28 sept 2016

“Voltear la hoja” / Sylvia Teresa Manríquez L

 Columna “Voltear la hoja” Por Sylvia Teresa Manríquez
La trampa de la primera vez
Ella, que siempre me había observado con expresión desafiante, esta vez bajó la mirada. Mi voz no logró cruzar el bloqueo que la impotencia colocó en sus oídos. Tenía en el cuello una serie de trenzados moretones cual nefasto collar, daban fe de su estado depresivo.
Su novio, también adolescente, le aseguró que en la primera relación sexual es imposible quedar embarazada. Hace dos meses que confirmó en carne propia la mentira de este mito. Tiene cuatro meses de embarazo y un futuro incierto.
Esta pareja forman parte del universo de adolescentes que por propia cuenta acceden a información sin orientación efectiva sobre sexualidad y acceso a métodos de anticoncepción.
A nivel nacional menos del 40% de las adolescentes usan métodos anticonceptivos en la primera relación sexual, y dependiendo del lugar de residencia este porcentaje varia: el 30% de las adolescentes que viven en entidades de muy alta marginación hicieron uso de algún método, mientras que en el caso de las adolescentes viviendo en entidades de marginación media, como Sonora, y en entidades con baja marginación, el porcentaje de uso de anticoncepción fue del 35% al 45%. (Cifras de CONAPO).

Las mujeres adolescentes embarazadas se enfrentan a una posibilidad mucho mayor que las adultas de perder la vida durante la gestación, ya que un alto porcentaje es de alto riesgo; también es altamente probable que posterior al parto enfrenten problemas de salud personal, sexual y reproductiva.
El embarazo en adolescentes es un problema de salud pública, cada año la incidencia crece. En América Latina se estima que el 20% de los nacimientos son de madres adolescentes. En México el porcentaje ha crecido principalmente en los estados de la frontera norte, entre ellos Sonora, donde el incremento es alarmante.
Según datos disponibles al 2010, la incidencia de embarazos en adolescentes aumenta a razón del 38%. Además, debe considerarse un subregistro, porque se tienen datos de nacimientos, pero muchos embarazos que terminan en abortos, espontáneos o inducidos, no son registrados.
Algo importante a tomar en cuenta son los diferentes factores de riesgo socioculturales que inciden en el embarazo no planificado de las adolescentes, como las cuestiones de género, esto es, la idea que se tiene de cómo debe ser un hombre o una mujer.
Un sector importante de la sociedad sigue viendo a la mujer como sinónimo de madre. Para muchas adolescentes que se encuentran sin acceso a educación ni oportunidades para ejercer un modelo de vida diferente, ser madre se vuelve una manera de tener un valor y reconocimiento social.
Además, es importante dejar de pensar en el embarazo adolescente como responsabilidad únicamente de la mujer, dejándola sola, siendo que el embarazo se da con la participación de un hombre, formando la pareja, y que en muchos de los casos, es mucho mayor que la joven adolescente.
Otro factor importante que incide en el embarazo adolescente no planificado es la falta de educación en materia sexual y reproductiva, y el pobre acceso a información confiable. Si bien los y las adolescentes tienen amplio acceso a las redes sociales no todo la información que reciben es correcta. En este sentido las instituciones tienen mucha responsabilidad mucho por hacer.
Es notoria la falta de estrategias de educación sexual en los niveles básicos educativos así como una educación laica, basada en evidencias científicas, que por supuesto contribuirá a que las y los adolescentes puedan decidir de manera informada.
¿Qué decir de los métodos anticonceptivos? Se tiene la idea de que los y las jóvenes entre los 10 y 19 años de edad carecen de ciertas capacidades y por eso requieren de la tutoría de alguien mayor para tomar esas decisiones, algo que se observa también por parte de las instituciones responsables acercarles métodos anticonceptivos.
Aún hoy las y los adolescentes que se atreven a solicitar información sobre métodos de planificación familiar son cuestionados y encuentran barreras cuando se acercan a los sistemas de salud a pedir información sobre métodos de anticoncepción y en muchos casos, les son negados.
El caso de los adolescentes con que inicié este texto, tiene que ver con esta parte de los mitos y falsas creencias. Es muy común que demos por hecho que los propios adolescentes no tienen interés y responsabilidad hacia su propia persona y tampoco deseo de información.
Peor aún, existe la creencia de que proveerles información sobre anticoncepción y proporcionarles métodos de planificación familiar es lo mismo que incitarlos a iniciar su vida sexual.
Si queremos disminuir la tasa de embarazos en adolescentes tenemos que empezar por reconocer que es problema de todos. Sector salud, sector educativo, desarrollo social, sociedad civil, iniciativa privada, medios de comunicación, entre otros.
Sólo así empezaremos a crear para las y los adolescentes condiciones justas que les permitan tomar decisiones informadas y evitar, entre otras, la trampa de la primera vez.


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