Texto
completo del discurso del papa Francisco en la Fiesta de las familias, en el B. Franklin Parkway de Filadelfia, EU.
Tarde del sábado 26 de septiembre de 2015.
Palabras improvisadas que el Santo Padre ha dirigido
a los asistentes:
Queridos
hermanos y hermanas, queridas familias:
Gracias
a quienes han dado testimonio. Gracias a quienes nos alegraron con el arte, con
la belleza, que es el camino para llegar a Dios. La belleza nos lleva a Dios. Y
un testimonio verdadero nos lleva a Dios, porque Dios también es la verdad, es
la belleza y es la verdad, y un testimonio dado para servir es bueno, nos hace
buenos, porque Dios es bondad. Nos lleva a Dios. Todo lo bueno, todo lo
verdadero y todo lo bello nos lleva a Dios. Porque Dios es bueno, Dios es
bello, Dios es verdad. Gracias a todos, a los que nos dieron un mensaje aquí y
a la presencia de ustedes que también es un testimonio, un verdadero testimonio
de que vale la pena la vida en familia, de que una sociedad crece fuerte, crece
buena, crece hermosa y crece verdadera si se edifica sobre la base de la
familia.
Una
vez un chico me preguntó… Ustedes saben que los chicos preguntan cosas
difíciles. Me preguntó: 'Padre, ¿qué hacía Dios antes de crear el mundo?' Les aseguro
que me costó contestarle. Y le dije lo que les digo ahora a ustedes: antes de
crear el mundo, Dios amaba, porque Dios es amor. Pero era tal el amor que tenía
en sí mismo, ese amor entre el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, era tan
grande, tan desbordante que, esto no sé si es muy teológico pero lo van a
entender, era tan grande que no podía ser egoísta, tenía que salir de sí mismo
para tener a quien amar fuera de sí.
Y
ahí Dios creó el mundo. Ahí Dios hizo esta maravilla en la que vivimos y que,
como estamos un poquito mareados, la estamos destruyendo. Pero lo más lindo que
hizo Dios, dice la Biblia, fue la familia. Creo al hombre y a la mujer: ¡y les
entrego todo, les entregó el mundo! Crezcan, multiplíquense, cultiven la
tierra, háganla producir, háganla crecer. Todo el amor que hizo en esa creación
maravillosa se la entregó a una familia.
Volvemos
atrás un poquito. Todo el amor que Dios tiene en sí, toda la belleza que Dios
tiene en sí, toda la verdad que Dios tiene en sí la entrega a la familia. Y una
familia es realmente familia cuando es capaz de abrir los brazos y recibir todo
ese amor.
Por
supuesto que el paraíso terrenal no está más acá, que la vida tiene sus
problemas, que los hombres por la astucia del demonio aprendieron a dividirse. Y
todo ese amor que Dios nos dio casi se pierde. Y al poquito tiempo el primer
crimen, el primer fratricidio. Un hermano mata a otro hermano, la guerra. El
amor, la belleza y la verdad de Dios, y la destrucción de la guerra. Y entre
esas dos posiciones caminamos nosotros hoy. Nos toca a nosotros elegir. Nos
toca a nosotros decidir el camino para andar.
Pero
volvamos atrás. Cuando el hombre y su esposa se equivocaron y se alejaron de
Dios, Dios no los dejó solos. Tanto el amor, tanto el amor, que empezó a caminar
con la humanidad. empezó a caminar con su pueblo, hasta que llegó el momento
maduro, y le dio la muestra de amor más grande, su Hijo. Y a su hijo ¿dónde lo
mandó? ¿a un palacio, a una ciudad, a hacer una empresa? ¡Lo mando a una
familia! Dios entró al mundo en una familia.
Y
pudo hacerlo porque esa familia era una familia que tenía el corazón abierto al
amor, que tenía las puertas abiertas al amor. Pensemos en María, jovencita. No
lo podía creer. ¿Cómo puede suceder esto? Y cuando le explicaron, obedeció.
Pensemos en José, lleno de ilusiones de formar un hogar. Se encuentra con esta sorpresa que no
entiende. Acepta. Obedece. Y en la obediencia de amor de esta mujer María y de
este hombre José se da una familia en la que viene Dios. Dios siempre golpea
las puertas de los corazones. Le gusta hacerlo. Le sale de adentro. Pero ¿saben
qué es lo que más le gusta? Golpear las puertas de la familias y encontrar la
familias unidas, encontrar las familias que se quieren, encontrar las familias
que hacen crecer a sus hijos y los educan y que los llevan adelante y que crean
una sociedad de bondad, de verdad y de belleza.
Estamos
en la Fiesta de la familias. La familia tiene carta de ciudadanía divina, ¿está
claro? La carta de ciudadanía que tiene la familia se la dio Dios, para que en
su seno creciera cada vez más la verdad, el amor y la belleza. Claro, alguno de
ustedes me pueden decir: 'Padre, usted habla así porque es soltero'. En las
familias hay dificultades. En las familias discutimos, en las familias a veces
vuelan los platos, en las familias los hijos traen dolores de cabeza. No voy a
hablar de la suegra, pero en las familias siempre, siempre, hay cruz. Siempre.
Porque el amor de Dios, el Hijo de Dios, nos abrió también ese camino. Pero en
las familias también, después de la cruz hay resurrección. Porque el Hijo de
Dios nos abrió ese camino. Por eso, la familia es, perdónenme la palabra, es
una fábrica de esperanza, de esperanza de vida y resurrección. Dios fue el que
abrió ese camino.
Y
los hijos. Los hijos dan trabajo. Nosotros como hijos dimos trabajo. A veces,
en casa veo algunos de mis colaboradores que vienen a trabajar con ojeras.
Tienen un bebé de un mes, dos meses, y les pregunto: '¿No dormiste?' 'Eh no,
lloró toda la noche'. En la familia hay dificultades, pero esas dificultades se
superan con amor. El odio no supera ninguna dificultad. La división de los
corazones no supera ninguna dificultad, solamente el amor es capaz de superar
la dificultad. El amor es fiesta, el amor es gozo, el amor es seguir adelante.
Y
no quiero seguir hablando, porque se hace demasiado largo. Pero quisiera marcar
dos puntitos de la familia en los que quisiera que se tuviera un especial
cuidado. No solo quisiera, tenemos que tener un especial cuidado: los niños y
los abuelos. Los niños y los jóvenes son el futuro, son la fuerza, los que
llevan adelante. Son aquellos en los que ponemos esperanzas. Los abuelos son la
memoria de la familia, son los que nos dieron la fe, nos transmitieron la fe.
Cuidar a los abuelos y cuidar a los niños es la muestra de amor, no se si más
grande, pero yo diría más promisoria de la familia, porque promete el futuro.
Un pueblo que no sabe cuidar a los niños y un pueblo que no sabe cuidar a los
abuelos es un pueblo sin futuro, porque no tiene la fuerza y no tiene la memoria
que lo lleve adelante.
Y
bueno... La familia es bella, pero cuesta. Trae problemas. En la familia a
veces hay enemistades. El marido se pelea con la mujer o se miran mal, o los
hijos con el padre… Les sugiero un consejo: nunca terminen el día sin hacer la
paz en la familia. En una familia no se puede terminar el día en guerra. Que
Dios los bendiga, que Dios les de fuerzas, que Dios los anime a seguir
adelante. Cuidemos la familia, defendemos la familia, porque ahí, ahí se juega
nuestro futuro. Gracias, que Dios los bendiga, y recen por mí, por favor.
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