¿QUIÉN GANÓ Y QUIÉN PERDIÓ CON EL PLEBISCITO?
Semana, | 2016/10/02 18:43
¿Quién
ganó y quién perdió con el plebiscito?
El
triunfo del No, además de dejar en el limbo el proceso de paz, produce un
terremoto que sepulta políticamente a unos y catapulta a otros.
Los
que ganaron:
Álvaro
Uribe: El expresidente que dijo No de mil maneras y se empeñó en movilizar el
país sobre esa idea, lo logró. Convenció a miles y miles de electores aun sin
contar con la maquinaria del oficialismo. El líder del Centro Democrático
dedicó en las últimas semanas todas sus energías y su poder de elocuencia para
derrotar al Gobierno empleando un coctel de mentiras reiteradas sobre los
acuerdos, presencia intensa en las regiones y dardos incesantes contra la
legitimidad del plebiscito.
En
algún momento, cuando las encuestas mostraban una amplia ventaja en favor del
Sí, Uribe evaluó si participar o no en el plebiscito (como lo querían varios
cuadros de su partido), decantándose finalmente por ir a la contienda como jefe
del No. Encuesta tras encuesta, el expresidente fue recortándole terreno al Sí
y para lograrlo usó cartas tan osadas como la de grabar un video junto al
expresidente Pastrana, registro que muchos dijeron que operaba como un bumerán
por la altísima impopularidad del expresidente conservador.
Hasta
el último momento Uribe pedaleó el No y cuestionó el proceso mismo. Después de
consignar su voto este domingo en la Plaza de Bolívar lo primero que hizo fue
dar declaraciones advirtiendo los “peligros del Sí” y reafirmándose en sus
cuestionamientos contra el Gobierno, el proceso de paz y la convocatoria a las
urnas. El triunfo del No de Uribe derroca los Acuerdos de La Habana, los mismos
que el expresidente rechazó aún antes de conocerlos y los que criticó
sistemáticamente con verdades a medias logrando imponer su opinión en las
urnas. El expresidente Uribe le asesta el más duro golpe al gobierno de Santos,
redefine el futuro del país obligando a un viraje hacia un plan B. Lo
complicado es que el Gobierno repitió insistentemente que no había otro plan
distinto al triunfo del Sí, y ha sucedido lo contrario. Ganó Uribe.
Andrés
Pastrana: El expresidente Pastrana terminó reciclándose y a pesar de sus
entreverados argumentos podrá cobrar como un triunfo propio la derrota del Sí.
El país no parecía comprender la contradicción de que el exmandatario que se
jugó todo su capital político como presidente intentando un proceso de paz,
posara en esta coyuntura como uno de los más férreos opositores del sueño que
no logró alcanzar. Se alcanzó a decir que en el fondo de su postura no había
más que un ego mancillado. Pastrana cerró filas en pro del No junto al
expresidente Uribe, se divorció de su partido y luego de calificar a las FARC
de ser el más temido grupo terrorista y narcotraficante del mundo envió cartas
rogativas para que se le permitiera una reunión con Timochenko. El expresidente
no podía desatarse de sus propias contradicciones, al punto de que sus salidas
en falso, más que impulsar el No, parecían promover el Sí. Pero el resultado en
las urnas redime al expresidente y su petición de reunirse con el jefe de las
FARC para discutir (y ahora rediscutir) lo pactado estará en el centro del
incierto y malherido proceso de paz, sea cual sea el futuro del mismo.
La
iglesia católica: A pesar del llamado del papa Francisco, jugado en público y
en privado por la solución negociada de la paz, la Iglesia católica colombiana
siempre fue reacia a tomar partido por el Sí. Prefirió guardar una tibia
“neutralidad”, cuya evidente contradicción con los lineamientos del sumo
pontífice, en la práctica la ponían cerca del No. La contradicción fue
mayúscula cuando el arzobispo de Cali, monseñor Darío de Jesús Monsalve, habló
de frente en pro del Sí y se le vino el mundo encima, empezando por sus colegas
de sotana. El escrutinio en las urnas deja a Monsalve –rodeado por el sector de
los sacerdotes jesuitas– como una minoría derrotada, en la misma medida en que
resulta ganadora la mayoría de la estructura jerárquica de la Iglesia católica
nacional. Aunque apartada del Papa, el triunfo del No es un resultado que
complace a la Iglesia católica.
Alejandro
Ordóñez: El proceso de paz tuvo en el exprocurador Alejandro Ordóñez uno de los
críticos acérrimos. El exjefe del Ministerio Público señaló con vehemencia y
convicción los “peligros” del Acuerdo Final empleando mecanismos oficiales y
otros no muy protocolarios para insistir en que el país debía rechazar el
acuerdo a través del No en las urnas. Su dedicación sistemática a oponerse a
toda novedad que provenía de La Habana le valió críticas y presiones al Consejo
de Estado para que entrara a resolver su proceso, asunto que terminó
resolviéndose con la anulación de su nombramiento como procurador general, en
vísperas de concluir su período.
Ordóñez,
aunque golpeado, dijo que su caída le permitiría “hablar con libertad”. Y su
siguiente aparición en público fue junto al presidente Uribe en Cartagena
criticando el acuerdo de paz mientras que a unas calles Santos y Timochenko
formalizaban la firma ante dignatarios de la comunidad internacional con
transmisión en vivo y en directo por la televisión nacional. Aunque corrieron
caricaturas de la dupla Ordóñez-Uribe, el triunfo del No es su triunfo y el que
lo hayan logrado arrancando con una desventaja considerable les da mayor
mérito. Por si cabían dudas, el triunfo del No catapulta a Ordóñez como un
candidato presidencial fijo para el 2018, ahora la discusión será si se lo
queda el Partido Conservador o el uribismo.
Perdieron:
Juan
Manuel Santos: Refrendar el acuerdo de paz final vía votación popular nunca fue
un requisito formal. Lo acordado bien se podría haber implementado obviando la
cita en las urnas. Pero que la ciudadanía tuviera la decisión final fue siempre
una obstinación que impuso el presidente Santos, aun contrariando a varios de
sus asesores, legisladores, e incluso a las propias FARC. Unos y otros
consideraban que el plebiscito era una apuesta demasiado arriesgada y que
podría terminar liquidando el proceso tras más de cuatro años de negociaciones
y haber llegado en la búsqueda de paz hasta donde nunca en la historia se había
llegado. Las advertencias se cumplieron. El No triunfó. Y el gran derrotado es
el presidente Juan Manuel Santos, artífice del proceso. El presidente siempre
creyó que sólo el voto popular podría darle un blindaje sólido y una
legitimidad auténtica a un acuerdo de semejante envergadura. “Quiero invitar a
todos los colombianos, a todos mis conciudadanos, a que participen en esta
oportunidad histórica de definir el rumbo de Colombia, nuestro presente y
nuestro futuro”, dijo Santos en la columna que publicó hoy en El Tiempo, leída
por muchos colombianos mientras llovía a cántaros en buena parte del país. La
derrota del Sí en las urnas pone a Santos como el primer gran perdedor de la
jornada.
De
la Calle y Jaramillo: La fórmula negociadora del Gobierno en La Habana empeñó
más de cuatro años de tires y aflojes para lograr cerrar un acuerdo final con
las FARC. Una vez lograron el documento definitivo el jefe negociador, Humberto
De la Calle, y el comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, regresaron al país
extenuados y acorralados por la estrechez del tiempo, para enfrentar un nuevo
reto: dedicarse de lleno a una maratónica pedagogía por la paz para tratar de
vender en las plazas del país las bondades del acuerdo alcanzado. A los dos
negociadores se les vio en las últimas semanas trabajando intensamente en la
defensa del acuerdo, intervinieron en todos los medios de comunicación, decenas
de foros académicos y periodísticos, y pusieron la cara en municipios azotados
por la violencia para tratar de convencer a la gente de votar Sí. No lo
lograron. El errado cálculo de dejar la pedagogía como un asunto de las últimas
semanas pasó factura y terminó llevándose por delante el Acuerdo Final. De la
Calle y Jaramillo ven que su trabajo y dedicación hace agua, el que el Gobierno
haya decidido trasladar el proceso de La Habana a Colombia apenas al final, y
ponerse a empujar tardíamente el carro del Sí, resultaron errores garrafales.
El resultado en las urnas deja a los dos negociadores como grandes perdedores
en esta jornada.
Los
opositores que empujaron la paz: Jorge Robledo, Claudia López e Iván Cepeda son
una triada de senadores opositores al gobierno Santos. Los tres juntan millones
de votos y su voz es de gran influencia en el debate nacional. Suelen ser un
verdadero dolor de cabeza para el gabinete y sus diferencias con el gobierno
nacional son tan profundas como amplias, implican prácticamente todos los temas
de la agenda, con excepción de uno: la salida negociada al conflicto armado.
Robledo y Cepeda, del Polo, y López, del partido Verde, trataron de empeñarse a
fondo para explicarles a sus electores que apoyar el Sí en el plebiscito no los
convertía en ‘Santista’. Pero no lo lograron. Los tres trataron de mantener su
independencia y su voz crítica frente al Gobierno, al tiempo que impulsaron de
frente la refrendación del acuerdo de paz, pero los resultados adversos los
deja en el terreno de los perdedores.
Los
ministros reclutados por el santismo: A Clara López y Jorge Eduardo Londoño les
llovieron rayos y centellas cuando aceptaron ponerse la camiseta del Gobierno,
ella como ministra de Trabajo y él como ministro de Justicia. La oferta surgió
cuando Santos dio un remezón en su equipo en abril pasado para conformar “el
gabinete de la paz, el gabinete del posconflicto”, como lo llamó.
López
dejó la dirección del Polo Democrático y a pesar de los señalamientos de
“enmermelada” aceptó ponerse al frente de la cartera de Trabajo. Por su parte,
Londoño, exgobernador, exsenador y uno de los cuadros más destacados del
Partido Verde, hizo lo propio aguantando el chaparrón de cuestionamientos,
muchos provenientes de sus copartidarios. “El Verde nunca tomó decisión de
entrar al Gobierno porque muchos nos oponemos. Ni Londoño, menos Santos, puede
presentarse a nombre del Verde”, dijo la senadora Claudia López, la más votada
de esa colectividad. Pero López y Londoño sostuvieron que se sumaban al
Gobierno para trabajar por la paz, un proyecto que trascendía los intereses
partidarios: el mismo que hizo agua hoy. Con el acuerdo de paz rechazado en las
urnas los cuestionados al fichaje de estos dos ministros cobra nueva vigencia.
El gabinete de la paz se queda sin esto último y las jefaturas de López y
Londoño en sus carteras terminan golpeadas por el coletazo del No.
César
Gaviria: El expresidente liberal regresó a la arena política como jefe nacional
de la campaña por el Sí. Hubo críticas pero la estatura del perfil y el
respaldo pleno del Gobierno lo posicionaron como una figura central en el
debate de las últimas semanas. Sin embargo, el que cada partido montara tolda
aparte, las controversias en las que se vio envuelto por el tono con el que
manejó el debate y, sobre todo, el resultado del No triunfante, lo dejan como
uno de los grandes perdedores. Gaviria no pudo conducir el Sí al triunfo sino
que, por el contrario, desde cuando asumió la jefatura fue observando cómo el
No avanzaba al punto que le recortó toda la amplia ventaja con que arrancó y lo
superó en las urnas.
Entre
dos aguas:
Germán
Vargas: El vicepresidente ganaba con Sí o con No. Su renuncia a pronunciarse en
favor del proceso de paz excusado en que no conocía el texto final le alcanzó
hasta el cierre de la negociación. Al siguiente día del punto final al texto de
los acuerdos declaró que apoyaba el proceso, aunque hicieron más ruidos sus
reservas frente al mismo que su decisión. Y en las semanas cruciales siguió
nadando en transversal: prometió que impulsaría el Sí con tres grandes
convocatorias en distintos puntos del país, y sólo realizó una –multitudinaria–
en Barranquilla, donde guardó prudencia y se cuidó de intervenir. El no haberse
comprometido a fondo con el Sí y haber instalado en la discusión pública
preguntas espinosas que poco ayudaron al Gobierno lo pusieron cerca del No,
pero el haber estado –aun a regañadientes– junto a Santos le permitió capotear
las críticas dentro del Gobierno. El que el vicepresidente haya trinado, luego
de consignar su voto en el plebiscito, que hoy a las 7:30 p. m. en el Canal
Institucional se transmitirá un programa sobre las “casas gratis de Quibdó”, revela
con elocuencia cuáles son sus prioridades en materia política y muestra
bastante de su estilo.
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