Revista
Proceso
# 2024, 15 de agosto de 2015..
En
la cacería, ahora le tocó a un ex de Televisa/NOÉ ZAVALETA
XALAPA,
VER.- La disputa territorial para el trasiego y venta de droga en este “Estado
Próspero” se exacerbó de nuevo.
El
jueves 13 por la madrugada, dos jefes regionales de Los Zetas en Orizaba –José
Márquez Balderas, El Chichi, y Felipe Santana Hernández, El Felino- fueron
ejecutados. Ambos estaban en el bar La Taberna, en Orizaba, cuando un comando
armado irrumpió y les disparó a quemarropa.
En
la refriega murió también Juan Heriberto Santos Cabrera, quien hasta junio
último fue corresponsal de Televisa en esa ciudad –la empresa le rescindió el
contrato aduciendo “recorte de personal”–, así como Sergio Felipe Mendoza
Morgado, Alberto Rodríguez Romero y José Eduardo Castillo Romero.
En
el noticiario vespertino del mismo jueves 13, la conductora de Televisa
Veracruz, Araceli Baizabal, dio la noticia sobre el multihomicidio en sólo 15
segundos. Y la acompañó de imágenes del bar y del comunicado oficial de la
Fiscalía General del Estado (FGE).
Según
la dependencia, dos de las víctimas llevaban armas de fuego: una escuadra
Beretta de 9 mm que fue percutida en su totalidad, en un intento por repeler el
ataque; la otra era una Springfield del mismo calibre, que también fue
disparada.
Entre
los sobrevivientes se encuentran los reporteros Enrique Rivas y Guillermo
Ramos, del periódico El Buen Tono, de Córdoba, quienes están en calidad de detenidos
y ya rindieron su declaración ministerial.
La
carpeta de investigación ministerial consultada por el reportero indica que en
el bar se encontraron más de 70 casquillos percutidos calibre 2.23, de armas
AR-15, así como 62 impactos en techos y ventanas.
De
acuerdo con una fuente de la FGE cuyo nombre se mantiene en reserva, las
primeras investigaciones indican que El Chichi, El Felino, Santos Cabrera y las
otras tres personas llegaron juntos al bar, ubicado en pleno centro histórico
de Orizaba.
Los
reporteros de la fuente policiaca de El Buen Tono, añade, arribaron por
separado. Santos los invitó a su mesa y pidió que les sirvieran un trago. Esa
información, dice, también está en la carpeta.
El
entrevistado indica que presuntamente Santos se encargaba de “repartir dinero”
entre sus colegas por el manejo de información favorable a la organización del
Chichi y El Felino; para ello había citado a los reporteros de El Buen Tono en
ese lugar.
El
diario, propiedad del empresario panista José Abella, ya había sido atacado por
una célula de Los Zetas en noviembre de 2011: 15 sicarios llegaron a las
instalaciones del rotativo en varios vehículos un domingo por la noche. Las
rociaron con gasolina y les prendieron fuego.
Esta
vez, Abella se deslindó de los reporteros Rivas y Ramos en su cuenta de
Facebook, donde escribió: “No se hagan bolas. Esos reporteros… no creo que
hayan estado hablando de periodismo, sentados con el jefe de Los Zetas al que
también asesinaron. Los dos que estaban ahí sentados, de El Buen Tono, deben
ser cesados de la empresa”.
A
su vez, Luis Domínguez, director del periódico, envió un comunicado en el cual
asegura que Rivas y Ramos se escondieron en el Teleférico. Hasta ahí llegaron
policías municipales, quienes los subieron a una patrulla para resguardarlos:
“Los periodistas pidieron su traslado a Córdoba, pero policías les informaron
que afuera de las instalaciones (de la policía) están Los Zetas y están
pidiendo que los entreguen”.
La
semana previa al ataque en La Taberna, la madrugada del viernes 7, cibernautas
dieron cuenta de la aparición de una narcomanta en la autopista Córdoba-Orizaba
en la que se anticipaba que irían por jefes de plaza de Los Zetas, por taxistas
y reporteros al servicio de esa organización criminal. La firmaban los Cárteles
Unidos, que aglutina a Los Ántrax, el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Jalisco
Nueva Generación.
“Estamos
aquí para hacer una limpia –decía la manta–. Usen a más gente para que sepamos
quiénes son y vayamos por ellos también. Todo Córdoba –municipio conurbado a
Orizaba– y la región sabe que ustedes mueven su droga armas y dinero en taxis.”
El
fiscal general del estado, Luis Ángel Bravo, admite que en julio pasado la
violencia se recrudeció en Veracruz. La dependencia registró 58 homicidios
dolosos en ese mes, la mayoría de ellos en la región Córdoba-Orizaba-Nogales y
en la zona sur.
La
agencia Apro contabilizó más de 30 ejecuciones entre el 25 de julio pasado y el
sábado 1.
Excusas
y violencia
En
noviembre de 2012, este semanario informó sobre la captura de tres presuntos
zetas. Esa acción permitió al Ejército y la Marina detectar una red de
complicidades entre sicarios y transportadores de droga de Los Zetas con
subprocuradores de justicia, policías ministeriales, empresarios y políticos
veracruzanos.
Entre
los presuntos implicados se mencionó a los exsubprocuradores José Yunis
Manzanares y Marco Antonio Lezama Moo. La investigación ministerial 947/2012
VER-FIEAFTVS-10, abierta en la Subprocuraduría Regional de Justicia Zona Centro
Veracruz, estaba rubricada por el “fiscal investigador especializado” Pedro
Huesca Barradas.
El
destino de los tres servidores públicos señalados fue muy distinto: a Yunis le
dieron “término de funciones” y quedó excluido del aparato de justicia local,
pero sin ninguna responsabilidad penal; Lezama Moo, a propuesta del gobernador
Javier Duarte, fue nombrado magistrado del Tribunal Superior de Justicia,
Huesca fue levantado por un comando armado en Ciudad Cardel junto con su
asistente. Hasta hoy, Huesca está desaparecido.
Las
muertes de la activista Nadia Vera y del fotoperiodista Rubén Espinosa
Becerril, colaborador de este semanario, y la de Santos Cabrera volvieron a
poner a Duarte en los primeros planos de la prensa nacional e internacional.
“Yo
ya declaré. Yo no mandé a matar a Rubén”, expuso el mandatario al articulista
Ciro Gómez Leyva y al conductor televisivo Joaquín López Dóriga, así como a la
revista Nexos la semana pasada.
El
lunes 10 dio un largo mensaje en la Sala de Banderas a un pequeño grupo de
reporteros, a los que convocó formalmente para deslindarse del homicidio de
Espinosa Becerril y Vera, ocurrido en la colonia Narvarte de la Ciudad de
México.
Veracruz
“trabaja” para garantizar la seguridad y protección de quienes viven y trabajan
en la entidad, incluyendo la generación de “condiciones” para el ejercicio
libre del periodismo; “somos respetuosos de la manifestación libre de las
ideas, de la libertad de manifestarse y de todas las expresiones sociales que
se dan”, les dijo.
Su
pretendido deslinde desencadenó más críticas de reporteros, escritores y
conductores de noticiarios televisivos como Alejandro Almazán, Guadalupe
Loaeza, Elena Poniatowska, Víctor Trujillo (Brozo) y Carlos Loret de Mola. El
titular de la Coordinación General de Comunicación Social, Juan Octavio Pavón,
tuvo que emplearse a fondo para reposicionar a su jefe.
Recurrió
a los columnistas locales afines a Duarte para “desacreditar” a sus críticos.
El
lunes 10, Loaeza tituló su artículo de Reforma ¿Qué tal durmió señor gobernador?,
en el que aludía a la ola de violencia en Veracruz, así como a las amenazas
contra el fotoperiodista Espinosa Becerril que lo obligaron a salir de la
entidad.
Al
día siguiente, Manuel Rosete Chávez –el autor de la columna Apuntes, que se
reproduce en varios medios veracruzanos– llamó a Loaeza “piruja de la pluma”.
De
manera simultánea, Pavón se puso en contacto con directores, jefes de área,
coordinadores y otros mandos del gabinete legal y ampliado, así como con
directivos del PRI. Les pidió usar sus cuentas de redes sociales para enviar a
los burócratas y simpatizantes priistas el siguiente texto:
“Este
es el momento de colaborar… El gobernador acaba de publicar un mensaje muy
importante que debe ser compartido ampliamente (sic) en las redes sociales. Les
pido que aporten comentarios positivos en la publicación de Facebook del
gobernador, así como en su tuit. Paremos esta campaña de desinformación y
linchamiento.”
El
mensaje saturó las cuentas oficiales de Duarte. Pero no impidió que en el resto
del ciberespacio siguieran reproduciéndose las consignas “Justicia para Rubén y
Nadia”, “Renuncia Duarte”, “En Veracruz no pasa nada, sólo frutsies y
pingüinos”, “No se mata la verdad matando periodistas”.
En
su mensaje del lunes 10, Duarte aludió al caso de Regina Martínez Pérez,
corresponsal de Proceso en Veracruz.
Dijo que el caso ya “fue esclarecido” bajo la configuración de los delitos de
homicidio y robo agravado; incluso dijo que uno de los implicados, Jorge
Antonio Hernández Silva, ya fue detenido y sentenciado a 38 años de prisión.
Sin
embargo, la litigante Diana Coq Toscanini, abogada de Silva y quien fue
coadyuvante de Proceso en la investigación para esclarecer el asesinato de
Regina Martínez, escribió un correo electrónico al reportero para advertir que
“el caso no está completamente esclarecido”.
Ataque
impune
Activistas
sociales, estudiantes y periodistas siguen reclamando a las autoridades una
investigación a fondo del ataque contra jóvenes y estudiantes universitarios en
esta capital, en el que tres personas resultaron lesionadas, una de ellas con
traumatismo craneoencefálico, a causa de los golpes que les propinaron los
agresores con machetes, palos con clavos y bates de beisbol.
Los
colectivos Alianza Nacional Contra el Fracking, la Asociación Defensora de los
Derechos Humanos “Decide”, el Comité Universitario 5 de Junio, la Asamblea
Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental (Lavida) y Voz Alterna insisten
en que se realicen las diligencias ministeriales y se arreste a los responsables
de esa agresión.
Pero
el gobierno de Duarte no responde. Eso sí, las amenazas, hostigamiento,
represión y monitoreo de estudiantes, activistas y periodistas por parte de las
secretarías estatales de Seguridad Pública, Gobernación y la Política Regional
se recrudecieron tras las protestas por los asesinatos de Espinosa Becerril y
Vera.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario