Salvar
al PSOE/Editorial..El País, 29 de septiembre de 2016..
El
cese inevitable y legítimo de Sánchez es la única salida para el partido
La
salida del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, forzado por la dimisión
este miércoles de una mayoría de su comisión ejecutiva, es imprescindible. En
circunstancias normales en la vida de cualquier partido político, el revés
recibido por el PSOE en las elecciones autonómicas celebradas en Galicia y el
País Vasco el pasado domingo, que se suma a las derrotas cosechadas en las dos
elecciones generales del último año, donde el PSOE ha obtenido los peores
resultados de su historia, deberían haber supuesto la dimisión automática de su
líder. Cualquier dirigente político cabal lo hubiera hecho sin dudarlo. Pero
Sánchez ha resultado no ser un dirigente cabal, sino un insensato sin
escrúpulos que no duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha
dirigido antes que reconocer su enorme fracaso.
La
sucesión de acontecimientos ocurridos desde el pasado domingo, empezando por su
incomparecencia en la misma noche electoral y terminando por la cobardía de
enviar a su número dos —tal vez el único que le queda al lado— a dar
explicaciones en su lugar, son prueba del nivel de degradación en el que
Sánchez ha dejado el cargo de secretario general del PSOE. En medio quedó una
rueda de prensa, el lunes, en la que lejos de asumir con humildad la derrota y
felicitar democráticamente a los vencedores, se lanzó en tromba contra sus
críticos, acusándoles —en la mejor tradición sectaria— de desviación ideológica
y de trabajar para beneficiar al principal rival, el Partido Popular.
Pero
la gota que sin duda ha colmado el vaso ha sido la decisión de adelantar el congreso
del partido con el exclusivo fin de hacerse reelegir y blindarse frente a una
segura derrota en unas próximas elecciones, faltando así a los compromisos
adquiridos con sus compañeros de partido, que supeditaban cualquier movimiento
interno a la formación de un Gobierno.
Ahora,
los órganos competentes del partido han dejado sin funciones a la ejecutiva de
Sánchez y, de esa forma, ha quedado anulada la secretaría general. Una gestora
debería conducir el partido hasta la celebración de un congreso extraordinario,
que de ninguna forma debería tener lugar antes de que quede despejado el
horizonte de la gobernabilidad de España.
El
enrocamiento del que hizo gala Sánchez al negarse a aceptar su cese por la
pérdida de confianza por parte de la mayoría de su ejecutiva y su pretensión de
seguir adelante con la convocatoria de un congreso aboca al PSOE a un proceso
de destrucción a la vista de todo el mundo. Su empecinamiento en seguir con esa
hoja de ruta insensata es el que de verdad refuerza al PP y a Podemos, debilita
al PSOE y aleja a su partido de cualquier posibilidad de gobernar en un futuro
próximo.
Ni
Felipe González, ni Joaquín Almunia ni José Luis Rodríguez Zapatero se
aferraron al argumento populista de convocar a los militantes para
atrincherarse en el cargo. Supieron elegir el mejor momento para irse por el
bien del partido. No es el caso de Sánchez, dispuesto a hundirlo en las urnas
por años.
Hemos
sabido que Sánchez ha mentido sin escrúpulo a sus compañeros. Hemos comprobado
que sus oscilaciones a derecha e izquierda ocurrían únicamente en función de
sus intereses personales, no de sus valores ni su ideología, bastante
desconocidos ambos. Admitimos no tener gran confianza en su capacidad de
rectificar. Pero queremos hacer, pese a todo, un esfuerzo final y llamar a
Sánchez a recapacitar: que medite sobre el daño ya causado a su partido y que
se vaya para no causarle todavía más
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