10 feb 2020

'¿De qué periódico es usted?'

'¿De qué periódico es usted?'
 1"¿De qué periódico es usted?", preguntó en su conferencia del 18 de octubre pasado el Presidente Andrés Manuel López Obrador al reportero de REFORMA, luego de que éste le preguntara si su estrategia de seguridad había fracasado. Foto: Staff
 Jorge Ricardo
Reforma, (10 febrero 2020).- Detrás de cada noticia, hay un periodista que investigó, incomodó y se arriesgó para traerte la información. Eso es Libreta REFORMA: la historia detrás de la historia, en voz de nuestros periodistas.

Perdido, buscando el ojal de su saco oscuro, el Presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a su conferencia de prensa el 18 de octubre pasado en la Base Militar 15 de Oaxaca.
Entró solo, cargando un bastón de mando justo al día siguiente de la jornada más complicada de su gobierno. El día anterior, su Gabinete de Seguridad se había ido a Culiacán a resolver la emergencia tras la captura y puesta en libertad de Ovidio Guzmán, el hijo de "El Chapo”...
Su hablar lento se hacía más lento, con más pausas. El tema era Culiacán, el vacío del Gabinete de Seguridad, la rendición del Estado ante el crimen, pero comenzó hablando de otra cosa, sin importancia para entonces, hasta que comenzaron las preguntas.
En cambio él, en medio de la mayor crisis de su gobierno, continuó con su gira a Oaxaca. Su vuelo saldría las 18:35 horas. Según el recuento oficial, a las 18:49 se tomó la orden de poner fin a la captura. El vuelo se retrasó 45 minutos. Llegó a Oaxaca pasadas las 20:00 horas y junto a la banda de equipaje posó con turistas para la fotografía, sonriente.
Si la noche anterior estuvo sonriente, a la conferencia de prensa del 18 de octubre apareció cansado. Confundido, como si no hubiera dormido. El personal de la ayudantía había estado quitando y poniendo las sillas junto al atril. Primero cuatro, luego dos. Al final otra vez cuatro, en dos de ellas se sentaron dos desconocidos. 
Amanecía. Afuera del galerón en la Base Militar número 15 aterrizaban de vez en vez los aviones cuyo ruido dejaba pasar el Presidente. Su hablar lento se hacía más lento, con más pausas. El tema era Culiacán, el vacío del Gabinete de Seguridad, la rendición del Estado ante el crimen, pero comenzó hablando de otra cosa, sin importancia para entonces, hasta que comenzaron las preguntas.
Desde su primera respuesta, López Obrador volvió a ser él mismo. Incapaz de la autocrítica, se presentaba como el salvador de las almas: "Estaban en riesgo muchos ciudadanos, muchas personas, muchos seres humanos, y se decidió proteger la vida de las personas". Eludiendo su responsabilidad, al mismo tiempo. "Y yo estuve de acuerdo con eso", dijo.
Y su palabrería desde el púlpito, en esos sofismas que siempre acaban dándole la razón: "El poder no es prepotencia, el poder no es violencia, el poder es humildad, el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás".
Hasta antes de aquel día, yo sólo le había preguntado una vez. En 2017 se había hecho público un video de una candidata de Morena recibiendo dinero supuestamente para él. En un mitin, entregó recortes de periódico como pruebas de la fortuna del Gobernador de Veracruz. Lo detuvimos en la escalera del templete al finalizar el mitin. "¿Por qué intenta desviar la atención -le dije-, porque más allá de que Yunes sea corrupto, Eva Cadena aparece en el video recibiendo el dinero, por qué hace eso?" Me miró hacia abajo y me preguntó que de qué medio era yo. "Ah, de Reforma", dijo y quiso hablar de otra cosa. "No, pero responda", y no recuerdo qué dijo.
La mañana del 18 de octubre llevaba varias preguntas preparadas. Pero no tenía esperanza de que me contestara alguna. En las dos conferencias que había asistido, una en Puebla una semana antes, otra en Villahermosa, no me dio la palabra. Me miraba y señalaba a otra parte. Las conferencias de prensa del Presidente son un "diálogo circular" donde él está al centro. Donde él es el emperador romano que con el índice concede y quita la palabra.
Luego está el asunto de la timidez, que vuelve demasiado solemne o agresivo a quien la padece. Que obliga a hablar mucho, lo que es un error con estos personajes tan inasibles. Además, dos cámaras enfrente, más cámaras detrás, reflectores, medio centenar de reporteros locales, generalmente admiradores o molestos porque los enviados de los medios nacionales ocupan la primera fila en las conferencias en los estados.
Lo mejor sería ser más directo ante el Presidente que entre tanta palabrería, apenas dio un dato nuevo: "Se trató de un operativo que llevó a cabo el Ejército a partir de una orden de aprehensión", dijo. Le dio la palabra a dos reporteras de Oaxaca, pero dijo que luego la daría a dos nacionales. Primero a la reportera a mi lado. Quizás no tuvo opción.
"La vida no sería vida sin el surrealismo", dijo.
Y luego: "Una más" y me señaló.
La primera pregunta fue sencilla.
"La orden de aprehensión de la que usted habla fue contra Ovidio o Iván Guzmán?".
El Presidente me miraba de manera indulgente, como dándome la nota.
"Sí, es Ovidio Guzmán López, aquí lo tengo."
"¿Una orden de aprehensión?"
"Orden de aprehensión provisional con fines de extradición emitida por un juez federal".
"¿Se la solicitó Trump?"
Supongo que no podía decir que sí, por lo obvio de recibir la orden y haber fallado.
Tampoco no, porque entonces el problema con el cartel sería de su gobierno.
"Le respeto a usted", dijo.
La respuesta siguiente era más previsible.
Si hay generaciones, las nuestras crecieron escuchando "¡Cállate chachalaca!". Escuchando: "¡Al diablo las instituciones!". Salvo que ahora, López Obrador es la institución.
"¿Reconoce que hasta ahora su estrategia ha fracasado?"
Veo el video y me veo inseguro, dubitativo, espantado. No por López Obrador, López Obrador en directo es fascinante. Un encantador, hasta que te detienes a pensar las cosas. Estaba inseguro por las amenazas que vendrían en las redes sociales. 
Tengo la impresión de que cuando el Presidente habla de "las benditas redes sociales", habla de quienes lo alaban. Que cuando asegura que ahora cada ciudadano es un medio, no es que lo crea, sino que busca minar a quien puede oponérsele. Era a las cámaras a lo que temía y a los seguidores del Presidente que amedrentan a quienes lo cuestionan.
Tenía además, temor de engancharme en una discusión que no llevaría a nada. "¿De qué periódico es usted?" 
Y respondí sabiendo lo que venía. La molestia de que aquel que una vez admiraste ahora te quiere ver la cara.
"Ah, claro, lo entiendo, pero digo tienes todo el derecho a preguntar, pero sí me llama mucho la atención..."
Así es él, insulta y acaricia. Habla de la prensa corrupta y luego agrega. "Otros, otros, ustedes no, ustedes son honrados". Y sonríe, se burla. Y los reporteros tienen que reírse de nervios. O reírse abiertamente y ponerse de su lado.
"Vamos muy bien en nuestra estrategia", dijo el Presidente.
Luego yo ya no traía el micrófono, pues es común que lo recojan, por lo que eso de "diálogo circular" no es tan cierto. 
"¿Lo de ayer es ir bien?", insistí.
"Lo de ayer fue un hecho lamentable", dijo y se aferró al bastón de mando.
Después todo fue caótico, algunos reporteros y antiguos conocidos me felicitaron. "Te dijo que te respetaba y te pidió disculpas", me decían. Pero yo pensaba que era peor. Porque para el Presidente ninguna crítica es legítima, para él todos son emisarios.
Luego me dolió el estómago.
En la gira de ese fin de semana anduvimos en la sierra oaxaqueña: Tlaxiaco, Putla, Nochixtlán, frecuentemente sin señal telefónica. No me enteré muy bien de que en internet mucha gente hablaba de lo sucedido.
Esto pasó hace tiempo. No años como ya parece, sino meses. Pero todavía, a veces, alguien me lo recuerda. Me reconocen, se ríen y me dicen de aquella vez en que hice lo único que podía hacer ante el Presidente.

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