En Morelia
Habrá desastre, retó delincuencia (10 horas antes de los atentados).
Francisco Gómez, reporter.
Francisco Gómez, reporter.
Publicado en El Universal (www.eluniveral.com.mx),26 de septiembre de 2008;
Horas antes del ataque el procurador local ordenó más vigilancia en edificios públicos
Tan sólo 10 horas antes de cometerse el atentado de la noche del 15 de septiembre, el procurador del estado, Miguel García Hurtado, dio la alerta sobre amenazas de ataques con granadas de integrantes del grupo delictivo La Familia Michoacana.
Ello no obstante de que a su oficina llamaron los sicarios por teléfono en forma directa —los días 1, 8 y 12 de septiembre— para advertir de diversos atentados y pedir que se protegiera a civiles y niños.
En el oficio SPM2572008 que fue enviado a las 12:29 horas del 15 de septiembre por el secretario particular del procurador García Hurtado a los subprocuradores de Lázaro Cárdenas, Zitácuaro, Apatzingán, Zamora, Uruapan y Morelia, revela que hasta ese momento el titular de la Procuraduría estatal dio las instrucciones para poner en alerta a todo el estado sobre la posibilidad del ataque.
La noche del grito sicarios lanzaron granadas durante los festejos patrios en el centro histórico de Morelia, dejando un saldo de ocho muertos y 132 heridos.
Las ataques fueron cometidos en la Plaza Melchor Ocampo, junto a la Catedral y frente a Palacio de Gobierno, y en el cruce de las calles Madero y Quintana Roo, con diferencia de apenas tres minutos entre el primero y el segundo estallidos.
En la carta, firmada por Froylán León Martínez, secretario del procurador, se giran instrucciones no para que se proteja a la población de las amenazas, sino al personal de la procuraduría y los edificios.
Pese a las amenazas recibidas en las oficinas del procurador García Hurtado, no se reportó de ello a la 21 Zona Militar, con sede en Morelia, ni a la delegación de la PGR. Ni se les solicitó apoyo para reforzar la seguridad durante el acto que fue presidido por el gobernador Leonel Godoy Rangel.
El propio Leonel Godoy ha negado la existencia de alguna amenaza para la noche del grito y aseguró que las advertencias eran para al desfile del 16 de septiembre.
“Habíamos recibido la amenaza de que en Lázaro Cárdenas y en Huetamo iba a haber un atentado la noche del grito, y en Morelia hablaron del desfile y nos habíamos preparado para ello, para evitarlo, pero nunca creíamos que fuera una acción tan cobarde” (La Jornada 17 de septiembre de 2008).
Sin embargo, ese mismo día el procurador, García Hurtado, en contradicción con el gobernador Godoy, aceptó que además de la amenaza para el desfile también hubo una para la noche del grito, y agregó que como 80% de esas denuncias son falsas sólo se decidió incrementar el número de policías.
Sin embargo, ni el gobernador, ni el procurador, comentaron que las cartas advertían que la amenaza venía del grupo criminal denominado La Familia Michoacana; tampoco que se dio a conocer que hubo una advertencia de que se alejara a la población civil de los militares y agentes de la Procuraduría General de Justicia de Michoacán contra quienes se iban a lanzar granadas de fragmentación.
Anoche, EL UNIVERSAL preguntó al procurador García si había alertado al gobernador de las amenazas; el funcionario evadió dar respuesta alguna.
En la carta enviada por instrucciones del procurador a subprocuradores el 15 de septiembre detalla las amenazas:
“De acuerdo con las denuncias criminales fechadas el 1, 8 y 12 del mes y año en curso, recibidas en la oficina del Procurador, donde se le informa de las llamadas telefónicas que a la letra dicen:
El día 16 de septiembre del año en curso se atentará en contra de los militares que participen en el desfile (el atentado será al comenzar el desfile), esto para que se separe a los niños de los militares ya que se atentará en su contra utilizando granadas de fragmentación”, apunta la misiva cuya copia tiene este diario.
Y agrega: “El lunes 15 de septiembre estén atentos porque va haber un desastre el día del grito mantengan la seguridad bien ya que van a pasar muchas cosas. Tómenlo como quieran ya se las ..., están advertidos”, señala.
***
Tan sólo 10 horas antes de cometerse el atentado de la noche del 15 de septiembre, el procurador del estado, Miguel García Hurtado, dio la alerta sobre amenazas de ataques con granadas de integrantes del grupo delictivo La Familia Michoacana.
Ello no obstante de que a su oficina llamaron los sicarios por teléfono en forma directa —los días 1, 8 y 12 de septiembre— para advertir de diversos atentados y pedir que se protegiera a civiles y niños.
En el oficio SPM2572008 que fue enviado a las 12:29 horas del 15 de septiembre por el secretario particular del procurador García Hurtado a los subprocuradores de Lázaro Cárdenas, Zitácuaro, Apatzingán, Zamora, Uruapan y Morelia, revela que hasta ese momento el titular de la Procuraduría estatal dio las instrucciones para poner en alerta a todo el estado sobre la posibilidad del ataque.
La noche del grito sicarios lanzaron granadas durante los festejos patrios en el centro histórico de Morelia, dejando un saldo de ocho muertos y 132 heridos.
Las ataques fueron cometidos en la Plaza Melchor Ocampo, junto a la Catedral y frente a Palacio de Gobierno, y en el cruce de las calles Madero y Quintana Roo, con diferencia de apenas tres minutos entre el primero y el segundo estallidos.
En la carta, firmada por Froylán León Martínez, secretario del procurador, se giran instrucciones no para que se proteja a la población de las amenazas, sino al personal de la procuraduría y los edificios.
Pese a las amenazas recibidas en las oficinas del procurador García Hurtado, no se reportó de ello a la 21 Zona Militar, con sede en Morelia, ni a la delegación de la PGR. Ni se les solicitó apoyo para reforzar la seguridad durante el acto que fue presidido por el gobernador Leonel Godoy Rangel.
El propio Leonel Godoy ha negado la existencia de alguna amenaza para la noche del grito y aseguró que las advertencias eran para al desfile del 16 de septiembre.
“Habíamos recibido la amenaza de que en Lázaro Cárdenas y en Huetamo iba a haber un atentado la noche del grito, y en Morelia hablaron del desfile y nos habíamos preparado para ello, para evitarlo, pero nunca creíamos que fuera una acción tan cobarde” (La Jornada 17 de septiembre de 2008).
Sin embargo, ese mismo día el procurador, García Hurtado, en contradicción con el gobernador Godoy, aceptó que además de la amenaza para el desfile también hubo una para la noche del grito, y agregó que como 80% de esas denuncias son falsas sólo se decidió incrementar el número de policías.
Sin embargo, ni el gobernador, ni el procurador, comentaron que las cartas advertían que la amenaza venía del grupo criminal denominado La Familia Michoacana; tampoco que se dio a conocer que hubo una advertencia de que se alejara a la población civil de los militares y agentes de la Procuraduría General de Justicia de Michoacán contra quienes se iban a lanzar granadas de fragmentación.
Anoche, EL UNIVERSAL preguntó al procurador García si había alertado al gobernador de las amenazas; el funcionario evadió dar respuesta alguna.
En la carta enviada por instrucciones del procurador a subprocuradores el 15 de septiembre detalla las amenazas:
“De acuerdo con las denuncias criminales fechadas el 1, 8 y 12 del mes y año en curso, recibidas en la oficina del Procurador, donde se le informa de las llamadas telefónicas que a la letra dicen:
El día 16 de septiembre del año en curso se atentará en contra de los militares que participen en el desfile (el atentado será al comenzar el desfile), esto para que se separe a los niños de los militares ya que se atentará en su contra utilizando granadas de fragmentación”, apunta la misiva cuya copia tiene este diario.
Y agrega: “El lunes 15 de septiembre estén atentos porque va haber un desastre el día del grito mantengan la seguridad bien ya que van a pasar muchas cosas. Tómenlo como quieran ya se las ..., están advertidos”, señala.
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Estrategia de cárteles: difusión y propaganda
Alejandro Jiménez, reportero.
Alejandro Jiménez, reportero.
El Universal Viernes 26 de septiembre de 2008
Mediante un empírico pero eficaz manejo de crisis, los narcotraficantes mexicanos ganaron los primeros espacios comunicativos que dejó suelta la información gubernamental respecto del atentado de la noche del grito en Morelia, el pasado 15 de septiembre.
Mientras los gobiernos federal y estatal se sumieron en el desconcierto de la investigación inicial, y lo que hubo fueron pronunciamientos generales de repudio, los cárteles de las drogas a los que se relacionó de manera automática con el incidente —a saber, La Familia y el del Golfo— comenzaron una labor de propaganda vía correos electrónicos y mensajes de celular, deslindándose de los hechos y acusando a sus enemigos de la autoría.
La velocidad de la respuesta reflejó, en términos de comunicación política, la importancia que otorgan estos grupos a su posicionamiento frente a la opinión pública, ante la que de varias formas siempre han querido aparecer como menos peligrosos de lo que son.
Sus mensajes posteriores al 15 de septiembre muestran la urgencia por dejar claro que ellos son incapaces de atentar contra gente inocente.
Echaron mano con eficacia de las llamadas narcomantas, un recurso de origen militar, usado hasta ese momento por los narcotraficantes para marcar territorios, amagar contrarios, reivindicar ejecuciones y desprestigiar autoridades.
De acuerdo con lo publicado por EL UNIVERSAL, antes de los hechos en Morelia (22/05/08) el uso de las mantas es un recurso sugerido en los manuales militares como “operaciones sicológicas” dentro de una estrategia de “guerra irregular”.
Los militares consultados reconocieron que la propaganda del narcotráfico mediante estos mensajes en espacios públicos ya era más efectiva que las acciones del Ejército, pues han logrado infundir temor, miedo y psicosis en las poblaciones donde cuelgan sus mensajes.
No son nuevas, en la construcción simbólica del discurso del narco, las versiones donde suelen aparecer como héroes populares, protectores de su plaza, justicieros por vocación, lo que tiene efectiva materialización en municipios y poblados donde la derrama de la economía de las drogas es, en efecto, generosa, en términos sociales.
Esto representa para el gobierno un doble problema: de gobernabilidad, por una parte, al perder gradualmente control de territorios (alcaldías, policías, gubernaturas), pero también comunicacional, ya que lo que hasta ahora se concebía como la “cultura del narco” en tanto folclóricas expresiones de autolegitimación, básicamente kitsch y locales, ahora ya demostró que sabe cómo extenderse al uso de estrategias multimedia, incluso de origen militar, para mandar los mensajes que desea en coyunturas determinadas.
Mediante un empírico pero eficaz manejo de crisis, los narcotraficantes mexicanos ganaron los primeros espacios comunicativos que dejó suelta la información gubernamental respecto del atentado de la noche del grito en Morelia, el pasado 15 de septiembre.
Mientras los gobiernos federal y estatal se sumieron en el desconcierto de la investigación inicial, y lo que hubo fueron pronunciamientos generales de repudio, los cárteles de las drogas a los que se relacionó de manera automática con el incidente —a saber, La Familia y el del Golfo— comenzaron una labor de propaganda vía correos electrónicos y mensajes de celular, deslindándose de los hechos y acusando a sus enemigos de la autoría.
La velocidad de la respuesta reflejó, en términos de comunicación política, la importancia que otorgan estos grupos a su posicionamiento frente a la opinión pública, ante la que de varias formas siempre han querido aparecer como menos peligrosos de lo que son.
Sus mensajes posteriores al 15 de septiembre muestran la urgencia por dejar claro que ellos son incapaces de atentar contra gente inocente.
Echaron mano con eficacia de las llamadas narcomantas, un recurso de origen militar, usado hasta ese momento por los narcotraficantes para marcar territorios, amagar contrarios, reivindicar ejecuciones y desprestigiar autoridades.
De acuerdo con lo publicado por EL UNIVERSAL, antes de los hechos en Morelia (22/05/08) el uso de las mantas es un recurso sugerido en los manuales militares como “operaciones sicológicas” dentro de una estrategia de “guerra irregular”.
Los militares consultados reconocieron que la propaganda del narcotráfico mediante estos mensajes en espacios públicos ya era más efectiva que las acciones del Ejército, pues han logrado infundir temor, miedo y psicosis en las poblaciones donde cuelgan sus mensajes.
No son nuevas, en la construcción simbólica del discurso del narco, las versiones donde suelen aparecer como héroes populares, protectores de su plaza, justicieros por vocación, lo que tiene efectiva materialización en municipios y poblados donde la derrama de la economía de las drogas es, en efecto, generosa, en términos sociales.
Esto representa para el gobierno un doble problema: de gobernabilidad, por una parte, al perder gradualmente control de territorios (alcaldías, policías, gubernaturas), pero también comunicacional, ya que lo que hasta ahora se concebía como la “cultura del narco” en tanto folclóricas expresiones de autolegitimación, básicamente kitsch y locales, ahora ya demostró que sabe cómo extenderse al uso de estrategias multimedia, incluso de origen militar, para mandar los mensajes que desea en coyunturas determinadas.
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