Revista Proceso No. 2083, 2 de octubre de 2016….
La
advertencia del Ejército preludia más violencia en Sinaloa/ALEJANDRO
MONJARDÍN /RÍODOCE
El
ataque del viernes último contra un convoy militar en Culiacán, Sinaloa, que
dejó cinco soldados muertos y 10 heridos, fue perpetrado “muy probablemente”
por los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán. El alto mando castrense y hasta el
presidente Enrique Peña Nieto tomaron como afrenta la acción criminal, y si ya
de por sí dicha entidad es escenario de una guerra brutal entre cárteles
rivales, las advertencias de esas autoridades hacen prever que las cosas se
pondrán peor. A continuación se presenta un reportaje sobre esos hechos que el
semanario sinaloense Ríodoce comparte con Proceso.
CULIACÁN,
SIN.- Los hijos de Joaquín Chapo Guzmán habrían cometido la peor embestida que
ha sufrido el Ejército Mexicano en Sinaloa en años recientes.
Cinco
soldados muertos y 10 heridos, un paramédico de la Cruz Roja lesionado y dos
vehículos oficiales quemados fue el saldo del ataque cometido la madrugada del
viernes 30 de septiembre en la entrada al fraccionamiento Espacios Barcelona,
por la carretera México 15.
El
Ejército informó que “muy probablemente” la agresión fue ordenada por los hijos
del Chapo –Alfredo e Iván Archivaldo– para rescatar a Julio Óscar Ortiz Vega,
El Kevin, de quien, según la milicia, no se ha establecido las funciones que
desarrollaba dentro del grupo delictivo, conocido como Los Chapitos.
Ortiz
Vega, de 33 años, es uno de los principales operadores de Aureliano Guzmán
Loera, El Guano, hermano del Chapo, y fue uno de los gatilleros que entregó a
quien ordenó la ejecución de Édgar Jeovani Parra Zambada, sobrino de Ismael
Zambada García, El Mayo, asesinado a balazos el 26 de agosto en el puente de la
isla Musala, en Culiacán.
De
acuerdo con la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), hasta antes del
viernes no se había registrado un ataque en el que murieran y resultaran
lesionados esa cantidad de militares. En los ataques anteriores, las bajas no
han sido más de cuatro. Desde 2006 en el estado han muerto 36 militares
emboscados por la delincuencia organizada.
Los
hechos
El
primer enfrentamiento del viernes pasado entre soldados y sicarios ocurrió en
un puesto de control militar instalado en la carretera que conduce a
Bacacoragua, donde resultó lesionado Julio Óscar Ortiz Vega, El Kevin.
Los
elementos de la Sedena lo llevaron al hospital de Badiraguato, que no contaba
con el equipo necesario para atenderlo, por lo que decidieron trasladarlo a
Culiacán en la ambulancia 067 de la Cruz Roja de ese municipio.
Resguardada
por dos vehículos Hum-vee con 17 soldados, la ambulancia tomó la carretera
Internacional México 15 hacia esta ciudad.
Las
autoridades militares señalaron que halcones pudieron haber reportado a los
sicarios de Culiacán que un lesionado era trasladado aquí en calidad de
detenido.
De
acuerdo con el personal castrense, alrededor de 60 hombres armados a bordo de
al menos ocho camionetas, algunas de ellas blindadas, los esperaban en la
carretera, a la altura del fraccionamiento Espacios Barcelona.
Los
delincuentes dispararon contra la ambulancia y lesionaron en la cadera al
paramédico que la conducía. Los militares que viajaban en los vehículos oficiales
fueron atacados y se inició un tiroteo que duró más de 40 minutos.
Los
agresores arrojaron granadas a los vehículos militares y lograron incendiarlos.
En la refriega cayeron abatidos cinco soldados, diez resultaron con heridas de
gravedad y dos más salieron ilesos.
Los
sicarios subieron a la ambulancia y bajaron a Ortiz Vega para llevárselo en
otro vehículo. En la ambulancia tiroteada llevaron al paramédico lesionado al
Hospital Civil.
Los
elementos asesinados estaban destacados en el Mando Especial Badiraguato, que
se instaló en el llamado Triángulo Dorado desde mediados de 2014 con la misión
de erradicar cultivos de droga y destruir pistas clandestinas, pero pertenecían
a la 24 Compañía de Infantería no Encuadrada, con sede en San Ignacio.
El
comandante de la Tercera Región Militar, Alfonso Duarte Múgica, dijo que se
presume que el ataque fue cometido por los hijos de Joaquín Chapo Guzmán.
“Hasta el momento no tenemos la certeza de estos grupos, pero es muy probable
que sean de los hijos del Chapo”, indicó. Mencionó que los militares fueron
sorprendidos y superados en número y tipo de armas por los delincuentes.
“Actuaron
en forma premeditada, cobarde, alevosa, y llevaron a cabo la acción con armas
de fuego, con granadas”, mientras que los elementos atacados únicamente
contaban con armas automáticas.
Duarte
Múgica señaló que el primer enfrentamiento ocurrió en Bacacoragua, pero se
rehusó a dar detalles sobre el tiroteo, argumentando que no tenía información
precisa sobre si hubo muertos o decomisos. Añadió que esa zona serrana de
Badiraguato es disputada por los cárteles de Sinaloa y el de los Beltrán Leyva.
“Ahí
precisamente se encuentra el conflicto entre El Guano (Aureliano Guzmán Loera,
hermano del Chapo) y las fuerzas del Mochomito (Alfredo Beltrán, hijo de
Alfredo Beltrán Leyva, el Mochomo), de acuerdo con la información de
inteligencia, y es donde se están generando conflictos entre las comunidades de
Huixiopa, Bacacoragua y sus comunidades aledañas. Todo para precisamente tener
el control de los medios de producción que son los sembradíos de enervantes que
quieren ellos controlar”, indicó.
Dijo
que después del enfrentamiento en Badiraguato, la zona quedó en “aparente
calma”.
Parientes
rivales
Los
familiares de Joaquín El Chapo Guzmán mantienen una disputa con el grupo de
Alfredo Beltrán, el Mochomito, en Badiraguato.
Desde
junio pasado, en la sierra de la región se recrudeció la pelea por la siembra y
trasiego de enervantes entre el Cártel de Sinaloa y Los Mochomitos, pero la
guerra librada por ambos grupos viene desde 2008, cuando fue detenido Alfredo
Beltrán Leyva, El Mochomo. Al Chapo se le señala de haberlo entregado.
La
ruptura entre los Guzmán y los Beltrán desató una intensa ola de tiroteos y
asesinatos en el estado en ese entonces. La violencia se trasladó incluso a
otras regiones del país.
Ahora,
presos El Mochomo y El Chapo, son Aureliano Guzmán Loera, El Guano, y Alfredo
Beltrán Guzmán, hijo del Mochomo y sobrino del Chapo y Aureliano, los que
protagonizan esa rivalidad en la zona de La Tuna, Huixiopa, La Palma, Arroyo
Seco y otras comunidades de la región.
Desde
junio, ambos grupos habían tenido constantes enfrentamientos en los poblados, y
el viernes ocurrió el primero contra el Ejército.
En
julio se desató un tiroteo con marinos que dejó un saldo de tres delincuentes
muertos y ninguna baja del lado de aquellos.
El
grupo de los Beltrán Leyva irrumpió el sábado 11 de junio en la comunidad de La
Tuna, considerada hasta entonces un sitio intocable para grupos rivales al Chapo
Guzmán.
El
comando, de alrededor de 150 hombres, entró y saqueó la casa de la mamá del
Chapo, Consuelo Loera, y tiroteó y quemó viviendas y vehículos. Buscaba al
hermano del Chapo, Aureliano Guzmán Loera.
El
asalto al pueblo natal del líder del Cártel de Sinaloa dejó al menos siete
muertos, pero las autoridades sólo reconocieron dos decesos.
Entre
150 y 200 familias de varios poblados abandonaron sus hogares a raíz de esta
ola de violencia, incluida la mamá de Guzmán Loera.
Tras
los enfrentamientos, elementos del Ejército tomaron la zona y se apostaron en
La Tuna y Huixiopa. Hace aproximadamente tres semanas se retiraron de la
segunda localidad, y apenas se fueron un grupo armado incursionó en ésta.
Ahora
fueron los Guzmán quienes tomaron por asalto una comunidad controlada por los
Beltrán, después de un tiroteo que duró varias horas.
Las
autoridades estatales negaron la presencia del grupo armado en la comunidad,
pero Ríodoce confirmó con una visita al sitio que hombres del Guano tenían
tomado el pueblo.
Desde
el sábado 24 de agosto, elementos castrenses subieron nuevamente a Huixiopa; a
unos kilómetros de ahí se encuentra Bacacoragua, donde ocurrió el tiroteo del
viernes pasado y del que derivó la emboscada a militares en Culiacán.
Plan
reacción
Horas
después del ataque al convoy, la Comandancia de la Novena Zona Militar convocó
a una conferencia de prensa para informar sobre lo que había ocurrido, algo
inusual en una institución que únicamente suele dar información muy escueta por
medio de comunicados.
Ante
el Gabinete de Seguridad Estatal, el gobernador y los medios de comunicación,
el comandante de la Tercera Región Militar, Alfonso Duarte Múgica, advirtió:
“En esto se va a poner toda la fuerza del Estado para llevar a cabo la
detección de todos los elementos involucrados hasta sus últimas consecuencias;
así está la instrucción y así se va a actuar.”
Horas
más tarde, en su cuenta de Twitter, el presidente Enrique Peña Nieto escribió:
“El ataque a los elementos del Ejército Mexicano en Sinaloa no quedará impune.
Los responsables de estos hechos responderán ante la Ley”.
Minutos
después, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, secundó: “Las
Fuerzas Federales no descansaremos hasta llevar a los culpables ante la Ley.
Estos actos no quedarán impunes”.
Con
el ataque del viernes, suman nueve los militares asesinados este año. De
acuerdo con la Sedena, cuatro –dos sargentos, un subteniente y uno de tropa–
cayeron en una emboscada el 30 de enero pasado en la comunidad La Huerta, Mocorito,
mientras que del lado de los agresores no hubo fallecidos ni detenidos.
La
noche empieza en Bacacoragua
Los
integrantes del convoy pernoctaron la noche del jueves 29 de septiembre en
Bacacoragua, comunidad ubicada en los altos de Badiraguato, y a la media noche
del viernes establecieron un puesto de control para revisar vehículos y evitar
el paso de criminales.
A
los pocos minutos observaron una camioneta que descendía por el camino y le
marcaron el alto, pero el conductor aceleró mientras que el resto de los
ocupantes empezaron a disparar contra los militares. Éstos repelieron la
agresión, al tiempo que otra hilera de vehículos bajaba de la sierra, pero
desde otro ángulo.
A
bordo de sus vehículos, los militares iniciaron la persecución y vieron cómo
una camioneta empezó a hacer movimientos extraños mientras seguía avanzando,
para posteriormente detenerse y arrojar al suelo a un hombre, dos armas largas
y una corta.
Los
militares revisaron el sitio y detectaron a un civil herido que les solicitó
ayuda, por lo que aseguraron las armas y al sujeto para que recibiera atención
médica y posteriormente ponerlo a disposición de las autoridades.
Éste,
lesionado en la pierna derecha y un hombro, se identificó como Julio Óscar
Ortiz Vega, conocido con el alias de Kevin, y a quien se le trasladó a la Cruz
Roja de Badiraguato.
Como
en esa institución no encontraron el servicio adecuado, lo llevaron a la
clínica del pueblo, en la que tampoco se pudo hacer mucho por él. Fue entonces
cuando decidieron llevarlo, a bordo de una ambulancia de la Cruz Roja, a
Culiacán.
Escoltado
por las dos camionetas militares, la ambulancia fue embestida al llegar a
Culiacán por una camioneta blindada, que de un golpe transversal la sacó de la
carpeta asfáltica.
Intempestivamente,
los dos vehículos que iban escoltando al herido se vieron rodeados por al menos
otros tres blindados que eran conducidos por gatilleros, según revelaron los
sobrevivientes del ataque.
La
agresión duró 40 minutos, durante los cuales los agresores usaron armas
automáticas y lanzagranadas. Ninguna corporación policiaca llegó en auxilio de
los emboscados.
Cinco
de los heridos, los menos graves, fueron llevados al Hospital Militar Regional
de Especialidades de Mazatlán, donde se recuperan, en tanto que los otros cinco
permanecen en los hospitales del IMSS y Civil de Culiacán, bajo un fuerte
resguardo.
La
ambulancia en la que viajaba el herido recibió 15 disparos de arma automática.
Del detenido ya no se supo nada.
Según
fuentes del gobierno, las primeras investigaciones apuntan que fueron tres
células las que atacaron a los militares: la de un sujeto de nombre René, El
Rino; la de Los Chimales, comandada por El Pelón Chimal, también conocido como
El 23, y la del Juancho, conocido como El 22.
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