fabricación y tráfico de armas, violencia contra las mujeres, terrorismo, solamente por mencionar algunos de esos fundamentales instrumentos hemisféricos.
Pero, también, los esfuerzos internacionales y regionales tienen que sustentarse en el cumplimiento de esos instrumentos ofrecidos para cada uno de sus miembros. Aquí, también, los instrumentos ya existen, y aquí, también, solamente hay que aprovecharlos.
Hace justo dos días, el Informe para 2011 de la Junta de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU, informaba sobre las misiones llevadas a cabo por la JIFE, en 2011.
En las Américas, la Junta realizó visitas a Costa Rica, El Salvador, Estados Unidos, México. Y respecto a México, la misión de la Junta resaltó las nuevas y contundentes medidas legislativas para la fiscalización de los precursores, la intensificación de la cooperación jurídica y judicial con los países de América Latina y Norteamérica.
La debilitación de las organizaciones criminales por la fuerza del Estado, las importantes inversiones en la reducción de la demanda desde 2008, así como la cooperación con las Naciones Unidas para detectar más ciertamente la extensión de los cultivos ilícitos.
Y en materia de cumplimiento de tratados, quisiera, también, resaltar la importancia del desarrollo de los mecanismos de evaluación entre los países, ya establecidos por los estados miembros de las convenciones de las Naciones Unidas contra la corrupción. Y actualmente, y en fase de pilotaje, en la Convención de Palermo.
Los estados americanos y la OEA tienen, en ese sentido, un papel fundamental para impulsar mecanismos novedosos, y al mismo tiempo, respetuosos de las prerrogativas nacionales, y así, beneficiarse mutuamente conjugando los intereses nacionales en un verdadero esquema de cooperación regional e internacional.
Señor Presidente.
Estimados Embajadores.
Amigos:
Estoy seguro que el terrible precio que el crimen organizado está haciendo pagar a todos los ciudadanos del hemisferio, que la sangre de tantos servidores públicos, de los policías, de los fiscales y jueces, de tantas víctimas inocentes no será derramado en vano, sino que servirá para fortalecer las instituciones, para reescribir el contrato social, para construir un futuro en donde la seguridad y la justicia sean los pilares de una sociedad más solidaria, más abierta y más justa.
Gracias.
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