Narvarte: se
refuerza línea de crimen por narcomenudeo/Ricardo Alemán
El Universal, 16 de agosto de 2015
¿Ataque
a la libetad de expresión? Al tiempo.
A
pesar de que la presión mediática interesada insiste en no dar crédito a
ninguna otra versión que no sea la de un supuesto “crimen de Estado” –en el
caso del crímen quíntuple de la Narvarte–, lo cierto es que las evidencias de
la investigación de la PGJDF apuntan cada vez con mayor fuerza a la teoría de que
el habría sido una venganza –disfrazada de robo–, entre narcomenudistas.
Y
es que según la cronología de hechos que en días recientes han difundido
distintos medios –el pasado viernes la pagina especializada Letra
Roja ofreció la narración más completa–, son abundantes las evidencias
de que el fotoreportero Rubén Espinosa estuvo en el lugar equivocado, a la hora
equivocada y que el objetivo del asalto, el robo y el crimen era la ciudadana
colombiana, quien según las distintas periciales se dedicaba al narcomenudeo.
De
la misma manera –y si es que se hubiese tratado de un crimen dirigido al
fotoperiodista, como especulan voces interesadas en distorsionar la verdad
histórica–, en las horas previas al asalto en Luz Saviñón 1909 –en la colonia
Narvarte–, existen muchos momentos en los que se hubiesen podido cometer el
crimen sin comprometer a personas inocentes, sin provocar el escándalo
mediático y, sobre todo, sin necesidad de llegar a cinco muertes.
LAS
DUDAS.
Según
la cronología de Letra Roja, la historia del multihomicidio “comienza la noche
del jueves 30 de julio cuando el fotoperiodista Rubén Espinosa y su amigo
Antonio Contreras Durán permanecieron bebiendo y departiendo hasta las 2 am,
cuando los empleados del lugar exigieron el pago de la cuenta porque el
servicio había terminado”
Según
la declaración de Antonio Contreras Durán la plática verso, entre otras cosas,
“sobre el desempleo de Rubén, quien le dijo a su amigo que estaba desempleado,
“tengo meses sin trabajo, apenas una que otra colaboración”. Esa declaración
contradice que fuera empleado regular en distintos medios. Acaso habría sido en
algún momento colaborador.
Dice
la cronología de Letra Roja, que Antonio y Rubén se trasladaron del centro
histórico del Distrito Federal a Luiz Saviñón en un taxi. Que llegaron y antes
de subir compraron más bebidas, y que estuvieron bebiendo hasta las diez de la
mañana. Además, en ese lapso consumieron mariguna y cocaina. Esa pequeña convivencia es a la que se referían las primeras
versiones que hablaban de “una fiesta”.
En
realidad fue una fiesta de sólo tres personas, que terminó cuando Esbeydi se
fue a trabajar y cuando llegó la empleada doméstica. Poco después de las diez
de la mañana –siempre según la narración de Letra
Roja–, Rubén Espinosa y Antonio
Contreras decidieron retirarse de Luz Saviñón. Ya en la calle, desde la ventana
los despidió la activista.
“Caminaron por Luz Saviñón hasta un puesto de
vigilancia policiaca, le preguntaron a un policía de turno que si estaba más
cerca el Metro, el Metrobús o algún otro sistema de transporte. El policía les
dio las instrucciones y siguieron caminando. Un par de cuadras adelante, el
periodista le dijo al amigo que la estación más cercana estaba muy lejos.
“¿Sabes qué? Yo mejor me regreso. No tengo sueño. Además no me caerían mal
otros tragos”, le dijo. El video que tiene en su poder la autoridad muestra el
regreso de Rubén Espinosa cerca de las 11 am a Luz Saviñón.
Es
importante toda la primera parte de la cronología, porque deja ver que si –como
muchos especulan, los matarifes de Duarte estaban cazando al periodista–, lo
pudieron matar en las calles del Centro Histórico, en la puerta de Luz Saviñón
a las 2.00 de la madrugada; cuando salió y regresó entre las 10:00 y las 11:00.
¿Por qué esperar para matarlo hasta pasadas las 14:00 horas?
LAS
VERDADES.
Según
la misma cronología, los presuntos criminales llegan a Luz Saviñón 1909 pocos
minutos después de las 14:00 horas. En el video se ve a uno de ellos hablar
desde su celular. Hoy se sabe que ese hombre lleva por nombre Abraham y se
dedicaba a acomodar automóviles en un centro comercial.
También se sabe
que un teléfono celular encontrado en la recámara principal del departamento
401 de Luz Saviñón, presuntamente propiedad de Mile Virginia Martín registra
una llamada a la misma hora que habló Abraham desde la calle y quien le
habría pedido que abriera la puerta por el interfon.
Ese
mismo teléfono contiene el registro de tres números identificados con las
claves de dealer 1, dealer 2 y dealer 3. Uno de los números identificados como
“dealer” corresponde al teléfono de Abraham.
En
el departamento se encontraron distintas dósis de diversas drogas; mariguana,
cocaina y drogas sintéticas. En una bolsa de dama, que según testigos
pertenecía a la colombiana Mile, fue encontrada llena de dósis de distintas
drogas. Más aún, en el auto Mustang Rojo, que fue abandonado, la policía
encontró otra caja con dosis de mariguana.
También
se comprobó que es falso que Mile Virginia Martín estuviera lista par regresar
a Colombia. En realidad, el Instituto de Migración estaba a punto de entregarle
la calidad de residente. Solo le fataba una entrevista en la que presentaría un
documento en el que constaba que tendría un trabajo de bailarina.
LA
BARBARIE.
Según
el pliego de consignación, los criminales iban por algo al departamento de Luz
Saviñón. Y es que “la mecánica de hechos” y de acuerdo con los peritajes
forenses, la empleada doméstica, Alejandra Negrete, habría sido la primera en
ser sometida, amordazada, introducida al baño y asesinada.
La
misma mecánica de los hechos presume que dos de los criminales entraron a la
segunda habitación, donde estaba Rubén Espinosa y Nadia Vera, quienes fueron
encontrados vestidos y tampoco mostraban violencia extrema pero sí aparecieron
signos de sometimiento. “Los dos cuerpos tenían un tiro en la cabeza”.
Según
los forenses, los criminales entraron por último a la recámara principal, de
Mile y Yesenia. De las cuatro mujeres solo la colombiana, Mile, mostraba signos
de abuso sexual. “La mecánica de los hechos supone que a ella y a Yesenia -que
compartían habitación- las sometieron y asesinaron al final. Primero a Yesenia,
la ahorcaron con un cable de teléfono y luego le dispararon en la cabeza”.
Por
alguna razón, la mayor crueldad se cometió contra la colombiana, “a la que
torturaron en distintas partes del cuerpo con un instrumento punzocortante. En
la sala de la casa apareció un pelapapas con sangre en la punta y en la
empuñadura. Mile Virginia Martín fue abusada sexualmente en varias ocasiones
tanto anal como vaginalmente. Fue estrangulada con una liga de pilates, sólo
ella tenía un disparo en la cabeza producido con un cojín de por medio”.
¿Ataque
a la libertad de expresión? Al tiempo.
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