La Silla Rota, 16 de julio de 2015
La fuga de El Chapo es, por donde se vea, un asunto delicado. La atención que ha ocupado en la agenda pública nacional e internacional da cuenta de su relevancia. Información, especulación, preocupación y sarcasmo saturan los medios y las #RedesSociales.
Así será por muchos días.
Sin embargo, ante la posibilidad —no deseable— de que el delincuente no sea capturado pronto, resulta indispensable analizar algunos escenarios posibles del impacto que el hecho tendría en nuestro sistema político.
El primer golpe fue devastador.
Se afectó la confianza y credibilidad en el gobierno federal. Hubo un daño profundo a la imagen y aspiración presidencial del secretario de Gobernación. Volvieron a subir en la preocupación ciudadana el tema de la inseguridad y la corrupción.
La legitimidad está en riesgo.
Y junto con ella la gobernabilidad, sobre todo si no se dan las acciones contundentes que se necesitan en el marco de una situación de crisis como la que se vive en este momento. Por lo tanto, eshora de actuar con cautela, pero principalmente con firmeza y determinación.
La comunicación será fundamental.
Como el propio Gobierno de la República lo ha reconocido en distintas ocasiones, aún hay problemas con su sistema de comunicación a pesar de los logros que ha tenido, tal y como sucedió durante el primer año y medio de la actual administración con el Pacto por México.
Los protocolos deben funcionar con eficacia.
También los modelos de prevención. Con la conferencia que el lunes pasado encabezó el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se demostró el valor que tiene la figura de Vocería y el responder a todas las preguntas de los reporteros.
El formato ofrece enormes ventajas.
Un gobierno comprometido con la transparencia, la rendición de cuentas y el derecho a la información no puede quedar anclado en aquellas tácticas del pasado —verticales y autoritarias— que solo generan molestia, distanciamiento y escepticismo.
Las situaciones de #crisis no son la excepción.
Por el contrario. Es en estos casos donde se abren en forma significativa las posibilidades y oportunidades para fortalecer el liderazgo de las autoridades. Es ante este tipo de circunstancias en las que se pone a prueba la capacidad y experiencia de los servidores públicos.
Las medidas correctivas fueron acertadas.
Por un lado, quedó claro que la mayoría de las preguntas tienen respuestas. Por el otro, se demostró que no pasa nada cuando se tienen que reservar datos e informaciones que podrían afectar el curso legal de las investigaciones oficiales.
Cuando se actúa con apertura, la presión disminuye.
Además, se reducen las tensiones. Se disminuyen las críticas. Se favorecen la deliberación, el análisis y el debate. Se evita recurrir a las prácticas inaceptables de presión a medios y periodistas y, lo más importante, se limitan los espacios para la especulación.
Es necesario modernizar la #ComunicaciónDeGobierno.
Cuando la comunicación entre gobernantes y gobernados fluye con eficacia todos ganamos en libertad y nuestra democracia se fortalece. Pero eso no es todo. Los gobiernos y los personajes que están al frente incrementan su legitimidad.
Por lo tanto, crecen los márgenes de gobernabilidad.
Todos quienes trabajamos profesionalmente la #ComunicaciónPolítica sabemos que la solución más rápida para hacer frente al problema es la captura inmediata de El Chapo. El anuncio por sí mismo sería de una gran efectividad y ampliaría los márgenes de maniobra del Presidente y su gabinete de Seguridad.
Ojalá así sea.
Sin embargo, ante la posibilidad de que no sea aprehendido en los próximos tres años, el gobierno debe revisar a fondo su estrategia de comunicación para reducir los costos que la fuga le ha producido al sistema.
La noticia tiene un límite temporal.
En algunas semanas el caso saldrá de los espacios destacados de los medios y las redes. Surgirán nuevos asuntos, nuevos conflictos, nuevos desafíos. De la misma manera, es poco posible que el hecho tenga impactos significativos en el grueso de la agenda electoral.
Hay que evitar que al delincuente se le convierta en héroe.
El trabajo de comunicación e imagen de los tres poderes está obligado a cumplir con este objetivo, pero no es suficiente. Es urgente revisar la agenda de los temas de seguridad (Ayotzinapa, Tlatlaya, Caro Quintero, Mireles, etcétera), pues juntos en la agenda pública sí podrían conformar un escenario de riesgo que dañe en forma más severa al gobierno.
Se necesita más que una narrativa sólida y creíble.
Las acciones contundentes no deben limitarse a los ceses de algunos funcionarios. Para mostrar liderazgo el Presidente debe actuar en forma determinante. Sn titubeos. Es posible, factible y viable. Ante la gravedad de lo sucedido, las peores decisiones serían las gatopardistas: Tomar decisiones y hacer muchos cambios para que todo siga igual.
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