Revista Proceso # 2024, 15 de agosto de 2015..
Por cientos,
las “bajas” de guerra/JORGE CARRASCO ARAIZAGA Y NOÉ ZAVALETA
o
sólo delincuentes y civiles han perdido la vida en la guerra que Felipe
Calderón declaró en enero de 2007 contra el narcotráfico. También el Ejército
ha aportado una cuota de sangre: 458 militares muertos y mil 318 heridos en
casi una década. En respuesta a peticiones de información de este semanario, la
Secretaría de la Defensa revela sus estadísticas de “bajas”, donde se constata
que Tamaulipas es la entidad más letal para los uniformados, muy lejos de
Michoacán o Guerrero, donde también han sido vapuleados, o de Jalisco, estado
en el cual fue derribado un helicóptero de la Fuerza Aérea el pasado 1 de mayo.
En
el saldo de bajas derivado del combate al narcotráfico en México, el Ejército
también ha pagado su cuota. Casi 2 mil efectivos de la principal fuerza armada
de México han muerto o han sido heridos desde que Felipe Calderón le declaró
“la guerra a las drogas”; guerra que, salvo cambios en el discurso, mantiene el
presidente Enrique Peña Nieto.
Casi
nueve años han pasado desde que Calderón decidió sacar a los militares de los
cuarteles para enfrentar a los grupos de la delincuencia organizada; sin
embargo, la muerte de civiles, más de 100 mil desde entonces, no se compara con
el número de bajas del Ejército.
Pero
el total de efectivos muertos y heridos en ese lapso, mil 776 hasta el pasado
mayo, muestra a un Ejército en combate, sin tregua, tal como aquellos
involucrados en conflictos internos o internacionales.
Los
datos de la propia Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) dan cuenta de una
milicia en operaciones fuera de sus cuarteles con directivas específicas para
la llamada Campaña Permanente Contra el Narcotráfico y la Ley Federal de Armas
de Fuego y Explosivos. El resultado le ha sido costoso: 458 muertos y mil 318
heridos.
Casi
todas las bajas –así las llaman los militares– se concentran en los rangos
menores. El generalato ha estado prácticamente a salvo. En los siguientes
grados, unos pocos jefes y docenas de oficiales han resultado muertos o
heridos. La mayor cuota de sangre la ha puesto la tropa: soldados, cabos y
sargentos.
En
respuesta a dos peticiones de información realizadas por Proceso, la Sedena
deja en claro que gran parte del territorio nacional ha sido escenario de las
bajas del Ejército.
El
estado más letal ha sido Tamaulipas, guarida de Los Zetas, la organización
delictiva surgida del propio seno de esa institución armada. Fuerzas especiales
le dieron origen en los noventa y desde entonces los cuarteles del país se han
convertido en sus surtidores de gente ya entrenada por el propio Ejército.
Los
años de Calderón fueron los más mortíferos para el Ejército. Con Peña Nieto las
bajas no cesan, aunque a un ritmo menor y con nuevos escenarios geográficos de
confrontación.
Fuera
de Tamaulipas, que se mantiene como la entidad más peligrosa para los soldados
mexicanos, Jalisco es ahora uno de los estados más problemáticos. El ataque con
un misil antiaéreo que derribó un helicóptero Cougar 725 de la Fuerza Aérea
Mexicana (FAM) el pasado 1 de mayo exhibió la vulnerabilidad del Ejército.
Michoacán
y Sinaloa también son estados donde todos los años, desde 2007, hay bajas para
el Ejército. Con Calderón, las entidades más peligrosas para los soldados
fueron Tamaulipas, Michoacán, Sinaloa, Nuevo León, Guerrero, Veracruz,
Zacatecas, Coahuila, Durango y Chihuahua. En este sexenio, Guerrero, Jalisco,
Michoacán, Sinaloa y Tamaulipas siguen siendo críticos.
El
letal Tamaulipas
La
principal causa de las bajas es “agresión de arma de fuego”, aunque también ha
habido por accidentes aéreos y automovilísticos, ahogados y atropellados.
En
su relación de “Personal fallecido en la aplicación de la campaña permanente
contra el narcotráfico y la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos”, la
Sedena tiene el registro del estado, municipio, fecha, grado y circunstancia de
los casos de efectivos militares muertos. La misma información está contenida
en su relación titulada “Militares heridos con motivo de las agresiones en
contra del personal militar”.
De
todo el país, sólo 10 entidades han dejado saldo blanco al Ejército:
Aguascalientes, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Distrito Federal,
Puebla, Querétaro, Quintan Roo, Tlaxcala y Yucatán.
Tanto
en el caso de los fallecidos como de los heridos, todas las armas y varios
servicios del Ejército han sido afectadas: Infantería, Caballería Motorizada,
Artillería, Blindada e Ingenieros.
La
mayoría de las bajas han sido de Infantería. En menor medida, de Caballería, y
en mucho menor proporción, de Artillería, Blindada e Ingenieros. En servicios,
conductores y cocineros también forman parte de las bajas. En el caso de los
mil 318 heridos reportados en total, 647 pertenecen al arma de Infantería y 303
a Caballería.
La
Fuerza Aérea también ha registrado muertos y heridos, tanto escuadrones aéreos
como fusileros paracaidistas. Lo mismo ha ocurrido con la Policía Militar,
Compañías no Encuadradas de Infantería. Las Fuerzas Especiales y Batallones de
Operaciones Especiales han reportado asimismo bajas. Pero lo más significativo
es que el mayor número de éstas ha ocurrido en el actual sexenio.
Según
la relación de personal fallecido, en el sexenio de Calderón, 30 efectivos
fueron “ejecutados” por células delincuenciales. Esa circunstancia no se
reporta en lo que va del gobierno de Peña Nieto. En el sexenio pasado, 357
militares perdieron la vida, mientras que en los 31 meses de gobierno de Peña
Nieto, la Sedena ya registra 101 efectivos fallecidos.
En
Tamaulipas han perdido la vida 79 elementos; 46 el sexenio pasado y 32 en el
actual. Además, casi la mitad de todos los heridos ha ocurrido ahí. Sedena
reporta 609, 46.2% de todos los heridos en casi una década.
A
decir de ambos informes, casi toda la geografía tamaulipeca ha sido escenario
de ataques al Ejército: Matamoros, Río Bravo, Reynosa, Ciudad Madero, Tampico,
Nuevo Laredo, San Fernando, Ciudad Mier, Miguel Alemán, Gustavo Díaz Ordaz,
Valadeces, Tancol, Camargo, Hidalgo, Méndez, Nueva Ciudad Guerrero, San Carlos,
Valle Hermoso Ciudad Mante y la propia capital del estado, Ciudad Victoria.
A
Tamaulipas le sigue Michoacán, donde Calderón inició la guerra contra el crimen
organizado en enero de 2007 con una imagen que marcó su paso por la
Presidencia: vestido con chamarra y quepí castrenses más grandes que su talla.
Fue
en esa entidad donde el Ejército sufrió las primeras bajas de esta guerra. En
total, 34 efectivos murieron en Michoacán el sexenio anterior como parte de los
enfrentamientos con La Familia Michoacana y su escisión, Los Caballeros
Templarios. Aunque ambos cárteles oficialmente están desarticulados, en lo que
va del gobierno de Peña Nieto la cifra de militares muertos llega a 10.
En
Sinaloa, la tierra del fugitivo Chapo Guzmán, cinco miembros de la milicia han
perdido la vida en lo que va de esta administración. Durante los operativos que
autorizó Calderón, 36 efectivos de la Sedena fallecieron en esa entidad.
Guerrero
y Jalisco –otras dos entidades azotadas por los cárteles del narcotráfico–
presentan contrastes entre uno y otro sexenio. El caso más significativo es
Jalisco. Con Peña Nieto como comandante supremo de las Fuerzas Armadas, las
muertes de militares en ese estado alcanzan ya la cifra de 19.
La
acción más aparatosa ocurrió el pasado 1 de mayo, cuando el Cártel Jalisco
Nueva Generación derribó con un misil tierra-aire el helicóptero Cougar 725 de
la FAM entre los municipios de Villa Purificación y Casimiro Castillo. En el
ataque murieron 11 militares, por “agresión de arma de fuego”.
En
los siguientes 19 días, otros cinco militares del Regimiento Blindado de
Reconocimiento fallecieron por “agresión por arma de fuego” y por “accidente
con arma de fuego”, en los municipios de Casimiro Castillo y Villa
Purificación. Con Calderón, apenas cinco efectivos del Ejército murieron en
Jalisco; cuatro de ellos pertenecían al arma de Infantería.
En
Guerrero, donde operan las bandas Guerreros Unidos y Los Rojos –surgidos tras
la ejecución de Arturo Beltrán Leyva por parte de fuerzas especiales de la
Marina– perdieron la vida 28 militares con Calderón, mientras que con Peña van
cinco.
Por
lo que hace a los heridos, después de los 609 de Tamaulipas, siguen Nuevo León
con 122; Guerrero, 80; Michoacán, 70; Sinaloa, 67; Veracruz, 58; Zacatecas, 51;
Coahuila, 50; Durango, 43; Chihuahua, 42; Jalisco, 33; San Luis Potosí, 28;
Nayarit, 23; y Sonora con 12.
Por
grados
La
lista de “Personal Fallecido en la Aplicación de la Campaña Permanente Contra
el Narcotráfico y la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos” ilustra que
aunque la mayoría de las bajas son soldados, cabos y sargentos en ambos
sexenios, también han caído oficiales (capitán primero, capitán segundo,
teniente y subteniente) y jefes (coronel, teniente coronel y mayor), aunque en
menor número.
En
la gestión de Calderón, 27 tenientes perdieron la vida, la mayoría de ellos por
accidentes aéreos, seguidos de agresión por armas de fuego y tres ejecutados
por el crimen organizado. Los ejecutados fueron en Ciudad Guzmán, Jalisco, en
2010; Saltillo, Coahuila, también ese año y Zamora, Michoacán, en 2011. En lo
que va del gobierno de Peña Nieto, siete tenientes han fallecido, cuatro por
agresión por arma de fuego, uno por caída y dos por accidente aéreo.
En
las campañas militares sólo un general ha resultado lesionado. Ocurrió en
Sombrerete, Zacatecas, el 17 de marzo de 2009. Se trató de un general de
brigada adscrito a la Comandancia General de la 11 Zona Militar y quien fue
herido con arma de fuego.
Entre
los lesionados la Sedena sólo reporta a un coronel y cuatro tenientes
coroneles. Es decir, sólo cinco jefes del Ejército han resultado heridos. El
número se incrementa entre los oficiales. Llega a 131, pero está muy lejos de
los heridos entre la tropa. De los oficiales, 16 subtenientes, 96 tenientes, 16
capitanes segundos y tres capitanes primeros han resultado lesionados.
Esas
cifras están muy lejos de las heridas recibidas por los soldados y las llamadas
clases (cabo, sargento segundo y sargento primero). Llama la atención que la
Sedena reporte, entre los heridos, 98 casos “sin datos” del grado o el arma al
que pertenecían.
La
Sedena tiene registrados también los días más aciagos para sus efectivos.
Además del 1 de mayo de 2015, el 20 de diciembre de 2008, ocho efectivos de
Infantería aparecieron ejecutados en Chilpancingo, Guerrero. Nueve habían sido
ejecutados en Monterrey, Nuevo León, entre el 15 y el 22 de octubre de ese año.
En
Badiraguato, Sinaloa, tierra natal de los capos históricos del narcotráfico en
México, el 19 de junio de 2010, 11 efectivos de las Fuerzas Especiales y del
Escuadrón Aéreo fallecieron en un accidente aéreo. El 18 de abril de 2008, 12
miembros de la Fuerza Aérea y de Infantería murieron en lo que la Sedena
reportó como accidente aéreo, en Uruapan, Michoacán. También en ese tipo de
accidente, el 24 de noviembre del 2010 cuatro integrantes de un escuadrón aéreo
perdieron la vida en Monterrey.
Por
lo que toca a los heridos, el año más difícil para el Ejército fue 2011, con un
total de 324. Cerca estuvieron 2012, con 290; y 210, con 257. En esos tres
años, 871 efectivos fueron heridos, todos por agresión de arma de fuego. Con
Peña Nieto, en sus primeros dos años y medio la cifra es de 246.
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