Vatican
Insider, 06/20/2015
El
tributo al ecumenismo; la primera vez que un Papa visita un templo valdense
La
Iglesia valdense turinesa que recibe a Bergoglio(©LaPresse)
Francisco
ha demostrado una atención constante hacia el protestantismo. La abuela y el
Ejército de la Salvación, la experiencia de Buenos Aires, la visita al amigo
pastor pentecostal en Caserta
IACOPO
SCARAMUZZI
CIUDAD
DEL VATICANO
«Seremos
nosotros mismos. Esperemos que esto pueda ser comprendido porque el juego de la
comunicación mediática mediante la televisión puede narrar de manera verídica
la realidad, pero por otra parte conocemos los riesgos de la simplificación y
de los malos entendidos que puedan existir». En “Riforma”, revista de las
Iglesias evangélicas baptista, metodista y valdense, el pastor Eugenio
Bernardini, moderador de la Mesa valdense, órgano de gobierno de esta Iglesia
protestante, describió de esta manera las propias expectativas y los propios
temores sobre la visita de Papa Francisco, que el próximo lunes 22 de junio
visitará el templo valdense de Turín. No han faltado, a lo largo de los años y
de los siglos, incomprensiones y conflictos entre la Santa Romana Iglesia y los
protestantes, por lo que la visita de Francisco (la primera vez que un Pontífice entra a una Iglesia valdense en la
historia de los Papas) será un evento histórico. Pero que forma parte de
una atención constante que ha demostrado Jorge Mario Bergoglio, desde que era
arzobispo de Buenos Aires, por la galaxia reformada y por otras confesiones de
la familia cristiana, empezando por la ortodoxia.
«El lunes –dijo Bernardini– nosotros no
tendremos el temor de reconocer todo lo que nos une en cuanto cristianos,
discípulos de Jesucristo y discípulos del mismo Dios, pero no tendremos temor
de indicar esos aspectos teológicos y religiosos que todavía marcan nuestras
distancias, sobre las que nosotros quisiéramos trabajar para hacer mejores
progresos: este es el ecumenismo. Franqueza y sinceridad, pero en un clima de
escucha recíproca y de fraternidad, no de oposición y polémica. Esta es la gran
diferencia con respecto a un pasado que no quisiéramos retomar en estos
tiempos».
La
«Iglesia evangélica valdense» tomó su nombre de Pietro Valdo, mercader de Lyon
del siglo XII. En un momento particular de su vida, abandonó sus bienes y
se dedicó a predicar el Evangelio entre los pobres. Cuando el arzobispo de su
ciudad, Guichard, lo invitó a que dejara de predicar y de explicar las Sagradas
Escrituras, Valdo se negó y, con todos sus seguidores, fue expulsado de la
diócesis. Algunos siglos después, en 1532, los valdenses se sumaron a la
Reforma protestante que nació de las intuiciones de personas como Lutero y,
sobre todo, Calvino. Después de sangrientas persecuciones, los valdenses
sobrevivieron desde el siglo XVI en los valles del Piamonte (en Italia), hasta
que obtuvieron el reconocimiento de sus derechos civiles el 17 de febrero de
1848, por voluntad del rey Carlo Alberto (que ese mismo año concedió los mismos
derechos civiles y políticos a los judíos). Y se difundieron por toda Italia.
Todavía en la actualidad festejan la fecha del 17 de febrero. Los valdenses
italianos, que forman parte de la Comunión mundial de las Iglesias reformadas,
son alrededor de 30 mil. Los protestantes italianos “históricos”, es decir que
pertenecen a los grupos que se formaron en la época de la Reforma o antes, son
alrededor de 65 mil y representan el 20% de la población evangélica del país,
que está conformada principalmente por pentecostales y carismáticos, que se
inspiran en los desarrollos del protestantismo de los últimos siglos. Los
valdenses, principalmente italianos, también están presentes en América Latina
y, específicamente, en Argentina. En el templo turinés, durante la visita del
Papa, estará el moderador de las Iglesias valdenses del Río de la Plata. La
Iglesia valdense ha contado con grandes personalidades a lo largo de su
historia, como por ejemplo, el pastor Tullio Vinay, el director Luigi
Comencini, el historiador Giorgio Spini... Arraigados en la lectura de la
Biblia y herederos de una tradición de sobriedad litúrgica y de responsabilidad
persona (a menudo comprometidos en los ámbitos social y cultural), han
expresado posiciones que se alejan de las posturas de la Conferencia Episcopal
de Italia y del Vaticano en relación con argumentos de actualidad, como la
bioética, o en relación con cuestiones teológicas más fundamentales. Pero
tampoco han faltado sintonías, por ejemplo con el mundo del catolicismo del
disenso, o encuentros en el Vaticano, como la presencia de un teólogo valdense,
Daniele Garrone, durante la presentación del libro de Benedicto XVI “Jesús de
Nazaret”. Y también el mundo valdense ha elogiado a Papa Francisco, desde el
momento de su elección. El teólogo valdense
Paolo Ricca habló, por ejemplo, de «sorpresa y desilusión» por una conferencia
de 1985 sobre Juan Calvino, recientemente reimpresa, en la que Bergoglio,
al evocar la contraposición entre los jesuitas y calvinistas de la época de la
Reforma, criticó al «calvinismo cismático». En una entrevista con el fundador
del periódico italiano “La Repubblica”, Eugenio Scalfari, el Papa corrigió a su
interlocutor cuando este resaltaba su compormiso para integrar la catolicidad
con los ortodoxos y con los anglicanos; Bergoglio añadió: «Con los valdenses,
que son para mí religiosos de primer orden, con los pentecostales y,
naturalmente, con nuestros hermanos hebreos». «Sorprende», comentó con
reconocimiento el pastor Bernardini, «que Papa Bergoglio haya citado a los valdenses
al lado de los ortodoxos, de los anglicanos, de los pentecostales y de los
hebreos, es decir a comunidades de fe infinitamente más grandes que nuestra
pequeña Iglesia»: «Con Francisco, los tiempos de la Iglesia de Roma parecen
correr más rápido y con mayor velocidad. Los análisis envejecen rápidamente. Se
plantean nuevas cuestiones. Y nos interrogan no solo como cristianos que
pertenecen a la familia reformada, sino también como pequeña Iglesia que es
intérprete de una tradición teológica y espiritual muy específica. Es una
oportunidad nueva que nos encomienda grandes responsabilidades ecuménicas». Un
diálogo que continuará el próximo lunes en el templo valdense de la avenida
turinés Vittorio Emanuele II.
La relación de Papa Francisco con la galaxia
protestante, además, es muy rica y variada. Ha tenido numerosas audiencias y
ocasiones de encuentro. Su actitud hacia los reformados, heredada de un
ambiente familiar bastante tradicional, cambió, como lo contó él mismo, gracias
a su abuela. «Cuando yo tenía cuatro años (era el año 1940; ninguno de ustedes
había nacido, ¿eh?), iba por la calle con mi abuela», recordó Bergoglio en un
encuentro con la delegación del Ejército de la Salvación, que se llevó a cabo
en el Vaticano a finales de 2014, «en esa época, la idea era que todos los
protestantes iban al Infierno. Pero, por la otra acera, venían dos mujeres del
Ejército de la Salvación, con ese sombrero que tienen ustedes... Y recuerdo,
como si fuera hoy, que le dije a mi abuela: “¿Esas, quiénes son? ¿Monjas?”. Y
mi abuela me dijo: “No, son protestantes. Pero son buenas”. Y así, mi abuela,
por el testimonio de ustedes, me abrió la puerta al ecumenismo: la primera
prédica ecuménica que tuve fue ante ustedes. Thank you very much».
Entre los encuentros con representantes
protestantes, hay que recordar la audiencia a la «querida hermana» Antje
Jackelen, líder de los luteranos suecos, que se llevó a cabo en mayo de este
año; el encuentro con Tony Palmer, amigo personal de Bergoglio y obispo
pentecostal (que falleció posteriormente en un accidente), que grabó un mensaje
de Francisco con su teléfono, y, en el ámbito de una audiencia en un congreso
ecuménico organizado por el movimiento de los Focolares, el presidente emérito
de la Federación Luterana Mundial, Christian Krause, que expresó su deseo de
celebrar junto con el Pontífice romano los 500 años de la Reforma de 1517.
También fue significativa la audiencia que Bergoglio concedió a los promotores
de la Traducción a la lengua usual de la Biblia, tanto católicos como
protestantes: «Es una idea buena, porque la gente simple puede comprenderla»,
dijo Francisco en esa ocasión.
Jorge
Mario Bergoglio, además, proviene de un continente en el que los pentecostales,
que algunos consideran una “secta”, acumulan conversiones y difunden el
Evangelio. Un fenómeno que es visto con sospechas, pero también con interés por
el mundo católico. El teólogo de la liberación brasileño Clodovis Boff, que no
es un simpatizante de los pentecostales, indicó, por ejemplo, que «la emoción
corre el riesgo de convertirse en emocionalismo que raya en la histeria, a
veces no se crea comunidad, sino una especie de supermercado religioso, el
fuerte sentido de identidad puede transformarse en arrogancia y en sectarismo,
la lectura bíblica es fundamentalista y hay una carencia de cultura teológica,
el rigor ético puede convertirse en “buonismo”, existen el riesgo de
manipulación de las masas, posturas políticas a menudo ajenadas y ajenantes,
una actitud antiecuménica y antidialógica. Pero, si ponemos en la balanza las
luces y las sombras, el balance es fundamentalmente positivo. Los pobres ganan,
porque las Iglesias pentecostales los consuelan, los encuadran, les dan
dignidad. Y Cristo es anunciado». También Jroge Mario Bergoglio conoce los
límites y el dinamismo de este mundo. En varias ocasiones se ha encontrado con
exponentes de la galaxia carismática, católicos y protestantes. Como cuando el
primero de junio de 2014 fue al Estadio de Roma para reunirse con los
participantes de un evento organizado por Renovación en el Espíritu, los
International Charismatic Catholic Renewal Services y la Catholic Fraternity of
Charismatic Covenant Communities and Fellowship (Cfccf). Y en esa ocasión se
inclinó para recibir la bendición. El mismo gesto se verificó nuevamente frente
a un centenar de pastores evangélicos de orientación pentecostal de diferentes
partes del mundo, el pasado 7 de mayo, guiado por Giovanni Traettino.
Y
fue justamente este pastor, amigo de Bergoglio desde que era arzobispo de
Buenos Aires, quien recibió un gesto específico de amistad. Cuando el Papa
visitó Caserta, en julio de 2014, dos días después de un encuentro con los
católicos de la ciudad italiana, visitó su comunidad, la Iglesia pentecostal de
la reconciliación. «Entre los que han perseguido y denunciado a los
pentecostales, como si fueran unos locos que arruinan la raza, también estaban
los católicos: yo soy el pastor de los católicos y les pido perdón por esos
hermanos y esas hermanas que no comprendieron y que fueron tentados por el
diablo», dijo el Papa durante la visita a Caserta. «Algunos –indicó con firmeza
Papa Francisco– se sorprenden de que el Papa haya venido a encontrar a los
evangélicos. He venido a encontrar a los hermanos». Y lo volverá a hacer al
entrar, por primera vez en la historia de los Papas, en el Templo valdense de
Turín.
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