27 sept 2015

El papa Francisco se despide de EU, se va feliz

19:46 horas, en Filadelfia, EU, a 27 de septiembre de 2015...
Llego a su fin el viaje, el más largo de su pontificado– que lo llevó a varias ciudades de Cuba y Estados Unidos en donde pronunció 26 discursos y homilías;  Francisco viaja ya de regreso a Roma adonde llegará en la mañana del lunes 28 de septiembre.

 A las 19:46 hora local, el Pontífice abandonó el país a bordo de un avión de la compañía American Airlines, tras ser despedido en el Aeropuerto Internacional de Filadelfia por el vicepresidente estadounidense, Joe Biden.
En el Hangar Uno, el papa asistió a una ceremonia de despedida en la que se dirigió en inglés al Comité organizador, presidido por el Arzobispo estadounidense, Mons. Charles Chaput.

a los voluntarios y a los benefactores del VIII Encuentro Mundial de las Familias que clausuró hoy en Filadelfia.
En su intervención, el papa pidió a Biden, con quien mantuvo una reunión privada, que trasladara su gratitud al presidente Barack Obama. También dio las gracias a los organizadores de su visita, al afirmar que los “días con ustedes han sido breves, pero han sido días de gran gracia para mí y rezo por ustedes también”.
Agradeció también a las autoridades locales de Filadelfia y dio las gracias “también a las familias que han compartido su testimonio durante el Encuentro. ¡No es nada fácil hablar abiertamente de la propia vida! Sin embargo, su sinceridad y humildad ante el Señor y ante cada uno de nosotros nos han hecho ver la belleza de la vida familiar en toda su riqueza y variedad”.
Tras pedir, como siempre suele hacer, que recen por él, el Papa concluyó: “¡Que Dios bendiga a América!”
Tras su discurso a las autoridades el papa se tomó unos minutos para saludar personalmente a diversas personas y familias presentes en el aeropuerto, para luego dirigirse en el pequeño auto fiat hasta el avión  donde fue despedido por un grupo de obispos y autoridades locales.
En este viaje visitó las ciudades de La Habana, Holguín y Santiago de Cuba; mientras que en Estados Unidos llegó a las ciudades de Washington D.C., Nueva York y Filadelfia.
Entre los hitos más importantes de este viaje estuvieron el encuentro con Fidel Castro en Cuba, su visita al santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre en Santiago de Cuba.
En la capital estadounidense, se reunió con Barack Obama, ante quien se presentó en la Casa Blanca como un “hijo de familia de inmigrantes”. También en Washington, canonizó al misionero español Junípero Serra en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción, con una misa al aire libre a la que asistieron más de 25 mil personas.
Además, hizo historia al convertirse en el primer pontífice en dar un discurso ante el pleno del Congreso de EU, donde pidió “no dar nunca la espalda a los vecinos”, en alusión a los millones de inmigrantes cuyos derechos “no siempre fueron respetados”.
La siguiente parada de Francisco fue en lNueva York. Es histórica ya su mensaje ante la Asamblea General de la ONU; pidió reemplazar la “indiferencia global” por una “solidaridad global”.
En la ciudad que nunca duerme, ofició una misa en el Madison Square Garden a la que asistieron miles de personas y tuvo un baño de masas en Central Park.
En NY elebró también unas vísperas en la Catedral de San Patricio y otro acto con representantes de distintas religiones en el World Trade Center, donde rindió un homenaje a las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Ya en Filadelfia, presidió la Santa Misa en la Catedral de San Pedro y San Pablo, donde dijo que los laicos tienen en sus manos el futuro de la Iglesia y destacó especialmente en ese contexto el papel de las mujeres.
En esta misma ciudad, Francisco habló el sábado ante miles de personas desde el Independence Hall, que acogió la firma de la Declaración de Independencia y la Constitución de Estados Unidos, donde apoyó nuevamente a los inmigrantes, con mención especial a los hispanos.
Asimismo, el Pontífice participó en la Fiesta de las familias y hoy se reunió con víctimas de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia, ante quienes prometió que los responsables “rendirán cuentas”.
Antes de clausurar el VIII Encuentro Mundial de las Familias, visitó la prisión Curran-Fromhold, en la que lamentó la existencia de sistemas penitenciarios que no ayudan a la reinserción de los presos.
A continuación el texto completo de su despedida en el aeropuerto de Filadelfia:
Sr. Vicepresidente (Biden)
Distinguidas Autoridades,
Hermanos Obispos,
Queridos amigos:
Los días que he pasado con ustedes se me han hecho cortos. Pero han sido para mí días de mucha gracia y pido al Señor que también lo hayan sido para ustedes. Quiero que sepan que, ahora que me preparo para partir, lo hago con el corazón lleno de gratitud y esperanza.
Estoy muy agradecido a todos ustedes y también a todos los que se han empleado a fondo para hacer posible mi visita y preparar el Encuentro Mundial de las Familias. De manera particular, doy las gracias al Arzobispo Chaput y a la Arquidiócesis de Filadelfia, a las Autoridades Civiles, a los organizadores y a los muchos voluntarios y bienhechores que han colaborado de una u otra manera.
Gracias también a las familias que han compartido su testimonio durante el Encuentro.
 ¡No es nada fácil hablar abiertamente de la propia vida! Sin embargo, su sinceridad y humildad ante el Señor y ante cada uno de nosotros nos han hecho ver la belleza de la vida familiar en toda su riqueza y variedad. Pido al Señor que estos días de oración y reflexión sobre la importancia de la familia para una sociedad sana, animará a las familias a seguir esforzándose en el camino de la santidad y a ver a la Iglesia como su segura compañera de camino, independientemente de los desafíos que tengan que afrontar.
Al finalizar mi visita, quisiera también agradecer a todos los que han colaborado en la preparación de mi permanencia en las Arquidiócesis de Washington y Nueva York.
Para mí fue especialmente emotivo la canonización de san Junípero Serra, que nos recuerda a todos nuestro llamado a ser discípulos misioneros. También lo fue la visita, junto a mis hermanos y hermanas de otras religiones, a la Zona Cero, lugar que nos habla con fuerza del misterio del mal. Sin embargo, tenemos la certeza de que el mal no tiene nunca la última palabra y de que, en el plan misericordioso de Dios, el amor y la paz triunfarán sobre todo.
Señor Vicepresidente, le pido que reitere al Presidente Obama y a los miembros del Congreso mi gratitud, junto con la seguridad de mis oraciones por el pueblo estadounidense.
Esta tierra ha sido bendecida con grandes dones y oportunidades. Ruego al Señor para que ustedes sean administradores buenos y generosos de los recursos humanos y materiales que les han sido confiados.
Doy gracias al Señor porque me ha concedido ser testigo de la fe del Pueblo de Dios en este País, como ha quedado manifestado en nuestros momentos comunitarios de oración y se puede ver en tantas obras de caridad. Dice Jesús en las Escrituras: «En verdad les digo que cada vez que lo hicieron con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron» (Mt 24,40).
Sus atenciones conmigo y su generosa acogida son signo de su amor y fidelidad a Jesús. Lo son también sus atenciones para con los pobres, los enfermos, los sin techo y los inmigrantes, su defensa de la vida en todas sus etapas y su preocupación por la familia. En todos estos casos se ve que Jesús está en medio de ustedes y que el cuidado de los unos por los otros es el cuidado con que tratan al mismo Jesús.
Ahora que los dejo, les pido a todos, especialmente a los voluntarios y bienhechores que han asistido al Encuentro Mundial de las Familias: No dejen que su entusiasmo por Jesús, por la Iglesia, por nuestras familias y por la familia más amplia de la sociedad se apague. Quiera Dios que estos días que hemos compartido produzcan frutos abundantes y permanentes; que la generosidad y el cuidado por los demás perduren. Y ya que nosotros hemos recibido mucho de Dios –dones concedidos gratuitamente, y no por nuestros méritos–, que también nosotros seamos capaces de dar gratuitamente a los demás.

Queridos amigos, los saludo a todos en el Señor y los encomiendo al cuidado maternal de María Inmaculada, Patrona de los Estados Unidos. Los tendré presentes en mis oraciones a ustedes y a sus familias, y les pido, por favor, que recen por mí. Que Dios los bendiga. ¡Que Dios bendiga a América!

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