El
suicidio del Partido Laborista/ Henry Kamen es historiador británico. Su última obra, publicada por La Esfera de los Libros, es España y Cataluña. Historia de una pasión (2014).
El
Mundo | 24 de agosto de 2015..
Carlos
Marx escribió sus grandes obras en el refugio del Museo Británico de Londres, y
medio siglo más tarde se convirtió en una influencia formativa en la evolución
del socialismo británico. Los dirigentes del nuevo Partido Laborista, entre
ellos Keir Hardie, dependían en gran medida de Marx por sus ideas, y el
marxismo siguió siendo una corriente fundamental durante todo un siglo en el
desarrollo de las ideas socialistas en el Reino Unido. Pero, comenzando con
quien fuera premier Tony Blair, y como consecuencia del colapso del marxismo en
toda Europa, el Partido Laborista rechazó los principios marxistas y se
convirtió, en su lugar, en un partido reformista. Ahora, sin embargo, la
derrota sufrida por el laborismo en las elecciones generales celebradas el
pasado mes de mayo, ha animado a algunos cuadros de la formación a reivindicar
una vuelta a los principios clásicos del socialismo marxista.
En
estos meses de verano en los que la mayoría de los ciudadanos en el Viejo
Continente están aprovechando para tomar un descanso y disfrutar de sus
vacaciones anuales, los británicos tienen que hacer frente a una inimaginable
acumulación de crisis de todo tipo. Y no es la menos importante la que puede
acabar con la liquidación del Partido Laborista. El pasado 14 de agosto, la
formación envió a todos sus militantes las papeletas para que votaran por el
candidato que consideren más adecuado para convertirse en el próximo líder del
laborismo británico. Los resultados se darán a conocer en septiembre. Pero,
¿seguirá habiendo un Partido Laborista para liderar?
El
candidato favorito por el momento parece ser un miembro del Parlamento, Jeremy
Corbyn, quien cuenta con el apoyo declarado de algunos sindicatos y de muchos
miembros del partido que han quedado decepcionados con el actual liderazgo
existente. Sorprendentemente, sin embargo, no tiene el apoyo de la mayoría de
sus colegas en el Parlamento, y ha sido el foco de ataque de todos los sectores
de la prensa británica, que parece estar de acuerdo en que la victoria de
Corbyn dará lugar a la extinción del Partido Laborista.
La
razón de esta hostilidad parece ser que Corbyn está promoviendo las ideas de
estilo marxista que datan de una generación pasada. Admirador abierto de los
líderes marxistas que actualmente controlan el Gobierno griego, como ellos
Corbyn cree que la austeridad es un error y que el Estado debe aumentar su
deuda si quiere ayudar a la gente. Según sus propias declaraciones públicas,
apoya el sistema «universal y gratuito» de guarderías, la educación «universal
y gratuita» hasta incluir la Universidad, un límite al nivel de alquileres que
pagan los inquilinos, la retirada del país de la OTAN, una reducción de los
gastos militares y la abolición de las armas nucleares, y la compra (es decir,
la renacionalización) de toda la red ferroviaria británica y de todas las
compañías de energía (electricidad, gas, etcétera). El gasto masivo que
implicaría todo ello sería sufragado con un aumento de los impuestos sobre los
«ricos» y sobre las empresas.
Como
es de imaginar, las propuestas han causado la desesperación dentro del Partido
Laborista, y la burla fuera de él. Los líderes de la formación en el Parlamento
han afirmado que las políticas propuestas son, sencillamente, imposibles. Sus
puntos de vista, sin embargo, no son compartidos por muchos votantes
laboristas, que en los últimos días han venido celebrando reuniones públicas
entusiastas en las que Corbyn ha sido tratado como si fuera una estrella de
cine. Algunas mujeres laboristas incluso consideran que es muy sexy. Es fácil
entender por qué se ha llegado a esta situación. La derrota del partido en las
elecciones y la dimisión inmediata de su líder han dejado al partido abandonado
como un barco sin timón en una tormenta, sin capitán y sin ningún objetivo
declarado.
Los
lectores españoles tal vez piensan que reconocen algunos de los síntomas del
problema en Inglaterra, pero en ese caso se equivocan. En España, el electorado
ha expresado sus preferencias sin ninguna preocupación por las ideas políticas.
De hecho, algunos de los partidos que han ganado apoyos actualmente
-especialmente Podemos- no tienen programa político reconocible en absoluto.
Yla mayoría de los ciudadanos que votan a Artur Mas en Cataluña no tiene la más
mínima idea de lo que son sus políticas.
En
Inglaterra, la situación es muy diferente. Los votantes británicos están
buscando ideas y emociones, y Jeremy Corbyn está ofreciéndoles ambas cosas. Sus
ideas datan de hace un siglo, pero son las ideas reales que siempre han
inspirado el movimiento de la clase trabajadora en el Reino Unido. De la misma
manera, la emoción que despierta proviene de aquéllos que basan sus esperanzas
en encontrar una manera de salir de la cultura materialista y opresiva del
sistema social actual. Las esperanzas, por supuesto, pueden ser ineficaces; y
las ideas pueden ser poco prácticas. En ese caso, la elección de Corbyn como
líder sería un error. El resultado final sería que poner tal capitán al mando
de la nave, la condenaría al naufragio. Eso es lo que The Times afirmó
claramente: «A través de una combinación letal de despreocupación, ineptitud y
obstinación ideológica, el principal partido de la oposición en Gran Bretaña se
está condenando a sí mismo a la irrelevancia y la posible extinción. Es una
traición a sus votantes y su historia que el Partido Laborista está a punto de
hacer seleccionando a Jeremy Corbyn como líder».
Durante
la mayor parte de mi vida política fui miembro del Partido Laborista, y
compartí las alegrías y las tristezas de su trayectoria. Fui un regidor durante
muchos años, y también me entrevistaron para ser un candidato parlamentario.
Conocía al destacado intelectual de izquierdas que el partido eligió para ser
su líder en 1980-1983, Michael Foot. En aquel periodo el laborismo estaba en la
oposición, buscando desesperadamente una manera de volver al poder, y buscando
ideas para inspirar a sus votantes. La adopción de las ideas de izquierda
parecía ser una solución, y Foot parecía entonces el candidato más honesto y
sincero. Sin embargo, el experimento de izquierda falló. Foot no tenía la
dureza requerida para gestionar un partido político y el movimiento obrero se
dividió en pedazos. El único líder que posteriormente salvó el partido fue Tony
Blair, ya en 1997.
Pero
después de las elecciones generales de este año, el laborismo ha sido barrido
casi por completo en Escocia y rotundamente derrotado en Inglaterra. Los
sindicatos eran el apoyo principal del partido, pero ya no son un agente
importante de la vida política, y la contribución financiera que hacían al
partido se ha reducido en gran medida. El actual Gobierno tory también ha dicho
que va a revisar la forma en que los sindicatos hacen las contribuciones
políticas. No es un momento prometedor para el laborismo. El partido que llegó
al poder en 1924 se está muriendo de sed en el desierto de la política, y
resucitar las ideas de Carlos Marx no puede ser el medio más eficaz para
devolverlo a la vida. Dentro de unos pocos días sabremos si se ha decidido
apoyar a Corbyn como líder. Pero, si eso sucede, podemos estar seguros de que
el partido habrá cometido definitivamente su harakiri.
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