Revista Proceso # 2024, 15 de agosto de 2015..
Una agenda de
“alta política”/ RODRIGO VERA
El
restablecimiento formal de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos
es sólo el primer paso de un proceso que se prevé arduo: el deshielo total de
uno de los últimos remanentes de la Guerra Fría. En la reanudación de
relaciones hubo un actor principal, el Papa Francisco. El próximo mes, el
pontífice continuará su labor de mediación: se reunirá en Cuba con Raúl Castro
y en Estados Unidos con Barack Obama, y con los obispos de ambos países. Su
labor no será fácil, dicen analistas, pues aún hay mucha oposición (sobre todo
en los republicanos estadunidenses y en los conservadores católicos) a que
Washington y La Habana limen asperezas.
El
pasado 12 de julio, a bordo del avión que lo regresaba al Vaticano después de
visitar tres países latinoamericanos, el Papa Francisco minimizó su labor en el
restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
“No
tuvo carácter de mediación: había un deseo que llegó de un lado, otro deseo que
llegó del otro lado… y sólo recé sobre esto. Fue la buena voluntad de los dos
países. El mérito es de ellos. Nosotros no hicimos casi nada, sólo pequeñas
cosas”, les comentó a los periodistas.
Agregó
que ahora se concentrará en su próximo viaje, del 19 al 27 de septiembre,
precisamente a esos dos países en proceso de reconciliación: “Debo comenzar a
estudiarlo ahora. Ahora debo centrarme en Cuba, donde estaré dos días y medio.
Y después en Estados Unidos, en tres ciudades del este: Washington, Nueva York
y Filadelfia”.
Considerado
“acontecimiento histórico” y de “alta política” internacional, el viaje del
pontífice jesuita está minuciosamente planeado para intentar poner fin a los
remanentes de la Guerra Fría: incluirá encuentros con el presidente de Cuba,
Raúl Castro, y después con el de Estados Unidos, Barack Obama, con quienes Bergoglio,
en su calidad de jefe de Estado, servirá de mediador en el proceso de deshielo.
También
estará en el Congreso de Estados Unidos tratando de convencer a los
legisladores opuestos a la nueva relación, de las ventajas del entendimiento
Cuba-Estados Unidos. Para algunos analistas, ésta será su “prueba de fuego”. Y
será la primera vez que un pontífice asista al Capitolio.
Durante
su estancia en Nueva York, Bergoglio pronunciará un discurso en la sede de las
Naciones Unidas. Esta instancia le servirá de plataforma internacional para
difundir su mensaje de reconciliación entre los dos países, se prevé.
Aparte
tendrá reuniones privadas con los obispos cubanos y con los estadunidenses. Los
instará a seguir trabajando en favor del diálogo, como ya lo han hecho
prácticamente desde que se rompieron las relaciones entre Cuba y Estados
Unidos, a principios de los sesenta. Desde entonces, la compleja maquinaria
eclesiástica –desde la curia romana hasta las organizaciones laicas– está
metida en el tema.
Guzmán
Carriquiry, el influyente secretario de la Pontificia Comisión para América
Latina, adelantó tajante: “Este viaje estará marcado por la alta política”.
Carriquiry
–en entrevista difundida por Radio Vaticano el pasado 31 de julio– aclaró que
esta “alta política” se sitúa dentro de una “perspectiva pastoral”, pues a
Francisco no le gusta que lo vean como un jefe de Estado dedicado a labores de
mediación política; prefiere ser visto como “pastor” de la Iglesia.
Dijo:
“Estoy convencido de que si le hablamos al Papa de la ‘alta política’ en sus
viajes, no le gustaría nada, ¡porque él es esencialmente un pastor!”.
Sin
embargo, recalcó, uno de los objetivos del viaje papal es “seguir estando
presente en el diálogo entre Cuba y Estados Unidos”, sin dejar de lado el
aspecto de la fe católica en ambos países.
Años
de incomunicación
El
cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, confirmó que el
viaje “se relaciona con lo que ha sucedido en estos últimos meses; el
acercamiento entre ambos países después de tanto tiempo de conflicto y de
frialdad”.
En
entrevista con periodistas italianos el pasado 24 de abril, Parolin resaltó
además la labor diplomática de la Santa Sede en esta apertura al diálogo. Fue,
dijo, “un papel de apoyo y facilitación, pero que tuvo resultados importantes”.
Agregó:
“Evidentemente se trata de un proceso que acaba de comenzar, que tiene sus
fragilidades, porque después de tanto tiempo de incomunicación y de
incomprensión no es fácil crear un clima de confianza y de comprensión
recíproca, que es la base para dar pasos diplomáticos. La visita del Papa
Francisco animará este proceso”.
Para
el analista cubano Enrique Luis López Oliva, especializado en asuntos
eclesiásticos, “el hecho de que el viaje sea sólo a Cuba y Estados Unidos ya
indica claramente cuál es la agenda política del Papa: apoyar el
restablecimiento de relaciones entre los dos países. Es algo muy obvio”.
Menciona
que el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, al viajar a Cuba
para inaugurar formalmente la embajada de su país, el viernes 14, “le dejó
preparado el escenario al Papa, en una maniobra diplomática bien calculada. La
visita de Kerry es el preámbulo al viaje papal”.
Bergoglio
volará de Roma a La Habana el 19 de septiembre. Llegará ese mismo día al
aeropuerto José Martí de la capital cubana. Al día siguiente se reunirá con
Raúl Castro y algunos de sus ministros en el Palacio de la Revolución.
Sobre
esta reunión, López Oliva comenta a este semanario: “Bergoglio hablará en su
calidad de jefe de Estado con Raúl Castro. Sin duda tocarán el tema de las
relaciones entre Cuba y Estados Unidos, de la apertura de embajadas y de los
pasos a seguir. Hablarán también de cuestiones internas, como las actuales
relaciones entre la Iglesia local y el gobierno cubano. Al encuentro no podrá
faltar el canciller Bruno Rodríguez, quien está negociando directamente con
Kerry.
“Aunque
aún no se menciona en la agenda, es muy probable que el Papa se reúna ese mismo
día con Fidel Castro, después del encuentro oficial con su hermano Raúl. Corre
la versión de que así será. Por regla general las reuniones con Fidel son
privadísimas. Y esta vez no será la excepción. Además, Fidel y el Papa
argentino tienen puntos en común: aquel se formó con jesuitas y éste es un
jesuita, ambos son hijos de inmigrantes y sus posturas en el terreno social
tienen semejanzas.”
El
21 de septiembre el Papa se reunirá con el episcopado cubano en la catedral de
La Habana. “Ahí, entre otros asuntos, Bergoglio y los obispos cubanos
seguramente abordarán el de las relaciones con Estados Unidos. Es un tema
obligado”, adelanta López Oliva.
–¿La
postura del episcopado cubano está en sintonía con la del Papa? –se le
pregunta.
–Sí,
por supuesto. La Iglesia local siempre ha estado a favor del diálogo con
Washington, incluso en los momentos más difíciles de la relación. Igual el
episcopado de Estados Unidos. Varias veces han venido a Cuba obispos
estadunidenses para impulsar el acercamiento, incluso han hablado personalmente
con Fidel Castro.
“El
cardenal Jaime Ortega y Alamino, arzobispo de La Habana, juega un papel central
en esta búsqueda del diálogo. Él tiene 79 años y debería estar en retiro, como
lo marca el derecho canónico. Pero el Vaticano lo mantiene en su puesto para
que siga liderando este proceso tan complejo y difícil.
“No
olvidemos que en Cuba, la Iglesia católica es la principal organización no
gubernamental. Tiene montada una estructura en todo el territorio nacional, en
la que participan los más de 300 sacerdotes católicos y alrededor de 700
religiosas que hay en la isla, posee varios medios de comunicación impresa y
hace labor educativa en las parroquias.
“Además,
en los últimos años el clero ha fortalecido mucho a los movimientos de laicos
católicos. Destaca el Movimiento Cuba Posible, encabezado por el abogado Lenier
González y en el que incluso participan miembros del Partido Comunista. Este
movimiento tiene bastantes nexos con el cardenal Ortega y Alamino. En mi
opinión, cuando las condiciones ya sean propicias, de él puede surgir un
partido político de corte católico. Menciono lo anterior para resaltar la
importancia que tendrá el encuentro del Papa con los obispos cubanos.”
Entre
Fidel y la disidencia
Profesor
de historia de las religiones en la Universidad de La Habana, López Oliva
también es encargado del capítulo cubano de la Comisión para el Estudio de la
Historia de la Iglesia en Latinoamérica. Ha combinado las actividades
académicas con las periodísticas, en las que se especializó en asuntos
religiosos. Por cierto, estudió con los jesuitas en el Colegio de Belén, donde
se formó Fidel Castro. “Tuve los mismos profesores que Fidel”, suele decir, y
ha seguido muy de cerca las anteriores visitas papales a Cuba.
Ahora
considera probable que la disidencia cubana –principalmente las Damas de Blanco
y el Foro Espacio Abierto– logre reunirse con Francisco, como actualmente lo
está gestionando ante la nunciatura. Otro evento no programado en la actual
agenda, dice López Oliva, podría ser la visita a un centro penitenciario, como
suele hacerlo el Papa en sus viajes. De permitir el gobierno cubano ambos
encuentros, lanzaría al exterior una señal de apertura.
El
22 de septiembre el Papa oficiará una misa en el santuario de la Virgen de la
Caridad del Cobre. Después volará a Washington, donde será recibido en la base
de la Fuerza Aérea de Andrews, en Maryland. Un día después estará en la Casa
Blanca. Ahí dará un discurso y se reunirá con Obama.
Comenta
López Oliva: “Bergoglio pronunciará su discurso como jefe de Estado y aludirá
nuevamente al acercamiento entre los dos países. Sobre el asunto abundará en su
reunión con Obama, a quien obviamente le informará de su encuentro con Raúl
Castro. Aquí quedará muy claro el papel de Bergoglio como un mediador del más
alto nivel entre los dos mandatarios”.
Al
salir de la Casa Blanca se reunirá con los obispos de Estados Unidos en la
catedral de San Mateo, a quienes, como lo hizo con los cubanos, “les pedirá
impulsar el diálogo, que le digan cómo ven ellos la situación y qué rol está
jugando la Iglesia. Será un encuentro privado en el que habrá un intercambio de
impresiones”, dice el especialista.
El
24 de septiembre el Papa irá al Congreso estadunidense, de donde saldrán las
decisiones importantes relativas a Cuba, tema que está provocando un debate entre
los legisladores.
Dice
López Oliva: “Esta visita es un acontecimiento histórico, porque será la
primera vez que un Papa visite el Congreso de Estados Unidos. Bergoglio lo hará
enarbolando un tema candente y exponiéndose a fuertes críticas, pues se encontrará
con un sector del Partido Republicano totalmente opuesto a las negociaciones
con Cuba. Pero también hay otro sector interesado en la apertura por las
posibilidades de inversiones que se les abren en la isla.
“No
olvidemos que los miembros del Congreso son en su mayoría protestantes y, por
lo tanto, muy ajenos a Roma y al pontificado. Pero incluso la minoría católica
es muy crítica de la postura del Papa respecto a Cuba. Bergoglio no la tiene
nada fácil. El Congreso será la prueba de fuego de su viaje.”
El
25 de septiembre, ya en Nueva York, el pontífice pronunciará un discurso en la
sede de las Naciones Unidas. “Por la naturaleza de este foro internacional,
Bergoglio seguramente hablará de varios temas que le preocupan, como el
problema de la migración, del medio ambiente, del conflicto entre israelíes y
palestinos, y por supuesto también de las relaciones Cuba-Estados Unidos. Lo
aludirá aunque sea en unas cuantas líneas, manteniendo un tono más bien
pastoral de llamados a la reconciliación”, comenta López Oliva.
Considera
que en la ONU concluirá lo que podría llamarse la “agenda política” de
Bergoglio, pues el 26 y el 27 de septiembre estará en Filadelfia, en el
Encuentro Mundial de las Familias. La noche del 27 de septiembre volverá a
Roma.
López
Oliva destaca por último la larga labor diplomática de los pontífices por
promover el diálogo entre Cuba y Estados Unidos. En 1962, en plena crisis de
los misiles, Juan XXIII “tuvo que telefonearle al presidente Kennedy para
impedir un ataque atómico contra Cuba”.
En
1998 Juan Pablo II viajó a la isla y siguió promoviendo el diálogo y rechazando
el aislamiento de los cubanos. Pronunció entonces su famosa frase: “Que Cuba se
abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”. En 2012, Benedicto XVI visitó
Cuba con el mismo propósito.
“Ahora
el Papa Francisco da un gran paso, coadyuvó por lo pronto a la apertura de
embajadas. Es además un jesuita latinoamericano cercano al pueblo. No ve el
problema desde la perspectiva europea, como sus antecesores. Esto es una gran
ventaja”, concluye López Oliva.
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