Revista Proceso # 2024, 15 de agosto de 2015..
Califica
decisión de la SCJN sobre adopción como “frívola” y “banal”
PALABRA
DE LECTOR
Señor
director:
La
decisión de la Suprema Corte que invalidó la prohibición en Campeche de que
parejas del mismo sexo adopten, equivale a experimentar frívolamente con el
destino de los y las menores. Esa decisión y otras recientes ligadas a la misma
violentan la naturaleza de los seres humanos y de las instituciones. Naturaleza
que ha sido respetada por la historia durante miles de años por su racionalidad
esencial. En ella descansa la razón de las cosas, de los seres. No se puede
jugar con la formación –paideia– del alma infantil mediante sofismas que son,
en este caso, patrañas de ocasión.
Las
argumentaciones de los ministros que invalidaron la prohibición son superfluas.
La trascendencia del asunto exigía dialéctica de altos vuelos. Encarna la
decisión aquello que Hannah Arendt llama la banalidad del mal. El mal que nace
no de la perversidad, sino de la superficialidad. En dicha banalidad está el
peligro en la hora histórica de las masas comunes y corrientes. Es la banalidad
de los superfluos, de los del montón, de los filisteos incapaces de mirada
profunda. Los totalitarismos, dice esta genial filósofa defensora del espíritu,
necesitan como presupuesto lo superfluo –la falta de hondura intelectual y
moral en los grandes temas.
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