La
ley de víctimas… revictimiza/Patricia Dávila
Revista Proceso N0. 2004, 28 de marzo de 2014
En
2013, la Ley General de Víctimas se presumió como el mayor avance en la
historia para compensar a los ciudadanos más afectados por la inseguridad. Sin
embargo, resultó contraproducente en los casos de desaparición forzada, como el
de los normalistas de Ayotzinapa: De acuerdo con el presidente de la Comisión
de Atención a Víctimas, un artículo mal redactado ordena que se indemnice a los
damnificados sólo si los culpables ya fueron sentenciados, algo que ha pasado
sólo en seis casos, de un total de 22 mil.
“El
31 de diciembre de 2014 la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) nos
asignó 500 millones de pesos correspondientes a ese año. A los 10 días
recibimos otra cantidad igual correspondiente al ejercicio 2015. Para entonces
ya teníamos una lista de 500 casos por desaparición para indemnizar de
inmediato. Fue cuando nos dimos cuenta de que estábamos impedidos por el
artículo 67”.
Ese
artículo ordena que el Pleno de la CEAV determine el monto de la compensación
tomando en cuenta la resolución firme emitida por la autoridad judicial; o sea,
sólo hasta que el culpable sea sentenciado. “Esto es una aberración”, resume el
comisionado.
Hernández
–quien fue parte del equipo que elaboró la LGV– abunda: “La ley habla de
víctimas y basa los derechos en las víctimas. Sin embargo, en esta parte
pareciera que fundamenta el derecho de la víctima en el victimario, es decir,
en la posibilidad de aprender y juzgar al responsable. En este momento deja de
ver a la víctima y se enfoca en el culpable, cosa que me parece equivocada. No
fue puesto en la ley de mala fe, sino que a la hora de redactar quisimos cerrar
un poco el camino a la compensación, de manera que se comprobara la existencia
del hecho victimizante… pero al final el texto de dice otra cosa”.
El
hecho de que la cuestión surgiera hasta ahora, detalla, “se debe a que esta
parte de la norma nunca había sido aplicada, porque en la Comisión no teníamos
dinero para realizar ningún resarcimiento”.
Cuando
los recursos llegaron y la CEAV no pudo sufragar los casos de desaparición
forzada, se concentró en los de violación a los derechos humanos. “Se pagó uno
y 14 más están en estudio. El primero se compensó por 805 mil pesos, y hay seis
que vienen por más de 1 millón, los más altos, y los menores por 400 mil
pesos”.
Seis
sentencias
Por
desaparición forzada sólo se han emitido seis sentencias. Una se dictó el 30 de
junio de 2010 en contra de Roberto Galarza Hernández, de la Agencia Federal de
Investigación (AFI), por la desaparición de José Ángel Gutiérrez Olvera, en 2002.
La segunda se produjo el 10 de mayo de 2006 contra Gustavo Montiel Rizo,
también de la AFI, por desaparecer a José Manuel Ruiz Castellanos y a Manuel
Gómez Mendoza en 2005.
El
11 de mayo de 2005 fue sentenciado José Antonio Guerrero Domínguez, de la PGR,
por la desaparición de José Rocha Guzmán en 2003. La cuarta ocurrió el 14 de
diciembre de 2005. Entonces el procesado era integrante de la AFI. La quinta
decisión condenatoria se emitió el 14 de noviembre de 2006 en contra de Víctor
Alberto Guerrero, también de la AFI, por la desaparición de Salvador Lira
Ayala, en 2005. De la sexta no se ofrecieron datos.
Ahora
bien, ni siquiera en esos casos pueden darse indemnizaciones, puesto que no
existen peticiones expresas ante la CEAV. “El caso está completo pero estamos
buscando a los familiares de las víctimas para que nos hagan las solicitudes.
Parece mentira, los que podemos reparar no se acercan a solicitarlo. Y hay
víctimas que tendrían derecho a una reparación más o menos pronta, como las de
Ayotzinapa, pero tampoco han pedido la reparación”.
En
este último caso podrían entregarse las compensaciones porque, según la PGR, ya
se sabe sin lugar a dudas quiénes fueron los responsables y el caso está
prácticamente cerrado.
–¿Las
familias de los estudiantes están enteradas? –se le pregunta.
–Claro,
después del 7 de noviembre, cuando dio la conferencia el entonces procurador
Jesús Murillo Karam, tratamos de platicar con los parientes. Abrieron las
puertas de la Normal Raúl Isidro Burgos a la prensa y al público en general, y
nuestro equipo acudió para acercarse, pero los abogados de (la organización
civil) Tlachinollan pidieron que se retirara. En Ginebra tuve la oportunidad de
ver a dos familiares (de quienes omite sus nombres). Les di mi tarjeta y un
ejemplar de la Ley de Víctimas. Hasta allí fue mi interlocución con ellos, no
quise violentar las cosas con los líderes.
“Es
derecho de las víctimas organizarse como quieran, porque eso las empodera: una
víctima sola no es lo mismo que 50. Incluso la terapia psicológica que hay en
la CEAV tiene que ver con darles fuerza, inclusive para reclamar al propio
gobierno. Lo hemos visto con las mamás de los jugadores del equipo Los
Avispones (jóvenes agredidos el 26 de septiembre durante el ataque a los
normalistas). La primera vez que nos reunimos con ellas eran tímidas y
renuentes a recibir apoyos gubernamentales, pero conforme avanzaron sus
terapias se volvieron verdaderas luchadoras sociales.”
Hubo
seis futbolistas heridos de los Avispones. Uno está grave, con un balazo en el
maxilar; otro tiene un tiro en el brazo y un tercero recibió esquirlas en el
abdomen. Todos necesitarán tratamientos médicos especializados y psicológicos,
algunos de los cuales no se ofrecen en Guerrero.
–¿Se
les pagan los traslados y las comidas? ¿Serán indemnizados? –se le inquiere.
–Todo.
Se les compensará en cuanto salga la recomendación de la Comisión Nacional de
los Derechos Humanos.
–¿Las
víctimas de Ayotzinapa pueden recibir la misma ayuda que Los Avispones?
–El
de Ayotzinapa es un caso que, en general, resulta mucho más grave. Los
estudiantes están desaparecidos. La atención podrían recibirla las familias de
los 43 desaparecidos más los otros estudiantes que estuvieron en el lugar de
los hechos; pudieran ser varios cientos de personas.
Acerca
de Los Otros Desaparecidos de Iguala –la organización que busca a personas
ajenas al atentado de Ayotzinapa– el comisionado comenta que han reportado 189
afectados directos.
“En
el caso de Iguala, los 43 ya están inscritos en el Registro Nacional de
Víctimas. Lo hicimos por instrucciones del juez. También pidió que nos
apersonemos en el juicio como ‘asesores jurídicos federales’,
independientemente de que los familiares de los estudiantes tengan sus
abogados. Nosotros enfocamos nuestros esfuerzos en la elaboración de un
documento para que la CEAV solicite la reclasificación de delito, de secuestro
agravado a desaparición forzada.
“Creemos
que el hecho de que se acuse a los probables responsables de secuestro ya es
victimizante. Es una negación de la ‘verdad histórica’ y la ‘verdad histórica’
es que las autoridades municipales de Cocula e Iguala participaron en la
desaparición de estas personas, no en su secuestro. El secuestro tiene un fin
económico y aquí fueron desaparecidos por fines distintos, que pueden ser
políticos o de delincuencia organizada, pero en complicidad con autoridades.”
El
punto central, insiste, es que agentes del Estado participaron en estos hechos.
Por eso es tan importante la reclasificación. “La víctima no va a encontrar verdadera
justicia si tú dices que pasó algo distinto a lo que en realidad ocurrió. Eso
viola el derecho a la verdad.
“En
México sólo hay seis sentencias por desaparición. ¡Es increíble! De 22 mil
casos o de 23 mil, en realidad nadie sabe cuántos hay con exactitud. ¡Es
trágico! El gobierno no puede saberlo porque no sólo depende de la Federación,
ya que hay denuncias en los estados y muchos son omisos en recibirlas y
clasificarlas. También son omisos al decir a cuántos han encontrado. Por eso
dicha base de datos nunca será exacta.”
Adelanta:
“En las próximas semanas propondremos otro esquema de definiciones, porque
algunas conductas tipificadas en la ley contra secuestros pareciera que son de
desaparición”. En el proyecto trabajan tres comités de la CEAV: el de trata de
personas, el de personas desaparecidas y el de secuestro.
El
cambio de perspectiva
Ya
desde enero, al toparse con la prohibición del artículo 67, la CEAV solicitó
que se modificara para reducir sus alcances y que se enfocara en la víctima y no
en el victimario.
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