Revista
Proceso
No. 2004, 28 de marzo de 2015
La
reconstrucción de los hechos confirma la presencia de la PF/ANABEL HERNÁNDEZ
Los
sobrevivientes del ataque del 26 de septiembre en Iguala y el abogado que los
representa han efectuado tres reconstrucciones de lo ocurrido esa noche, algo
que la PGR no ha hecho. Con esas diligencias se confirma que policías federales
estuvieron presentes en la agresión a los alumnos de la normal de Ayotzinapa,
versión que el comisionado de la PF ha negado. A esto se suma lo publicado la
semana anterior por este semanario: el Ejército también atestiguó los hechos.
Ninguna de las dos instancias federales hizo nada por evitar el crimen.
Durante
el ataque a los normalistas de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014, la
Policía Federal (PF) estuvo presente, no hay duda, dice a Proceso el abogado de
los padres de los 43 estudiantes desaparecidos, Vidulfo Rosales, luego de haber
efectuado tres reconstrucciones de lo ocurrido aquella noche en Iguala.
Rosales
señala que hasta ahora, seis meses después, la Procuraduría General de la
República (PGR) no ha hecho ninguna reconstrucción para intentar esclarecer lo
ocurrido, y precisa que ellos (el abogado y sus representados) sí las hicieron,
con el apoyo de los sobrevivientes. Afirma que en las tres reconstrucciones los
normalistas señalan la presencia de las policías municipales de Iguala y de
Cocula, de la Policía Auxiliar de Guerrero y de la Policía Federal durante el
ataque.
“(Los
estudiantes) no refieren expresamente que hayan visto disparar a los federales,
pero sí estaban ahí. Había presencia de policías federales, ¡la había! Eso es
claro, lo tienen muy presente”, afirma Rosales en una amplia entrevista
realizada en Nueva York el sábado 21, tras su participación en la Asamblea
General de Amnistía Internacional, donde se abordó el caso de los 43
estudiantes desaparecidos que conmocionó al mundo y generó una ola de críticas
y cuestionamientos al gobierno de Enrique Peña Nieto.
Los
estudiantes se dieron cuenta de la presencia de la PF cuando circulaban por la
calle Juan Álvarez, en el centro de Iguala, huyendo de los disparos de la
Policía Municipal. Según las reconstrucciones, los uniformados estaban a la
altura del entronque de esa calle y Periférico y estuvieron presentes durante
toda la agresión.
Testimonio
en video
En
diciembre pasado se habló (Proceso 1989) de la participación de la PF y el
Ejército en los hechos del 26 de septiembre en Iguala. Con el apoyo del
Programa de Periodismo de Investigación de la Universidad de California en
Berkeley, se obtuvieron pruebas documentales, testimonios de vecinos y un video
grabado por los estudiantes donde se señala la presencia de la PF.
En
el video grabado con los teléfonos celulares durante el ataque se escucha
claramente que un estudiante señala: ”¡Ya se están yendo los policías…. se
quedan los federales y nos van a querer fastidiar!”.
En
esa investigación se tuvo acceso a un informe de más de 900 fojas, elaborado
por el gobierno de Guerrero. En la ficha informativa fechada el 26 de
septiembre de 2014, elaborada por el coordinador operativo de la región norte
de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil de Guerrero, José
Adame Bautista, se afirma que ese día, desde las 17:59 horas los estudiantes
eran monitoreados a partir de su salida de la Escuela Normal Rural de
Ayotzinapa por las policías Estatal y Federal y por el Ejército, mediante el
C-4 de Chilpancingo.
Se
señala que a las 20:00 horas las policías Estatal y Federal hicieron acto de
presencia en la autopista Chilpancingo-Iguala, a donde llegaron los
estudiantes, y los estuvieron vigilando.
El
mismo documento señala que en todo momento el C-4 de Iguala –donde hay
participación de las policías Municipal, Estatal y Federal y del Ejército–
estuvo al tanto del ataque, desde los primeros disparos, ocurridos en el centro
de Iguala a las 21:40 horas.
Luis
Antonio Dorantes, entonces jefe de la base de la PF en Iguala, fue informado de
lo que ocurría, y Víctor Manuel Colmenares, inspector de la corporación, estuvo
presente en la autopista junto con otros cinco uniformados y tres patrullas.
Después
de la publicación del reportaje, el comisionado de la PF, Enrique Galindo, negó
la participación de esa instancia en el ataque, pero hasta el momento había
ocultado la presencia de los uniformados en la caseta de la carretera
Chilpancingo-Iguala, y no ha explicado qué hicieron esa noche los policías
federales al ser informados por el C-4 de los tiroteos en la ciudad.
De
acuerdo con el expediente de la investigación de la PGR –al cual se tuvo
acceso– hasta ahora ningún policía federal ha declarado sobre los hechos y
tanto Dorantes como Colmenares fueron removidos de la base de Iguala. Pese a
las solicitudes de información formuladas a través de la Ley Federal de
Transparencia y Acceso a la Información, la PF se niega a entregar los partes
informativos de Dorantes y a decir dónde está comisionado actualmente.
Reconstrucción
Rosales
cuenta en la entrevista que la primera confrontación fue con la Policía
Auxiliar en la central de autobuses de Iguala. Explica que los estudiantes
habían decidido ir a la caseta de la carretera Chilpancingo-Iguala para tomar
autobuses a fin de dirigirse a la Ciudad de México y participar en la marcha
del 2 de octubre, pero que los policías estatales y federales estaban
regresando los camiones de pasajeros para impedir que los estudiantes los
tomaran.
Confirmó
que un grupo de estudiantes logró tomar un autobús y el chofer les prometió
entregárselos cuando hubiera dejado el pasaje en la central, pero cuando
llegaron ahí los encerró y llegaron a rescatarlos sus compañeros en los dos
autobuses en los que habían salido de Ayotzinapa esa tarde.
“Cuando
llegan a la central ellos (los estudiantes) empiezan a romper los cristales
donde estaban los otros compañeros y los sacan, queda casi destrozado el
autobús y ahí los guardias y algunos policías estatales de la Policía Auxiliar
ya estaban en la central. La primera confrontación se dio ahí con la Policía
Estatal Auxiliar, desde ahí hubo una confrontación con ellos”, afirma Rosales,
según la información que arrojó la reconstrucción.
“Interpretamos
que el gerente de la central dio participaron a la Policía Municipal o al C-4”,
añade. Los estudiantes superaban en número a los policías auxiliares y éstos se
replegaron, permitiendo el paso de los camiones. Dos de esos vehículos tomaron
hacia Periférico Norte y tres más, hacia el centro de Iguala porque se
perdieron.
Los
primeros disparos fueron en el centro de Iguala.
“El
primer incidente (disparos) se da en Bandera Nacional. El primer incidente
surge porque se bajan (los estudiantes) por tercera ocasión a confrontarlos, un
policía viene y le pone el arma en el pecho a un estudiante del comité de
lucha; el estudiante lo encara, le dice: ‘Si vas a disparar, dispara de una
vez’. El policía retrocede y entonces el estudiante se fue sobre el policía y
jalonean el arma, hubo seis, siete detonaciones al forcejear el arma. Primero
hacia abajo y después hacia los lados. Eso calentó los ánimos de la policía y
de ahí en adelante empiezan a disparar. Dicen los estudiantes que ya los
impactos son directos hacia los autobuses”, afirma Rosales.
“Ellos
ven federales hasta que llegan a Periférico Norte, en Periférico Norte ya había
policías federales. Ellos no los ven cuando llegan, ellos ya estaban ahí en el
momento de la agresión, del tiroteo”, afirma el abogado.
También
los militares
Gracias
a las reconstrucciones ahora se sabe que una parte de los estudiantes
desaparecidos fue sacado del tercer camión, el que iba atrás, circulando por
Juan Álvarez, donde estaban la PF y las policías municipales de Iguala y
Cocula, y que la otra parte de los estudiantes desapareció entre las 23:30 y
las 24:00 horas, tras el tercer ataque en Juan Álvarez y Periférico, luego de
que llegaran más alumnos y profesores de Ayotzinapa y otras escuelas para
apoyar a los atacados.
El
tercer ataque ocurrió mientras los estudiantes daban una conferencia de prensa
sobre lo ocurrido. Las ráfagas de fuego, ordenada y concertadas, venían del
otro lado del camellón del Periférico.
El
tiroteo dispersó a los estudiantes, periodistas y profesores que ahí se
encontraban. Dos normalistas fueron asesinados por esos disparos y un tercer
estudiante, Julio César Mondragón, apareció después muerto a golpes y
desollado, en las inmediaciones del C-4 de Iguala.
Rosales
señala que los normalistas están convencidos de que los desaparecidos fueron
levantados mientras trataban de huir de esa balacera. En ese momento había
presencia del Ejército en el lugar del conflicto, no sólo en el hospital
Cristina, donde los sobrevivientes fueron acosados y amenazados por militares.
La
semana pasada este semanario publicó, con documentos obtenidos por la
periodista Marcela Turati (Proceso 2003), que había reportes del 27 Batallón de
Infantería que revelaban patrullajes y acciones del Ejército esa noche.
Rosales
señala que la PGR tiene esa información, pero nunca ha investigado la presencia
de la PF ni del Ejército en los hechos de Iguala.
Afirma
que aunque formalmente la PGR no ha cerrado el caso, en los hechos ya lo hizo.
Ya no hay actuaciones ministeriales sobre el caso, ni investigaciones ni presentación
de nuevas pruebas.
Rosales
afirma que desde diciembre de 2014 no hay diálogo con el gobierno federal y no
hay ningún contacto con la nueva procuradora general, Arely Gómez.
La`
única esperanza que les queda a los padres de los normalistas para saber qué
pasó esa noche y conocer el paradero de sus hijos, es la investigación de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Rosales
señala que uno de los objetivos de la Comisión es hablar con los supuestos
asesinos confesos de los estudiantes, los presentados por la PGR, para conocer
directamente su versión.
El
abogado de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos afirma a Proceso que
los principales testigos de la PGR, quienes supuestamente declararon que los
mataron y luego los incineraron en el basurero de Cocula entre la media noche
del 26 de septiembre hasta las 15:00 horas del día siguiente, ya se
retractaron.
De
acuerdo con Rosales, los testigos rindieron nuevas declaraciones en las cuales
han dicho que fueron torturados para culparse de los hechos, pero que en
realidad ellos no participaron en los ataques ni conocen el paradero de los
estudiantes.
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